Capítulo 25
Después de la charla en el sofá nadie volvió a sacar el tema de Kai, aunque durante el resto del fin de semana a veces notaba a Mason mirándome fijamente y negando con la cabeza. Era algo exasperante y me habría encantado decirle cuatro cosas, pero por no revolver más mi confusa cabeza, me limitaba a hacerle una peineta y seguir con mis menesteres.
He de admitir que lo esquivé bastante, me daba miedo que volviese a insistir, la charla me dio mucho que pensar, pero necesitaba reflexionar a solas y disfrutar del poco tiempo que tenía con mis amigos sin más complicaciones.
Y eso es lo que he estado haciendo desde que volví a Madrid, reflexionar. O comerme la cabeza más bien, llevo así tres días y no he llegado a una conclusión real, aunque creo que tampoco me está viniendo mal del todo. He llorado como un bebé la mayor parte del tiempo al recordar los momentos que viví con Kai en los meses que compartimos juntos.
Pero creo que ha sido bueno, desde que rompí con él había estado intentando huir de todo, echarlo de mi cabeza y de mi corazón, cosa que me había sido imposible y que además me estaba consumiendo.
Dejarlo entrar y recordar los buenos momentos duele, porque son pasado y ya no puedes volver a vivirlos, pero también sana, porque te hace poner las cosas en perspectiva, y en mi caso darme cuenta de que haya pasado lo que haya pasado después esos momentos fueron reales, estuvieron ahí y no sé si se habría cansado de mí o no, pero sí que lo que vivimos valió la pena.
Lo peor es que también me hacen ver que cometí un error, que alejé de mi a la persona que quería por miedo y lo cargué a él con las culpas de un dolor que no era suyo, de un abandono que no era suyo y de un daño que otras personas me habían hecho. Le hice a él lo que me habían hecho a mí, sabiendo lo que eso dolería.
He llegado a entender a Jaime también. Lo que viví con él me marcó, fue la primera persona a la que amé y perderlo me hizo creer que siempre sería así. Pero la verdad es que los meses con Kai fueron suficientes para darme cuenta que Jaime tampoco era la persona adecuada para mí. Estar a su lado siempre significó renunciar a algunas partes de mí. Kai siempre me quiso completa.
Además de reflexionar he estado escribiendo esas, plasmar en letras lo que pasa por mi cabeza siempre me ha ayudado a ver las cosas en perspectiva.
El sonido del timbre me hace despegar los dedos de las teclas y levantarme a abrir la puerta. Me encuentro de frente al repartidor de correos con un paquete en las manos.
-¿Andrea Martínez Cuevas?
-Soy yo. -Hago memoria intentando recordar si he pedido algo por internet, pero no lo encuentro.
Recito mi DNI a petición del repartido y agarro el paquete que me entrega, es blando y mi corazón late desbocado ante la posibilidad y la esperanza de lo que puede ser.
Cuando el hombre desaparece cierro la puerta tan rápido que produce un sonido fuerte, pero no me importa. Rasgo el plástico con manos temblorosas y aparece una camiseta amarilla. La estiro sin poder creerme lo que tengo ante mis ojos. Sobre el verde número diez luce una firma con el mismo nombre que acompaña al dorsal. Neymar Junior.
Al extenderla han caído al suelo una nota y un pendrive. Me agacho a por ellos. Leo primero la nota, la letra que reconozco hace que los ojos se me llenen de lagrimas, complicandome la lectura.
«Por aquellas promesas que no pude cumplir»
Abrazo el papel contra mi pecho y dejo que las lágrimas corran por mis mejillas. Vuelvo al salón donde sobre la mesa descansa mi portátil y enchufo el pendrive. La carpeta solo contiene un archivo de video.
Al pulsar el play aparecen Neymar y Kai en una playa. Kai lleva una camisa de flores que no le pega nada. Y su nuevo pelo corto. Le dice algo a Neymar en un extraño español y este se ríe y le contesta en inglés. Neymar tiene en las manos la camiseta que ahora está entre las mías. Kai vuelve a decirle algo ahora en inglés. Estoy maldiciendo a quien grabó el video por no acercarse más y que yo no pueda entender lo que dicen. Parece que mis maldiciones llegan porque la persona se acerca y ahora las voces se escuchan nitidamente.
-¿Cómo se llama tu novia? -pregunta Neymar.
La mirada de Kai se entristece antes de contestar.
-Andrea, pero ya no es mi novia.
-¿Y por qué haces esto entonces? -pregunta Neymar con el rotulador suspendido sobre la camiseta.
-Se lo prometí.
El brasileño niega con la cabeza, como si Kai estuviese loco por cumplir una promesa, echa a una exnovia. Y quizá lo está un poco. Yo desde luego no merezco que la cumpla, no después de como hice las cosas.
Neymar firma la camiseta y sonríe a la cámara. Antes de que el video se corte escucho un sollozo y una palabra de una voz que reconozco perfectamente.
Llamo a Lidia de inmediato, aún con laslágrimass corriendo por mis mejillas y el corazón martilleandome en el pecho. Lo ha hecho, me ha mandado la camiseta de Neymar, pese a todo.
-Hola. -escucho al tercer tono.
-¿Está en Ibiza con vosotros?
-Si.
-No dejes que se vaya -digo. Antes de colgar.
Tiro el móvil a un lado y vuelvo al ordenador. Abro el navegador y busco vuelos Madrid-Ibiza. El más cercano es para dentro de cinco horas. Esta misma tarde. Lo compro, me acabo de gastar el alquiler de un mes en un billete de avión, pero ahora mismo no me importa.
Corro derrapando a la habitación, suerte que vivo en un piso pequeño. Abro mi maleta y empiezo a meter desordenadamente lo indispensable. Y algún bikini, si todo sale bien hay esperanza de que pueda disfrutar del mar de Ibiza unos días. Vuelvo a la carrera a por el móvil y le mando un mensaje a mi jefa de la editorial diciendo que mi madre está enferma, nada grave, pero que me gustaría cogerme unos días de vacaciones para poder ir a casa a ver a la familia y asegurarme de que todo está bien. Lo siento mamá, espero que el Karma no actúe en nuestra contra, pero situaciones desesperadas, medidas desesperadas.
Llamo también a la residencia gatuna donde dejo a Stormy cuando tengo que salir de viaje y no puedo llevarla conmigo. La meto en su transportín y preparo sus juguetes, camas y chuches. Pido un taxi. Mientras esperamos el taxi preparo la bolsa de aseo.
Bajo con Stormy y sus cosas. En el camino a la residencia recibo el mensaje de respuesta de mi jefa diciéndome que todo está bien y me vaya sin problema, pero que esté atenta al móvil por si necesitan confirmar algo y que llegue a la firma de libros que tenemos la semana que viene. Le contesto asegurándole que estaré allí.
Me despido de Stormy dándole un beso en la cabeza y un abrazo, que odia y agradece con un mordisco. Cuando se zafa de mis manos va corriendo hacia una de las cuidadoras de la residencia que siempre le da chuches. Mi gata es una interesada, pero me reconforta saber que la dejo en buenas manos y que para ella esto son unas vacaciones.
Vuelvo a mi apartamento. Acabo de hacer el equipaje y bajo a coger el metro que me llevará al aeropuerto. No puedo seguir gastando en taxis como si fuera rica.
Mi móvil vibra con un mensaje entrante.
Lidia: Gracias por esta conversación tan agradable.😡 ¿Me explicas qué está pasando? Porque no he entendido nada.
Yo: Lo siento. No tenía tiempo de charla😘Voy al aeropuerto para coger un vuelo a Ibiza y sería muy ridículo si cuando llego no está.
Yo: Me invitaste a tus vacaciones, así que ahora no puedes echarme ni quejarte porque me presente sin avisar.
Lidia: ¿Cuándo llegas?
Yo: Si todo va bien a las cinco y cuarto.
Lidia: Allí estaré para recogerte😍
Yo: Oye, no le digas a Kai que voy, no quiero que salga huyendo.
Lidia: dudo que esa fuera su reacción pero tranquila que no le digo nada.
Yo: Gracias.
Yo: Eres la mejor.
Yo: Te quiero.❤️
Paso el control de seguridad y me siento en un banco, con las piernas sobre mi pequeña maleta.
Me pongo los casos y dejo que la música suene. Ahora que la agitación por llegar a tiempo ha pasado, me están empezando a venir encima los nervios y los miedos. ¿Y si cuando llegue a Ibiza Kai no quiere verme? ¿Y si ha hecho lo de la camiseta por qué es un hombre de palabra y no por qué siga enamorado de mí?
Es una posibilidad y no puedo negarlo, pero esta vez no me echo atrás, si es así tendré que aceptarlo y me romperá el corazón, pero esconderme y huir de mis sentimientos tampoco ha servido para proteger mi corazón, lo ha roto igual. Así que esta vez sí acabo sola, al menos sabré que lo intenté.
Además, había algo, algo en la forma que dijo que yo ya no era su novia, que me ha hecho cometer toda esta locura, algo que da la esperanza de que todavía me quiera.
Vuelvo a ver el video que he copiado en mi móvil. Todavía no sé si me gusta su nuevo pelo. Está guapísimo, eso sí, pero también serio, antes no parecía tan serio.
Me paso el viaje entre cabezadas y ganas de abrir las puertas de emergencias y tirarme del avión en marcha para no tener que enfrentarme a lo que yo misma he decidido hacer. Por suerte el trayecto es corto y antes de que me dé cuenta ha pasado la hora y cuarto sin que llegue a provocar una catástrofe aérea.
Lidia me espera en la puerta de llegada de mi avión. La veo agitar los brazos para llamar mi atención. Arrastro mi maleta hacia donde está y nos abrazamos. Se nota que lleva ya varios días tomando el sol en Ibiza porque está más morena, pero sobre todo roja por el sol.
-Ahora sí que tienes pecas.
-Cállate -resopla-. Parezco una maldita guiri.
-Eres -recalco entre risas.
Recibo un puñetazo en el bíceps de parte de mi amiga que pese a eso se ríe conmigo.
No me pregunta mis planes para este viaje y se lo agradezco porque aparte de venir no he pensado que voy a hacer, ni sé cómo reaccionaré cuando vea a Kai, o lo que me da más miedo, cómo reaccionará el cuando me vea.
-Mason tampoco sabe que vienes. Nadie en realidad, así que no te asustes si te miran con espanto cuando llegues.
Asiento. Mejor que no se lo haya contado, Mason es mi amigo, eso lo sé, pero Kai lo es más, cosa que entiendo, era capaz de espantarlo si creía que mi llegada le causaría dolor.
-Voy a conocer a Declan Rice, qué locura -No lo había pensado hasta este momento. Quizá porque estaba ocupada en decidir que voy a hacer cuando tenga en frente al hombre del que estoy enamorada.
-Sí, eso merecía un viaje sin previo aviso, desde luego.
Empujo a Lidia contra la ventanilla de su puerta. Ella se ríe, aunque mira al taxista con cara de pena
Conforme nos vamos acercando al puerto mis ideas sobre tirarme de un medio de transporte en marcha vuelven a aparecer, y esta vez con una intensidad mayor, ya que a esta caída podría sobrevivir sin muchas complicaciones. O podría aprovechar un semáforo en rojo para salir huyendo. No estoy preparada para tener en frente esos iris grises, y ni siquiera puedo pensar en que me miren vacíos, sin el amor que antes podía encontrar en ellos siempre.
Lidia aprieta mi mano, dándome ánimo. Todavía me sorprende y emociona que haya llegado a conocerme de esta forma, que sepa lo que me preocupa sin necesidad de decírselo. Y que yo haya sido capaz de abrirme hasta ese nivel con ella.
El coche se para ante una barrera cerrada, solo para vehículos autorizados, Lidia paga la carrera y nos bajamos.
La sigo por las calles llenas de vida del puerto, arrastrando mi maleta, nos dirigimos hacia uno de los yates amarrados en la zona deportiva. Mason está sentado con un libro en las manos, levanta la cabeza al vernos cruzar la pequeña rampa de acceso a la embarcación. -Jordan. No sabía que venías -Me habla a mí pero es en Lidia en quien tiene la vista fija y suena a reproche.
-Me invitasteis cuando estuve en Londres ¿Recuerdas?
-Recuerdo que dijiste que no podías venir. Por lo que invité a otras personas - Dirige la mirada a Kai que acaba de aparecer en la popa del barco.
Parece sorprendido de verme, pero no enfadado, o asqueado. Mis pequeñas mariposas hambrientas aletean perezosamente, con la esperanza de que el periodo de hibernación esté acabando.
-No os preocupéis por mí. Yo ya he hecho lo que tenía que hacer y me vuelvo a Londres -dice.
Decido creer que no está tratando de huir de mí sino evitar una situación incómoda en las vacaciones de nuestros amigos.
-Sería bastante ridículo para mí venir hasta aquí a verte y que te fueras -No creo que empezara así el discurso que estaba intentando preparar, pero a quién vamos a engañar, no tenía nada en la mente y si no lo decía ahora no lo iba a hacer nunca.
Lidia tira de Mason hacia el interior del barco. Escucho como la puerta se cierra. No es la forma más discreta pero agradezco la privacidad. Si esto acaba en un rechazo, merecido, prefiero no tener público.
Kai sigue en la misma posición, parece que se ha quedado congelado. Decido acortar un poco la distancia para poder hablar con él. Pero sin invadir su espacio personal.
Sigue sin reaccionar cuando ya estoy plantada frente a él. Me retuerzo las manos, esto sería mucho más fácil si él dijera algo, cualquier cosa. Pero no me hace ese favor, sigue callado mirándome impasible. Y yo no sé qué decir, no sé cómo empezar esta conversación.
-Creía que estabas en Alemania.
-Y yo que tú estabas en Madrid -Vale, quizá no ha sido la mejor manera de empezar la conversación, no parece muy receptivo para una charla informal.
-Cambio de planes -Intento sonreír. Pero él no me devuelve el gesto -. Lo siento - se me quiebra la voz -. Por todo.
Sigue manteniendo la misma expresión firme, sin expresión, pero sus ojos enrojecen.
-No debí romper contigo, me equivoqué y me he arrepentido cada día desde entonces -Sigo hablando ante su mutismo -. Pero no era capaz de verlo.
-¿Por qué ahora? -dice finalmente con un tono de voz grave.
-Por la camiseta. Un día me dijiste que te ganarías mi perdón con ella y finalmente soy yo la que se tiene que ganar el tuyo.
-Yo no estoy enfadado contigo. Es solo que...-Mis ojos se empañan. Puedo lidiar con su enfado, incluso con el odio, de ahí se puede salir, pero no puedo soportar que diga que no me quiere, qué ha pasado página -. No entiendo qué pasó, qué hice mal.
-Tú no hiciste nada mal. -Doy un paso más hacia él. Excitando la mano y con un dedo limpio la lágrima rebelde que rueda por su mejilla. Cierra los ojos ante el contacto y me odio a mí misma. Me odio por haber provocado todo esto. Por haber roto el corazón más puro que he conocido nunca y me prometo dedicar el resto de mis días a curarlo, si me lo permite -. Fui yo, solo yo tuve la culpa de lo que pasó. Dejé que los fantasmas del pasado contaminaran un futuro que consideraba demasiado perfecto para ser real. Pero te quiero, Kai. Y si no es demasiado tarde para nosotros, me encantaría volver a intentarlo.
Kai me mira con expresión inescrutable y las lágrimas que he estado conteniendo amenazan con escapar. Estoy cruzando los dedos internamente para que diga que sí, que aún no se ha acabado nuestro tiempo.
-¿Me quieres?
-Si -respondo sin dudar. Es triste que la primera vez que le digo lo que siento por él sea en esta situación.
De una corta zancada deshace el poco espacio que había quedado entre nosotros y envuelve mi cara entre sus grandes manos. Me pierdo en esos preciosos iris que llevan meses colándose en mis sueños. Pego mis labios a los suyos en un beso cargado de promesas. Esta vez será para siempre.
-La próxima vez habla conmigo -dice cuando nos vemos obligados a romper el beso para poder respirar.
-Lo haré -Paso las manos por la cintura y apoyo la mejilla en su pecho. Estoy en casa.
Está claro que volverá a haber miedos y dudas, pero no volveré a dejar que me dominen, me comportaré como la persona adulta que se supone que soy y juntos saltaremos cualquier obstáculo.
-Por si acaso, ¿Hay alguna camiseta que pueda superar a Neymar? -Su pecho vibra por la risa.
-Solo una. La de Sarabia cuando ganemos el mundial.
-¿Y si no lo ganáis?
-Ese es un futuro que no quiero imaginar.
-Así que tu eres quien ha secuestrado el barco y nos ha mantenido horas retenidos en el interior -dice un voz a nuestras espaldas.
Deshago el abrazo con Kai aunque mantenemos la mano entrelazada y me giro a mirar al intruso. Técnicamente los intrusos somos nosotros ya que el barco lo han alquilado Mason y él. Declan Rice.
-Lo de horas me parece un poco exagerado.
-Para mí han sido semanas directamente -dice Lidia -. Teniendo que estar encerrada con estos dos.
-No mientras Lids, si te encantan nuestras burbujeantes personalidades.
-Burbujas es lo que me gustaría dejar de ver cuando te tire al agua.
-¡Mason! ¿Has escuchado lo que me ha dicho tu novia? Dile algo, demuéstrale quien estaba antes en esta relación y, por tanto, es más importante.
-A mi no me metáis en vuestros líos -responde Mason divertido.
-Yo te defenderé Declan, al menos mientras estés en -La mirada furibunda de Lidia me hace cerrar la boca. Aún recuerdo su amenaza si hablábamos de fútbol en el viaje.
Kai y yo decidimos quedarnos a disfrutar de los últimos días de unas vacaciones, que se presentan entretenidas, antes de volver a partir cada uno a nuestras respectivas obligaciones laborales.
Con la promesa de hacer que funcione, y esta vez, a diferencia de hace tres meses, tengo el convencimiento de que funcionará, ahora no es su entusiasmo el que me hace seguir adelante, es la certeza de que los dos remaremos en la dirección y que conseguiremos que funcione, porque yo también estoy convencida de que merece la pena, que no soy prescindible, que Kai me elige cada día igual que lo hago yo con él.
He tenido que perderlo para darme cuenta, pero no volveré a cometer ese error.
FIN.
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