27. Después de tantos años... sigues sin saber la verdad (Gabriel)
27. Después de tantos años... sigues sin saber la verdad (Gabriel)
— Hermanito...
Cuando escuché esa llamada susurrada, proferida por aquella preciosa voz de pajarito, no pude evitar separarme del grupo. Elegí el momento idóneo, cuidando que no se dieran cuenta de mi desaparición.
¿Qué? Puede que creáis que estuvo mal, que los preocuparía sin motivo... pues déjame deciros que me importa un rábano si eso sucede; lo único que me interesaba en aquel instante era verla de nuevo, después de tanto tiempo. Reencontrarme con mi hermanita pequeña era mi objetivo principal, lo que ocupaba mi mente en exclusiva.
La encontré sentada tras unos arbustos, mirando al vacio y repitiendo su cantinela.
— Hermanito... Gaby... estoy aquí...— proferían sus finos labios.
No había cambiado ni una pizca: su cabello azabache con reflejos azulados (sujeto por un lazo añil), sus grandes ojos azules... incluso su vestido violeta, con su estampado de pétalos blancos al viento, seguía igual. ¡Y aún calzaba sus queridas botas de agua rojas!
Los recuerdos me asaltaron al recordar eso. Si yo no hubiese sido tan irresponsable... Sin darme cuenta, las lágrimas de impotencia que florecieron hace cuatro años volvieron a surcar mi rostro.
Sentí unos delgados bracitos rodear mis piernas. Al abrir los ojos, un rostro de cinco años de edad me devolvió la mirada; un rostro congelado en el tiempo, que dejó de contar cumpleaños aquel dichoso día.
— Me has oído...— murmuró—. Sabía que escucharías mi voz, Gaby...— ese mote, que no merecía en absoluto, me sacó nuevas lágrimas—. Shh, no llores...— apretó el abrazo y, por fin, se lo devolví—. Así está mejor... Ahora, por favor, ponme al día.
Una sombra cruzó mis ojos ante esa petición. ¿Cómo decirle a una niña lo que estaba sucediendo en el exterior? Batallas, muertes, bombas... escuchar eso no será plato de buen gusto para alguien de su edad. Aunque tenga nueve años y no los cinco que aparenta, sigue siendo muy pequeña para entender un conflicto de esa escala.
— Bueno— comencé, con aparente confianza en mi mentira. Genial, otra razón por la que soy un hermano pésimo—, el mundo sigue igual desde que te fuiste, ¿qué quieres que te cuente?
Su expresión de incredulidad me dejó clara una cosa: no era capaz de engañar a Piper.
— ¿Por qué no dices la verdad, Gaby? No se te da bien mentir.
— Corrección: no se me da bien mentirte, Pipes— admití—; eres una pequeña detective.
— Ya, claro... ¿y a esas personas que iban contigo? ¿A ellos sí que puedes engañarlos?— inquirió de forma acusadora, dejándome sin palabras—. ¿Qué? ¿A eso no respondes? ¿Acaso te creías que yo fui la última persona en quedar atrapada en el valle? ¿Creías qué no nos comunicábamos entre nosotros, incluso si no podemos vernos? ¿Creías qué no sabía que allá fuera se está librando una guerra? ¿Y qué no conocía de la existencia del enmascarado que lidera las tropas de Sombra de la Verdad?— su tono de voz era de completa indignación; sin embargo, la última pregunta sonaba más a acusación. No cabía duda, era una detective de pura cepa—. Cuando vi el nombre, Itzal, escrito en el noticiario esculpido, lo tuve claro— del cuello de su vestido, sacó un colgante, cuyo dije consistía en un semicírculo dorado con la mitad de un sol grabado. Por impulso, mi mano viajó al bolsillo de mi pantalón, donde el gemelo de aquel dije, hecho de obsidiana, reposaba—. Supe al instante que se trataba de Argi eta Itzal, aquellos superhéroes que te inventaste para mí hace tanto.
Unas lágrimas se escaparon de sus ojos, como si de una tormenta en su celestial mirada se tratara. La niña se apartó de mí; más brusca, imposible.
— Pipes, yo...— intenté consolarla, pero lo rechazó.
— ¡No me toques! ¡Cómo has podido convertir a nuestro héroe de las sombras en villano! ¡Eres un monstruo! Papá te ha transformado en un monstruo...
— ¡No metas a papá en esto!— no pude evitarlo; por más que odiara verla llorar, detestaba aún más que hablara de nuestro padre sin saber—. ¡Él no es el malo de la historia! ¡Lo único que sucede con él es que nadie entiende su punto de vista! Y no espero que tú lo comprendas; siempre estuviste del lado de mamá en todo eso del divorcio.
— Yo llamaba a mi hermanito Gaby, no a este bestia que le ha robado el cuerpo— sollozó—. Y pensar que te he ofrecido la oportunidad para explicarte... ¡y sólo se te ocurre intentar engañarme! ¡Tú no eres el hermanito que yo conocía, no lo eres! ¡Vete, impostor!
Dolía. Que Piper, mi propia hermana, sangre de mi sangre, me dijera eso era bastante similar a recibir mil millones de puñaladas de un torturador profesional; duelen muchísimo, pero no logran matarte por mucho que lo desees en ese momento. La única diferencia que encontré: las palabras no dejan cicatrices.
Sin embargo, ella no era lo suficientemente madura como para ver el cuadro completo; si poseyera todas las perspectivas, vería las cosas como papá y yo. Pero era inútil insistir; ya le habían condicionado la mente y con esa versión de los hechos iba a continuar hasta el final de los tiempos.
Me giré para marcharme, pero no sin antes pronunciar mis últimas palabras.
— Me causa diversión que pienses que Itzal se ha convertido en un villano. ¿No has pensado qué, quizá, sea un héroe para personas diferentes?— y me fui.
¿Qué? ¿Sorprendidos? Los engranajes de vuestras cabezas se oyen girar desde aquí. Aunque no entiendo el porqué. Que yo recuerde, Shauna os contó sus "sospechas" (por llamarlas de alguna manera) sobre mí y mi "supuesta" infiltración en la Cadena Infinita. ¡Ah, es verdad! Nadie cree a los locos; quizá por eso se me ocurrió dejarla como una completa chalada delante de toda la comunidad (¿Qué? Le pasa por meterse donde no le llaman).
Para los lentos que seguro hay por ahí: sí, soy Itzal, el encapuchado enmascarado o como quiera que lo llaméis vosotros, y estoy en Katea de incógnito (bueno, casi; mi madre vive allí, pero se entiende). Mi deber, encomendado por mi propio padre, es acercarme a Aurora "Aura" Grace, ganarme su confianza y robarle la magia, ya que la comunidad no quiso entregársela por las buenas a mi padre (para usar y luego devolver) por puro egoísmo.
¿Qué? ¿Acaso no sabéis la historia? Se ve que ellos no quieren que sepáis la verdad; será porque, si la conocéis, les daréis la espalda (algo que merecen con creces, la verdad).
No tengo elección; será mejor que os la relate.
La Guerra Civil enraizada había finalizado. Las tierras que antes pertenecían a Raíces Eternas habían sido divididas; una pequeña comunidad, La Cadena Infinita, acababa de nacer en aquellos límites.
Todo parecía sonreír a los guerreros (y guerreras, que prime la igualdad de género) que habitaban y gobernaban aquellas tierras. En poco tiempo, se volvieron importantes de forma internacional; sus innovadoras tecnologías fueron exportadas a Sombra de la Verdad (pues Raíces Eternas no quería saber nada de "modernización"), lo que les trajo riquezas.
Sin embargo, los muy (mejor no digo la palabra, me podrían censurar) no estaban satisfechos por lo logrado en un tiempo tan reducido. Querían más. Empezaron a expandir su terreno.
Por supuesto, también adquirieron algunas tierras de su comunidad madre, pero se centraron más en las nuestras. En menos de lo que canta un gallo, a pesar de nuestra ardua defensa, ya poseían un porcentaje considerable de las tierras antaño sombrías.
Mi padre intentó ponerle remedio de manera pacífica. Pidió ayuda a las giltz y a la pareja Denborazioa de aquella época. Su intención era crear nuevas tierras usando su poder combinado; sin embargo, no pudo cumplir su objetivo, pues el egoísmo encadenado se lo impidió. Decidieron ejecutar a su giltz antes de confiar en mi progenitor. Ridículo, ¿verdad?
Ofendido y frustrado, mi padre tomó una decisión (que yo apoyo): si no era por las buenas, sería por las malas.
Y esa es la historia. ¿Lo veis? ¡Mi padre y yo no somos los malos de la historia! ¡Todo es culpa suya!
Por eso mismo sigo a mi padre, y no por obligación genética como cree Piper. Por eso estoy en esta misión.
Hablando de la misión, ésta está casi concluida gracias a la inestimable ayuda de Nathan Jones, nuestro más reciente integrante (con un incentivo, claro, y algo de engaño por mi parte; sin embargo, no le he prometido nada que no pueda cumplir, ya que sus poderes serán devueltos a su ser cuando todo esto acabe, y considero que el fin justifica los medios, aunque estos sean tan deplorables), y su contribución a la hora de colocar la pulsera. ¡Aún no me puedo creer que Aura se tragara sus tontas excusas! Y me extraña aún más si cabe el hecho de que no haya preguntado por él en mi casa, ya que se supone que el muy tonto dijo que vivía allí temporalmente. Desde luego, ¡la maitasun usaina (olor del amor, para los desconocedores de la lengua arcaica) funciona a las mil maravillas!
Bueno, mejor vuelvo al hilo; seguro que preferís saber cómo salí del valle. Además, los cerrados de mente me detestáis fijo.
A esos últimos no les alegrará conocer este dato: el valle no ataca a los arima rojos (almas rojas), así que no corría peligro. Otra cosa era el caso de mi hermana, que comió la marrubi (una baya, parecida a una fresa humana) por voluntad propia; eso no se puede impedir.
El caso es que llegué sin un rasguño. Antes de salir, rasgué mi camiseta y tracé unos cuantos cortes por mi piel con un cuchillo que llevaba en el bolsillo; tenía que aparentar.
Esbocé una sonrisa cansada; era hora de seguir con la farsa.
— ¡Aquí estás!— gritó mi enemiga y objetivo, dando comienzo a un nuevo acto de esta pantomima.
¡Hola caracola! Aquí está el nuevo capítulo, uno de los más importantes hasta la fecha. ¿Quién sospechaba? ¿Quién pensaba que Shauna estaba loca? Sin mentir.
Y no creáis que no dejé pistas... ¿os acordáis de lo de la llamada? Venga, todos sabíais que el resto sabía de la localización de Aura; por lo tanto, sabíais que Gabe mentía. Además, "dio la casualidad" de que Itzal llamó a Nathan en ese lapso de tiempo. ¡Esa era una pista obvia! No me lo he inventado sin más.
Cambiando de tema... ¿De que bando estáis ahora que sabéis la verdad?
Hasta el próximo capítulo,
Mireia
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