Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 23

Creo que estoy viviendo el mejor día de mi vida. Y eso que solo es mediodía. Cuando me desperté esta mañana me esperaba en el buzón una nueva camiseta y nota «Ya queda menos. Te quiero» Desde el partido en Madrid todas las notas incluyen esas dos palabras.

La temporada está a punto de acabar, menos de una semana, y Kai va a venir a pasar unos días conmigo.

Para seguir con una mañana inmejorable, hoy he podido tener mi libro en las manos por primera vez. Ha sido una sensación indescriptible, sentir entre sus páginas el mágico olor a libro nuevo y saber que otras personas sentirán lo mismo con algo que he creado yo.

—¿Andrea? —Los pelos de mi nuca se erizan, como cuando un animal siente el peligro.

Giro la cabeza en la dirección de la que proviene la voz. Sin levantarme de la silla de la terraza del bar en la que voy a comer. O iba a hacerlo, porque al ver al dueño de la voz y a su acompañante se me revuelve el estómago.

—Jaime —respondo —. ¿No se suponía que en Madrid no te podías encontrar con tu ex? Que estafa. —Fuerzo una risa para que parezca que ha sido una broma.

Ellos corresponden a mi incómoda risa. No tengo claro si han pensado de verdad que era una broma o no han querido hacer aún más incómodo este momento.

—¿Estás de visita? —pregunta. No me presenta a la mujer. Pero sé quien es. La vi en las fotos, en navidad.

—Vivo aquí.

—Creía que estabas en Londres —Sus ojos dicen más que su boca, como siempre lo hicieron. Veo lo que significa ese creía que estabas en Londres. Que tenías novio, y si estás aquí es que también te ha dejado, como todos. Bajo la mirada.

—Y yo que tú estabas en el pueblo. —La última vez que lo acosé por redes sociales lo estaba.

—Me mudé hace dos meses, cuando María y yo nos prometimos. —Atrae a su novia, perdón, prometida hacia él. Se miran a los ojos derramando miles de arcoíris. ¿Me miró alguna vez a mí así? Creo que no.

¿Me importa realmente verlos acaramelados? Creo que tampoco.

No es agradable, me recuerda el dolor que me hizo sentir, pero ya no me rompe el corazón. No me destruye saber que no lo tengo a mi lado, ni siquiera que se vaya a casar con otra persona cuando dijo que quería libertad, que no estaba preparado para una relación tan seria.

—Enhorabuena —Le dedico una sonrisa a la mujer, ella no es culpable de nada de lo que pasó entre nosotros.

—Gracias. Cuando encuentras a la mujer adecuada nada más importa.

Y ahí está otra vez. Expresando más con lo que se guarda que con lo que dice. Sabe lo que he pensado sobre su repentino compromiso. Y yo también sé lo que significan sus palabras. Yo no era la mujer adecuada, yo solo era la que servía para practicar hasta que la correcta llegase. La que te enseña cómo no hacer las cosas, no con la persona que te quedas toda la vida.

No debería dolerme, pero lo hace. Sus palabras se clavan en mi corazón como agujas. Me han recordado lo que casi había olvidado, que soy prescindible. Lo fui para Lara cuando decidió que no era necesario mantener su amistad conmigo. Lo fui para Jaime cuando decidió que no era el amor de su vida. Y lo seré para Kai.

Me despido como puedo, tratando que no se note que me ha afectado la conversación. Lo menos necesario es que se dé cuenta de que ha vuelto a romperme el corazón.

Me voy, no quiero seguir aquí, no quiero comer, solo meterme en la cama y olvidarme de todo.

El trayecto de vuelta a mi piso es eterno, en mi cabeza no paran de mezclarse escenas y frases. Kai diciéndome que ya no me quiere. Besando a otra mujer. Mi mente consciente sabe que nada de eso es real, que la voz que suena es la de Jaime y que esa mujer sin rostro no existe. Pero mi subconsciente es más fuerte y se empeña en bombardearme con situaciones que soy incapaz de bloquear.

Entro a casa y lo llamo. Necesito escuchar su voz, que me tranquilice y espante a los fantasmas de mi mente. Cuando los tonos de llamada cesan no es su voz la que responde. Es una máquina diciéndome que el número al que llamo no está disponible. Repito la operación con el mismo resultado.

Podría llamar a Lidia o a Ava, ellas me ayudarían, me explicarían de manera sensata la situación y me harían entender que los miedos son producto de mi imaginación. Pero no lo hago. Era a él a quien quería y necesitaba y no ha estado para mí. Como cada vez está menos últimamente, llamadas más cortas y sonrisas menos frecuentes, he intentado ignorarlo, pensar que me lo imaginaba, pero ahora sé que no. Algo está cambiando.

Hago la otra única cosa que puedo hacer en este momento. Apago el móvil y me meto en la cama para tratar de dormir. Así, al menos mi mente estará en silencio.

***

Cuando abro los ojos necesito unos instantes para ubicarme, y ojalá no lo hubiera hecho, los pensamientos que intentaba reprimir durmiendo vuelven a mi mente con intensidad. Además, la cabeza me martillea y el mi estómago es como una selva llena de serpientes.

Miro la hora. Son casi las ocho de la tarde, ya pronto será la hora de mi videollamada diaria con Kai, sí es que está disponible claro, y no me siento preparada.

Como algo, mi estómago está cerrado y lo último que tengo es gana de comer, pero, a su vez, el hambre me está matando.

Enciendo el móvil para poner música mientras me doy una ducha. Tengo tres llamadas perdidas y varios mensajes de Kai. Los ignoro, ya es tarde. También tengo en el chat grupal con Ava y Lidia preguntándome emocionadas por mi primer libro, y luego preocupadas por no recibir respuesta en horas. Contesto diciendo que el libro genial y que estaba echando una siesta y por eso no contesté. Mi corazón se llena un poquito. Siguen aquí conmigo, ellas sí.

Me siento en el sofá, con el pijama puesto y el ordenador frente a mí, esperando. No seré yo quien inicie la llamada. Suplico mentalmente, pero no sé si para que la pantalla se ilumine o para que no lo haga. Si no me llama será la prueba de que tengo razón. Me está olvidando. Pero si lo hace...

El corazón me da un vuelvo. Llamada entrante. Descuelgo con manos temblorosas.

La cara sonriente de Kai aparece en la pantalla. Las mariposas de mi estómago se atreven a revolotear, pero esta vez no están solas, hay algo con ellas que las está cazando.

Tiene el pelo mojado. Me veo pasando las manos por ese pelo, alborotándoselo más aún de lo que ya está y me pregunto como podré vivir sin eso. En poco tiempo se ha colado en mi vida y mis rutinas de una forma que creía imposible.

Siempre supe que un día volvería a tener pareja. Y lo quería, siempre quise formar una familia. Pero nunca pensé que en solo unos meses podría llegar a sentir algo así por nadie.

—¿Estás bien? —pregunta. No he hablado desde que se abrió la llamada.

—Sí, claro, ¿Por qué no iba a estarlo?

—No sé. Me mirabas de una forma rara.

—¿De qué forma te miraba? —Me estoy poniendo a la defensiva. Puede que no sea justo.

—No sé muy bien como explicarlo. Pero no me gusta.

Bajo la cabeza con los ojos llenos de lágrimas Fingiendo que miro a Stormy que duerme al otro lado del sofá. No quiero que me vea.

—Siento no haberte contestado la llamada —vuelve a iniciar la conversación, visto que yo no estoy muy habladora hoy —. Estaba entrenando.

—Entrenas mucho últimamente.

Su sonrisa, que ya se había debilitado durante nuestra breve conversación, desaparece por completo de sus labios.

—Tenemos que asegurarnos el cuarto puesto después de esta temporada tan loca.

—Claro, el cuarto puesto.

—Andrea, ¿Se puede saber qué te pasa? —Se pinza el puente de la nariz con los dedos.

—Nada, ya te lo he dicho.

—Pero es obvio que no es verdad. Si me dices lo que te pasa antes podemos hablarlo y arreglarlo —Suena convencido. También lo parece, pero no todo tiene arreglo.

—¿Qué sentido tiene esto que estamos haciendo? Mantener esta relación —Hago comillas con los dedos —. Si al final del día tú vas a seguir en Londres, con la temporada y yo seguiré aquí con mi libro.

Sus ojos se enrojecen. Ya no solo no hay atisbo de sonrisa, sino que sus comisuras se tuercen hacia abajo.

—Pero ya no queda nada. Hemos pasado lo peor. El domingo se acaba la temporada y podremos estar juntos.

—No —respondo tajante. Siempre me he manejado mejor en el enfado que en la pena —. El domingo se acaba la temporada y entonces te irás con tu selección. Y después vendrás a verme. El fútbol siempre estará por delante de mí.

—¿Y qué quieres que haga? —susurra —. ¿Que lo dejé?

Me quedo en silencio. Su pregunta se instala entre los dos como una losa. ¿Es eso lo que quiero?

—No. Por supuesto que no. Como vas a dejar tu el futbol. ¿Mejor renuncio yo a todo no? Ya que mis sueños son menos importantes.

—¡Yo no he dicho eso! —exclama —. Y no te he pedido que renuncies a tus sueños. Y nunca lo haría — Su voz se suaviza.

—¿Entonces qué quieres de mí? —No sé qué estoy haciendo. ¿Quiero que me convenza de que todo va a ir bien? ¿O quiero poder utilizar cualquier cosa que diga en su contra?

—Que sigas como estamos —veo una pequeña sonrisa de esperanza en él —. Estaba funcionando, encontraremos la manera de que siga funcionando.

—No. Las cosas no son tan fáciles. Y yo ya me he cansado de ir contra corriente y luchar contra lo inevitable. Se acabó.

Sus ojos se llenan de lágrimas. Niega con la cabeza. Sé lo que se siente, está asimilando lo que acabo de decir, que no hay nada que se pueda hacer.

Yo vuelvo a apartar la mirada. No quiero que vea como mis ojos también se empañan, no voy a llorar delante de él. Ni de nadie.

—¿Se acabó? ¿Así sin más, de un día para otro?

Las lágrimas corren por sus mejillas. Me parte el corazón pensar que le puedo estar haciendo daño. Hay una parte de mí que grita que dé marcha atrás, que pare esto, que me quiere. Pero la parte que me dice que sufre por su propio ego y no por mí es demasiado ruidosa, la voz que me dice que me olvidará y será feliz en dos días grita demasiado alto. Me chilla por toda la cabeza que no me quiere, que nadie me quiere lo suficiente para apostar todo por mí.

—No ha sido de un día para otro. Esto lleva semanas deteriorándose, pero tú no te has dado cuenta, por qué no eres más que un niño que no sabe nada del amor de verdad —Necesito volver a refugiarme en la ira.

Disparo en sus miedos, como esta situación ha disparado en los míos. Y veo el resultado, el daño que le hacen mis palabras.

—Pues enséñame. Puedo aprender, podemos hacer que funcione. Te lo prometo.

He de admitir que admiro su temple. No reacciona a las palabras hirientes. Por eso es tan bueno en lo que hace, pocas veces se deja dominar por sus sentimientos. Pero habría preferido otra reacción. Que me gritase que si sabía lo que era el amor. Que me amaba, quizá eso habría acallado los miedos de mi cabeza. Pero no lo ha hecho.

—Deja de prometer cosas que no vas a cumplir.

Es lo último que digo antes de pulsar el botón rojo. No puedo seguir hablando con él. Ni mirando esos ojos grises rodeados de un color rojo odioso; ni esos labios, sabiendo que no volverán a besarme nunca, o a dedicarme sus sonrisas; todo eso ya no es mío. Será de otras personas que sí sean suficiente para él.

Mi siguiente paso es bloquear su contacto y nombre de todos los sitios posibles. Él no va a tratar de ponerse en contacto conmigo, pero yo sí voy a tener la tentación en mis momentos de debilidad.

***

Nota: Hola☺️. No ha sido el mejor capítulo, pero espero que se entienda más o menos. Solo quedan dos capítulos más y alomejor los subo entre hoy y mañana, que ya nos tengo escritos.

Espero que os esté gustando.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro