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— ¡Todo fue mi culpa! Hannah y Connor murieron porque no fui lo suficientemente bueno para salvarlos. —Se lamentó el muchacho.
— Beryl, basta. No fue tu culpa. Connor sabía que ser el soplón le iba a costar caro tarde o temprano —dijo Beruam, el hermano menor de Beryl por unos cuantos meses.
— Crees que para ti es fácil, pero, yo, ¡no puedo! —Se cubrió los ojos, lleno de vergüenza.
— Beryl, no vas a solucionar nada llorando. Pero, tampoco culpándote por situaciones que no puedes controlar.
Pese a las palabras, el llanto del hermano mayor no cesaba. En el fondo no se sintió digno de que Amadeus lo salvara, ni porque se sacó el coraje para aparecer por televisión y develar lo que vio. Sentado con la cabeza oculta sobre las rodillas, pretendía ahogarse entre las lágrimas. Pero, la sacó para darse un momento de respiro.
El aire estaba un poco seco. Sus manos se habían vuelto secas y ásperas por el tiempo que las tuvo escondidas. En aquel rincón en el que él y su hermano se asentaron, no llegaba mucha luz, por lo que ambos forzaban la vista.
— Beruam. —Se enjuagó los ojos—. ¿Qué crees que sucedió con los cuerpos de Hannah y Connor?
— Si te contesto la pregunta, ¿vas a seguir llorando?
— Tal vez —Beryl se encogió de hombros.
— Se los llevaron. Los mágicos oscuros y los satanistas jamás pierden la oportunidad; o lo hacen pocas veces.
— Gracias por tu sinceridad, hermano —le dio un golpe amistoso a Beruam.
— Beryl, vámonos. Madame Deaynéi nos espera.
— ¿Por qué? Yo, yo me siento cansado y no quiero hacer nada.
— Lo siento. Madame dijo que cuanto más rápido nos fuésemos de Estorné, mejor. ¿Qué acaso olvidaste lo que tuvo que hacer para conseguir el pasaporte a la Union Europea?
Beryl cedió. Él y su hermano salieron de la Calle de la Sensación a encontrarse con la mujer que mencionaron. Lejos del peligro, fueron escoltados por ella hasta un barco que los iba a sacar de Jeervalya.
Sin embargo, en la calle Alan Grayson, la actividad, fuese maligna o no, no cesaría. Y, sobre un techo del que fueron vistos Beryl y Beruam al huir, una pareja, entre oscuridad y malicia, preparaba su siguiente paso.
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