30. Un regreso que despierta conflictos (Wes)
30. Un regreso que despierta conflictos (Wes)
— ¿Qué narices?— algún día de estos tengo que ponerme un bozal, para así evitar que preguntas sin sentido (como la que acabo de formular) escapen de mis labios.
Lo que veía en el... holograma era más que claro: Jazz, desapareciendo en el aire con una mueca de puro terror, y un hombre que impedía su huída. No cabía duda, pero asimilarlo es otro cantar; no se hace así como así.
— Lo... lo siento— balbuceó Shauna, también alterada por la imagen.
— ¡Era tú responsabilidad!— ni yo entiendo porque la tomé con ella (aunque no dije nada que fuera mentira); simplemente, salió así.
— Lo hubiese sido— puntualizó—. Nunca llegué a enterarme de que poseía ese cometido; alguien me durmió con un hechizo, poción o lo que sea que usase— sus ojos color miel ardían (no de manera literal; puede que fuera posible y todo, pero no era el caso ni por asomo); el destino de ese incendio ocular era, como podéis deducir por el odio irracional que le tiene al chico, Gabriel. Este respondió de igual manera (normal; si yo fuese acusado de esa forma también enfurecería) —. Si no me creéis, podéis ver las marcas; me tuvo que caer una lámpara encima para despertarme y seguro que tengo cristales bajo la piel.
— Te creo— afirmó Aura—. No me trago que fuera Gabe quien te lanzó el conjuro, pero está claro que fuiste hechizada; yo misma te tuve que sanar esos cortes de cristal y se notaba el rastro del logura en tu arima.
Desde que viajo con ella, he aprendido tres datos importantes sobre Aura:
1. No hay que hacerla enfadar, o te puede desmembrar (lo suponía desde antes; sin embargo, lo he podido comprobar durante los entrenamientos exhaustivos que nos obligó a realizar mientras Shauna se recuperaba. Aún me duele el brazo izquierdo; me pasa por intentar picarla).
2. Le gusta un montón usar palabras técnicas para todo. Al final, Seth nos tuvo que dar un diccionario para entender una conversación normal con ella (por eso sé que logura es sueño, supongo que usado para referirse al hechizo que lo provoca, y arima es alma; me viene bien saberlo, así que no me importa tanto como a Layla "no me gusta estudiar").
3. No dice nada de lo que no esté segura del todo; como cualquiera, tiene derecho a equivocarse, pero no pasa a menudo.
Entonces, y tomando como referencia el tercer punto, que Aura afirme que la versión de Shauna es casi cierta cambia la perspectiva.
— Perdón por gritarte— me disculpé, avergonzado.
— Nah, pasado pisado; no lo sabías y estabas en todo tu derecho a enojarte— sonrió, a lo que me sentí mejor de inmediato; su radiante sonrisa era más efectiva que mil tranquilizantes juntos (sobre todo porque tal cantidad de calmantes al mismo tiempo te matan seguro, pero entendéis a que me refiero). Le devolví el gesto.
— Ya vale, tortolitos, que hay más público— no me percaté de que habíamos estado un rato en trance hasta que mi hermana dijo eso—. Ya sé que el amor en muy bonito, que cantan pajaritos una preciosa melodía y todo lo demás que os pase por el coco ahora mismo, pero el resto queremos saber por qué ha venido Shauna; luego ya seguiréis con vuestras miraditas raras y quizá, quien sabe, lleguéis a cogeros de la mano.
— Exagerada— solté, apartando la mirada.
— No es mi culpa que vayáis más lentos que una tortuga con pies de caracol— bufó en respuesta.
— Parad de comportaros como críos y centrémonos en lo importante— zanjó Aura la discusión—. Shauna, si no sabías lo de Jazz, ¿a qué has venido?
El martillo invisible que implicaba la pregunta hizo que clavásemos nuestra mirada en ella (yo sólo la redirigí, pero bueno... eso no es relevante).
— Tengo mis razones— bufó, cruzándose de brazos ante el interrogante. El gesto me resultó adorable, y el que frunciera los labios como una niña pequeña tampoco ayudaba a darle un aire serio que digamos.
— Y queremos escucharlas— Gabe sonreía de suficiencia, supongo que esperando ya una chorrada por su parte a la hora de defender su presencia.
— Primero, anhelaba saber si seguíais respirando— a Gabriel, como no, se le escapó una risita al oírla exponer ese argumento. Por supuesto, Shauna no permaneció en silencio mientras él se carcajeaba—. Cállate la boca, que sabes perfectamente que me refería a los demás; tú no me importas ni un pepino. Es más, te mataría yo en este momento; lo único que me detiene es la ley de supervivencia del bando, aunque, cuando descubra en pastel, no te podrás amparar en ella más— terminado el discurso de odio, sacó la lengua. Luego, recobrando la compostura, continuó exponiendo sus razones—. Segundo, alguien me dio esto para Aura.
Se incorporó, dirigiéndose a su chaqueta, y retiró de su bolsillo un pequeño objeto, el cual no era posible distinguir desde mi posición. Sin embargo, a medida que se fue acercando se volvió más visible; Shauna portaba un anillo.
— ¿Y esto?— inquirió Aura cuando la joya fue colocada en su palma.
— Me lo dio un chico; me salvó la vida, así que le debía hacer de mensajera— se encogió de hombros.
— Es raro...
— No irás a hacerle el feo, ¿verdad?— Shauna inclinó la cabeza, intentando lograr un mayor efecto en sus palabras.
— Vale... si tú lo dices...— la destinataria del anillo no parecía convencida; aún así, recogió y se dispuso a colocársela en el dedo corazón.
Antes, claro está, que un manotazo la hiciera volar por los aires.
— ¡No!— era Gabriel el que había gritado, y también el que había mandado el alhaja a paseo—. ¿Es qué te has vuelto loca? ¡Podría haber sido una trampa! Te creía más lista, Aurora Grace.
— Disculpa, ¿acaso crees que dañaría a mi mejor amiga?— reaccionó Shauna a la acusación implícita.
— No, tú no; estás chalada, pero a Aura no le tocarías ni un pelo. Sin embargo, ese chico misterioso podría ser un asesino a sueldo, ¿no se te había ocurrido?
— ¡Evitó que muriera calcinada! ¡No es ningún asesino!
— Claaaro— respondió él, alargando la "a", tal y como hizo a continuación—, como tú tienes taaanto ojo para las personas...
— ¡Ya está bien!— cortó Aura a lo que amenazaba con ser una tormenta de insultos—. ¡No seáis críos!— ahora caigo en que les ha dicho eso a todos, salvo a Seth, en algún momento durante estos últimos diez minutos; si fuera por Aura, nos quedábamos en una guardería.
— ¡El crío es él!— replicaron al unísono (bueno, poniéndonos técnicos, no dijeron lo mismo con exactitud; Gabe exclamó "¡La cría es ella!", con el único cambio producido en el género).
— ¡Lo sois los dos y punto pelota!— volvió a interrumpir la giltz. Seth y Layla, por su parte, rodaron los ojos (llevaban recostados sobre la sorprendentemente resistente pared de la tienda desde que empezó el tema del anillo, ya que no les iba ni les venía).
Con los ojos ya brillantes (por si no lo recordáis, se le encienden como un efecto secundario del enojo), Aura avanzó hasta donde el anillo reposaba (aunque así dicho suena muy formal; es decir, estaba en el suelo, no en un cojín de terciopelo) y lo recogió.
— Lo guardaré en mi bolsillo hasta que YO decida qué hacer con él. Yo, y nadie más; la decisión me corresponde a mí, ¿ulertu?— ellos asintieron, con el terror plasmado en sus caras. No los culpo, la verdad; aunque no hubiese alzado la voz, parecía un dragón cuando utilizaba ese tono.
Por cierto, ulertu es "entendido" (sienta bien comprender todo lo que Aura dice por una vez).
Ya más tranquila, la giltz depositó la joya en su chaleco y salió a tomar el aire (para calmarse del todo, creo). Volvió calada de la cabeza a los pies.
— Nos quedamos esta noche— afirmó, para después añadir—. Rellenad las cantimploras— dicho esto, se fue al fondo de la tienda (que, a fin de cuentas, era la suya).
— ¿Qué...?— empecé a preguntar. Y digo "empecé" porque Seth no me dejó terminar.
— Uraize.
— Sabes perfectamente que sigo sin entender las palabras compuestas— tenía que repasar el diccionario, eso seguro.
— Pues será mejor que salgas y lo veas por ti mismo— iba a hacerle caso, pero me detuvo—. No te olvides la cantimplora— y me la lanzó, lo que yo agradecí con un movimiento de cabeza.
Me sentí como si hubiera corrido hacia un tsunami; no había otra manera de describirlo. El aire era de agua (supuse que eso significaba lo de uraize de antes); las pequeñas y numerosas partículas húmedas danzaban a mi alrededor, sin dejar aparente hueco al oxígeno.
Por instinto, contuve la respiración; las risas a mis espaldas no se hicieron esperar.
— Sabes que puedes respirar esto, ¿verdad?— preguntó Gabe entre carcajada y carcajada.
Me sentí estúpido cuando explicó eso, aunque no hiciera falta ni que lo dijera (me refiero a lo de mi sentimiento de idiotez). Inhalé con fuerza, y pude comprobar la certeza del hecho.
— ¿Por qué no me has avisado antes?— acusé a Seth, que se encogió de hombros.
— Se me pasó, lo siento— se disculpó, a lo que sumó lo siguiente—. Yo no me quedaría mucho; puede haber rayos y no querría salir electrocutado.
Asentí, dando a entender que lo había comprendido. Rellené la cantimplora y entré a mi tienda corriendo; no quería mojarme más de lo necesario.
La luz extraña que en esta dimensión sustituía al sol fue disminuyendo, hasta quedar en un mínimo. El sueño pudo conmigo, así que me fui a dormir.
Antes de poder cerrar los ojos, un mensaje de Aura irrumpió en mi teléfono móvil; el sonido de la notificación me hizo botar.
El mensaje era claro y conciso:
Mañana partimos.
Me enfadé, claro que me enfadé; la única razón por la que no fui a su tienda a pegarle un puñetazo (que ella me hubiera devuelto con creces, pero eso es otro tema) en aquel instante fue por la posibilidad de volver cargado como una batería, que si no...
El caso es que me desvelé por aquella notificación inoportuna. Pregunta de examen: ¿qué es lo primero que hay en la guía de "qué hacer si no logras pegar ojo"? Exacto; pensar. Y, por supuesto, no pensaba contradecir a ese documento.
Vamos a ver... ¿sobre qué podía reflexionar?
¿El tema del anillo? No, descartado; era decisión de Aura, nada de mi incumbencia.
¿El rollo raro de Layla y Seth? Negué con la cabeza; era su vida y yo no era quien para meterme. Aunque, eso sí, me fastidiaba un poco; como esos dos entrenaban juntos, yo tenía que practicar o con Aura o con Gabriel, que fregaban el suelo conmigo antes incluso de que transcurrieran diez minutos. Algo en claro tengo: si Seth daña a mi gemela, lo mato.
¿Qué nos queda? ¡Ah, sí! ¡Shauna! Su vuelta e incorporación a la aventura. Mira, puede que desde que despertó hayamos tenido más peleas (que yo sepa) que en los seis días que llevábamos separados o con ella en coma, es cierto; sin embargo, yo me alegraba de su aparición. Me agradaba su presencia, espantaba la agobiante seriedad que esta misión desprendía.
No tenía ni idea de si estaba siendo egoísta o no, pero no quería alejarme de ella; nunca más.
Y así, con el rostro sonriente y los ojazos mieles de Shauna adornando mis pensamientos, concilié el sueño.
¡Hola caracola! Ya veis lo que ha sucedido.
¿Quién tiene razón sobre el anillo? ¿Es una trampa mortal como asegura Gabe (que, hasta donde sabemos, la necesita viva)? ¿O es algo útil como dice Shauna (y por eso nuestro espía infiltrado no quiere que lo tenga)? ¡Hora de teorizar!
Por cierto, ¡estamos en el puesto 727! ¡Gracias! ¡Os adoro! Ojalá continuemos ahí (a quien engaño, se que saldremos del ranking a la primera de cambio, pero... bah, me hace ilusión y ya).
¡Hasta el próximo capítulo (o, si sois impacientes, en los comentarios)!
Mireia
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