Capítulo 24
Realizo el mismo trayecto que hace casi un año. Esta vez viajo más ligera de equipaje y con la certeza de lo que encontraré al aterrizar. Vuelvo a subirme al avión intentando escapar del dolor, pero a diferencia de aquel agosto, esta vez no huyo del lugar y las personas que me lo producían, en esta ocasión vuelvo al lugar donde fui feliz y donde ya no estaremos juntos.
¿Por qué volver a un sitio que te recuerda lo que has perdido?
La respuesta está en los cálidos brazos de mis amigas que me envuelven tras cruzar la pasarela del aeropuerto. Con los ojos empañados por el llanto me niego a separarme de ellas. No quiero que me vean llorar.
Cuando consigo sobreponerme y evitar que las lágrimas caigan por mis mejillas, rompemos el abrazo y caminamos juntas por la terminal. El coche de Peter nos espera en el parking.
Jonh y Peter me reciben con otro fuerte abrazo.
En el coche se instala un silencio extraño. Creo que tienen miedo a hablar, a decir algo que pueda romperme. Pensaba que disimulaba mi dolor mejor, pero sus expresiones indican que no lo hago. Yo solo puedo pensar en las personas que faltan.
—Después de todo tuviste suerte de no poder venir. Putos salchichas. —Es Jonh quien rompe el hielo. Me guiña un ojo a través del espejo retrovisor.
—Ni siquiera son las mejores salchichas. Las vienas de queso están mucho mejor.
Me río. Parece que el sonido destensa a mis amigos y aligera el ambiente del coche.
Ahora me puedo reír de la situación, en su momento todo era llanto. No pude estar en el estadio, pero seguí por la tele como el Eintracht frankfurt nos ganaba los dos partidos eliminandonos de la Europa League. Rompiendo el sueño europeo del que nadie quería despertar. Ese día había un alemán tratando de consolarme sin saber que poco después seguiría el ejemplo de sus compatriotas y sería él quien me hiciera llorar.
Pasamos la mayor parte del trayecto insultando futbolistas y equipos que nos han jodido la vida. Digamos que la voz cantante en la conversación la llevamos Jonh y yo, quienes tenemos una facilidad mayor para encontrar cosas hirientes que decir, aunque no hay que menospreciar las aportaciones de Ava, que aunque mínimas son brutales.
Peter aparca el coche en una calle residencial plagada de edificios de más de tres plantas. Había olvidado que Lidia se había mudado.
—No me puedo creer que ya no vivas en nuestra casa —digo con pena.
—Yo tampoco. La echo de menos cada día, pero no podía pagarla sola y después de haber compartido casa contigo no quería vivir con nadie diferente.
Noto como los ojos me pican. Son las lágrimas que quieren volver a salir. Odio en lo que me estoy convirtiendo.
Con ayuda de los chicos subimos mi equipaje y el de Ava al apartamento de Lidia, donde vamos a pasar las próximas setenta y dos horas.
Tras despedirnos de ellos nos apretujamos en la gran cama de Lidia acompañadas por un bol de palomitas, doritos y vasos de coca cola, he extrañado la afición de Lidia por acumular snacks en casa.
—¿Cómo va todo por aquí? Contadme novedades —Me meto en la boca un puñado de palomitas.
—No ha cambiado mucho —dice Ava —. Salvo que todos te extrañamos —aprieta mi cabeza contra su pecho.
—No todos —digo en voz baja. Ellas se lanzan miradas preocupadas —. Mason ni siquiera ha venido a recibirme. Y eso que ahora sois pareja oficial —Le doy un empujoncito a Lidia en el hombro.
Veo el alivio en sus expresiones al no tener que decirme que Kai no me echa de menos y ya se ha olvidado de mí. Nunca les preguntaría eso, no necesito confirmación de algo que ya estoy segura que ha pasado.
—No ha sido porque no quisiera verte. Pensamos que sería mejor que no estuviese, que te recordaría demasiado...—Lidia deja la frase inconclusa.
—Podéis decir su nombre, no es Voldemort. —Intento bromear —. Y no hay nada que no me recuerde a él, no tenéis que echar a Mason, ni medir todo lo que decís o hacéis. Y mucho menos ocultar vuestra felicidad, vuestra felicidad es la mía también y necesito mucha de esa ahora mismo.
Agarro una mano de cada una, a los dos lados de mi cuerpo y se las aprieto, quiero que me crean, que no tengan miedo de ser ellas mismas por mí. Las necesito precisamente a ellas de verdad, no a unas versiones asustadas y reprimidas.
—Entonces si hay algo que tengo que contarte —Ava me devuelve el apretón —. Bueno a las dos. Peter y yo nos vamos a mudar juntos, hemos encontrado un piso cerca de la peluquería y del taller donde él trabaja, es pequeñito pero muy bonito.
Lidia y yo nos echamos sobre ella chillando de alegría para felicitarla. Desde que los conocí han querido dar ese paso pero, por culpa del precio del alquiler y la economía no habían podido, me hace muy feliz saber que van a cumplir su sueño.
Nos quitamos de encima cuando entre risas nos dice que no puede respirar y que le gustaría seguir viva para llevar a cabo la mudanza.
—¿Cuándo os mudáis? —pregunto.
—En teoría el lunes. Pero nos faltan demasiadas cosas por hacer así que quizá haya que atrasarlo.
—¿Lo habéis paralizado por mi visita?
—Pasar tiempo contigo era más importante que un traslado que podemos hacer cualquier semana.
—Podemos ayudar con la mudanza y así pasaremos tiempo juntas y además podré veros instalados antes de irme—propongo
—¿Seguro que quieres pasar tu fin de semana libre moviendo cajas y muebles? —pregunta Ava dubitativa.
—No se me ocurre un plan mejor —la abrazo por la cabeza —. Aunque te advierto que me encantan las velas decorativas y que te voy a comprar un arsenal antes de irme. Y plantas probablemente también. Y cojines. Y opinaré sobre cada detalle de la decoración, aunque nadie me pida consejo.
—Al menos así podremos elegir los muebles de nuestra habitación —dice Lidia —. Pondremos un gran espejo de techo. —Le saca la lengua a Ava.
—Ya no puedes escandalizarme. Ahora eres una aburrida chica monógama.
—Monógama sí. Aburrida no.
—No vas a poner ningún espejo de techo. A mi casa no se viene a hacer guarradas. Para eso ya tienes este piso, y la casa de Mason y a saber cuántos sitios más. A mi casa se viene a dormir.
—Eso significa que si tendremos habitación —Lidia y yo chocamos los cinco.
—Por supuesto. Donde te vas a quedar si no cuando vengas a ver al West Ham.
—Vale espejo de techo no. Pero el cabecero que tenga barrotes...
—¡Calla! —la interrumpe Ava —. Qué estás hablando de la que algún día será la habitación de mis hijos.
—¿Me estás queriendo decir que la habitación solo la tenemos en préstamo hasta que unos mocosos nos echen de ella? —Lidia finge estar ofendida.
—Eh...Sí.
Nos echamos a reír ante el dramático desmayo, con la mano en el corazón, de Lidia.
***
Me levanto de la cama intentando no molestar a mis amigas, lo cual no es fácil, ya que he dormido entre las dos, anoche se durmieron bastante tarde porque decidieron ver una película, lo que implica que yo me quedé dormida casi al empezar y he disfrutado de casi dos horas más de sueño que ellas.
Voy a aprovechar que les queda un largo rato de sueño para ir a la protectora a visitar a Meredith y a los animales.
Evito pasar por el garaje, donde descansa mi coche y espero en la acera al taxi que he pedido, se supone que le falta poco para llegar.
Cuando llego, Meredith está sentada en su silla, concentrada en la pantalla de su ordenador. A veces tengo la sensación de que esta señora vive aquí.
—¿Se puede? —toco la puerta abierta con los nudillos.
Ella gira la cabeza a una velocidad inusitada para una persona de su edad.
—Por supuesto —Muestra una gran sonrisa.
Me acerco a ella que se levanta de su silla para darme un abrazo de oso. Vuelve a tomar asiento y me indica que la imite señalando una de las sillas que se encuentran al otro lado del escritorio, frente a la suya. Nos pasamos un rato charlando, me cuenta los cotilleos de sus vecinas, los nuevos achaques de Michael y todos los acontecimientos de la protectora, y me pregunta por mi vida en Madrid, mi libro y si soy feliz. A esto último soy incapaz de responder con sinceridad, ni siquiera yo me quiero hacer esa pregunta. Debería serlo, pero las pocas horas que llevo en la ciudad me están dando una vida que no encuentro en mi nuevo lugar de residencia. Sobre todo desde el día que decidí romper con Kai.
—¿Estás deseando que esta vieja chocha se calle para irte ya a ver a los bichetes, no?
—Yo diría vieja cotorra más bien.
—Anda. Vete ya antes de que te dé una patada en el culo.
Le doy un beso en su pelo rubio antes de salir del despacho y entrar a la zona de los animales.
No sé cuanto tiempo paso ahí dentro pero cuando salgo mi corazón está henchido de amor y también un poco nostálgico. Extraño cada día de mi vida poder venir siempre que lo necesito y pasar mi tiempo con los animales, o sacarlos al parque o a pasear por las orillas del rio Tamesis.
—He visto que Maya no está
—No te preocupes. La han adoptado.
—Espero que esté con una familia que la quiera como se merece.
Meredith agarra mis manos.
—Está con la familia casi perfecta para ella. Y tú puedes ir a verla cuando quieras.
La miro sin entender nada. ¿Se la ha llevado ella? ¿Familia casi perfecta? Maya no se merece menos que la perfección. Casi perfecto no es suficiente para ella.
—¿Quieres ver una foto? —dice Meredith ante mi mutismo.
—Si.
Me muestra la pantalla de su móvil. La husky parece sonreír a camara con la lengua fuera, colgando ligeramente hacia un lado. El chico que la sujeta mira fijamente al objetivo sin atisbo de sonrisa en el rostro. Mi corazón se acelera, todavía no ha entendido que no nos podemos poner a saltar al verlo. Se ha cortado el pelo, parece mayor. Las yemas de mis dedos cosquillean recordando la sensación de hundirse en ese tupé que ya no existe. Parece que ninguna parte de mi cuerpo ha asumido que ya no podemos emocionar, que ya no está con nosotros.
Meredith desliza el dedo y pulsa el play en un video. Maya y Balou juegan con los burros. Kai me dijo que un día me los presentaría. Otra promesa que no se cumplió.
Se escucha su voz hablando en su idioma natal. No puedo entender lo que dice, pero sus palabras provocan risas en la mujer que lo acompaña, creo que es su hermana. Ojalá el video hubiese captado también su risa. Extraño ese sonido con toda mi alma.
—Está preciosa. Y se la ve muy contenta —digo cuando la reproducción finaliza. No menciono nada sobre el humano que la acompaña. Un nudo estruja mi corazón.
—Por eso me decidí a montar una protectora de animales. Porque ellos eligen amar para siempre y quedarse donde son felices.
Sus ojos se clavan en los míos. ¿Me está queriendo decir algo?
—Y aun así algunos humanos los abandonan.
—Algunos humanos no son capaces de valorar lo que tienen. Pero siempre llega alguien capaz de ver y apreciar lo que los demás no.
—No siempre. Algunos viven para siempre aquí. Mira Hansel, me contaste que llegó siendo un cachorro y ya es un anciano.
—Pero él no se va porque tiene miedo. No se deja querer, intentarón adoptarlo varias veces pero se escondía entre mis piernas, en la comodidad de lo conocido. Él mismo se ha negado la posibilidad de ser plenamente feliz y no hay nada más triste que eso.
¿Seguimos hablando de animales? La forma en la que la mujer me habla y el fuerte abrazo en el que me envuelven me hacen pensar que no. No hablamos de animales. Pero las cosas no son tan fáciles como ella piensa.
Puede que actuase guiada por el miedo, pero ese miedo no era infundado. Igual que el de Hansel, que ya había sido abandonado una vez, y podía darse cuenta de que una nueva familia significa un nuevo abandono. Es mejor quedarte donde estás, aunque no sea el mejor sitio, es cómodo y te protege de volver a sufrir. O eso es de lo que me quiero convencer a mi misma para no aceptar que puede que me equivocase.
Cuando salgo del refugio mis amigas ya van de camino al nuevo piso de Ava, me mandan la dirección y quedamos en vernos allí.
Llego justo a tiempo para interceptarlas, recién bajadas del coche de Mason.
—¡Jordan! —el futbolista es el primero en verme.
—Mason. Dichosos los ojos —digo cuando llego a su altura —. Te hacía en las Maldivas o cualquier destino exótico.
—Habría sido un buen plan. Pero prefería pasar esta ola de calor moviendo muebles en el East End —dice ante la mirada furibunda de su novia. Que raro se me hace llamar a Lidia novia de Mason, o de alguien, a decir verdad —Pero la semana que viene nos vamos a Ibiza con Declan.
—Mason ¿Sabes que mi cumpleaños es dentro de poco? Un papel con su firma declarando que nunca a abandonar el West Ham United sería un buen regalo.
—Ya quisieras —dice riéndose —. Mi propósito de vacaciones es convencerlo de que firme por el Chelsea este mismo verano.
—Más vale que tu propósito sea no mencionar el futbol ni una sola vez en todas las vacaciones o no pararé de hablar de integrales y derivadas hasta que desees saltar por la borda —advierte Lidia.
Ava y yo miramos a Mason con una mezcla de pena y diversión. Me encantaría estar allí para ver a esos dos metidos en un barco durante una semana entera.
—Agente Mason ha sido despedido antes de nacer siquiera —me burlo.
—Tú, Andrea —mi risa se corta al verla girarse hacia mí con su pose de profesora severa —. Me encantaría que vinieras a las vacaciones con nosotros, pero bajo las mismas normas que el señorito.
—¿Ir de vacaciones con el capitán de mi equipo sin poder hablar del mismo? No gracias. Además, tengo trabajo.
***
La mañana pasa muy rápido entre pintura de habitaciones, Lidia y yo decidimos que el color de nuestra habitación era horrendo y había que cambiarlo. En ese momento todos pudimos ver a Peter arrepintiéndose de haber aceptado nuestra ayuda. Pero Ava estuvo de acuerdo, por lo que la habitación que antes era de un marrón caca muy extraño, ahora luce un bonito verde agua, por algunos sitios, otros siguen con su color original, ya que no hemos acabado aún. Por otra parte no solo hemos venido a molestar, el salón ya tiene casi todos los muebles montados.
Cuando llega la comida Jonh y yo nos peleamos por sentarnos en el sofá, para poder evitar la butaca que nosotros hemos armado, nos han sobrado varias piezas que aunque parecían inútiles nos hacen dudar de la estabilidad final del asiento. Consigo ganar la posición. O más bien Lidia lo echa para que las chicas podamos sentarnos juntas en el sofá de tres plazas.
No puedo evitar reírme viendo al grandullón sentado al borde y con las piernas totalmente tensas por el miedo a caerse de culo.
Después de acabar con la comida china, Lidia y yo nos quedamos solas en el sofá. Ava, Peter y Jonh han ido a casa de los padres de los muchachos a por más cosas que querían traer y Mason está en la terraza hablando por teléfono.
—He visto una foto de él —No hace falta decir quien es él para que mi amiga lo entienda.
—¿Dónde? Creía que los habías bloqueado todo.
—Meredith me la enseñó. Ha adoptado a Maya.
—Ah sí. La tiene supermimada.
—¿Lo sabías? —A veces me olvido de que el hecho de que yo no pueda saber nada de él no implica que los demás estén en la misma situación.
—Sí, he ido alguna que otra vez a su casa. —Lidia no parece dispuesta decir mucho.
—¿Cuándo la adoptó?
—A principios de junio. No sé exactamente el día.
Ya habíamos roto. ¿Por qué de todos los perros que había decidió adoptarla a ella? Una parte de mí a la que suelo tener muy enterrada me grita que fue por mí, porque sabía lo importante que era Maya para mí, o incluso porque le recordaba nuestros paseos por el parque. Vuelvo a decirle a esa voz que se calle. No puedo ser por mí, él me estaba olvidando.
—Pero...—Mason aparece en mi campo de visión, con una expresión dura que nunca le había visto, e interrumpe lo que yo estaba a punto de decir.
—Mira Jordan. Yo no me voy a meter en vuestra vida, o en por qué decidiste romper o no con él. Es cosa tuya y lo respeto. Pero después de romperle el corazón no vengas a preguntar por él.
Me quedo muda, no esperaba que Mason fuera tan claro y cruel conmigo. Y ha dicho que le rompí el corazón, eso es imposible. Si eso fuera real significaría que hice una estupidez, le dejé antes de que lo hiciera él para no sufrir y desde ese día me cuesta salir de la cama y no echarme a llorar por cada mínimo detalle. Lo único que me consolaba era pensar que habría sufrido igual, ya que Kai habría acabado dejándome. No puede decir que le he roto el corazón. No puede.
—¡Mason! —exclama Lidia —. Déjala en paz. No tienes derecho a decirle esas cosas, no sabes nada.
—No, amor. Sí sé. E igual que tú defiendes a tu amiga, yo lo hago con el mío.
Las palabras de Mason me duelen un poco.
—Pero ella también es tu amiga. Y también lo está pasando mal. No tienes derecho a hacerle más daño.
—Ni ella a Kai. Le dejó muy claro que lo quería fuera de su vida. Ahora que asuma las consecuencias.
Genial. No he tenido suficiente con tirar a la mierda mi propia relación que además voy a estropear también la de mis amigos. Ahora puedo esperar a que Ava y a Peter vuelvan y provocar que rompan y seré definitivamente la peor enemiga de cupido.
—¡Hola! —grito —. Estoy aquí. Dejad de hablar de mí como si no lo estuviera. —Lidia corta la protesta que iba a emitir y ambos me miran —. Y sobre todo dejad de pelear por mí. Por favor —Se me corta la voz. Dios mío no puedo empezar a llorar, me prometí que no lloraría con gente delante. Estoy muy cansada de llorar.
Dejan su pelea para sentarse cada uno a mi lado. Mason me mira con la culpa reflejada en sus facciones.
—Lo siento, no quería hacerte llorar.
—No es tu culpa.
Y es verdad. Nada de esto es su culpa. Ni la de nadie, solo la mía, porque decidí romper con Kai por miedo, sin darle opción a explicar nada. Y no contenta con eso, decidí borrarlo de mi vida de un plumazo, pensando que sería más fácil y lo único que he conseguido es hacer más daño.
—Estaba raro conmigo, siempre estaba cansado y ausente —No sé si espero respuesta. Pero necesito confirmar que no me equivoqué, que el motivo era que se estaba cansando de mí y que no cometí un error.
—Jordan —dice Mason con voz suave —, perdimos dos finales, el club fue vendido y no sabíamos que nos depararía el futuro. Sí. Estaba raro y ausente, pero no tenía nada que ver contigo.
»Kai llegaba cada día orgulloso y contento porque estabas cumpliendo tus sueños, pero sabes como es, el fútbol lo es todo para él, dejó su hogar siendo un niño para poder jugar al fútbol al máximo nivel, es inevitable que le afectase. A todos nos pasaba, yo había días que llegaba a casa sin querer hablar ni moverme, pero tenía a Lidia al lado y podía ver todo lo que estaba pasando.
»Tú estabas a cientos de kilómetros con una pantalla de por medio, las cosas son más difíciles así, y entiendo que te han hecho daño antes, pero no fue Kai quien te lo hizo, él nunca lo habría hecho. Y me va a matar si se entera de que te estoy contando todo esto, pero creo que necesitas escucharlo.
A estas alturas las lagrimas caen sin control por mis mejillas. Lidia me rodea con sus brazos y le advierte a su novio que pare. Pero esta vez, él no hace caso y sigue hablando.
—Cuando rompiste con él no entendía nada, pensaba que las cosas iban bien entre vosotros, que te estaba demostrando lo que te quería y que tú, aunque nunca se lo dijeras, también lo querías a él. Esa mañana le habías mandando un mensaje de buenos días contentísima y por la tarde lo dejaste. Me llamó destrozado planteándose presentarse en tu casa.
—Pero no lo hizo —susurro entre sollozos.
—No, no lo hizo. Yo le dije que no lo hiciera, porque no habría cambiado nada y tú lo sabes. Él no podía hacer nada para cambiar tu decisión, porque no había hecho nada para provocarla. He sido duro contigo y lo siento, llevas toda la mañana riéndote con nosotros y disfrutando pero también veo como de vez en cuando te quedas ausente y desaparece tu sonrisa y se te empañan los ojos y ahora sé que es por él y no entiendo nada. Porque llevo más de un mes viéndolo a él roto y sufrir, pero aceptando la situación porque pensábamos que era lo que te hacía feliz y no te veo feliz, te veo mal. Desde el día en que te conocí nunca te había visto así, y creo que estás haciéndoos daño a los dos para nada. Y me da rabia que no lo veas. Que no veas el valioso tiempo que estás perdiendo y la felicidad que te estás negando a ti misma sin ningún motivo y que no podamos hacer nada por ayudaros. Estoy viendo a dos de mis mejores amigos sufrir sin sentido.
—Aquel día ví a mi ex novio.
—¿Y te diste cuenta de que sigues enamorada de él? —la expresión de Mason cambia.
—No. Ya no siento nada por él. Me dijo que se casa.
Mis amigos intercambian miradas interrogantes. Necesito explicarme para que les estoy contando esto, cual es la relación con lo que estábamos hablando, porque está claro que no lo han entendido. Quizá es que no tiene sentido, solo en mi cabeza.
—¿Y eso te dolió? —esta vez es Lidia la que pregunta.
—Si. Pero no por lo que estáis pensando, me da igual que se case o que se caiga por un barranco, sinceramente. Es que el dijo algo, dijo que ella era la persona correcta y yo me dí cuenta que yo nunca lo he sido, ni para él ni para nadie y me entró el pánico a no serlo tampoco para Kai, o incluso para vosotros. Nadie me ha elegido nunca.
—Pero Kai te eligió —dice Mason como si fuera la cosa más obvia del mundo —. Cada día, le he visto pedirle camisetas a las personas más extrañas en las peores situaciones solo porque sabía que te haría ilusión. Pickford casi le pega en la cara cuando le pidió su camiseta. Le hacía caso a la señora cotilla de la asociación de animales sobre dónde pasear al perro porque sabía que quizá así se encontraría contigo. En navidad vino un día a casa a recibir una clase práctica de mi madre sobre cómo cuidar las plantas para que no se le muriera la que le regalaste —Mason se lleva las manos a la cabeza —. Solo tengo dos opciones ahora mismo y es que Kai sea profundamente idiota e hiciera todo eso cuando no estabas delante y todos nos diesemos cuenta de que estaba enamorado de ti, menos tú o que seas tu la que está ciega e idiota. No te ofendas.
Suena la puerta y los gritos pidiendo ayuda de los tres que faltaban. Nos levantamos del sofá para ir a ayudarlos. Yo me quedo algo rezagada secandome las lagrimas, no quiero que los demás hagan preguntas, aunque creo que todos saben por qué estaba llorando. Por la forma en que me miran cuando entran y siguen con sus tareas creo que todos saben más de mi vida ahora mismo que yo. O al menos de aquello que tenía y he perdido por ciega, porque la conversación con Mason me ha hecho darme cuenta que quizá me equivoqué, aún me cuesta verlo como él lo vé pero hay un pequeño rayo de esperanza despertando en mi interior, un Y sí...
Por primera vez en mi vida estoy rogando ser ciega y tonta como me ha dicho Mason, por primera vez quiero estar equivocada en algo, aunque eso signifique que la he cagado estrepitosamente.
***
Nota: En mi cabeza todo tenía sentido, pero no se si está quedando muy bien al final.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro