Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

23. Una nueva luz... algo peculiar (Aura)

23. Una nueva luz... algo peculiar (Aura)

Sentía ganas de matar a Layla por darme esperanzas sin fundamento. ¡Decía que sabía dónde tenía que ir y me sale con algo así! El ardor de la ira acumulada me impedía dormir. Increíble, ¿verdad? Tras tantos meses sin pegar ojo, una chica tonta con la que compartía un porcentaje de mi sangre me había quitado el sueño.

¿Qué me impedía ir y asesinarla en aquel instante? Obviando el dilema moral de "asesinar está mal", quiero decir.

Pues bien, primero, ella era un personaje de la leyenda Denborazioa; matarla supondría tener que reencarnarse y quién sabe qué consecuencias acarrearía tener a un o una Espazio que solo sabe chuparse el dedo. No, gracias; prefiero a la que sabe disparar una ballesta sin matarse en el proceso (por cierto, Shauna le había traído el arma. ¿Quién se deja su único medio de defensa en casa? Ugh, es insoportable).

La segunda razón, no menos importante que la primera, es que no quiero moverme, por miedo a despertar a Gabe. A ver, no sé si mis movimientos lo hubieran hecho dejar de roncar, pues nunca nos ha tocado dormir juntos (espera, que eso se puede malpensar; mejor olvidadlo) y no tengo ni idea de si tiene el sueño pesado o no; sin embargo, no me quería arriesgar a tener testigos. Además de que no deseaba que justo él me viera con las manos manchadas de sangre; a los otros, que les zurzan.

Apreté la almohada, cortesía de Don Ronquidos (que, por cierto, era otra de las razones por las que no podía pegar ojo; puede que si tuviera unos tapones, haría tiempo que me hubiese quedado sopa), contra mi pecho. Sí, "duermo" (entre comillas porque aún no estoy dormida) abrazada a la almohada, ¿y qué? Todos tenemos nuestras manías y no me avergüenzo de ello.

No recuerdo en qué momento se cerraron mis párpados; sin embargo, el tiempo entre la noche y la mañana no puede pasar en un par de segundos, por lo que tuve que haberlo hecho a la fuerza. Aún así, no me sentía descansada; el sueñecito que me eché no debió haber sido suficiente, pero me era imposible volver al mundo de los sueños. ¿Alguna vez os ha pasado? ¿A qué es un completo asco tener sueño y no poder dormir?

Resignada, solté la almohada y me quedé mirando al techo, distrayéndome con los haces de luz que se escapaban del dominio de las persianas.

Me puse a pensar en lo extraño que me resultó el sol la primera vez que fui al mundo humano; y la lluvia, ni te cuento. Veréis, aquí (y creo que en la mayoría de las dimensiones) el cielo se ilumina o se apaga y, a veces, la atmósfera se vuelve líquida (aunque se puede respirar en ella) para hidratar las tierras y demás; puede que os parezca raro, pero aquí los raros sois vosotros. Eso sí, lo de la nieve es un gran invento; flipé durante mi primera misión invernal.

¿Por qué os cuento esto? Pues porque me aburro, ni más ni menos. O me aburría hasta que vi un cambio en la luz; el resplandor de un móvil saliendo del salón.

Con extremo cuidado, lo seguí; aquello me producía curiosidad y no tenía nada más que hacer bajo las mantas. Suerte que no desperté a nadie.

¿Adivináis a quién me encontré en el pasillo, mirando fotografías en su teléfono móvil? No podía ser otra persona, estaba claro; Layla Runes tenía que ser. El enojo seguía ahí, así que tuve que contenerme para no romperle la nariz.

— ¿Qué haces?— eso sonó un tanto brusco, pero me importó bien poco.

— Estar ocupada; vete a dormir, Aura— respondió, como si tuviera algún poder sobre mí. Por si no ha quedado claro, ella no me manda.

— No, gracias; estoy despierta por tu culpa y quiero saber el porqué— no era del todo mentira, pues, aunque ya conocía la razón de mi desvelo, ésta era mi enfado contra ella; técnicamente, que estuviera allí, de pie intentando saber lo que hacía, era su culpa.

— Pues, si tanto te interesa, estoy intentando ayudarte.

— ¿Ayudarme?— ella ha pulsado el interruptor, no me culpen de la explosión—. ¡Claaaro! ¿Cómo no se me había ocurrido? ¡Cómo tu ayuda me ha venido tan bien últimamente! Mira, si es "ayuda" como la de ayer, ni te molestes; prefiero desangrarme a tener que oír otra de tus falsas pistas.

Quizá fui muy dura, pero tenía que desahogarme; además se lo tenía merecido.

— No hace falta tu sarcasmo, ¿sabes? Sé que la pifié por no saber explicarme. He intentado dibujar el paisaje; sin embargo, parezco una niña de tres años pintando— abrió otra pestaña, mostrándome un lienzo blanco (de esos que te proveen las aplicaciones de pintura), sólo adornado con un par de garabatos mal hechos. No pude evitar reírme; el arte no es lo suyo ni por asomo—. Ya, ya, no seas cruel. El caso es que, dadas mis nulas habilidades para describir y dibujar, decidí buscar la imagen que tengo en la cabeza en Internet— vaya, una solución inteligente; no me lo esperaba de ella. Aún así, mantuve mis expectativas bajas; no quería cantar victoria antes de tener un nombre o unas coordenadas.

— Vamos a la biblioteca— sugerí—. Allí los Stone tienen un atlas en el que están escritos, entre otros lugares, los nombres de las playas; así evitaremos repetir costas.

— ¿Vas a ayudarme?— asentí con vigor—. ¿Es en serio?— ya se emocionó, no es para tanto; me viene bien y ya—. Creía que estabas enfadada conmigo.

— Para que mentir, quería matarte— confesé; creo que casi le da un soponcio (o un ataque cardíaco, o puede que estuviera a punto de desmayarse; ni idea, pero entendéis lo que quiero decir). Antes de que pasara nada, me apresuré a tranquilizarla —. Tranquila, estás a salvo; a menos que me hagas enojar más de lo debido, todo sea dicho. A lo que iba: soy la primera que quiere que tu plan funcione. ¿Por qué no echarte una mano?

Un poco recuperada de la impresión (descubrir que has estado cerca de la muerte sin tú saberlo no es plato de buen gusto), Layla asintió. En silencio (sí; después de hablar tan alto, nos esmeramos en hacer el menor ruido posible, ¿alguien le ve la lógica?), nos dirigimos a la biblioteca. ¿Qué cómo sabía dónde estaba? Una lectora reconoce el olor de los libros; además, un olfato hiperdesarrollado (propio de aztis entrenados) ayuda, y bastante.

Estuvimos horas revisando y descartando nombres de playas, bahías y fiordos (tampoco es que Layla supiera que eran los dos últimos antes de mis explicaciones; no estábamos para nada seguras de sí era una playa, en el sentido estricto de la palabra, lo que buscábamos).

Cuando los demás se levantaron (salvo Shauna, que se había dormido a las tantas de la madrugada; había estado "investigando" toda la noche y necesitaba visitar el país de los sueños), nos negamos en rotundo a ir al desayuno. ¡Teníamos mucho que hacer! Algunos (como Gabe) intentaron ayudarnos; sin embargo, pese a sus buenos propósitos, se rindieron al ver que sobraban en la ecuación.

Yo buscaba nombres y ella los tecleaba en Google; miraba la imagen y, para mi desesperación, negaba con la cabeza. Los demás no hacían ninguna falta. Éramos una máquina bien engrasada, enfrascada en una búsqueda infructuosa.

— ¡Esto es frustrante!— proclamó ella, creo que hacia las doce del mediodía; para que veáis lo duro que trabajamos—. ¿Cuántos nombres hemos revisado ya? ¡Unos mil por lo menos! ¡Y nada! Empiezo a pensar que esa playa no existe y que Alberto me ha estado tomando el pelo todo el rato.

Dicho aquello, se dejó caer en el asiento de manera dramática.

La verdad, yo también me estaba desesperando y casi estaba dispuesta a aceptar aquella teoría de la vida pasada mentirosa (sería extraño, mas no implausible). Sin embargo, no iba a rendirme.

— Sé que esto es un asco y que parece que no avanzamos nada, pero te aseguro que descartar tantos lugares dará sus frutos; si no, que me caiga un rayo— estaba confiada; las tormentas eléctricas son cosa del mundo humano.

— Si tú lo dices... Tximista— ups, olvidaba que ese fue el primer hechizo que les enseñe; fallo mío—. ¿Te convences ya de que esto es una pérdida de tiempo?

No pude responder; la electricidad paraliza, por si no lo sabíais. Ella, aprovechando mi estado, me arrebató el mapa que en ese momento estaba consultando.

— ¡Estúpido mapa de las narices!— le gritó, como si el pedazo de papel tuviera la culpa—. ¿Por qué no me muestras lo que quiero saber?

Iba a romper aquel mapa inocente, pero algo la detuvo; un resplandor multicolor que le obligó a soltarlo de sopetón.

Lo que pasó a continuación ni yo misma lo entendí muy bien. La luz aminoró, pero no se extinguió; más bien, se concentró en ciertas zonas del mapa, creando un camino a través de éste. El mapa había respondido a la pregunta de Layla.

— ¿Qué demonios ha pasado aquí?— grité/pregunté.

Nunca había visto ese tipo de conjuro. Aunque, pensando con la cabeza fría, puede que tuviera algo que ver con la magia Denborazioa y el poder de Layla como Espazio; las distancias, localizaciones y cosas así debían ser para ella como para mí rasgar la fina capa interdimensional. Ya, claro, pero en aquel momento no estaba para razonamientos; mi mente estaba en blanco.

Layla no parecía estar escuchándome; lo que tenía en frente la tenía hipnotizada. En trance, tocó el extremo de la línea que desembocaba en la costa. A la velocidad de la luz, una imagen apareció, flotando encima de su dedo.

Pudimos ver, maravilladas, una playa cuya arena era de cristal semitransparente; cada grano distorsionaba la luz, creando entre todos un espectáculo de luces impresionante. Pequeñas caracolas blancas y conchas multicolor se encontraban diseminadas por aquella arena resplandeciente. Las gotas de agua parecían tener luz propia, de una tonalidad azulada; al vaivén de las olas, los dos tipos de destellos se entremezclaban antes de volver a separarse. Una roca negra, cubierta de runas parecidas a las del templo (y lapas, todo sea dicho), dominaba el paisaje desde el centro.

Sincronizada con las desaparición del bello paisaje, una pluma invisible trazó con tinta dorada las siguientes palabras: Playa Antzin. Después, el mapa volvió a su ser de objeto corriente, pero con las indicaciones ya escritas.

Layla y yo levantamos la vista al unísono.

— ¿Era...?— no tuve tiempo a terminar la pregunta. Ella asintió, confirmando mis sospechas— ¡Lo hemos logrado!

Mi entusiasmo en aquel momento no tenía comparación. Por fin, después de tanto investigar, habíamos encontrado lo que buscábamos.

Al fin, podía cumplir con mi deber como giltz e ir a ver al Leviatán.

La misión había comenzado.

🎵Cumpleaños feliz
A la escritora de aquí
La fiesta es pa(ra) mí
Pero hay un regalo pa(ra) ti.🎵

Así es, caracolas, hoy es mi cumpleaños y, justo por eso, os regalo un capítulo fuera de horario. ¡Yupi!

Os preguntaréis, ¿y por qué he mareado tanto la perdiz para llegar a este punto? ¡Layla podría haberlo descrito bien y ya! Es verdad, pero entonces no sabríamos nada de sus poderes. ¿Nada? Vale, quizá tuvierais alguna sospecha (como cuando el pomo del cajón donde estaba la carta brilló cuando Layla buscaba algo interesante), pero esta es mi manera de presentarlos formalmente. Además, ¿a qué esto es más chulo que una simple descripción?

Bueno, ¡hasta (esta vez sí) el sábado!

¡Tarta virtual para todos XD! 🎂🍰🎂🍰🎂

Mireia

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro