33. Más lista de lo que aparento (Layla)
33. Más lista de lo que aparento (Layla)
Llevaba un buen rato buscando cualquier indicio del templo que Aura había descrito. La verdad, había estado más concentrada en el paseo por la resplandeciente orilla marina que en la búsqueda en sí. ¿Qué? No había contado con que fuera tan difícil dar con él.
A ver, era consciente de que no aparecería una señal enorme y luminosa con la palabra "TEMPLO" escrita (ni que fuera una discoteca) de la nada, pero esperaba que hubiera algún tipo de caminito marcado con ¿conchas? o algo similar. Sin embargo, las pistas sobre su paradero destacaban por su ausencia; ni mis poderes especiales de localización servían (no se vosotros, pero a mí me parece muy grave que una habilidad legendaria sirva menos que un cero a la izquierda; es bastante raro a mi parecer).
Bueno, el caso es que no había encontrado nada de nada cuando escuché el grito:
— ¡Venid los dos ahora mismo! ¡He encontrado algo! ¡Moved el trasero y daos prisa en aparecer, soldados!— y yo creía que Aura había dejado de lado esas pretensiones de sargenta... en fin, sería mejor hacerle caso; no exageraba al afirmar que mi cuello podía estar en juego en aquel instante. Sin más remedio, corrí.
Aura se encontraba recostada en la gran roca, sujetando lo que parecía ser una ¿carta? ¿Es qué el cartero también pasa por aquí? Ese tipo merece mejor sueldo.
— ¿Y eso?— preguntó Wes, dando voz a mis pensamientos también (reitero: NO poseemos ningún tipo de telepatía de gemelos, pero las casualidades existen).
—Una carta— fruncí el ceño ante esa respuesta. Es decir, ¡las contestaciones obvias eran lo mío! No podía creer que me hubiese plagiado; la voy a demandar.
—No te hagas la tonta, Aura, que ya sabes a lo que me refiero— la mandíbula de mi hermano estaba apretada a más no poder, mientras su cuerpo se encontraba más tenso que la cuerda de un violín. Vaya, los instintos asesinos son pegajosos, por lo que parece; daba la impresión de que Wes iba a matar (o como mínimo torturar) a nuestra prima.
— ¡Ey, ey, ey! Para el carro; no hay porque ponerse así— afirmó Aura, manos en alto como si de un culpable en una detención se tratase; resultaba graciosa—. Iba a decíroslo de todos modos; solo planeaba jugar un poco con vuestra paciencia— inhaló con fuerza, preparando sus pulmones para soltar la explicación—. En resumen, es un código que creó un antepasado mío con la intención de proteger el mensaje de las runas de ojos indiscretos. El problema es que se pasó tres pueblos encriptándolo y ahora yo no logro saber lo que pone. Quería comprobar si tres cabezas piensan mejor que una.
—Podías haber empezado por ahí...— bufé, hinchando los mofletes cual niña pequeña.
—Sí, sí— le restó importancia con un gesto manual—; a trabajar.
Detestaba que hiciera eso de mandarnos a currar como si fuéramos sus empleados o algo por el estilo; lo único que me prevenía de echárselo en cara era mi aprecio por respirar, o estar viva en general.
Aura se sacó un cuaderno de tapas añiles del bolsillo (¿una libreta? ¿Era en serio? ¿Quién es tan raro como para llevar utensilios de escritura junto con armas mortales? No tenía ni pies ni cabeza) y nos tendió una hoja.
— ¿Por qué...?— empecé, curiosa como es usual en mí.
—Las palabras son armas poderosas; se merecen un hueco, como todas las demás de su calaña— interrumpió ella. Aún me pregunto si la oración poseía ensayo previo.
Si os soy sincera, no fui de mucha ayuda: los acertijos no son lo mío. Además, mi mente la ocupaba ese cuaderno y su contenido.
Sabéis tan bien como yo que no podía estar vacío, ¿cierto? Que decir, soy una cotilla incurable. Cada vez que Aura bajaba la vista a la hoja de papel, la libreta volaba un paso más cerca de mi posición.
Ya se encontraba a un estiramiento de dedo con respecto a mi mano cuando ella habló, en un susurro con bastante poder intimidatorio:
—Como te atrevas a tocarlo te quedas sin dedo.
—Estás de broma, ¿no?— inquirí, intentando que el miedo infundido por sus palabras no tiñese mi voz; no obstante, esos intentos acabaron en nada.
— ¿Qué?— parecía divertirse y todo con mi mueca de terror—. A los Simpson les va bien con cuatro; no veo por qué tú deberías ser distinta.
—No tiene ni una pizca de gracia— afirmé, con más firmeza en mi voz.
—No era un chiste— repuso, aún con ese matiz divertido—; sin embargo, si dejas mis cosas en paz, podemos fingir que lo ha sido. ¿Trato?
—Trato— asentí a regañadientes. De veras quería saber lo que ese diario contenía, pero no iba a poner en juego uno de mis dedos por ello; una retirada a tiempo era una victoria.
Estuvimos como una ¿media hora? (no lo tengo claro, no soy mi hermano) intentando descifrar ese código, que aparentaba estar escrito en marciano, pues yo por lo menos no entendía nada. Wes y Aura (vamos, los menos tontos del trío legendario) compartían hipótesis que resultaban ser falsas mientras yo dibujaba en los márgenes de mi folio, completamente en blanco por lo demás.
—No entiendo por qué estamos rompiéndonos la cabeza solos si hay otras tres cabezas a apenas unos pasos— murmuré, un poco harta del maldito código de las narices.
Aura golpeó su frente, como si lo dicho (que era bastante obvio, como podéis suponer) no le hubiera pasado por la cabeza.
— ¡Aish! ¡Es verdad!— recordó, para luego agregar con una sonrisa—: A veces tus obviedades son más útiles de lo que deberían.
Recogió todos los folios, que estaban desperdigados por la arena (gracias al brillo de ésta, parecía que habíamos vertido un frasco de purpurina en las hojas; en fin, es un mal menor), y los tres nos desplazamos los míseros 5,68 metros (ahora ni se os ocurra llamarme cinta métrica; si lo hacéis, os arreo tal golpe con el bolso que os deja sin sentido) que nos separaban de el resto.
Shauna y Seth estaban jugando a las cartas, ajenos al tema del acertijo; para ser precisos, a la escoba.
—Echo la sota y ¿ves esto? me llevo el siete de oros. ¡Chúpate esa! ¡Intenta superarlo!— celebraba ella.
—Oh, lo haré...— afirmó él con un tres en la mano—. Con esto me llevo el seis, el cuatro y el dos de oros. Además, ¿lo has visto? ¡Escoba! ¡Barrí el tablero! ¡En tu cara!
Shauna hizo un puchero.
—Tramposo...— musitó.
Rodé los ojos; parecía que no se percataban nuestra presencia. Bueno... hora de hacerse notar.
—Emmm... chicos, sentimos interrumpir vuestro juego— eso era una mentira cochina; sin embargo, un poco de educación no venía mal en estos casos—, pero necesitamos vuestra ayuda con algo. ¿Verdad, Aura?— huelga decir que le di un codazo a la aludida para que tomara la palabra. No obstante, su mente estaba en otros menesteres.
— ¿Dónde diablos está Gabe?— preguntó, con el ceño fruncido.
—Contactando con sus aliados, trasmitiendo nuestras coordenadas, tendiéndonos una emboscada... Ya sabes, Aura, el pan de cada día de un espía infiltrado— Shauna rió, por lo que se ganó un guantazo en la nuca—. ¡Ay!
— Te lo merecías— dijo Seth, el causante del golpe—. Lo que de verdad está sucediendo es que tenía que informar a su padre, ya que esta semana es su turno de custodia; cosas del divorcio, que se le va a hacer. Pero esa no era vuestra intención al venir aquí, ¿no? ¿O es qué he interrumpido una partida, en la cual iba ganando...
—Haciendo trampas— afirmó Shauna, a lo que Seth hizo caso omiso.
—... por una chorrada como ésta? Te conozco, Aura; sé que la respuesta es "no". Venga, suéltalo.
—Es un texto encriptado— admitió ella en uno de sus típicos suspiros—; no logramos descifrarlo, así que necesitamos ideas.
Seth lo pensó un rato, durante el cual efectuó todo tipo de gestos extraños, para luego cuestionar:
— ¿Probaste con el decodificador sevillano?
— ¿El qué?— pregunté, sin poder evitarlo; no lo había entendido para nada.
—Consiste en desplazar las letras del abecedario a la anterior o posterior grafía— explicó Aura, comprendiendo a que se refería—. Lo usamos para comunicarnos durante una misión en Sevilla, cuya meta era reclutar a una aztierdi, Ana, si no recuerdo mal; a partir de ese viaje lo conocemos así entre los dos.
—Sí, sí, te faltó decir que lo de "Goldy" también salió de allí, pero eso no importa. ¿Lo probaste o no?
— Continúa sonando a alienígena— respondió, buscando entre los papeles—. Aquí está: neraru aztih neraetak aztlig aoizarobned. ¿Lo ves? ¡No tiene sentido!— golpeó la barrera, frustrada. Bueno, eso no es del todo exacto; su pie la traspasó y fue derechito a la espinilla de Shauna.
— ¡Maldita sea! ¡Hoy todos los golpes son para mí! ¡Deberíais cuidar a vuestros amigos, no al revés!— se calló de repente, como si acabara de dar con algo importante. Por supuesto, yo no tenía ni idea de lo que era—. Al revés...— repitió, como en trance—. ¡Eso es! ¡Al revés!
Se puso a dar saltos de alegría; juzgando las muecas de los demás, no era única que se había perdido.
— ¿Qué?— una sencilla palabra interrogante, procedente de la boca de Wes, dio voz a todas nuestras dudas (de forma ambigua a más no poder, pero lo hizo).
Shauna pasó de él olímpicamente.
—Pasadme papel y lápiz— pidió. El resto seguíamos sumidos en la confusión, por lo que no reaccionamos—. ¿A qué esperáis? ¡Daos prisa, que nos dan las uvas y seguimos en las mismas!
Aura sacudió la cabeza (así, como un perro mojado) y le tendió los utensilios de escritura que pedía.
La mina del lápiz voló por el folio, trazando nuevas letras que, esta vez sí, parecían cobrar sentido. Al terminar, leyó lo escrito en voz alta:
—Uraren hitza, katearen giltza, denborazioa— recitó, eufórica. Aunque mi nivel de arcaico fuera pésimo, logré captar que eran palabras y no letras al azar—. Palabra de agua, llave de la cadena, Denborazioa— tras la traducción, era visible que Shauna había dado en el clavo.
— ¿Cómo...?— empezó Seth, mas ella lo paró en seco.
—Escribí el acertijo al revés— aseguró—, como si del reflejo de cada palabra se tratase.
—Wow— murmuramos el resto, sorprendidos por su facilidad para resolver estos embrollos.
—Exagerados— aseveró ella, negando con movimientos de cabeza. Resignada, colocó el papel lo más cerca posible de nuestros pies (que, al estar el muro de por medio, no era mucho) y añadió—. Haced lo que tengáis que hacer con ese... poema, los normales aquí presentes nos desvinculamos— luego, refiriéndose a Seth, el otro "normal", preguntó— ¿Quieres jugar otra partida?
Y así, volvimos a separarnos.
— ¿Será un hechizo?— dudó Wes, señalando el folio con su oreja derecha.
—Puede...— sus palabras se vieron interrumpidas por las mías.
—No; Shauna las ha recitado en voz alta y no ha pasado nada mágico. Por tanto, un conjuro queda descartado.
—Cierto... Reitero: a veces tus obviedades son más útiles de lo que deberían— proclamó ella, golpeándose la frente una vez más.
—Entonces... ¿Qué propones, hermanita?— me desafió Wes. Me da en la nariz que estaba un pelín resentido por mi nula ayuda en la decodificación.
Lo rumié un par de minutos. Debía, por una vez en mi vida, decir algo inteligente. Observé la roca y, de la nada, tuve una idea que, si bien podía no ser más que una estúpida conjetura, poseía cierto sentido.
—Un manual de instrucciones— afirmé. Aura arrugó la nariz, extrañada por mi estrafalaria teoría. No obstante, ni se me pasaba por la cabeza que me tomarán por loca, así que me expliqué—: Una cadena suele tener candado, ¿no? Un candado cierra algo, ¿ese algo no podría ser el templo? Entonces, las palabras de agua son la llave del templo. Palabras, como las runas de la roca. ¿Lo pilláis ya o tengo que repetirlo?
A Aura se le iluminó el rostro; lo había comprendido. Gracias, momentos de inspiración al azar.
—Chica, eres más lista de lo que aparentas— no sabía si tomarme eso como un insulto o un cumplido, así que lo dejé en el vaso para tomármelo después; no dije ni pio.
Tampoco es que Aura me hubiera hecho el mínimo caso si hubiese continuado la conversación. Estaba ya muy lejos, a la par de la roca, poniendo mi hipótesis en práctica.
—Ura— murmuró, lo suficientemente alto como para que nosotros, que aún estábamos de camino, pudiéramos escucharla.
De inmediato, de las olas brotaron finas columnas de agua, parecidas a géiseres refulgentes, que se dirigieron a la reliquia rocosa. El líquido elemento luminiscente se colaba en las hendiduras de la roca, rellenando las runas y causando que brillaran con luz propia. Una Aura concentrada a más no poder manejaba la escena con una precisión pasmosa.
En ese instante, comencé a comprender cuán poderosa era.
Sonó un chasquido repentino; luego, otro más. A medida que las runas llegaban a su límite, éstas se giraban unos noventa grados. De manera simultánea, una grieta mayor iba apareciendo, separando poco a poco la roca en dos hemisferios idénticos.
Los brazos de Aura descendieron, con su dueña sudando a mares por el esfuerzo.
Esfuerzo que había surtido efecto: unos escalones de mineral turquesa eran visibles en donde, hasta hace unos segundos, la roca se erigía.
Compartimos una mirada, cuyo significado estaba claro.
Nuestros pies se posaron en el primer peldaño, ajenos a todo lo que sucedería en el futuro.
¡Hola caracola! Hoy es 27 de octubre (claro, ni que no tuvierais a mano un calendario) y, como prometí, aquí teneis el capítulo recién sacado del horno. No tengo muy claro terminar el siguiente para el sábado, pero... lo prometido es deuda. Además, sería un delito no publicar hoy, en el aniversario del primer capítulo del Ocaso de la realidad.
Los que pasaron por mi perfil ya conocen mi rostro... Oferta vigente hasta esta medianoche.
Otra cosa... ¡ah, sí! Casi se me pasa. ¡Tenemos nueva portada!
NO tiene nada que ver con que no me vea capaz de dibujar la siguiente de la misma manera que la otra en un tiempo próximo... ok, tal vez haya influido, solo un poco.
El acertijo no era tan rebuscado después de todo, ¿eh? Analerman1 lo adivinó en seguida (¿captaste tu premio especial por ser la única que lo logró?).
Bueno, solo resta decir... ¡hasta el sábado si es posible!
La Mireia Gurpegi que lleva ya un año pululando por wattpad.
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