II
La Mansión Cadmus empezó su construcción en un terreno de San Elías, en 1890 por Richmund Cadmus, que había heredado una inmensa fortuna familiar. Allí, se estableció junto a su familia, su esposa y sus hijos, en 1893, cuando la casa fue terminada después de una serie de contratiempos y accidentes, cobrando la vida de varios trabajadores en su construcción. Richmund estaba ajeno a las advertencias de que había estado construyendo su hogar en terreno sagrado. Eventualmente, Stefano, uno de sus hijos, se unió a una banda de delincuentes llamada “La Banda de Lupin”, que estuvieron involucrados en varios crímenes que duraron hasta la década de los años 20. Eventualmente, fue arrestado y asesinado en su propia celda, como venganza por una violación que había cometido en su adolescencia. El primer hijo de Richmund, Daniel, continuó el negocio familiar del que era propietario su padre: una tabaquería. Éste tuvo cuatro hijos alrededor de los años 1900: Eugene, Gómez, Laura y Doroty. Eugene sirvió en la Primera Guerra Mundial, en el período que se encontraba estudiando en Francia, participando en la Batalla de Somme. Gómez murió de la gripe en 1915, en el día de su cumpleaños. Laura se hizo abogada y gozó de buena reputación y buen matrimonio, hasta que descubrieron que financiaba al Partido Nazi en los años 30s. Doroty entró en depresión y se suicidó a los 20 años. Daniel Cadmus se pegó un tiro al enterarse de esta noticia. Sobre esta época, el viejo Richmund se encontraba ya viejo y casi carcomido por el cáncer. Murió el 9 de octubre de 1940, el mismo día que nació John Lennon. Eugene Cadmus continuó con el negocio de la familia después de la Primera Guerra Mundial. Al regresar, se casó, y de su relación, en 1919, nació Rupert Cadmus. Nuevamente, fue reclutado junto a su hijo cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial mientras viajaban por Rusia. Lamentablemente, Eugene murió en el Día D. Su hijo, en cambio, enfermó y lo devolvieron a casa. Estudió contabilidad y posteriormente se casó con una cocinera de ascendencia mestiza. Tuvieron tres hijos: Daila, Manuel y Rosa. Daila, desde el principio, fue activista política a favor de los derechos de la mujer. Desafortunadamente, murió durante la Guerra Civil en los años 60s. Manuel se ocupó de la tabaquería de la familia. Rosa, en cambio, quiso ser aeromoza. Al poco tiempo de empezar a estudiar en la universidad, se presentó embarazada ante sus padres. Rupert la rechazó furiosamente, obligándola a irse. Creía con toda su alma que el niño era fruto de una relación que había mantenido a escondidas con su hermano Manuel, aún cuando negaron este hecho. Acabó desheredándolos a ambos. El niño pasaría a llamarse Gustav. Su madre, que tuvo que dejar los estudios, y obviamente su tío, se encargaron de cuidarlo en los suburbios de Torkin, la ciudad vecina a San Elías y Santa Fe. Manuel gastaba dinero en la bebida al no poder encontrar trabajo fijo. Trataron incluso de meter a Gustav en una escuela pública, ya que no tenían dinero suficiente para una privada. Aún así, no se aceptaban a negros o mestizos o hijos de mestizos en este tipo de escuela. El joven tuvo que aprender por su cuenta. Ya a finales de los 70s, viendo que empeoraba su situación económica y que su hermano parecía ido de las responsabilidades de su familia, Rosa Cadmus se quitó la vida. Manuel decidió tomar conciencia de lo acontecido, ya que fue un duro golpe tanto para él como para Gustav. Sin embargo, acabó uniéndose a “La Banda de Lupin” para orquestar un golpe de estado en San Elías, cuando le aseguraron una suma muy generosa de dinero. Un miembro de esta organización: Lucius Von Matters, y futuro Conde Von Matters, delató al grupo, ocasionando que todos fueran arrestados. Manuel fue asesinado accidentalmente en el acto. Gustav, eventualmente tuvo un hijo: Esteban, en 1984. Al morir cuando su hijo llegaba a los 10 años apenas, este pasó a la custodia de Rupert Cadmus, el único familiar vivo que tenía en ese momento. Fueron unos años tormentosos para el joven, ya que el viejo Rupert, al que cariñosamente llamaba a pesar de todo: “abuelo”, no pudo superar completamente la muerte de sus hijos, echándole la culpa al padre del niño y culpando al infante también. A menudo, lo encerraba en una jaula que había en el sótano de la mansión. Rupert Cadmus deliraba, estaba mentalmente enfermo, con repentinos cambios de humor y un carácter de rechazo a Esteban. Luego de unos años, murió y Esteban ocupó la casa, a la que una noche llevó a sus tres amigos. Allí, sin ninguna razón aparente y con una máscara de oso y armado con un cuchillo, asesinó a sus tres amigos, enterrando sus cuerpos en el patio de la mansión. Lleno de culpa por lo que había hecho, decidió entregarse a la policía. De alguna manera, el caso llegó a oídos de Ahab Flint, actual Gobernador de San Elías. En aquel tiempo, el entonces General Flint lo llevó al Hospital Geuer para que encontrara mejor tratamiento, alegando que había desarrollado otra personalidad que le había impulsado a cometer esos asesinatos. Poco tiempo después, Esteban Cadmus desapareció completamente. Años después, varios chiquillos se aventuraban a explorar la casa, pero nunca volvían. Cuando organizaban una búsqueda, lo único que encontraban eran sus pertenencias. El índice de desaparecidos era considerablemente sospechoso.
Ahora, varios años más tarde, Iván Ditko estaba parado enfrente de la mansión. En un tiempo fue blanca, pero ahora se veía claramente el deterioro de esta, cubierta por la maleza y el moho. Atrás de él se encontraban Carmen Avril, la historiadora; Ronald, el mercenario; Tomás, el parapsicólogo; y Boris, el camarógrafo, que se trataban de incorporar. Estaban tratando de aprovechar los últimos rayos de luz de día que quedaban.
-¿Es este el lugar?-preguntó Avril.
-Sí, la Mansión Cadmus.-afirmó Iván.
Boris traía, apoyada en su hombro, la cámara de video, mientras que Ronald tenía en sus manos una AK-47. Tomás, en cambio, llevaba una mochila encima con los instrumentos para detectar entes sobrenaturales en ese lugar.
-Bueno, andando.
Todos se pusieron en marcha, encendiendo sus linternas y se dirigieron a la Mansión Cadmus. La investigación, aseguró el Teniente Pérez, podía durar solo una noche. Según él, había que recolectar toda la información posible, aunque NO SE RESPONSABILIZABA si llegaba a ocurrir algún incidente.
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