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5. El infierno no tiene cobertura (Layla)

5. El infierno no tiene cobertura (Layla)

— ¡Me aburro!— exclamé, por décima vez en estos cinco minutos, con voz de niña pequeña. Ya me daba igual sonar infantil; sólo quería salir.

¿Habéis sentido alguna que el cielo es una bóveda pintada? ¿Qué estás atrapado sin poder distinguir los límites de tu propia celda? Pues imagínate esa sensación, pero sin un suelo bajo tus pies; así estaba yo (creedme; no es agradable). Esto es un completo infierno.

Y lo peor... ¡no hay wifi! ¡Ni datos! ¡Ni siquiera una rayita de cobertura! Esto no puede ser más horrible.

Ya llevaba en este lugar como un cuarto de hora, y estaba harta. Estaba hasta el moño de buscar la salida, odiaba estar tan sola y, para que negarlo, estaba un pelín resentida con Aura (es decir, ¿quién tira a una prima a un agujero negro? Increíble; simplemente, increíble). Supongo que hablar en voz alta mermaba esa sensación de vacío.

Abrí la boca, preparada para repetir mi cantinela, cuando alguien se me cayó encima. Y con alguien, obviamente, me refiero a Wes.

— ¡Serás idiota! ¡Quita de encima, so memo!— de verdad, había una infinidad de sitios para aparecer; pero noooo, tenía que aplastarme.

Al darse cuenta de donde estaba, él se apartó.

Cuando mi campo de visión no contenía ya el trasero de mi gemelo, vi que el monstruito (digo, Jazz) también estaba; tenía el pelo revuelto y una expresión asustada. Me lo apunté; podía serme útil la próxima vez que ella quiera ser el centro de atención.

—Te dije que tuvieras cuidado con el aterrizaje— dijo una voz detrás de mí, sobresaltándome. En ese momento, Aura apareció. Me saludó, mas yo la ignoré; seguía enfadada. Ella bajó la mano y se puso al frente—. Bueno... supongo que os debo alguna que otra explicación.

—Supones bien— bufó Wes. No sé qué le pasa ¡la que está furiosa soy yo!

—Calladito te ves menos feo— respondió y suspiró—. Antes de nada, ¿creéis en la magia? Lo pregunto porque, si no, luego os vais a perder— negamos con la cabeza (¿qué se cree? ¿Qué somos críos de parvulario? Ni Jazz cree en esas chorradas). Aura volvió a suspirar; después, vocalizó una palabra que no entendí—: Tximista— y levantó el dedo meñique.

Entonces pasó la cosa más rara que he visto hasta ahora: un relámpago azul brotó del dedo de Aura e iluminó la bóveda interminable. Dibujó un par de formas abstractas, que recordaban a las constelaciones, y desapareció.

Al terminar el espectáculo eléctrico (para que mentir, admito que fue espectacular; sigo enfadada con Aura, pero ha hecho algo muy chulo), se sopló el meñique como los vaqueros de las películas hacen con sus pistolas y preguntó:

— ¿Y ahora? Si decís que no es que sois unos cegatos de categoría— asentimos tan fuertemente que podríamos habernos roto el cuello—. Así me gusta. Ahora, dadme vuestras manos y vuestros móviles.

— ¿Por?— preguntamos Wes y yo al unísono (¡NO tenemos telepatía de gemelos! ¡Fue pura casualidad!).

—Lo de la mano es para que no voléis en pedazos— eso, aunque no lo entendí del todo, me asustó un poco (¿quién no se asustaría si le dijeran que había una posibilidad, aunque fuera diminuta, de explotar?)—; lo del móvil, por si queréis tener wifi entre dimensiones.

Vale; eso último me convenció. Wes y yo le entregamos nuestros móviles (aunque me doliera separarme de mi pequeñín) y le tendimos nuestras manos. Jazmín estaba a punto de hacer lo mismo (lo de la mano; Jazz no tiene móvil), pero Aura la detuvo:

—Contigo no hay peligro. Eres una begirale; ves, pero no haces— luego, al ver que la niña seguía sin entender, se apresuró a añadir—. La magia, me refiero.

Después de esa explicación, puso un par de papeles entre nuestro pulgar derecho y el índice de la misma mano y los mojó. Al retirarlos, había una escalera de ochos entrelazados en aquel lugar. Nos había hecho calcomanías.

- Yo tengo una igual en la mano izquierda, sólo que la mía es permanente. No llevo encima el equipamiento necesario para tatuaros aquí y ahora- explicó-. Es el símbolo de la Cadena Infinita, una especie de seguro contra explosiones; creedme si os digo que os puede salvar la vida.

No había estado tan confusa en toda mi vida. Mientras Aura jugueteaba con nuestros móviles (quiero pensar que sabe lo que hace), yo miraba anonadada el dibujo; irradiaba poder, de eso no había duda.

—Ya está; tomad— nos entregó los móviles, que ahora tenían cobertura, wifi y una aplicación nueva llamada ICICI. Antes de que tuviéramos oportunidad de preguntar qué demonios significaba, Aura dijo—: Irrastreable Conexión a Internet de la Cadena Infinita, no ocupa espacio y se puede usar en cualquier dimensión; además, no te bombardeará con actualizaciones- parecía orgullosa y, para que negarlo, sonaba como un anuncio de tele tienda-. Es un invento de Shauna, una amiga mía; mola ¿verdad?- se apartó el pelo y pudimos ver, extrañados, que sus orejas eran puntiagudas. Detalle que no le pasó inadvertido a él monstruito.

— ¡Eres un elfo!— exclamó Jazz.

El rostro de Aura se crispó; sus ojos empezaron a brillar y frunció el ceño. Antes de cometer alguna locura (porque seguro que podía hacer algo muy gordo) se agarró el brazo y dijo:

—No te mato porque se supone que te tengo que proteger; si no, ten por seguro que ahora no estarías respirando- puso la mejor de sus sonrisas falsas y añadió—: ahora, ¿quién quiere empezar con las preguntas?

— ¿Por qué narices podemos explotar?— empezó Wes.

—Sois inestables sin el catalizador, también conocido en la Cadena Infinita como tatuaje— se señaló la mano—; es lo que tiene ser aztierdi.

— ¿Azti...qué?— cuestioné yo (¿Qué? Ni que vosotros lo supierais).

Aztierdi: mitad humano, mitad mago. Yo soy una azti; una maga completa.

No sé cuantas preguntas más hicimos; perdí la cuenta. Nos contó que, al parecer, descendemos de antiguos magos que vinieron a la tierra porque...pues no me enteré de eso último, pero el caso es que vinieron. También explicó que esto era una especie de habitación del pánico para hechiceros, un lugar seguro (Aura nos pidió disculpas por empujarnos dentro; le perdonamos, claro está, no soy tan rencorosa). Además, dijo que, aparte de la Cadena Infinita, existen otros dos grupos: las Raíces Eternas y la Sombra de Verdad. Estos últimos, al parecer, habían empezado una guerra por razones desconocidas. Varias veces vi a Aura con ganas de darse cabezazos contra la pared (una pena que no hubiera paredes).

Para rematar, nos enseñó un par de palabras arcaicas (esas palabras raras que decía tanto): ura (agua), sua (fuego), haizea (viento) y lurra (tierra). Insistió en que no las pronunciáramos hasta que tuviéramos los tatuajes, a menos que fuera una emergencia; digamos que podía acelerar el proceso de borrado de la calcomanía y, cuando eso pasara, tendríamos muchas posibilidades de volar por los aires.

—...y creo que ya no hay más que contar— concluyó—. Ahora, tenemos que irnos.

— ¿Por?— de verdad, esto de hablar a la vez se estaba convirtiendo en costumbre y lo odiaba.

—Tenemos que volver a la base para marcaros como es debido— afirmó con simpleza.

— ¿Y nuestros padres?— pregunté; si estábamos en peligro, no podíamos dejarlos atrás.

Un silencio sepulcral se extendió por la zona. No se movía ni una mosca. Ni un mísero ruido.

— ¿Qué-qué ha pasado?— tenía una ligera sospecha, pero quería confirmarlo; ojalá me equivoque.

Jazmín rompió a llorar, confirmando lo que no quería que fuera verdad. Con voz entrecortada, afirmó:

—Ha-han muerto.

Buenos días/tardes/noches/insertar hora de lectura, ¿qué tal estáis, lectores? ¡Sofeels, Analerman1, lectores anónimos, reportaos! ¡Quiero saber lo que pensáis!

Aprovecho esto para felicitar a mjoseflo por ser una madre genial y una amiga estupenda. Sé que el día de la madre es mañana, pero quería decirlo aquí ¡Feliz día de la madre amatxo!

Os quiere,

Mireia

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