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28. Mi pirada favorita (Aura)

28. Mi pirada favorita (Aura)

— ¡Aquí estás!— exclamé, rebosante de felicidad al percatarme de la presencia de Gabe en la boca del valle. Por supuesto, la alegría pasó a segundo plano cuando me di cuenta de que la sangre corría libre por sus extremidades—. ¡Madre mía! ¿Qué diablos ha ocurrido?

Llamadme exagerada, me da igual, eso no cambiará el hecho de que su cuerpo estuviera mucho más magullado que el del resto. Sus heridas sangrantes eran una prioridad médica.

— ¿Esto?— miró sus antebrazos, preocupado y sorprendido a partes iguales—. Sinceramente, ni la más remota idea; pueden haber sido desde las zarzas hasta el galdua loco ese.

— Bueno, supongo que las causas permanecerán como un misterio— sonreí—; por lo menos estás vivo.

"Esa media hora en la que no he sabido si estabas vivo, atrapado o, la alternativa más terrible de todas, muerto han sido un completo infierno; me hubiera odiado de por vida si te hubiese sucedido algo sólo por acompañarme en mi cometido, no me lo perdonaría nunca", esas palabras rondaban mi cabeza, pero algo me impidió pronunciarlas. ¿Cómo narices puedo no dudar en partirles la crisma a tres encapuchados y ser tan cobarde en este instante? ¡Ah, sí! Lo olvidaba; las confesiones y los asesinatos no se llevan bien.

Lo único que mis labios lograron proferir fue:

— Como no te des prisa en sanar tus heridas te desangras aquí mismo— no era una mentira, pero seguía sin ser lo que mi cabeza quería decir y mis labios habían evitado exteriorizar.

— Cla... claro. ¿Me pasas el agua?— le lancé una cantimplora sin mirar, una que él pilló al vuelo—. Gracias.

Con sumo cuidado, pues el agua que poseíamos era escasa y no podíamos desperdiciarla, Gabe extendió el líquido, antes cristalino (pues su sangre lo había teñido de rojo), por su antebrazo. Musitó sendakuntza y las heridas se cerraron sin dejar ni una cicatriz. Repitió el proceso con el resto de sus cortes.

En menos de lo que canta un gallo, Gabriel estaba tan sano como el día anterior.

— Creo que deberíamos acampar hoy— sugirió Seth desde donde el resto estaba sentado—. No sé vosotros dos, pero yo estoy molido después de un día como el de hoy— para enfatizar sus palabras, bostezó, seguido de un estiramiento de brazos.

Siendo franca, yo tampoco es que estuviera al cien por cien y podría jurar sin miedo a equivocarme que Gabe estaba igual o peor que yo.

— Está bien...— cedí, o eso hice que pareciera; la verdad es que la idea no me desagradaba lo más mínimo—. Después de todo, la mayoría no ha descansado a lomos de un fénix de tinta— alcé la voz al pronunciar eso último; como respuesta, Wes regruñó por lo bajo (lo que me causó gracia).

Saqué la tienda de campaña comprimida del bolsillo, instando a Layla a hacer lo mismo (a ver, que llevo casi todas las armas encima, ¿acaso pensabais que iba a cargar con el resto de las tiendas de campaña también? Pues vais listos). La chica parece estar obteniendo la disciplina de la que antes carecía, puesto que obedeció sin rechistar.

Sin prisa pero sin pausa, el campamento fue tomando forma. Una fogata decente (pero no tan gigantesca como para gritar "¡Estamos aquí! ¡Venid a atacarnos!") y tres tiendas de campaña bien montadas (no en vano estaban hechizadas). Sí, iba todo viento en popa. O casi.

Faltaba algo o, más bien, alguien. No había que ser un genio para darse cuenta del vacío que Shauna había dejado; solo era necesario un momento para pensar y darse cuenta, momento que no he tenido hasta el instante presente.

Que vale, ya sé que es una paranoica, un peligro para la sociedad, pero por encima de todo y pase lo que pase es mi amiga. A la que ni siquiera me había dignado a llamar.

Me dieron ganas de darme de cabezazos contra el árbol más cercano. ¿Cómo se me ha podido pasar una cosa así? En esta era tecnológica en la que vivimos, en el que la comunicación está a un simple clic ¿y no se me ocurre llamarla? Ella ni sabe que estamos haciendo; a estas alturas, todas las teorías conspiratorias posibles habrán inundado la cabeza de Shauna. ¿Tan difícil era decirle "Hola. Estoy viva, cumpliendo con la misión esa de la que te hablé. No puedes venir por lo del expediente. Chao" y colgarle? Menuda amiga estoy hecha.

Sin pensármelo dos veces, cogí el móvil y me adentré en el bosque (lo suficiente como para poder mantener un conversación privada, pero no lo bastante como para perderme). De lo inmersa que estaba en averiguar cómo decirle todo lo que debía contarle, no me percaté de que alguien me había seguido.

— ¿Qué haces?— casi pegué un salto y me di contra una rama de árbol. Ojo, he dicho casi.

— ¿Y tú, Gabe? ¿Por qué me sigues? No serás alguna especie de acosador, ¿verdad?— el aludido enrojeció; no tuve claro si fue por furia o vergüenza.

— Te... te fuiste corriendo sin más y me preocupé; no sería la primera vez que desaparecieras— en eso había que darle la razón, soy propensa a las desapariciones. En un momento dado, se dio cuenta de que había esquivado su pregunta—. ¡Eh! ¡No me has respondido! ¿Para qué has venido?

— Iba a hacer una llamada— respondí, para luego añadir—; una llamada privada— huelga decir que recalqué la palabra "privada" para darle más efecto.

— ¿A Shauna?— supuso.

— ¿A ti qué te importa?— contraataqué, evitando mirarlo a los ojos; lo que menos me apetecía era quedarme hechizada en aquellos verdes ojos.

Sus únicas reacciones a mi tono de voz fueron un encogimiento de hombros y las siguientes palabras.

— Me lo tomaré como un sí— por cómo había pronunciado la frase, parecía que no le importara; sin embargo, no tardó en desmentir esa impresión—. Aura, no deberías llamarla; podría ocasionarte problemas.

— Créeme, más problemas ocasionará el no ponerme en contacto con ella— respondí, creando un viaje en montaña rusa con la mirada (también denominado "rodar los ojos").

— No, me da en la nariz que no es así. Lo que pasará si lo haces es lo siguiente: primero, Shauna contestará, discutiréis y colgará furiosa; después, se arrepentirá y nos localizará porque quiere sentirse útil; al final, nos la encontraremos en el campamento por la mañana temprano e insistirá en acompañarnos, lo que pondrá en peligro la mí...

— ¡Ya lo sé!— le interrumpí—. Pero no sabes seguro si eso va a suceder. Yo confío en mi amiga.

— Aura...— iba a comenzar a argumentar de nuevo, acción que no podía permitir; no deseaba seguir discutiendo y no quería mantener a Shauna en la ignorancia durante más tiempo.

No me paré a reflexionar mi respuesta; sino, creo que ésta hubiese sido distinta.

— Mira, te quiero y todo eso, pero no me vas a impedir hacer esta llamada.

— ¿Qué?— sus mejillas adquirieron una tonalidad carmín tras escuchar mi desliz. Ups.

— A ver, los amigos se quieren, es un hecho— improvisé a la desesperada, aunque supongo que no lo notó—, ¿a qué viene esa cara? ¡Ni que hubiera dicho "te amo" o "eres el amor de mi vida"!

— Sí, claro, amigos; no sé donde tenía la cabeza.

Vaya, parece ser que mi improvisación coló. Menos mal, hubiera sido muy difícil de explicar.

— Como no te marches ahora, te congelo y te lanzo al río— le amenacé. ¿Qué? No se movía de sitio, parecía pegado con itsasgarri (una marca de pegamento súper fuerte) y me estaba empezando a hartar de su presencia.

— ¡Vale, vale! Tenlo claro: lo que pase a continuación será cosa tuya en exclusiva, yo me lavo las manos— y se fue, dejándome sola al fin.

Mis dedos volaron por la lista de contactos, cuál rapaces en busca de su presa. Apenas segundos después, la letra S hizo acto de presencia entre los límites de mi pantalla. Impaciente, presioné el botón en el que se leía "<3Shony<3" (si, con los corazoncitos y todo) y el teléfono empezó a comunicar.

Ya como al sexto "tuuun", me rendí; estaba claro que Shauna no quería cogerme el teléfono. Y pensar que la pelea ha sido en vano... en fin, a lo hecho pecho, como solía decir el entrenador.

Me disponía a volver cuando escuché aquel estruendo, como si un meteorito acabara de impactar contra esta dimensión (imposible, ya que aquí no hay astros).

Dudé. ¿Debía huir o acercarme a investigar? ¿Volver a la seguridad o ceder ante la curiosidad? Menudo dilema... bueno, lo fue durante los tres segundos que duró mi indecisión; soy curiosa, que se le va a hacer.

Me quedé boquiabierta; creo que mi barbilla llegó a tocar el suelo. Un cráter del tamaño de un pie titánico se abría a mis pies; en su interior, una joven con mitones y alas de tinta ya semitransparentes se encontraba tendida, inconsciente.

¿Adivináis quién era? Exacto; mi pirada favorita.

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