Capítulo 4 - En La Isla
"Luis se despertó y vio la hora, eran las 3:00 am, escuchaba la música como sonaba en el área de la piscina, escuchaba la risa de las chicas, escuchaba el sonido de las olas cuando reventaban en la orilla, en fin, lo que escuchaba era todo un placer al oído.
Escuchó también que le llamaban, que decían insistentemente su nombre y el, incrédulo, decidió asomarse por la ventana y ver lo que acontecía. Lo que encontró en el área de la piscina fue el perfecto frenesí que pensó necesitar para comenzar a relajar su mente y su cuerpo después de un largo año laboral y lo acontecido con su gran amor.
Se decidió, se puso su playera, su short tipo surfista y sus sandalias. Se apresuró a ir a la piscina. Mientras más se acercaba, más escuchaba el susurro de su nombre, bajó las escaleras y se dirigió al la fiesta que tenían allí.
El lugar estaba lleno de chicas, no había hombres en la fiesta, a lo que Luis pensó que era un extraño ritual que realizaban en la exótica isla.
La primera chica que vio a Luis lo abrazó, le dio un beso en la mejilla y le dijo bienvenido, lo tomo del brazo y lo llevó a una mesa que estába en el centro de un chalet.
Mientras caminaba, las chicas, que bailaban en todos lados, lo veían y le sonreían, le guiñaban el ojo, hasta que se detuvieron frente a la mesa.
En dicha mesa estaba una caja grande, que tenía una sola tapa, Luis se acercó y vio una tarjeta que decía su nombre. No abrió la tarjeta sino, más bien, abrió la caja, y para su sorpresa se encontró con el cadáver de Lis. Este se asustó tanto que decidió salir corriendo, pero las que estaban allí se comenzaron a reír y lo sostuvieron fuertemente.
La chica que lo llevó a la mesa agarro su cabeza y la inclino al cadáver allí presente. Luis luchaba con todas sus fuerzas, se retorcía tratando de soltarse, pero las chicas tenían una fuerza sobrenatural y lograron dominarlo con facilidad.
La femina que lo tenía agarrado por su cabeza acercó la cara de él a la cara de la muerta, y mientras más se acercaba al cadáver, las chicas reían más y más frenéticamente, y de repente Lis abrió sus ojos..."
Luis despertó abriendo sus ojos lentamente, era una pesadilla, para su sorpresa no estaba asustado ni sobresaltado, es más respiraba con naturalidad y no sudaba.
Extendió su mano y tomó su teléfono móvil y chequeó la hora. Eran las 7:30 am y podía escuchar las olas del mar que reventaban y un agradable olor a desayuno.
- "Otra pesadilla más, algún día pasarán" -, pensó para sí.
Luis, después de retorcerse en la cómoda cama por unos 20 minutos, como para espantar la pereza de él, decidió levantarse, se dirigió al baño y tomó una ducha, se lavó los dientes, se rapó la barba y luego se vistió con su ropa de playa. Mientras se terminaba de alistar vio en la hoja que le habían dado con números de teléfono de servicio y el número de Walla anotado con bolígrafo. También vio que a las 8:00 am tendrían el desayuno tipo bufé y se apresuró a bajar, pues tenía mucha hambre.
Luis bajó las escaleras y fue recibido por una chica en la entrada del área de la piscina, en el cual estaba un chalet extrañamente idéntico al de la pesadilla que había tenido la noche anterior.
La joven lo acompañó hasta el bufé y le dijo que estaba allí para servirlo.
- Buen día, Sr. mi nombre es Sara.
- Luis, me llamo Luis. -Rwpondio el joven con una cálida sonrisa.
- Sr. Luis estoy para servirle, cualquier duda o cualquier cosa que usted amerite, solo tiene que informarme.
- Bueno lo primero que quiero es que te olvides de formalidades, no me digas Señor ni me trates de usted.
La chica sonrió. Él lo noto de inmediato.
Sara era una joven de estatura media, piel canela, ojos color miel, cabello Lacio negro, y figura caribeña despampanante.
Su uniforme era un Jean y una franela negra con el logo del hotel, los cuales hacían que Sara fuera una especie de "diosa del caribe" ante los ojos del joven técnico.
- Gracias Luis, entonces por favor siéntete como en tu casa, puedes comer lo que quieras, y cuando termines, si deseas ir a algún lugar específico, me dejas saber para apuntarte en alguna de nuestras excursiones -, declaró la joven cerrando su libreta de anotaciones.
- Perfecto diosa... Perdón, Sara. Eres muy amable.
La hotelera al ver la sonrisa de Luis, sintió un extraño cosquilleo en el estómago. Él, por su parte vio a Sara que se alejaba del chalet y su forma de caminar lo dejó estupefacto, pensando en invitarla a cenar alguna de esas noches en el hotel de la isla.
Luis se quedó ese día en la piscina del hotel, contemplando la hermosa vista que había en aquel lugar.
Luis se sentía superrelajado, disfrutando de sus cócteles respectivos, escuchando el sonido del mar y recostado en el sillón plegable que le habían facilitado. Estaba quedándose dormido, cuando escucho una voz:
- Disculpa, ¿estás pasándola bien?
Luis abrió sus ojos y se levantó los lentes de sol que había comprado y para su sorpresa, se encontró con los hermosos ojos color miel de la diosa del caribe.
- ¡Hola Sara, si muy bien! Justamente pensaba en lo relajado que estoy, lo necesitaba, oh sí.
- Oh, que inoportuna, de verdad lo siento mucho -, dijo Sara un poco apenada.
- No te preocupes, más bien es un placer que estés acá. ¿Gustarías tomar algo conmigo?
- ¡Oh, no creo! Estoy en horas laborales, no debo ingerir alcohol en el trabajo.
- Bien, entonces pediré dos cócteles de frutas. -Respondió el joven.
Sara se sonrió y aceptó el coctel de frutas y aprovecho a hacer una encuesta que se hace a todos los inquilinos que recién llegaban al hotel.
Después de contestar la encuesta, Luis habló un buen rato con Sara, quien consintió seguir con la conversación con él. Estos reían mientras charlaba y de manera extraña, se conectaron casi que de inmediato.
Sara vio la hora y se dio cuenta de que era el momento de pasar el reporte diario de tareas realizadas y si había quejas de los inquilinos; en fin lo que le tocaba hacer diariamente en su cargo.
- Luis de verdad que fue muy bueno hablar contigo, pero me tengo que ir.
- Sara, eres toda una diosa del Caribe -, Ambos rieron y se vieron a los ojos.
- Sara ¿te gustaría cenar conmigo?
- Luis no sé, no creo que deba.
- Por favor, es lo que deseo. -Sara lo pensó y concluyó que no podía pasar nada malo en una cena con un inquilino, total, las invitaciones le eran propuestas todo el tiempo y nunca había aceptado una, tal vez era otra oportunidad de salir de la rutina. - Muy bien, Luis, una cena.
- ¡Perfecto! ¿Dónde te veo?
- En el área de la piscina, donde está el chalet. 7:00 pm.
El joven vio como la chica se iba a las oficinas del hotel y estaba fascinado con las curvas de Sara y su forma de caminar. Suspiro para sí y se metió un rato en la piscina, pues, eran las 3:00 pm y su cita era a las 7:00 pm.
Llegada la hora acordada con Sara, Luis se dispuso a bajar al chalet, se vistió con jeans, franela y zapatillas y tomó camino escaleras abajo.
Al llegar al chalet no vio a Sara por ningún lado, vio su reloj y marcaba las 6:58 pm. Decidió dar una vista panorámica para conocer el ambiente, y alguien le tocó por el hombro:
- Hola Luis.
- Hola Sara, ¡qué bella estas! -, balbuceo el joven sorprendido.
Sara se había puesto un Jean ajustado, zapatillas y una blusa. Se había recogido el cabello y usó un toque ligero de maquillaje acompañado de una fragancia que evocaba un deseo en Luis de abrazarla y llevarla con él a todos lados.
Se sentaron en una mesa y comenzaron a charlar. Ella comentó su vida en el hotel, de cómo había trabajado por mucho tiempo en el mismo, del porqué no confiaba en las invitaciones que le hacían los inquilinos y de cómo extrañamente había decidido aceptar la invitación de él.
Allí estaba ella, en el chalet del hotel, en el área de la piscina junto a ese perfecto desconocido, pero que extrañamente sentía que podía aceptarle una cena, pues Luis, era divertido, y no tenía por qué pasar nada que se saliera de control, o por lo menos eso pensaba Sara.
Él por su parte veía a Sara con ojos que irradiaban ilusión y que hacían que los extraños y amargos episodios con el fantasma de Lis se alejaran de sus pensamientos.
La joven pareja de amigos estaban pasando una noche buena, se divertían mucho, reían, bailaban y se conocieron aún más. Se sentaron en su mesa y pidieron cócteles y se dedicaron a tener una charla amena, agradable:
- ¿Y qué me puede decir señor Luis sobre su estadía en el hotel? -, Sara ríe de manera bromista.
- Muy bien, Señorita Sara. De verdad que estos días han sido estupendos.
- Pero es tu segundo día.
- Bueno, Sara, realmente me estoy relajando y olvidando cosas que ya quiero que queden enterradas.
- Uy Luis, esa cara que pusiste, se ve que fue fuerte lo que pasó -, responde la chica con ojos de intriga.
Él la vio, sonrió y asentó con la cabeza.
- Se ve que tiene que ver con amor. Reconozco esos ojos que esconden un triste final en una historia bonita. -Le bromeó Sara con una sonrisa tierna. Pensaba que el había vivido por algo similar a ella en el pasado.
- ¿Quieres salir y caminar? -, Preguntó la hermosa chica a su amigo.
- Seguro, Sara -, añadio Luis con una sonrisa de oreja a oreja.
Salieron y caminaron alrededor de la piscina, escuchaban como las olas del mar reventaban y el olor a agua salada de vez en vez era traída por la brisa. Los jóvenes caminaban y charlaban.
- Luis cuéntame, ¿qué te pasó?
- Te cuento pero, cuéntame tu primero -, Luis sonrió y Sara accedió.
Se sentaron en un jardín que estaba entre la piscina y la playa. Sara comentó su infortunio amorío, añadiendo también que por eso no pensaba enamorarse más nunca. El joven , trago profundo y respiro. A lo que ella le dijo que era su turno de contar.
Él contó abiertamente de cómo conoció a Lis, del extraño ritual al hacerse novios, y de cuando murió, pero omitió la parte de la macabra petición de la difunta. Sara sintió pesar, lo abrazó y le consoló. Le dijo que de allí en adelante contará con una buena amiga. Éste sonrió y la vio fijamente a los ojos, ella le sostiene la mirada y sintió una rara atracción hacia el chico, era como si algo o alguien le susurrara al oído que se dejara llevar y que lo disfrutara, pero, por el contrario, Sara decidió que ya era momento de poner fin a la salida.
- Luis es hora de irme.
- OK Sara, entiendo.
- Si, mañana el trabajo, sabes...
- Perfecto, te veré mañana.
El instalador regresó al hotel dejando a Sara en la puerta del mismo, se despidió de Sara con un abrazo y subió a su cuarto. El joven durmió tranquilamente ese día.
💀💀💀
Luis despertó, se duchó, se alistó y fue al buffet. Buscó con los ojos a Sara, pero no la consiguió. Se extrañaba al no verla, pues, si era parte de su trabajo, debería estar allí. Fue a la piscina, caminó por el jardín, fue, incluso a la playa, pero no vio a mujer en toda la mañana.
Llegó el mediodía y decidió almorzar en el restaurante de la playa, se sentó y pidió churrasco de mero, ensalada y patacones con una limonada frapeg que llevó a Luis a sentirse en la gloria.
A mitad del almuerzo, vio que llegaron unos jóvenes y se sentaron cerca de la mesa de donde el estaba, y comenzaron a hablar de las experiencias paranormales que se vivían en el centro de la isla con el Chamán, y Luis no sabía si creer o no. Se encogió de hombros y siguió almorzando escuchando de lejos los cuentos de los jóvenes.
Terminó su almuerzo, pidió café y postre. Lo disfruto sorbo a sorbo y trozo a trozo hasta que llegó el momento de volver al hotel.
Entrando el al mismo, se encontró cara a cara con Sara, los dos se emocionaron al verse, y se saludaron:
- Sara, ¿cómo estás? -, dijo éste abrazándola.
- Muy bien Luis. ¿Y tú?
- Bien, extrañado porque no te vi en casi todo el día.
- Estaba reunida con los gerentes del hotel, y adivina ¡me hicieron un aumento de sueldo!
- Oh, ¡eso es excelente! Hay que celebrar -, Dijo Luis sonriente.
- Buen intento Luis -, Dijo Sara de manera jocosa.
- Bien, ¿a qué hora y en donde?
- ¿Te parece bien aquí, en la entrada del hotel a las 7:00 pm?
- Perfecto, es más ¡perfectísimo!
💀💀💀
Se apresuró y se adelantó para comprar una rosa para regalársela a Sara en su salida de ese día. Y así lo hizo.
Se encontraron en el lugar indicado a la hora acordada. Se saludaron y Luis le dio la rosa a Sara. Esta, al ver el gesto de él se sobresaltó un poco sorprendida.
- ¡Luis, gracias! Pero no era necesario.
- Un pequeño detalle para una linda y espectacular diosa del caribe.
Sara, sonriente lo vio a los ojos.
- ¿Quieres salir a una fiesta en la playa?
- Por supuesto, no tengo nada más que hacer.
- Ok, entonces vamos. Pero te advierto que a veces pasan cosas raras cuando llega el Chamán.
- Perfecto, las cosas raras me persiguen. -acotó Luis de manera sarcástica.
Sara se echó a reír, pero había dicho eso con toda la verdad de este mundo, más no le preocupó, y ella lo tomó de la mano y se fueron esa noche a la playa.
En la orilla había un grupo de chicas y chicos reunidos alrededor de una gran fogata, cantaban y tocaban con una guitarra, por un lado, reían; por otro lado, bailaban al ritmo de un reproductor que tenía un auto que estaba allí e inmediatamente recibieron a Sara y a su invitado. Les brindaron tragos.
Luis comenzó a mezclarse entre los amigos de Sara y era recibido gratamente, decían que de él salía un "aura agradable", cosa que no entendía. La fiesta se desarrollaba de manera normal. La hotelera y el técnico pasaban un momento agradable, el se sentía atraído por ella y ella por el.
Avanzada la noche, entre tragos y bromas Luis y Sara fueron a sentarse un rato un poco alejados de la fogata para poder agarrar un poco de aire fresco, el sudor corría como cataratas por el pecho de Luis.
- Wow Sara, ¡qué calor!
- ¡Uf, si Luis, el calor es bárbaro por la fogata!
- De verdad que la estoy pasando increíble -, susurra Luis con ojos complacidos.
- Que bueno, era la idea -, responde la diosa del caribe con una sonrisa complacida y se quedaron viendo la fogata.
El muchacho pensó que tal vez era el momento de besarla y lo intentó.
- Sara, he pasado una noche muy linda, y más con tan hermosa compañía.
- Ja, ja, ja hay Luis gracias.
Se acercó a ella y la tomó por su cara, lentamente sus labios buscaron los de ella y la besó. Esta le correspondió. Comenzaron a besarse profundamente, tal vez era resultado del licor y la adrenalina, pero allí estaban, dándose el beso más profundo que pudieran darse.
En ese momento la fogata hizo una explosión que interrumpió a Luis y Sara, que voltearon inmediatamente. Vieron que lo que era una fiesta alrededor de una fogata, se había convertido en un desastre.
La explosión había sido tan grande que había herido de muerte a 3 personas quienes gritaban de dolor. Uno, con la piel del pecho derretida, le colgaba la misma, dejando ver la carne quemada y ensangrentada. Otro con la espalda abierta, bañada en sangre y atravesada por un leño, pues uno de los leños salió disparado y lo golpeó bruscamente y el tercer herido era una chica a quien las llamas se habían extendido por su pantalón por sus piernas y prendiéndose gradualmente, la chica corría gritando de dolor por las llamas que la consumían.
- ¡Luis que horrible! -, Gritó Sara al ver la escena terrorífica.
- ¡Vamos a ayudar! -, dijo Luis y salieron en carrera.
La explosión que había dejado a 3 heridos de muerte también había incendiado una churuata y algunas palmeras. Luis, cuando venía de carrera, se tropezó con un "bulto" que estaba a unos 5 metros de lo que antes era una linda fogata, pero que era ahora una escena de una detonación poderosa y cayó al suelo.
Este al incorporarse se dio cuenta de que el bulto no era más que el cadáver de una joven que se encontraba cerca de la fogata al estallar. La joven había salido disparada y cayó sobre una estaca que la atravesó como si fuera papel. Luis pegó un grito agudo y llamó a Sara. Esta regresó de inmediato para dar con el hallazgo: El cadáver era de la hija del Chamán.
No pasaron 30 minutos cuando se acercaron las personas al lugar y se dieron cuenta de lo sucedido, y entre ellos el Chamán.
El Chamán era un hombre Moreno, de estatura media y un poco obeso, este al llegar al lugar dijo entre lágrimas:
- Las fuerzas del mal han cobrado víctimas y desdichadamente entre ellas mi hija. Varón hay aquí que debe encargarse de llevarse el mal que trae consigo.
Este lloró amargamente y se llevó el cadáver de su hija sin hacer más de lo que hizo y dijo.
Luis se sintió extraño, pensó desmayar al recordar su promesa. Pensó en decirle a Sara, pero tuvo temor de que esta le rechazara.
La policía llegó al lugar y los bomberos, mandaron a desalojar el sitio y a hacer preguntas a algunos chicos.
Sara llevó a Luis al hotel y le pidió disculpas por el mal rato, pero Luis dijo que lamentablemente estuvieron en un sitio equivocado en la hora equivocada. Y quedaron en verse el siguiente día.
Entró a su habitación, y se dispuso a tomar una ducha y pensar en lo sucedido. Mientras tanto meditaba en las siguientes preguntas para sí:
¿Cómo era posible que justamente cuando el besaba a Sara explotara una fogata sin nada más que madera?
¿Por qué el Chamán dijo lo que dijo?
¿Acaso soy responsable porque no he cumplido la promesa a Lis?
¿Sara, como estará?
Ante todas estas incertidumbres Luis no encontró respuesta lógica, salió de la ducha, se puso su ropa de dormir y se acostó.
Por su ventana podía ver la luna, estaba de un triste y misterioso color rojizo, algunas nubes la rodeaban, haciendo un paisaje funesto, totalmente opuesto al paisaje que veía antes de que besara a la chica.
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