Capítulo 17
Lidia grita en el piso de abajo. Sus chillidos atraviesan las paredes y llegan a mi habitación como si la tuviera a mi lado. Lleva toda la semana en un estado de agitación constante. No voy a negarlo yo me encuentro exactamente en el mismo estado que ella. Si no me hallo chillando en este preciso momento es porque estoy tratando de hacerme el delineado del ojo recto.
Kai está recostado en mi cama acariciando a Stormy distraídamente. Da igual las veces que haya estado aquí y los meses que llevamos en esta especie de relación, todavía me resulta increíble ver sus largas piernas flexionadas en mi cama y sus dedos acariciando el sedoso pelo de mi gata. Le he ordenado que no me mire mientras me maquillo. Sus ojos clavados sobre mí me hacían imposible concentrarme en algo que no fueran esos preciosos iris y mis ganas irrefrenables de besarlo continuamente.
Esta noche los cuatro vamos a ir a un concierto de Aventura. En el momento que Lidia y yo descubrimos la existencia de esta última gira del grupo y que pasaría por Londres decidimos que no nos la perderíamos por nada del mundo. Compramos las entradas cinco minutos después. Invitamos a todos los demás pero se negaron, provocando nuestra indignación y no voy a negarlo algunos insultos por mi parte cuando dijeron que ni siquiera sabían de qué grupo hablábamos. En mi coche ha estado sonando toda la discografía de Aventura de manera bastante constante. Jhon y Peter han decidido volver a ir al estadio en metro. Ava sin embargo sigue viniendo conmigo y si las entradas se hubieran puesto a la venta ahora estoy segura de que habría querido venir. La veo tararear las canciones y en ocasiones me pregunta qué significan las palabras que canta. La estoy introduciendo en la buena música y en el idioma español. Dos en uno.
Mason y Kai no tuvieron opción a negarse, o eso dicen ellos. La verdad es que nosotras no los necesitábamos y pensábamos ir con o sin ellos, aunque se agradece la compañía. Será divertido ver a mi alemán bailando bachata.
Ir con dos futbolistas famosos tiene sus ventajas. No tenemos que irnos mil horas antes a esperar una cola larguísima o acampar. Vamos a una zona VIP con sitio asegurado y bebidas gratis.
-Si llegamos tarde te voy a matar -grita Lidia.
Sus pasos resuenan en las escaleras lo que me lleva a pensar que va a aparecer en mi habitación muy pronto.
Abre la puerta de manera brusca y entra en mi habitación con las manos en las caderas y expresión servera.
-Ahora entiendo por qué siempre vas con tus sudaderas y coletas. Tardas una eternidad en arreglarte -dice señalando mi corta falda y pelo alisado que roza la piel al descubierto de mi cintura.
-Eres un poquito exagerada tu. -Por suerte mi delineado está acabado a la perfección.
Ignoro a mi compañera de piso que está refunfuñando y le doy un rápido beso a Kai que sigue acariciando a la gata sin meterse en nuestra conversación. Mi amiga protesta y nos llama empalagosos por lo que se gana una peineta por mi parte. Me aplico una capa de mi pintalabios rojo favorito. El de las ocasiones especiales.
-Ya podemos irnos -digo tras tapar el pintalabios y meterlo en el bolso.
-Por fín. -Lidia da palmas.
Kai se levanta y me agarra de la mano. Bajamos las escaleras de esta manera. Lidia va delante saltando escaleras de dos en dos. Ella dirá que es por la prisa de llegar al concierto. Yo creo que también por reunirse con Mason que espera tumbado en el sofá haciendo
zapping en la tele. Pasa tanto tiempo en esta casa que parece el dueño.
***
Entramos directos con el coche al parking del Tottenham Hotspur Stadium saltándonos la larga cola que rodea el impresionante estadio. Son un club enemigo pero tengo que admitir que se han construido un estadio increíble.
Un miembro del Staff nos acompaña a la zona donde están nuestros asientos. Lo malo de ir a una zona VIP es que no estás en pista pero la visibilidad es asombrosamente buena. Nos preguntan si queremos beber algo y nos indican a quién tenemos que pedirle lo que necesitemos durante el concierto. Lidia y yo pedimos sendos vasos de ginebra con limón. Los chicos por su parte se conforman con botellas de agua. Por un instante estoy a punto de sentirme mal, al final optamos por reirnos de ellos por tener que ser sanos.
La música empieza a sonar y yo ya voy por mi segunda copa. No hay problema, una vez comience el concierto no voy a pedir más, solo voy a dedicarme a bailar y cantar cada canción.
Lidia y yo estamos prácticamente sin voz de gritar canción tras canción. Puede que lo de ir a una zona VIP no haya sido tan buena idea después de todo. Es bastante patente que nos encontramos fuera de lugar, la gente nos mira con expresiones de lo más confusas e incluso reprobatorias.
Me giro a mirar a Kai. Sus facciones no reflejan ninguna de esas expresiones. Sus ojos brillan fijos en mí y me obsequia con una sonrisa deslumbrante. Mi sonrisa favorita que contrae sus mejillas en unos preciosos hoyuelos.
Me acerco a él y lo agarro de la mano sin dejar de cantar y contonear las caderas. Se opone a levantarse negando con la cabeza riendo pero finalmente no se puede resistir a mis intentos. Pego mi cuerpo al suyo e intento que baile conmigo al ritmo de la música. Se mueve de forma torpe. Sus largas piernas tan ágiles en el campo de fútbol, capaces de hacer cosas maravillosas con un balón en los pies ahora parecen las de un ciervo recién nacido.
Me río y lo beso profundamente. Sus labios son una adicción. Me pasaría la vida entera saboreandolos.
«No sé por qué de esta forma yo me siento, creo que me estoy enamorando
Y más que nunca porque escribo mil poemas, pero en ti estoy pensando»
Nos movemos lentamente abrazados. El intento por seguir el ritmo ha quedado olvidado y aún así ahora mismo me siento en el cielo. La paz que y calma que he buscado en tantos sitios en mi vida se encuentra ahora mismo aquí entre los brazos de este hombre. Susurro en su oído las palabras de Romeo Santos haciéndolas nuestras. Demostrandole lo que siento por él sin dejar mi corazón desprotegido utilizando las mías propias.
-¿Qué significa lo que has dicho? -Su voz grave se cuela en mi oído.
-Nada importante. Una frase de la canción sin más -soy una cobarde lo sé, sin embargo soy incapaz de traducir al inglés lo que acabo de cantar en español, me haría demasiado vulnerable al sufrimiento y soy tan feliz en esta nueva vida que no puedo arriesgarlo.
-Deberíamos salir algún día -dice Kai.
He perdido la cabeza. Muy a mi pesar rompo el abrazo y lo miro buscando una señal de su locura.
-¿Qué estamos haciendo ahora mismo? Creo que no estamos en casa.
-Ir a un concierto con estos dos. -Señala a nuestros amigos que bailan un intento de bachata más entusiasta que rítmico -. Yo me refiero a salir los dos solos.
-Hemos estado solos muchas veces fuera de casa también.
-Ya lo sé. -Pone los ojos en blanco. Lo siento me gusta discutirlo todo -. Pero no en una cita.
-¿Me has pedido una cita diciendo tenemos que salir algún día? Creo que estás muy mal acostumbrado.
-Me lo vas a poner difícil.
-No lo dudes. -Entierro las manos en su pelo. Otra de mis nuevas pasiones.
-Ahora vuelvo. -Besa mi mejilla antes de salir corriendo.
Lo sigo con la mirada hasta que desaparece entre la gente. Lidia y Mason, que han detenido su baile cuando Kai ha pasado corriendo por su lado, me interrogan con la mirada. Me encojo de hombros como respuesta, estoy casi igual de perdida que ellos.
Agarro la mano que Lidia me tiende y reanudamos los bailes. Esta vez los tres, ya no es un intento de bachata sexy, sino un baile solitario en grupo.
Los constantes golpecitos de mi amiga en mi hombro se empeñan en obligarme a abrir los ojos y sacarme de mi ensimismamiento.
-¡Mira el escenario, loca! -grita en mi oído.
A regañadientes sigo su indicación y abro los ojos para mirar el escenario. Dejo de cantar inmediatamente, no de manera voluntaria, mi garganta se cierra. Junto a Romeo Santos, que está llegando a las últimas estrofas de la canción, se encuentra Kai, se pasa la mano por el pelo en un gesto de nerviosismo.
La canción acaba y el cantante se gira hacia Kai ofreciéndole el micrófono. Entro en panico. No va a hacer lo que creo que va a hacer ¿Verdad?
Se aclara la garganta antes de empezar a hablar.
-Andrea. -Maldita sea, lo va a hacer -. ¿Me harías el honor de concederme una cita?
Miro a mis amigos en busca de auxilio pero lo único que recibo son sus carcajadas. Lo peor es que esto me lo he buscado yo por reirme de su petición inicial.
En el escenario Kai delata mi posición señalando con un dedo. Mi cara color escarlata aparece en las pantallas gigantes localizadas a los lados del escenario. No se que se supone que debo hacer ahora. Un murmullo se extiende por la sala. Algunas personas están coreando algo que suena como «Dile que sí» Me gustaría decirle que sí pero no sé cómo hacerlo. Al final opto por asentir y hacer un gesto afirmativo con el pulgar arriba, que es reproducido por las pantallas gigantes. La gente estalla en aplausos.
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