Lo Amo - Capítulo de Tristán
No entiendo porque me desobedecieron, ellos son mis amigos, sobre todo Eliot, me sorprende que no quiera ayudarme a construir ese castillo… Mierda, deje los papeles en la casa de esos idiotas, ¿Qué hare ahora para recuperarlos?
¿Por qué no puedo dejar de pensar en él?
Agradezco que alguien haya llegado a interrumpir mis monótonos pensamientos.
- ¿Qué haces bebiendo a esta hora? – dice Rosa que se acerca a mi puesto en el bar – ¿No ves que es demasiado temprano para emborracharse?
No entiendo porque lo dice, son las 19, ya es una hora prudente para beber alcohol en el pueblo, todos están en sus casas, todos deberían estar descansando.
- ¿A qué hora debería beber? – le respondo a mi amiga.
- No te enseñaron que uno debería beber a las 21, así te aseguras de que no hayan niños en el pueblo que luego les contaran a sus padres que vieron al “líder” en la cantina del pueblo – dice ella mientras se acerca a tomar de mi vaso. Odio que hagan eso, pero estoy tan enojado con Eliot y Camilo que ni siquiera me molesta lo que haga Rosa.
- ¿Entonces que haces tú tan temprano aquí? – le pregunto mientras le quito el vaso de la boca.
- Te vi salir enojado de la casa de esos idiotas, así que supuse que las cosas no estaban bien – toma mi vaso de nuevo - ¿Qué hicieron ahora el parcito de inútiles?
La relación entre Rosa y Eliot es bastante complicada, ni siquiera yo me atrevería a decir que se llevan mal, creo que superan eso y simplemente odian la existencia del otro. Una de mis mejores decisiones fue dejarlos en trabajos separados, pero ahora que Eliot quiere jugar a ser buscador, supongo que las peleas empezaran de nuevo.
- Nada que te importe por ahora Rosa – le respondo y le saco mi vaso, tomo todo el contenido lo más rápido que pueda así me aseguro de que no vuelva a tomar de mi vaso.
Ella le hace un gesto al cantinero, pide dos cervezas y él llena mi vaso y le trae uno a mi amiga, agradezco tanto que tenga su vaso propio.
- Quizá ahora no quieras hablar conmigo, pero ¿Sabes que puedes contar conmigo? – me dice mientras pone su mano en mi hombro.
- Sí, confió en ti Rosa, pero por ahora no te puedo contar lo que hicieron ese parcito.
- Supongo que tiene que ver con que Eliot se inscribió para dar la prueba – me dice ella y se queda perdida en la ventana – creo que tendrás otro problema.
Me apunta y veo a Camilo acercándose al mural del pueblo para inscribir su nombre.
Mi sangre hierve, odio que no me hagan caso, yo sé lo que es mejor para ellos y estar trabajando con Rosa, no será divertido, ellos se odian ¿Por qué insisten en desobedecerme?
- Si te sirve de consuelo – dice mi amiga – dudo que pasen las pruebas. Aparte, somos nosotros los que escogemos a los buscadores y aunque sean los mejores, yo no les daré mi voto.
- No, me niego a que hagas eso Rosa – interrumpo enojado a mi amiga – debemos ser justos y que no nos ganen nuestros sentimientos en estos momentos. Aunque odie admitirlo, ellos merecen la oportunidad de dar la prueba.
- Dudo que tengan lo necesario.
Ignoro a mi amiga, en estos momentos necesito estar solo, trato de concentrarme en mis pensamientos. Recuerdo el castillo del dibujo, siento que algo en esos muros me hacen llamarlo “mi hogar”, pero no recuerdo nada que me empuje a pensar que mis sensaciones son ciertas, nada me hace recordar a ese hermoso castillo.
Recuerdo el pelo de un chico pelirrojo, sus ojos eran del mismo color de su pelo y tenía una tes de un suave color amarillo, siento que es mi amigo o algo más, cada vez que recuerdo sus ojos, me siento perdido en él, quiero volver a tenerlo, quiero poder verlo una vez más, lo necesito, realmente lo necesito…
- ¿Tristán? – dice Rosa que me mira con cara de preocupación - ¿Por qué estas llorando?
No entiendo que me está pasando, dejo dinero en la mesa y salgo rápido de la cantina.
Puede ser la sensación que dejó el alcohol en mi cuerpo, pero siento que estoy volando, aun sigo llorando y no entiendo por qué.
Trato de caminar por las calles del pueblo, trato de aparentar que nada me está pasando, pero para mi sorpresa, veo a Eliot, Jazmín y Camilo salir de la cabaña de los artesanos con unas armas, supongo que se van a entrenar, me quedo mirando a Eliot desde lejos, su cara me hace querer acércame a él, la siento tan cálida, como si fuese el mismo chico de pelo rojo que vi en mis recuerdos, pero ignoro mi corriente, Eliot tiene el cabello azul, no puede ser el mismo... De todas formas, quedo impresionado de lo guapo que se ve.
- ¡Tristán! – grita Rosa que viene corriendo a mi dirección.
- ¡Rosa, no quiero estar contigo en estos momentos! – le grito con rabia – ¡Necesito estar solo!
Ella se aleja lentamente y con lágrimas en los ojos... Se aleja... Puedo notar que también esta algo borracha, ya que se tambalea hasta perderse entre los árboles del bosque. Sé que estará bien, así que no me preocupo y sigo mí camino hasta mi casa.
Al llegar, me saco la ropa y me meto a la ducha, creo que esto me podría despertar, limpio con suavidad mi cuerpo y mientras lo hago, me quedo pegado en mis pensamientos… E… L… Elía… Elías… Lo recuerdo, recuerdo el nombre del chico que tenía en mi mente. Sí existe, sí es real, el chico pelirrojo existe.
Salgo de la ducha y contento empiezo a gritar su nombre por toda mi casa ¡Lo recuerdo! ¡Realmente lo recuerdo! Pero… ¿Quién es él? Me quedé callado y traté de pensar en quien era Elías. Tomo un papel y empiezo a escribir, todo lo que sale de mi mente, escribo cosas como “hoy fue un día malo” hasta que llego al momento de mi descubrimiento.
Elías, el chico de pelo rojo, caminaba conmigo por ese castillo que me parece familiar, él es único, sus ojos me hacen sumergirme en el amor que siento. Tengo que protegerlo, tengo que cuidarlo, parece un chico que necesita de mí. Tiene miedo, se desmayó, yo estaba llorando, se acercó a mi una chica de pelo blanco y me dijo.
- Deberías alejarte de él.
No quiero, no puedo, es él a quien amo.
- Pía, no me hagas esto, tu más que nadie sabe que lo amo – le digo a la chica de pelo blanco, Pía es su nombre.
Mis ojos se cristalizan, los ojos de ella igual, me abraza y yo la abrazo, confío en ella, como si fuese la mejor amiga que tuviera en la vida, me susurra mientras me abraza.
- ¿Por qué tenías que enamorarte del príncipe?
Elías es el príncipe, él es nuestro príncipe, el castillo es de él y yo pertenezco a la ciudad.
Los recuerdos son borrosos. Lo veo salir de una cabaña y ya no puedo recordar más.
No sé en qué momento pasó esto, quizá sea parte de algún sueño que tuve o quizá es por culpa de alcohol, de todas formas, le hago caso a mis emociones y me visto lo más rápido posible.
Son la 1 de la mañana, voy corriendo y toco la puerta, Un chico de pelo azul me abre y lo abrazo, le digo.
- Debemos buscar a Elías.
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