25. ¿Es qué estos no se cansan nunca? (Wes)
25. ¿Es qué estos no se cansan nunca? (Wes)
Escuchad, sé que dije que me gustaba el deporte y todo eso (y me sigue gustando, no digo que no), pero creo que todo tiene un límite y el mío es este. Es decir, ¿qué clase de persona normal es capaz de andar dos malditos días sin parar a descansar? Es verdad, no somos normales, pero aún así.
No nos deteníamos, ni para comer, ni para dormir. Lo primero podía hacerlo mientras caminaba; sin embargo, lo segundo era más... imposible, diría yo.
Aún así, los aztis no parecían cansarse. Es más, los únicos instantes en los que parecían bajar el ritmo eran aquellos en los que consultaban el mapa. No se les daba muy bien, por lo que acababan discrepando sobre qué dirección tomar y recurrían a Layla, que siempre (no fallaba nunca, algo exasperante) les indicaba la dirección correcta. Y reanudaban la marcha, habiendo transcurrido menos de cinco minutos (tiempo más que insuficiente para recuperar el aliento).
Hablaban, eso sí, y eso me permitió saber algunos detalles que desconocía: que los padres de Gabe estaban divorciados (con razón no había ningún Sr. Stone en la casa), que Seth no era familiar nuestro ya que era hijo del padre de Aura mientras que nuestros antepasados estaban relacionados con su familia materna (aquí lo de la herencia del apellido les da absolutamente igual, al parecer), que la "presidenta" era una mujer de veintipocos y piel oscura llamada Diane... podría contaros miles de cosas de ese estilo, pues charlaban por los codos, pero no creo que os interese media página de trivialidades, ¿verdad? Además, dejé de prestar atención por puro aburrimiento.
¿Mi hermana? Ella también parecía cansada, no penséis que soy el único al que estas cosas (lo de caminar sin parar por más de veinticuatro horas) le agotan. Sin embargo, se las apañaba bastante bien en comparación con mi persona; incluso me adelantaba a veces (más tarde que pronto me confesó que aquello se debía a su reciente habilidad de manipular distancias en pequeños intervalos; bueno, a eso y a que no quería verme por una supuesta traición), detalle que me hacía rabiar bastante.
El primer día distraje mi mente con cualquier cosa: los árboles retorcidos de hojas azulonas que se apiñaban en bosquecillos diseminados aquí y allá, tramos del camino en los que parecía que andábamos sobre agua líquida (resultó que aquellos eran ríos de cristal que cruzamos; no lo supe hasta mucho después), rocas del sendero que aparentaban poseer un universo en su interior (juro que veía a las brillantes galaxias de la piedra moverse en el lento pero inexorable baile del cosmos)... y ese cielo.
Ese nebuloso cielo, a veces cían y otras azul marino (siempre con distintos matices y distintos colores entremezclados), carente de sol, nubes e incluso estrellas. Mirarlo me producía nostalgia, me recordaba que ya no estaba en el mismo mundo en el que me crié; ese Wes y yo viajábamos bajo cielos diferentes, hacia objetivos totalmente distintos.
Paro, que estoy divagando y no quiero llenar esto de desvaríos. El caso es que el primer día no se me hizo tan tedioso por la novedad de la situación.
El segundo, 24 después de abandonar la frontera, ya era otra historia; estaba exhausto y mi entorno ya no me entretenía, pues los bosques, ríos y demás me resultaban ya repetitivos. Era un día de esos en los que las idas de olla y teorías conspiratorias de Shauna se echaban de menos; siendo sinceros, la añoraba a ella, toda entera, no sólo a sus chorradas.
Es normal que, tras 48 horas sin un mínimo respiro, cayera rendido sobre el duro suelo pedregoso.
Desperté sobre un lomo de oscuro emplumado que tardé un rato en reconocer. Me asusté, pero volví a calmarme cuando visualicé a Aura y recordé el primer día, cuando un aterrizaje sobre este mismo lomo me salvó la vida.
— Hola, Ink— le susurré al fénix de tinta.
— Menos mal que despertaste, pensaba que iba a tener que tirarte de su espalda— la voz de Aura me sobresaltó (aunque, ¿cómo no esperé que eso pasara? El tatuaje que dio vida a Ink era suyo, es normal que pudiera oír lo que yo le dijera a él) —. Ahora baja, que le toca a tu hermana descansar.
Confundido (¿Quién no lo estaría en mi situación?), bajé la vista y me encontré con mi hermana, inconsciente y siendo cargada por Seth. Él me devolvió la mirada.
— ¿Qué? Aura tiene que mantener el hechizo y, por muy chica que sea, no sabe hacer dos cosas a la vez— la aludida bufó, exasperada por las palabras de su hermano, pero no hizo nada más—. En cuanto a Gabe, es un cortado.
— ¡Eh! ¡No es por eso!— respondió Gabriel, que parecía molesto por lo dicho — ¡Es que no me parece correcto tocar a una chica sin su permiso!
Seth rodó los ojos y susurró, aunque de manera que todos lo pudiéramos escuchar (la afinación de los sentidos tenía que servir para algo):
— Ya, claro... ni que estuviera desnuda— huelga decir que no me entusiasmó esa frase (¡soy su hermano! ¡No me gusta que se la imaginen sin ropa!), pero me callé. El chico continuó, ya en su tono de voz usual—. El caso es que, por muy enojado que esté con ella, no iba dejarla tirada en el suelo recién desmayada, presa fácil de los otsos— sé que la última palabra debería evocar un monstruo temible, pero mi mente solo fue capaz de imaginar al número ocho con garras y dientes afilados; no pude evitar reírme ante esa ridiculez—. Yo no me reiría de unos lobos plateados de tres metros que pueden matarte con solo rozarte con sus colmillos envenenados; pero, allá tú, si quieres acabar muerto, no voy a ser yo quien corra como tonto a salvarte. Bueno, lo que decía; no pienso dejar a Layla indefensa a merced de los otsos, aunque prefiero por mucho que se suba al pájaro; así que baja. Ya.
Lo hice sin rechistar (¿tengo que recordaros que me puede matar? La manera en que ha recalcado el "ya" no me ha gustado ni un pelo). Tres segundos después de que yo tocara el suelo, mi hermana dormía entre plumas.
— ¿Cómo es que ella ha aguantado más que yo?— pregunté, señalándola de manera acusadora (¿qué? Ya os dije que de la verdad no me enteré hasta después).
— Ha sido lista— Aura se encogió de hombros, como si no le importara el asunto—; ha hecho mates y se ha dado cuenta de que gastando energía en la manipulación del espacio ahorraba más que perdía. Puedes sorprenderte, yo también lo hice; al parecer, la niñita rica sabe usar el cerebro para algo más que la combinación de su ropa y maquillaje— las palabras "maldita tramposa" cruzaron mi mente, pero no mis labios; no quería montar un numerito. Eso sí, dudo enormemente que mi hermana hiciera matemáticas de forma voluntaria; lo más seguro es que fuera suerte en su estado más puro—. En verdad, me habéis sorprendido los dos; los aztierdis soléis tardar más en abandonar vuestro lado humano. Se ve que sois especiales— a pesar de su sincera sonrisa, lo que dijo me perturbó.
— Espera, rebobina... ¿abandonar qué?
En realidad lo había oído a la perfección; sin embargo, asimilarlo era otro cantar. ¿Había dicho que Layla y yo dejaríamos de ser humanos? Vale que no lo fuéramos al cien por cien, pero de ahí a deshacerse de nuestra humanidad había un trecho.
— ¿Por qué te pones así? Aztierdi es solo una fase; tenía que pasar tarde o temprano. ¡Ni qué os fuésemos a cambiar el cerebro! Seguiréis siendo vosotros, tanto física como mentalmente; el único cambio se llevará a cabo en vuestras habilidades. ¡No hay razón para alterarse de esa manera!
A partir de ese momento estuvimos más callados. Ahora que sabía que, además de caminar bajo un cielo distinto, el Wes pretérito y yo pertenecíamos a diferentes especies, no me sentía con ganas de charlar. Es que, siendo claros, ¿a quién no le molestaría que le dijeran sin tapujos que ya no era humano? Vale, hay por ahí un pequeño grupo al que le encantaría esa perspectiva de futuro; he de admitirlo, desde fuera, resulta de lo más atractivo. Puede que, con el tiempo, me acostumbrara a que la palabra "humano" ya no esté en mi descripción; sin embargo, ahora mismo no lograba hacerme a la idea.
Un quejido interrumpió aquellos pensamientos, uno que conocía desde niño.
— ¡Auch! ¡Menuda manera de despertarme! ¿Dónde ha quedado el clásico "balde de agua fría"?— Layla despotricaba, sobándose la barbilla. Ink había desaparecido del mapa.
Viendo aquello, las miradas acusadoras se dirigieron (una vez más) a Aura.
— ¿Qué? ¡Yo no he hecho nada!— se defendió, para después ocupar su rostro con una mueca de puro terror.
Mi prima, visiblemente asustada, chasqueó los dedos y musitó la palabra "ura". Nada ocurrió.
No soy un experto en palabras arcaicas, pero creo (porque no estoy seguro) que eso significa "agua", y no parecía haber ni rastro de ella por ninguna parte. Aunque, al mirar a mi alrededor, pude comprobar que la zona estaba rodeada de niebla. ¿El hechizo se habría evaporado?
La cara de alarma que Aura poseía nos dejó claro que no era el caso.
— Seth, pásame el mapa— le pidió, a lo que él se lo entregó. Tras ojearlo, su rostro se había crispado aún más—. ¿Cómo hemos sido tan tontos para no darnos cuenta? ¡Teníamos el mapa delante y no lo hemos visto venir!— paseaba de un lado a otro, pensando en voz alta— ¡Ahora sí que estamos en un buen lío!
Como si estuvieran sincronizados, Seth y Gabe palidecieron de golpe. Al parecer, se acababan de caer en el significado de las palabras de Aura.
— Es...estamos en...— tartamudeó Gabriel, mientras sus dientes empezaban a castañear.
Los "de camino a aztis completos" (léase "mi hermana y yo") no entendíamos nada, como podéis suponer, pero tenía muy mala pinta.
— Ajá— asintió ella—. En el valle de Galdu.
¡Hola, caracola! ¡No sé que me pasa últimamente con la inspiración y los capítulos! Será que la vuelta al cole me afecta más de lo que pensaba.
Os lo voy a compensar, con ¿digamos un maratón? Sí, eso haré. Además, no recuerdo haber hecho nada cuando superamos los 500 leídos (aunque quizá lo haya hecho y me haya olvidado; ups), lo que os agradezco mucho (pasó hace mucho, ya que somos 664 ahora mismo, pero no importa). ¡Os adoro!
Por cierto, Galdu es "perder"; un poco de info para que vayáis montando teoría en los cinco segundos que restan.
1/2
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro