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38. Carta de despedida (Nathan)

38. Carta de despedida (Nathan)

¿Me esperabais? Creo que no; es más, seguro que alguno que otro se había olvidado de mi existencia. Bah, es lo que tiene salir poco.

Asumo que la duda corroe vuestras mentes; preguntas, tales como "¿Qué diablos haces aquí?" o "¿Por qué defiendes a Aura si se suponía que la odiabas?", habrán cruzado vuestras mentes. Si es así, tranquilizaos; todo tiene una respuesta.

Comencemos por el principio: la razón por la que me cambié de bando.

Pasó hace unas dos semanas, cuando intercepté esa carta. ¿Qué carta? Veréis, La Cadena Infinita no es la única comunidad con un topo dentro y, dado que un teléfono móvil en un lugar que repudia la tecnología resultaría bastante sospechoso, Itzal e Hirusta (como podéis deducir, el otro espía encubierto, el encargado de Josephine Corlan) tuvieron que meditar una alternativa; el resultado de esa reflexión fue la primera carta en clave de muchas posteriores.

Al caso es que yo me moría por conocer el estado de la misión "Llave por llave", así que desvié uno de esos documentos a mi buzón. No pensaba que yo sería un tema de conversación; Hirusta escribía, entre otros asuntos, sobre el engaño al que había sido sometido y cuestionaba mi ignorancia.

Me sentí idiota; ellos dos, Bel, el resto del mundo... todos me habían embaucado. Dolía, quemaba por dentro el hecho de que la totalidad de mis compañeros, incluso mi amiga del orfanato, me hubieran mantenido ajeno a la realidad.

Durante los próximos días, intenté aparentar que nada iba mal, que seguía teniendo mis lealtades claras; no era así ni por asomo, pero se lo tragaron.

Por supuesto, no pudo faltar el momento en el que me escabullí entre todo ese barullo del ataque para entregarle a Shauna el anillo y, de paso, apartarla de la trayectoria de un conjuro. Esa sortija (que, por lo que he podido comprobar, su destinataria no se llegó a poner) era lo que hubiera soltado el agarre que la pulsera ejercía sobre su muñeca mientras aún se encontraba dormida. Podría haber sido de bastante provecho en su debido tiempo; sin embargo, ahora que la joya maldita se encontraba en pleno funcionamiento, cumpliría la sola función de adorno. ¿Qué? ¿Acaso creíais que sería tan cruel como para maldecir a Aura por segunda vez usando el mismo método? Tenéis muy mal concepto de mi persona.

El cómo llegué aquí es algo más sencillo de explicar. ¿Recordáis a aquellos portales aleatorios que Aura creó durante la batalla? Daba la casualidad que yo me encontraba cenando en el campamento que nos habíamos montado cuando uno de esos vórtices apareció y un soldado salió disparado contra las mesas (toda una anécdota, que seguro le acarreará burlas a la pobre víctima). Por el color, supe de inmediato de quien se trataba (no por nada el azul los identifica a ella y su comunidad); el guerrero que había expulsado cual proyectil era claro indicio de que Aura estaba en problemas. Era mi oportunidad para redimirme un poco y, de paso, demostrar que no continuaba desinformado a mis presuntos compañeros. No me lo pensé mucho; cogí la bandeja en la que comía y traspasé el portal, que me conduciría a su origen. Anduve un poco, escuché las voces e intervine justo a tiempo; así de simple.

Eso nos lleva de nuevo al punto en el cual lo dejamos: yo haciendo mi entrada triunfal (el lanzamiento de la bandeja) y los dos enemigos preguntándose qué demonios hacía allí.

Gabriel, alias Itzal (¿Se me olvidó comentar que le eché un vistazo a la documentación de Shauna cuando ella se fue? Tenía varios argumentos muy convincentes, incluyendo una prueba de ADN casera; esta escena solo era una confirmación de su acertada y contrastada teoría), fue el primero en hablar tras las preguntas sin respuesta.

— Vaya...— sin la máscara ocultando su rostro, su sonrisa psicótica resultaba escalofriante y petulante a partes iguales—. Con que traicionando a tu gente, Jones... Es gracioso, normalmente se apuñala por la espalda a los malvados para cambiarlos por el bando justiciero, no al revés. ¿Qué te han ofrecido ellos para que tú, con tu sentido de lo correcto, decidas moverte contra gradiente? ¿Fama? ¿Fortuna? ¿Amor carnal, quizás?— habiendo formulado lo último, su mirada se tornó lasciva. Tuve que controlarme para contener las arcadas (es decir, ¡ni que fuera un pervertido! No tomaría una decisión así por acostarme con cualquiera, incluso si la chica fuera como Aura en cuanto a belleza imperfecta se refiere; sabiendo que no habría sentimientos, sería un baile sin música, un libro sin letras).

Aura bufó a mis espaldas. Si a mí me habían parecido repulsivas esas afirmaciones, a ella le repugnaban todavía más si cabe; era de su patria, de sus amigos y vecinos de lo que hablaba, así que tenía sus razones.

— ¿Será posible? Mira que pensar eso de nosotros... ¡Puaj! ¡Das asco, Gabriel Stone! ¿Me oyes? Y además, ¡vas y te atreves a decir que nosotros somos los villanos! Entérate, La Cadena Infinita no es la que tiene rehenes y ni la que tortura a inocentes en esta guerra— se escuchó la hierba crujir, en un vano intento de ponerse en pie; una palabra arcaica, y ya volvía a estar en el suelo—. ¡Maldita sea! ¡Otra vez!

Me hervía la sangre. Ella estaba sufriendo lo que yo cuando solo era un crío: la inmensa impotencia de no poder hacer nada cuando hace nada era capaz de cualquier cosa. Y, mientras tanto, yo me encontraba ahí parado como un pasmarote; eso tenía que cambiar.

—Deja de hacer eso— exigí (¿qué? Estaba seco de ideas, así que contaba con hacerlo razonar) —. Apenas se tiene en pie. ¡No es necesario torturarla!

Él alzó sus ojos, de un verde ponzoña, con aire divertido. Una media sonrisa de autosuficiencia se adueñó de su rostro.

—Aish, agente Jones, pobre iluso; no acataba tus ordenes antes, ¿voy a aceptar ahora las de un traidor? Piensa antes de hablar.

— ¿Y tú qué, Gabe? ¿No eres tú el que encabeza esa lista imaginaria de desleales?— a falta de poder, Aura trataba de atacarlo con las palabras. Casi podía oírla en mi mente, instándome a aprovechar la distracción que me estaba proveyendo (¡cómo si fuera tan fácil!)—. ¡Tu propia madre, Gabriel Stone! ¡Has apuñalado por la espalda a la mujer que te dio a luz! ¿Es qué no aprecias siquiera que su corazón siga latiendo? ¿De dónde nace esa necesidad de romperlo?

La chica tenía argumentos para mantenerlo abstraído un rato largo, rato del que debía sacar partido y pensar. No obstante, ¿qué podía hacer? Debía haber cogido el cuchillo de la carne por lo menos; lo único que tenía era un pegote de metal derretido que antaño fue una bandeja...

¡Esperad! ¡Eso es!

—Estás mezclando cosas, Aura. Tu madre y la mujer que te tuvo en su vientre no es necesario que sean la misma. Una verdadera madre no te separaría de tu padre por unos estúpidos rumores, ni permitiría que aquellos niños de los que se supone que debe cuidar jugaran cerca de Galdu. ¡Esa mujer no es mi madre y nunca lo se...!

¡Plast! Una bola de metal derretido impactó sobre su ojo izquierdo, interrumpiendo el discurso de odio que estaba recitando. Mis manos ardían como el infierno y seguro que me saldrían ampollas, pero no era yo quien aullaba de dolor intentando despegarme de aquella masa adherida a mi rostro; él, por otra parte, respondía a esa descripción.

No obstante, no restaba ni un segundo para celebrar. Me giré hacia Aura con la intención de ayudarla a ponerse en pie, pero ella negó.

—Ya puedo sola, tú coge el llavero— mi mirada continuó fija en ella, en un estado de confusión. Aura suspiró—. Nuestros poderes, tonto del bote— aclaró, recalcando el "nuestros".

No me sorprendió lo más mínimo que lo hubiese descubierto; estaba claro que sabía atar cabos. Es más, me atrevería a decir que hubiera descubierto a Gabe a la primera si el maitasun usain no hubiese estado de por medio. Desde luego, Aura era increíble.

— ¿Esperas a año nuevo chino? ¡Date prisa!— me instó, a lo que yo recobré el sentido de la realidad. ¿De veras me había quedado embobado tanto rato? Menudo bochorno...

Itzal estaba recuperándose, intentando alzarse sobre sus cenizas. Por si acaso, le pegué un puñetazo en la barbilla, que tuvo el efecto deseado.

Con un gesto rápido, retiré el llavero (el único que había, no creáis que soy adivino) de su bolsillo. Después de todos estos años, habían estado tan cerca y yo ni cuenta. Deberían darme un premio por imbécil.

Sacudí la cabeza, alejando esas ideas de mi mente; ya habría otro momento para recriminarme mi idiotez.

Ya con el contenedor de nuestra magia en la mano, intentamos correr a un lugar seguro. Digo "intentamos" porque Aura, por más que quería, no lograba correr; por ende, la chica se encontraba enojada consigo misma.

Al décimo tropiezo, su frustración se desbordó, lo que resultó en un grito.

— ¡Malditas sean mis piernas! ¡Parecen hechas de flan!

Lástima que ese desahogo supusiera nuestra perdición. Siento ser yo quien lo diga, pero ese alarido le facilitó mucho el trabajo de localización a nuestro cazador.

Dos hechizos hicieron diana en nosotros, tirándonos al suelo (lo que no hubiese sucedido si hubiéramos sabido cómo sacar la magia del llavero, pero no valía la pena lamentarse por eso). Un Gabriel furioso, con medio rostro al rojo vivo, surgió entre el follaje; se ve que debí golpearlo con más fuerza.

—Una pena, me lo habría pasado genial torturándoos— afirmó, con esa sonrisa que pedía a gritos un viaje sin retorno al manicomio adornando su masacrada cara—. Da igual; hay profesionales mejor cualificados que yo para haceros sufrir hasta que el día llegue.

Buscó en su bolsillo algo que de buenas primeras no encontró. Nos miró con un enfado ardiente reflejado en su mirada, sabiendo de antemano que era el objeto que le habíamos arrebatado (fácil de deducir, teniendo en cuenta la situación).

Apenas tardó un segundo en volver a apoderarse del llavero (a ver, tampoco es que fuese capaz de oponer mucha resistencia; estaba débil y mis manos continuaban siendo un incendio). Ya con él en su mano, lo hizo girar en el sentido de las agujas del reloj; como consecuencia, un portal morado (sí, morado; raro, como poco) apareció a nuestros pies.

Ojalá todo hubiese salido bien, que esto solo fuera un cuento, pero no fue posible; Aura y yo nos hundimos en el vórtice sin poder evitarlo.

Lo último que pudimos oír fueron estas palabras, dirigidas a ambos:

—Adiós, giltz.

Lo siento, lo siento, lo siento mucho por tardar una eternidad y más en publicar este capítulo (aunque solo sea algo tarde en hora española). ¿Qué os ha parecido? ¡La identidad de las giltz ha sido revelada! colourfulmechitas, acertaste con una, pero el otro se te escapó.

¿Adivinen qué? ¡Esta historia pasó a las finales de los All-In Awards! El caso es que necesito vuestra ayuda para la votación del público. ¿Cómo? Ni yo misma tengo idea, pero os avisaré cuando lo sepa. ¿Puedo contar con vuestro apoyo infinito, eterno y verdadero, aztierdis (nombre de fandom por izenipe)? Si gana y la editorial consigue hacer todo el papeleo con wattpad, ¡La Cadena Infinita podría salir en físico! Sería un sueño hecho realidad...

Se despide,

Mireia

P.D.: Si todo sale como mi cabeza cree, a este libro solo le restan dos capítulos. Se acerca el final... del primer libro de la trilogía.

P.D.2: ¡1,8K! Las buenas noticias se acumulan...

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