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Capítulo 10

—Mason nos ha invitado a la fiesta de Halloween del Chelsea —dice Lidia. Asiento sin despegar los ojos del punto fijo en la pared que llevo mirando desde que me senté en esta silla —. Bueno, a mi me ha invitado Mason, tú seguro que has recibido otra invitación—la risa de mi compañera me llega desde la cocina. Pongo los ojos en blanco, aunque no pueda verme. Se sienta a mi lado resoplando y deja mi taza de café en la mesa frente a mi —. Tómatelo rápido y así podemos tener una conversación como personas normales y no un monólogo

Sonrío y me llevo la taza a los labios. El resto del desayuno transcurre sin que hablemos, aunque no en silencio, ya que Lidia no para de pasar de un tik tok a otro con el volumen al máximo.

—Voy a invitar a Ava —digo.

—Ya la he invitado yo.

—¿Cuándo?¿Por qué? —El café me está sacando del estupor mañanero.

—Ayer, cuando Mason me lo dijo le mandé un mensaje —se encoge de hombros—. Porque me encantan las chicas tímidas e inocentes como ella.

Le dedico una mirada severa.

—Lidia, es una buena chica y me cae bien, no te pases con ella.

—Eh, que a mi también me cae bien —se defiende —Esta vez no la he traído indefensa como hiciste tú. Vienen también su novio y un tal Jhon.

Abro los ojos de par en par, totalmente despierta ya. Peter y sobre todo su hermano, Jhon ¿en una fiesta de jugadores del Chelsea? Es lo último que me podría imaginar, esos chicos son Hammers hasta la médula, creo que desde que los conozco nunca he oído a Jhon dedicar algo que no sean insultos al resto de equipos y jugadores de Londres.

—¿Saben a dónde los has invitado?

—Por supuesto —dice Lidia. La miro con los ojos entornados —No me mires así. Si quieres te enseño el mensaje a ver si te parece aceptable —hace ademán de enseñarme la pantalla.

—No hace falta —sacudo la cabeza —. Me ha parecido raro, nada más.

—Esta tarde hemos quedado con ella para buscar disfraces, si quieres le preguntas.

—¿Hemos?- enarco las cejas.

—Si, las tres, no pongas esa cara porque te estoy avisando con tiempo de antelación.

Me echo a reír negando con la cabeza. Para ella hacer planes por otra persona y avisarla horas antes es lógico y normal. No voy a intentar que entienda que no lo es. Es de sabios saber elegir qué batallas has de luchar y cuáles no.

***

Nos reunimos con Ava en Westfield Stratford City, el centro comercial que mis amigas han decidido que era el mejor para encontrar nuestros disfraces.

Cuando entramos no puedo evitar quedarme boquiabierta. Lo he visto desde fuera muchas veces al venir al London Stadium, pero aún así no me había hecho una idea de su tamaño. Es enorme, en situaciones como esta se nota que soy una humilde chica de pueblo, me parece una monstruosidad el tamaño de este sitio y la cantidad de gente que se mueve a nuestro alrededor entrando y saliendo de las tiendas y restaurantes.

Antes de entrar en la primera tienda Lidia consigue sonrojar a Ava tres veces con sugerencias de disfraces a cual más obscena que la anterior.

—Podemos ir de princesas y príncipes Disney —sugiere Ava.

Arrugo la nariz. No. De ninguna manera.

—Buena idea, de princesas putillas —secunda Lidia.

Arrugo la cara aún más. Eso menos.

—La única película Disney que he visto no tiene princesa y no pienso disfrazarme de pantera putilla. Siguiente sugerencia —digo.

—Puedes ir de Cat woman —dice Lidia.

Ava me mira con expresión de horror.

—Si, no he visto Disney, siempre me duermo con las películas. Puede que me hayan puesto películas de Disney cuando era pequeña pero no les presté atención porque no me acuerdo —recito la explicación que ya he dado demasiadas veces a lo largo de mi vida.

Ava cierra la boca. Aunque me sigue mirando con ojos de pena. Ni que fuera tan raro ser una niña que jugaba en el campo en vez de sentarse a ver la tele.

—Super heroínas sexis tampoco es mala idea —opina Lidia.

Ava niega frenética con la cabeza. Pongo los ojos en blanco, me siento como en casa mediando entre mis dos hermanos pequeños y sus ridículas disputas.

—¿Porqué no nos disfrazamos cada una de lo que quiera? —señalo a Lidia—. Así tu puedes ir de lo que sea sexy o putilla. Y tú —le digo a Ava —. Puedes ir de princesa Disney con príncipe y villano incluido.

—¿Y tú? —preguntan las dos.

—Yo. Me apuntaré al algo sexy —señalo con el dedo —. No putilla de Lidia.

Mi compañera me agarra las manos y comienza a dar saltos. Qué vergüenza.

***

Mi habitación luce como el escenario de una batalla, del que emergen tres guerreras vikingas, que se podría decir que solo tienen en común el maquillaje de guerra y las elaboradas trenzas nórdicas. Por nuestros atuendos nadie diría que somos miembros del mismo clan, eso seguro. Ava viste un vestido largo y una capa de pieles, como toda una reina vikinga. A la que su rey espera en el piso de abajo. Lidia podemos decir que ha optado por un estilo más minimalista. Yo, por mi parte me encuentro en el punto medio, es poco probable que nadie vea mi culo esta noche, pero tampoco voy a pasar calor en el club.

—Andrea, estas guapísima —dice Jhon cuando bajamos las escaleras. sus ojos se detienen un poco más de la cuenta en el pronunciado escote de mi camisa de cuero.

—Gracias. Tu también.

Parece un vikingo real, con esos ojos de un frío color azul y musculosos brazos tatuados. Tendría el mundo a sus pies si decidiese vestir así cada día.

Salimos de la casa y nos apretamos todos en el coche de Peter, momento en el que la minúscula falda de Lidia me permite ver más de lo que se debería poder ver de alguien que supuestamente va vestida.

Una larga cola nos indica la entrada del club. Ava y yo tomamos la delantera para ir a colocarnos al final de la misma. Lidia nos detiene con un gesto de la mano y se encamina con paso firme hacia la puerta y el fornido hombre que la custodia.

La veo esbozar su sonrisa más sugerente y decirle algo al hombre. Este le devuelve una sonrisa que no me parece amable, y dice algo. Unos segundos después mi compañera nos llama. Nuestra entrada produce una pequeña rebelión de las personas que llevaban quien sabe cuantas horas esperando. Los más avispados intentan repetir la gesta de mi amiga, pero el portero es implacable.

—¿Qué le has dicho? —pregunto con curiosidad.

—Mi nombre —Se ríe ante mi expresión de incredulidad —. Nuestros nombres están en la lista. Por si se te ha olvidado nos han invitado unos jugadores de fútbol famosos.

Tiene sentido.

—¿Sabes donde están? —Paseo la vista por el abarrotado club. La gente que se encontraba fuera no es nada comparado con la cantidad de cuerpos que abarrotan el interior.

—En el reservado —alza las cejas — ¿Kai no te explicó nada cuando te invitó?

—Solo me puso en una nota que podía traer amigos si quería venir —Ni siquiera sé si se puede considerar que me invitó como tal —, y en otra que me disfrazase de Spiderman para venir a juego.

—¿Seva a disfrazar de Mary Jane? - pregunta Lidia sin poder creérselo.

—No, de Batman, no se que le hace pensar que esos disfraces conjuntan —me encojo de hombros.

Para poder entrar al reservado tenemos que volver a pasar por una persona de seguridad. Traspasar la puerta es como entrar en otro lugar diferente. Hay sofás y mesas pegadas a una de las paredes. Hasta la música es diferente, un DJ se encuentra pinchando al lado de la pista de baile. En la pared opuesta dos camareros atienden una barra repleta de botellas. Lo más llamativo es la gente, aunque está bastante lleno, no está abarrotado como la zona exterior, aquí las personas se mueven con libertad, sin necesidad de abrirse paso a codazos, como sí hemos tenido que hacer nosotros hasta alcanzar la puerta.

El primero en vernos es Reece que se acerca arrastrando a una chica rubia.

—¡Jordan! —me rodea con los brazos. Alguien ha empezado la fiesta hace rato —. Esta es Ayleen. Mi novia. —Presenta a su acompañante tras soltarme.

Ayleen y yo nos saludamos con una sonrisa.

—Me llamo Andrea —le digo.

—Lo sé —se ríe —. Pero deberías asumir que para él siempre serás Jordan.

Suspiro resignada.

Presentamos al resto del grupo y la pareja. Jhon saluda de forma seca, con el ceño casi fruncido. Peter le da un codazo en las costillas y el rostro del mayor se transforma en una sonrisa, forzada, pero sonrisa.

Paseo la mirada por la sala en busca de un traje negro, que se qué tiene que estar en algún lugar. Antes de que localice mi objetivo alguien me da un golpecito en el hombro que me hace tener que dejar de buscar.

—Vamos a beber algo —dice Lidia.

Todos asienten fervientemente. No me queda más remedio que seguirlos hasta la barra.

—Chupitos de tequila para todos —pide Reece al camarero.

Arrugo la nariz. Odio el tequila, es asqueroso. Levantamos nuestros vasos. Antes de que alguien beba, Lidia nos hace parar para brindar.

—Arriba—levanta el vaso esperando que todos imitemos sus movimientos —, al centro —resuena el cristal al chocar nuestros vasos unos con otros —, el que no apoya no folla —dice esto último en español, mientras apoya su vaso en la barra con fuerza, lo que provoca que parte del líquido caiga.

Los demás miembros del grupo la miran sin entender. Yo apoyo mi vaso en la barra. No tengo ninguna intención de dormir acompañada esta noche, pero quien sabe, siempre hay que apoyar. Lidia levanta el pulgar orgullosa.

—Y para dentro —exclamo antes de beberme el líquido transparente de golpe.

El alcohol me quema la garganta, es como estar bebiéndose una colonia calentada en el microondas, asqueroso. Mis compañeros imitan el acto y se beben sus chupitos.

—Otra ronda —dice Peter.

—Pedid algo que no sea tequila, por favor, no quiero vomitar tan pronto—suplico.

Ava y Ayleen se unen a mi ruego.

El liquido que llena los siete vasos que se encuentran ahora frente a nosotros es de color oscuro. Me lo llevo a la nariz, tiene un olor fuerte, como a hierbas. Al menos no huele a alcohol puro como el tequila.

—Esta vez no haces tu el brindis —dice Reece —. Esta vez brindis ingles.

Realizamos una operación parecida a la anterior pero esta vez seguimos las palabras y movimientos de Reece. El alcohol vuelve a abrasarme la garganta, sin embargo el sabor no me disgusta. La sensación es mucho mejor.

Dejo el vaso vacío en la barra y agarro a las chicas de las manos. Me cuesta un poco ya que solo tengo dos y hay tes, pero lo consigo.

—Nos vamos a bailar. Vosotros portaos bien.

Arrastro a las tres muchachas y las suelto en el centro de la pista de baile. Ayleen empieza a bailar inmediatamente sin ningún tipo de vergüenza. Sigue el ritmo de la melodía a la perfección, se nota que está familiarizada con la canción que suena. Lidia no tarda en seguirla y se adapta casi igual de bien. No me extraña tampoco, cada domingo vuelve a casa cuando yo ya me he levantado. Ava y yo sin embargo nos quedamos algo más quietas, en su caso es timidez, ya lo he comprobado, siempre le cuesta reaccionar cuando sale de su zona de confort. En el mío es otra cosa, el alcohol y la adrenalina de los dos chupitos me han hecho agarrarlas y correr hacia aquí pero ahora que hemos llegado, la música inglesa que sale por los altavoces no me suena de nada y no me resulta tan buena idea ponerme a bailar en medio de un montón de desconocidos.

Lidia agarra a Ava y le dice algo al oído. Las dos se ríen y poco a poco empiezan a bailar juntas. Forman un gran dúo, Lidia es capaz de sacar a la Ava extrovertida y divertida que las dos sabemos que se esconde tras su timidez inicial. Hace el mismo gesto hacia Ayleen que me mira con una sonrisa torcida. Las tres me rodean y empiezan a contonearse a mi alrededor. Parecen brujas o miembros de una secta. Muevo las caderas en un intento por seguir el son de la música. Y sobre todo para que dejen de actuar de una forma tan extraña.

***

Volvemos a la barra a reponer fuerzas. Los chicos siguen ahí recostados sobre la madera. Bueno Peter y Jhon, Reece ha desaparecido. Llamamos al camarero. Me pido una ginebra con fanta de limón, no más chupitos por ahora. No sé si es tan responsable como yo creo o una irresponsabilidad mayor, ya que es la tercera bebida alcohólica diferente que me bebo y la noche está empezando.

—Voy a buscar a mi chico ¿Me acompañáis? —Dice Ayleen.

Lidia y yo asentimos.

—Yo me quedo aquí. Luego nos vemos —dice Ava que se encuentra entre los brazos de Peter.

No tardamos mucho en localizar a Reece sentado en un sillón. Junto a él se encuentra el muñeco de Saw y en frente, de espaldas a nosotras, veo una capa negra. Le doy un trago a mi copa de la que queda menos de media. Creo que tengo que beber más despacio.

—¿Y el antifaz? —digo cuando llego a esa espalda. Me pongo de puntillas para intentar que mi voz suene en su oído.

Se da la vuelta demasiado rápido. Sus labios quedan cerca de los míos, muy cerca. Los miro. De pronto noto mis propios labios resecos. Me paso la lengua para humedecerlos. Él imita el gesto. Subo la mirada a sus ojos que se encuentran clavados en mi boca. Mi corazón late cada vez más veloz y a la vez noto como si estuviera detenido, esperando, al igual que mi respiración.

—¡Jordan!—grita el muñeco de Saw.

Nos separamos de un salto. Yo lo hago, en realidad, él sigue en la misma posición. Me mira a los ojos y sonríe ligeramente.

—Mason—saludo—. Nunca te había visto tan guapo.

—JA,JA. Muy graciosa —respondeMason, Aka Billy —. Por eso, y por qué me siento traicionado por vuestros actos anteriores, vamos a tener que bebernos todos un chupito —se quita la mascara y guiña un ojo —. O dos.

Desaparece antes de que podamos protestar, cosa que yo estaba empezando a hacer. Dos chupitos más empiezan a acercarse a una cantidad de alcohol peligrosa.

Nos acercamos a la barra en la que habíamos dejado al resto del grupo.

Mason deposita una bandeja cargada de vasitos llenos hasta los topes de un liquido negruzco unos y de uno marrón anaranjado otros.

—Damas y caballeros. Servíos —extiende las manos —. Uno de cada color por cabeza.

—Quedaos los míos que tengo que conducir —dice Peter.

—Sin problema. —Jhon se bebe al trago los dos primeros para poder agarrar los de su hermano.

—¿Cual va primero? —Ava mira alternativamente los vasos de sus manos.

—El negro —Lidia extiende su mano izquierda.

Imitamos el gesto chocando unos vasos con otros. Bebo de golpe. Sabe bien, como a regaliz. Paso la lengua por mis labios recogiendo restos de líquido. Levanto la vista, los ojos de Kai están clavados en mi boca. Repito el movimiento de manera lenta y veo como su nuez de mueve bruscamente.

—Ahora el otro —dice Mason.

Vacío todo el contenido en mi garganta. Reprimo una arcada. Esto es peor que el tequila. Mantengo la boca cerrada esperando que las arcadas pasen y deseando que Kai ya no estuviese mirando porque esto ha sido de todo menos sensual.

—¿Bailamos?—Lidia nos ofrece las manos a Ava y a mi.

—Si. Porfavor, necesito quitarme este sabor de boca horrible —acepto su ofrecimiento.

—La mejor forma de quitar un mal sabor de boca es con otra —Jhon me guiña un ojo.

—Todas las bocas que veo por aquí acaban de beber la misma mierda que yo.

En esta ocasión no necesito el poder de persuasión de mis amigas para ponerme a bailar. Siento el cuerpo ligero como una pluma y la cabeza en las nubes. Ahora mismo tengo la sensación de que me muevo como la mejor y más atrevida bailarina del mundo. La música que antes me parecía extraña y poco apetecible se ha convertido en la mejor banda sonora.

—Toma. Para que te quites el mal sabor de boca —Kai extiende una coca cola hacía mi.

Paro de bailar y lo observo. Tiene el pelo revuelto. El traje negro de Batman resalta su piel pálida y sus ojos claros que brillan bajo las luces de colores. Pongo la mano sobre los falsos pectorales del disfraz. Una pena, habría preferido posarla sobre los de verdad.

—Dale un trago tú primero.

—Andrea, no te voy a envenenar —pone los ojos en blanco.

—Dale un trago.

Sacude la cabeza pero obedece y bebe un sorbo.

—¿Contenta?—vuelve a intentar pasarme el vaso, sin embargo sigo sin agarrarlo.

—Ahora ya me puedes quitar el mal sabor de boca —jugueteo con el cordón que ata el escote de mi disfraz.

Sus ojos siguen ese movimiento. Suelto los cordones y llevo mis manos asu cabeza. Entierro los dedos en su pelo. Es tan sedoso como parece. Muevo los dedos disfrutando la sensación.

Sus ojos ahora están fijos en los míos. Tienen un brillo de curiosidady algo más.

Alzo la cabeza ligeramente mientras él inclina la suya hacia abajo y se va acercando lentamente, sin apartar sus ojos de los míos.

El corazón se me va a salir del pecho.

Me va a besar, creo que me va a besar.

Entreabro los labios y contengo la respiración llenándome de anticipación.

—¿Compartes peluquero con Kepa? —Oigo mi propia voz emitir la frase, como si estuviera fuera de mi cuerpo. Yo no le he ordenado a mi cerebro hacer esa ridícula pregunta.

Frena en seco su avance. Brillante, Andrea.

—¿Qué?—Puedo ver la estupefacción en su mirada y no me extraña. Yo también estoy asombrada de la estupidez que acaba de salir por mi boca.

—Tenéis un peinado parecido, siempre me ha despertado curiosidad —esta conversación no tiene sentido, pero soy incapaz de que mi boca dejede moverse y emitir sonido.

—No lo sé, la verdad, nunca le he preguntado por su peluquero.

Cualquier atmósfera romántica que se estuviese creando entre nosotros ha sido asesinada, por mí, ahora mis manos en su cabeza se han convertido en algo realmente incómodo y quiero que desaparezcan. Como toda esta situación.

—Vaya, que pena —le sacudo el tupé y dejo los brazos colgando a ambos lados de mi cuerpo. Creo que el final ha sido aún peor que el resto de la conversación.

¿Qué me ha pasado? Yo antes sabía ligar. No voy a decir que fuera la persona más seductora del universo pero tampoco parecía un personaje sacado de la cuenta de Twitter <<Personas que no saben ligar>>.

Creo que el alcohol que creía que me estaba ayudando a desinhibirme me ha jugado una mala pasada al final. Porque me niego a pensar que mi cerebro sobrio habría sido igual de inútil.

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