Los tontos se enamoran ~ Capítulo de Sofía ~
No puedo encontrar calma, yo lo sabía, pero aun así no le dije, lo amaba tanto que terminé ocultándole la verdad, espero que en algún momento me perdone, quizá yo nunca lo haga. No pude hablar con él después de que habláramos con su padre, me solicitaron que dejara el castillo, porque harían una fiesta para presentar a Alicia a las personas del pueblo, conociendo al rey, seguramente hará una fiesta e invitará a muchos amigos de la familia y algunos ciudadanos de la ciudad sin nombre. No quiero estar ahí, odiaría ver a Elías tomado de la mano de una mujer que no ama, odiaría verlo con una persona que no soy yo.
Camino por la ciudad, trato de concentrarme en llegar a mi casa para poder acostarme y no despertar nunca más, estoy dispuesta a llorar una semana, estoy decidida a dejarme sentir este dolor. Camino pálida por las calles, veo un bar, debería entrar y beber hasta poder olvidarme de que estoy existiendo, para dejar de sentirme como una mierda o empezar a sentirme como una, pero no quiero, quiero llegar a mi casa y no volver a levantarme de mi cama, alguien se aproxima corriendo a mí y me dice.
- ¡Sofia! - veo quien me habla, es Pía.
- Hola Pía - le digo mientras continúo caminando - perdón, necesito llegar rápido a mi casa.
- Entiendo tu dolor amiga - me dice ella, aunque la ignoro, nadie puede saber como esto me está quemando - es difícil renunciar a la persona que amas.
Me quedo quieta, mis ojos empiezan a llenarse de lágrimas, me detengo un momento y empiezo a sentir el dolor. Abrazo a mi amiga, ella me contiene, cada vez empiezo a sentir más como me estrujan el corazón y quita cada momento feliz para hundirse en un amargo dolor.
- No quiero vivir en un mundo donde él no esté presente - le digo, cada palabra me hace daño en mi corazón, siento como el dolor empieza a hacerse más presente, cada lágrima es un pedazo de mí que está muriendo.
- Ven, acompáñame un momento - me dice ella mientras toma mi brazo.
Me hace caminar junto a ella, por la dirección que tomamos, creo que iremos a su casa. Antes de llegar, me da un pañuelo para limpiar mis lágrimas, lo agradezco, odio que me vean llorar, siempre me he mostrado fuerte, creo que es la tercera vez que Pía me ve llorar, la primera fue cuando leí la carta de Tristán, la segunda cuando supe que Elías se iba a casar y la tercera es ahora. Yo lo sabía y aun así me empuje a enamorarme más de él, tome la iniciativa yo y le di un beso, el mejor beso que he dado en mi vida. Sé que estoy perdida en mis pensamientos, así que trato de concentrarme en mi amiga, estamos entrando a su casa y va saliendo un chico que no conozco.
- Hola Lucas - le dice Pía al chico que va saliendo - ¿Cómo estás?
- Hola Pía - le dice el chico mientras abraza a mi amiga con fuerza, es como si se conocerán toda la vida, pero no lo conozco y yo conozco a casi todas las personas del pueblo - estoy bien, Lucia me mando a buscar algunas cosas a la casa de tu padre, tu sabes que siempre me está mandando...
El chico se queda mirándome y se asusta, trata de apurase y se despide de ambas. Que joven más raro, trato de no tomarle importancia y no le pregunto a Pía para no hacerla sentir incómoda.
Al entrar a su casa, veo que sus padres están trabajando.
- Hola Sofía - me dice la madre de mi amiga que se acerca para abrazarme - estas tan grande - es como si no me hubiese visto hace mil años, pero realmente nos vimos hace unas semanas - ¿Qué te trae por aquí?
- Pía me trajo - mi amiga me da la mano.
- Si nos disculpan, estaré con mi amiga en mi pieza - le dice ella a sus padres.
- Está bien, si tienen hambre, pueden bajar a comer - nos dice su padre.
El padre de Pía es super importante para nosotros, es un gran doctor y casi todos en la ciudad lo conocen. Antes era gran amigo de la familia real, pero por cosas que nadie sabe, ya no se hablan tanto, de todas formas, él y Elías se quieren demasiado, porque cuando el príncipe era pequeño, constantemente tenía que visitar al doctor del pueblo, era un niño con muy mala suerte, entonces cada cierto tiempo su vida corría peligro.
Subimos a la habitación de mi amiga, nos sentamos en su cama y yo me acosté en sus piernas, ella me hacia cariño en mi pelo y yo empecé a llorar. Mi alma se siente rota, parece como si nada en mi vida tuviera sentido, lo extraño, realmente lo extraño, nunca lo había sentido tan lejos como ahora.
- Elías te ama a ti - me dice Pía - puede que aparezca esta mujer, pero él siempre estará enamorado de ti.
- ¿De que me sirve su amor si no lo tendré conmigo? - le digo - cada segundo que me lo imagino dándole la mano a otra persona, mi corazón sufre, él no debería irse de esta forma, el rey debería dejarlo elegir a la persona que ama.
- A veces, por mucho que ames a alguien, esa persona deberá irse - me dice ella con nostalgia - pero sé que el sentimiento nunca morirá. Elías no se podrá obligar amar a alguien que no conoce, él siempre volverá a ti y tú siempre volverás a él.
Sus palabras no me consuelan y me hacen sentir aún más la perdida de Elías. Recuerdo que cuando éramos pequeños, él siempre estaba preocupado de todos, sus manos te daban cariño con una fragilidad que solo él podía lograr, quizá he estado toda la vida enamorada del príncipe, pero me reprimí por años, siempre me repetía que él era igual con todos, entonces lo que hacía conmigo no era especial.
Cedric siempre me decía que su amigo estaba enamorado de mí, pero yo no le creía, trataba de no hacerme ilusiones, porque sabia que iba a sufrir si era mentira, aunque era inevitable no enamorarme de esos ojos rojos que cuando te miran te derriten hasta la más mínima gota de sangre del interior de tu cuerpo y hacen que te sientas casi flotando por la nube que nunca vio el sol.
- Me siento estúpida por haberme enamorado de él - le digo a mi amiga - ¿Por qué pensé que esto iba a terminar bien? Yo lo sabía, yo sabia que él se iba a tener que casar con una persona que no soy yo - cada palabra que digo hace que sienta aún mas el dolor de su pérdida.
Cuando Cedric me dijo el secreto que tenia guardado el rey, decidí amarlo esos días como si no existiera mañana, no estaba pensado en que hoy estaría casi muriendo de dolor por él, solo quería sumergirme en sentirlo como si fuese mío, como si el mañana no existiera, lo quería para mí y fui egoísta, no le dije lo que le esperaba, le abrí una ventana y luego se la cerraron.
- No te sientas estúpida por haber sentido amor - me dice mi amiga - tuviste la suerte de que ese sentimiento fuese correspondido.
Creo que mi amiga me esta hablando entre frases, le pregunto que fue eso de "entiendo tu dolor amiga" a lo que ella me responde.
- Estuve enamorada de un chico un tiempo - mira a la ventana con nostalgia - pero él amaba a otra persona.
- ¿Quién era? - le pregunto.
Sus lágrimas empiezan a salir.
- Me siento estúpida al hablar de esto - me dice mientras se seca las lágrimas de su cara - todo empezó cuando éramos niños, su cara se me hacia la más preciosa del mundo y sus ojos me dejaban helada cada vez que hacían contacto con los míos. Todo marchaba de maravilla, yo estaba empezando a darme cuenta de que lo quería para mí, pero él miraba a otro chico con mayor intensidad, sentía que cuando se abrazaban mi corazón se detenía y sentía como se clavaba el dolor en mí cuerpo. Siempre tuve la sospecha de sus sentimientos, pero no fue hasta esa carta...
Mi corazón se detiene, creo saber de quién habla, sus lágrimas empiezan a salir con más fuerza, me acerco a abrazarla y ella continúa.
- Tu estabas triste y no dejabas de llorar - me dice mientras la abrazo - trate de hacerme la fuerte, pero cuando te fuiste de mi casa, lloré tanto que sentía como se me iba a salir el corazón. Mi mamá tuvo que subir a mi pieza y me consoló mientras sufría. Creo que ese dolor me hizo crecer, aunque verlo ese día fueron mil espadas en mi corazón, intenté que no se notara el dolor, pero cuando estuve en la cabaña, mi cuerpo tiritaba.
La abrazo más fuerte, trato de contenerla.
- A veces, me gustaría haberle dicho lo que sentía - dice Pía mientras se pierde en sus lágrimas - quedarme con las palabras en mi boca es lo que más me afecta, hasta el día de hoy. Al menos tu tuviste la valentía para decirlo y la suerte de que fuera correspondido.
- De nada me sirve si ahora esta en los brazos de otra chica - le digo - aunque acepto que tengo el privilegio de haberlo amado esos días.
- Quizá llegue el día en que le diga lo que siento - me dice - pero ahora no tengo nada más que dolor.
- Al menos nos tenemos a las dos - trato de subirle el ánimo - perdón, no sabía que tenias tanto dolor guardado, ni siquiera me había imaginado que te gustaba...
Su madre interrumpe nuestra conversación entrando a la pieza.
- Sé que no es un buen momento para entrar - dice la madre de Pía - pero Cedric y Ariel las esperan afuera.
Deben venir a buscarnos para ir a la fiesta del castillo.
- ¿Quieres ir a la fiesta? - me pregunta Pía.
- Creo que no podre con el dolor de estar ahí - le respondo.
- Vamos - trata de animarme - luego de esto, vendremos a mi casa y hablaremos toda la noche de todo lo que debemos conversar.
Aunque sé que me hará pésimo ir, no puedo dejar a Elías solo esta noche, quiero probarme y saber que él estará bien, verlo con ella quizá me ayude a dejar de sentirlo como mío. Me paro de su cama y le digo.
- Quizá llegue una persona mejor para ti - le digo y la abrazo.
- O quizá no, lo importante es que en algún momento sentí amor - me dice ella - al menos nos tenemos a las dos - me toma la mano y siento confianza al estar con ella.
Nos vestimos elegantes para ir al castillo, Cedric y Ariel se quedaron conversando con los padres de Pía y cuando estuvimos listas, nos fuimos a la fiesta. Mi estómago me dolía, pero mis amigos nunca me dejaron sola, agradezco que estén conmigo.
Cuando llegamos, me perdí, a propósito, creo yo. Caminé directo a la habitación de Elías, quería poder hablar con él antes de la fiesta, quizá darle un último beso, quizá decirle adiós, pero justo cuando estaba llegando a las escaleras lo encontré con ella.
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