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1. LARGATE DE AQUÍ

"Nunca deberías luchar, contra alguien a quien nopuedes ganar"

Las historias deben continuar, y esta no es una excepción. La nieve caía copiosamente lo cual no era de extrañar. En aquel mundo era normal que hubiera nevadas tormentosas, fríos congeladores o enemigos terroríficos acechando detrás de cada árbol del bosque. Desde que los humanos desaparecieron, el mundo se ha convertido en una prisión de nieve perpetua. Los animales evolucionaron, llegando al punto de poseer una inteligencia equiparable a la de los antiguos humanos. Aquí continua nuestra historia, en una pequeña aldea habitada únicamente por canes. Perros que se yerguen sobre dos patas imitando la vida humana primitiva.

Los aldeanos estaban en shock, aun no se acostumbraban al mandato de su nuevo líder a pesar de que ya hacía meses que el antiguo líder, león, había sido exiliado de la aldea. Aun así, el miedo seguía presente, arraigado dentro de los corazones de los animales, mientras sus instintos los mantenían alerta. La aldea había ido a mejor desde el mandato de Mike, el nuevo líder. Mike, un perro Golden retriever de carácter algo gruñón, había comenzado a abrir las fronteras de su aldea empezando a comerciar con las aldeas vecinas. La mayoría de las aldeas vecinas eran pacificas llenas de animales herbívoros, los cuales, al principio, se veían escépticos ante las proposiciones del nuevo líder. Era normal el miedo y la desconfianza, el legado de los canes se veía manchado por una enorme marca de sangre y muerte. Pero, aun así, con esfuerzo y dedicación logro convencer al resto de líderes para iniciar rutas comerciales y tratados mercantiles.

La casa del líder, se encuentra en el centro de la aldea. Es la casa más grande de la aldea con dos pisos de alto y una gran superficie. En ella se encuentran reunidos varios canes. La sala es amplia con una enorme mesa alargada en el centro. El lugar es cálido decorado con varias telas, esculturas y cuadros dándole una presencia elegante y trabajada. Mike se encontraba hablando con su compañero, Flex. Nadie sería capaz de identificar claramente que raza de perro es Flex, ya que su pelaje es azul de varios tonos, un hocico alargado pero ancho y una larga cola peluda. No es muy robusto, pero se desenvuelve perfectamente en pruebas de fuerza lo que acaba sorprendiendo a todo el que lo ve.

Flex se encontraba con una mirada sería mirando la carta que hay sobre la mesa. Normalmente no solía preocuparse de esa manera, siempre solía bromear y molestar a sus compañeros, pero, esta vez, se encontraba serió terminando de leer el manuscrito.

- Entonces, ese can, ¿de verdad era tu hermano? – preguntó dudoso Flex mientras se llevaba la pata a la nuca rascándose - ¿Cómo no has oído hablar de él antes?

Mike se encontraba perdido en sus propios pensamientos, sus patas apretaban con fuerza la mesa mientras sus ojos inyectados en sangre por la rabia observaban la carta sin responder a su compañero. Pasaron varios minutos hasta que, por fin, Mike habló.

- No es mi hermano, por lo que a mí respecta – Cogió la carta con sus patas aplastándola y rompiéndola – solo es un bastardo.

Flex estaba callado observando a su compañero. Posó su pata sobre el hombro de su amigo tratando de calmarlo.

- Siempre supimos, que tu padre era alguien... - hizo una pequeña pausa suspirando – bastante mezquino, aunque no me imaginaba capaz de algo así.

- ¿Acaso importa? – mira a su compañero con rabia.

- Supongo que no, deberías relajarte. No es el fin del mundo...

Ambos canes se quedaron mirándose. Mike suspiro pesadamente observando los restos de la carta. Estaba incrédulo y desanimado a partes iguales. Acaso su padre, jamás quiso a su madre. Como pudo ser capaz, de tener un hijo con otra mujer. Su mente estaba dando vueltas a lo ocurrido, tratando de darle una explicación a los sucesos. Finalmente se decidió y colocándose la capa de líder se irguió preparándose a salir.

- Vamos al bar... no puedo dejar esto así.

- No cometas ninguna locura Mike, sabes que la aldea esta inestable desde lo ocurrido. Y la aparición de ese can... no hace más que avivar las llamas de la duda.

- Soy el líder por derecho propio. Vencí en el Mak'Gora... me gane este puesto con sudor y lágrimas... no permitiré ni una sola duda.

Ambos abandonaron la instancia apresuradamente, cerrando la puerta con un fuerte estruendo. Mientras tanto, en el segundo piso de la habitación, un gato gris con manchas blancas se encuentra dando vueltas en círculos. Se le nota nervioso y la presencia de sus hijos no lograban calmar sus preocupaciones.

- ¿Mami, estas bien? – Pregunto un pequeño cachorro de pelaje marrón, naranja y blanco.

- Claro que si Axel... seguro solo me ha sentado mal la comida... - respondía al pequeño tratando de parecer calmado – que te parece si vas con tu hermanito a jugar a vuestro cuarto... me gustaría empezar a trabajar en la casa.

Axel asintió y rápidamente agarro la pata del pequeño gato blanco que estaba a su lado saliendo de la habitación. La instancia quedo en silencio, dejando al gato con sus propios pensamientos. El cuarto era amplio, decorado con múltiples estanterías en los extremos este y oeste de la habitación permitiendo que la pared norte este ocupada íntegramente por una enorme cama de matrimonio flanqueada por dos mesitas de noche. La cama era cómoda y cálida además de amplia, permitiendo que la pareja pudiera descansar en ella o divertirse sin demasiadas complicaciones. Las mantas eran de pieles de animales, el felino las detestaba, pero era mejor que dormir con frio.

- Ay, Acenix.... Porque no te diste cuenta antes... - suspiro pesadamente mirando su estómago, comenzó a acariciarlo con ambas patas algo asustado – si de verdad.... Estas con algo dentro... como... se lo dirás...

El miedo se apoderaba de sus pensamientos, planteando miles de situaciones donde terminaba solo en medio del bosque o muerto debido al futuro que le esperaba. Estaba aterrado y no sabía cómo liberarse de ese sentimiento. Se acercó a una de las estanterías del cuarto y rápidamente saco un libro titulado "Medicina". Si, el titulo no era demasiado complicado, pero era justo lo que él felino necesitaba en estos momentos. Se sentó en la cama comenzando a ojear el índice del libro. Buscaba un apartado en particular, un apartado que únicamente los antiguos humanos podrían resolverle ya que, eran los únicos que investigaron el tema. Agradecía a su abuela el haberle enseñado a leer el idioma humano. Ojeaba detenidamente el índice, hasta finalmente hallar el apartado que tan desesperadamente buscaba. Fue a la página encontrándose en grande el título del apartado "Embarazos"

Mike se encontraba caminando por las calles de la aldea. El frio era helador aquella mañana dando a entender que pronto llegaría una tormenta. Caminó a paso acelerado hasta la posada del pueblo, una pequeña casa con no más de cuatro habitaciones. La comida y bebida que servían en aquel lugar era inigualable, haciendo que los machos y hembras de la aldea se reunieran en su interior después de una larga jornada laboral. Los aldeanos observaban a Mike soslayadamente, procurando no cruzar su mirada con la del líder. Esa costumbre no le gustaba nada a Mike, pero la entendía. Su padre instigo miedo y promovió ese comportamiento en sus "súbditos". Cambiar el comportamiento sería un trabajo agotador que no lograría hacerse en unos pocos meses. Tratando de calmar su enfado y adoptando su mejor sonrisa entro en la taberna. La taberna era pequeña, aunque confortable. Varias mesas de madera se encontraban esparcidas a lo largo de la sala principal del local. Una barra amplia y alargada cubría el extremo occidental de la posada, donde se encontraba una hermosa perrita, de pelaje alargado que relucía despampanante. El color de su pelaje era marrón con diversas tonalidades cubriendo completamente su cuerpo. Llevaba ropas simples que cubrían su esbelto cuerpo. La dueña de la posada se encontraba sirviendo comida a los agotados aventureros o lugareños, aunque, se la notaba nerviosa por la presencia de un individuo en particular.

Se trataba de un can de pelaje negro a excepción de su cabeza que tenía varios mechones amarillos que, junto a sus ojos, eran lo único que llamaba la atención. Era alto, aunque no tan musculoso como uno pensaría teniendo en cuenta su físico. Su hocico era alargado y regordete y sus orejar acabadas en punta siempre las tenía alzadas procurando parecer amenazante. Se encontraba riéndose a pleno pulmón mientras sujetaba a una de las hembras de las caderas, la cual estaba algo nerviosa por la valentía y descaro del can.

- Y bueno preciosa~ ¿Qué hace un angelito como tú en este lugar? – preguntaba en tono pícaro mientras acariciaba la espalda de la hembra.

- Señor, por favor – respondió la joven mientras trataba de apartarse – no es un lugar adecuado para esto.

- No seas tímida – le susurró al oído haciendo que la canida moviera su cola y se notara claramente sonrojada - ¿Qué me dices?

- Debo pensármelo – con un claro sonrojo.

- Y bueno ¿cuál es tu nombre? – pregunto llevando sus patas a uno de los glúteos de la joven.

- Emmm – tartamudeo un segundo, pero respondió – Soy Zenda.

Justo cuando iba a responder a su hembra, Mike irrumpió en la conversación de ambos canes mirando con furia al animal de pelaje oscuro. Rápidamente sonrió a la hembra y liberándola de su agarre se levantó observando al líder directamente a los ojos con una sonrisa maliciosa.

- ¿Qué pasa hermanito? ¿Por qué esa cara tan larga? – intentando provocarlo.

- Creo recordar que te dije que te marcharas, pero parece que aparte de idiota estas un poco sordo.

- No voy a irme de momento – observo a la perrita con cara picara – tienes buena mercancía en este lugar~

El tono con el que el animal hablaba del resto de animales de la aldea hacía que a Mike le hirviera la sangre. Agarró al can del cuello acercándolo a su rostro.

- Jer. Por última vez ¡Lárgate de aquí!

El silenció se hizo en la posada mientras ambos canes se miraban a los ojos. Ambos estaban en alerta fijándose en los movimientos del otro. Jer comenzó a reírse apartando la pata de Mike de su cuello. Acto seguido sin darle tiempo a responder se acercó a Mike susurrándole al oído. Mike abrió los ojos de par en par y se podía ver como estaba rabioso hasta el punto que lanzó un zarpazo dirección al rostro de Jer, aunque este lo esquivo sin dificultad y le contrataco propinándole un fuerte puñetazo en la boca del estómago. Mike se arrodillo, el golpe lo dejo sin aire, aunque esa acción no dejo indiferente a su fiel compañero Flex, que se encontraba al lado del agresor sosteniendo su lanza con firmeza y apuntándola al corazón de Jer.

- Sabes perfectamente que lo que acabas de hacer es un delito muy grave verdad – comentó Flex sin apartar la mirada de su rival.

- Sabes que puedo derrotarte a ti y a los otros nueve canes sin despeinarme – sonríe de medio lado.

- Es fácil decirlo ¿Quieres intentarlo?

El ambiente volvió a tensarse durante unos segundos cuando, de repente, Jer comenzó a reír nuevamente y con paso ligero ignorando tanto a Mike como a Flex se dirigió a la salida de la posada. Flex ayudo a su amigo a levantarse y lo miraba con duda sin saber qué hacer.

- Jer, como vuelvas a esta aldea, te matare.

- Ay... Mikie.... Tú no puedes matarme – sonríe y se marcha haciendo que la posada quede en absoluto silencio.

Flex y Mike se encontraban tensos por la escena que acababa de ocurrir y ambos tenían la certeza de que la guerra no había hecho más que empezar.

Por otro lado, la joven canida se encontraba en su casa recordando las palabras que aquel can le había dicho. Estaba nerviosa y daba vueltas en su casa pensando si sería cierto o no. Su pelaje blanco como la nieve y sus ojos marrones la hacían atractiva y eso había ocasionado que muchos machos la intentaran cortejar, siempre se mantuvo fuerte negándose a todos ellos, Pero algo en aquel atrevido y pícaro can había despertado su curiosidad y ahora, no podía quitarlo de su cabeza.

- ¡Hermana! – se escuchó un grito en la pequeña casa de Zenda.

- ¿Qué pasa Aitor? – subió las escaleras abriendo la puerta donde se encontraba su hermano.

En el cuarto un pequeño conejito blanco como la nieve se encontraba peleándose con la ropa, ya que todo le quedaba grande y se había quedado atascado entre ellas. Consiguió librarse de la ropa y se podía ver como a pesar de ser una liebre macho, parecía una hembra por lo esponjoso y largo de su pelaje.

- ¡!Odio esta ropa!! – dijo cruzándose de patas.

- A veces eres insoportable – replicó zenda llevándose la pata a la cara.

Resultará extraño que un conejo y una canida fueran hermanos, pero eso, es historia para otro día.

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Estoy vivo!! Creo, no se, puede ser.

Primero de todo, perdón.

Segundo, ahora que he vuelto os dejo un nuevo capitulo de esta historia que será el comienzo del segundo libro. He visto tantos comentarios pidiéndome que lo continuara que he decidido terminar primero los tres libros de "El Angel" y después ya continuare con otra clase de historias.

Muchas gracias por vuestro apoyo, sois increíbles. Hemos llegado a más de 150 seguidores. Muchas gracias y espero disfrutéis esta historia. Cuidaos mucho que esto no es un juego y no dejéis de ladrar!!


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