Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

III "El ataque"

Iban rápido, pero sigilosos, sabían que en un túnel sus pasos podían ser escuchados ante el más mínimo error; el olor a humedad se filtraba a través de las máscaras con cada respiración, el traje térmico mantenía sus cuerpos cálidos contra la frialdad del subsuelo y la oscuridad se combatía con las gafas de visión nocturna. Pese a todas sus ventajas, Morgan no estaba tranquila; seguía teniendo esa sensación latente de que algo saldría mal, una que había aprendido a no ignorar desde muy joven.

—¿Escuchan eso? —preguntó Jasper a través del micrófono instalado en los cascos.

—Estamos cerca, hay que ser más cuidadosos —indicó Morgan, apagando sus gafas y notando que el túnel ya no era tan oscuro como cuando entraron—. Hay más claridad en esta zona.

Jasper fue al frente, indicando con la mano que lo siguieran. Tardaron cinco minutos más, pero finalmente encontraron la bifurcación en el túnel que mostraba una puerta estrecha. El rubio usó los drones para sujetarla y moverla ligeramente, mientras Morgan envió los suyos en forma invisible a través de la habitación. Todos podían ver la imagen en la pantalla de sus cascos: era un espacio abierto, había maquinaria industrial en el límite y otras dos puertas a la derecha; una de ellas de un ancho tal que era obvio que la usaban para entrar o sacar material grande y pesado. No había nadie a la vista, pero las máquinas estaban funcionando, así que debían de haber personas por alguna parte.

Morgan miró a Jasper, asintiendo con la cabeza en una orden muda para avanzar. Abrieron la puerta con ayuda de los drones, que silenciaron el sonido de manera efectiva antes de permitirles pasar y volver a cerrarla; Jasper decidió dejarlos allí por si necesitaban huir. Jared e Izan enviaron sus drones por la puerta más pequeña, mientras Alan investigaba la puerta grande de carga y Morgan se acercaba a las máquinas.

—Este es un extractor —comentó, señalando a la máquina oscura que hacía el mayor ruido de todas—. Parece estar usando la tierra de fuente de energía.

—Lo envía hacia un procesador para generar electricidad —completó Jasper, revisando los tubos que transportaban la extracción.

—¿Qué son estas entonces? —preguntó Morgan, desviándose hacia las otras dos maquinarias que procesaban un líquido violeta y otro azul, vaciándolos en grandes tanques con succionadores.

—Será mejor que nos separemos, juntos no lograremos abarcar todo el lugar antes de quedarnos sin tiempo de invisibilidad —propuso Izan, acercándose a ellos.

—Alan y Jared, vayan por el túnel izquierdo; Jasper, tú revisa a dónde lleva la puerta pequeña; e Izan, tú te quedas aquí  —ordenó Morgan, cargando su arma—. Mantengan los comunicadores encendidos y sus armas listas. Diez minutos antes de que el tiempo termine, si no hemos conseguido nada, regresamos aquí y nos retiramos por el momento.

No discutieron las órdenes, se limitaron a retirarse por los caminos designados mientras Morgan seguía la ruta de las tuberías de los succionadores. Avanzó sigilosamente por un pasillo apenas iluminado, siguiendo en todo momento el ruido acuoso del líquido cuando las tuberías desaparecieron en las paredes. Un golpe de algo cayéndose a su derecha la sobresaltó, notando la puerta entreabierta que dejaba escapar luz de su interior; se acercó a paso lento, mirando por el espacio dispuesto y observando al hombre que estaba dentro recogiendo unas carpetas del suelo.

Aprovechó el momento en que el hombre le dio la espalda para abrir lo suficiente la puerta como para pasar. Usando su invisibilidad a su favor, caminó alrededor del chico, porque estando cerca Morgan pudo notar que no podía ser mayor que ella. El muchacho pareció notarla, o por lo menos percibir la mirada sobre sí mismo, porque se puso de pie abruptamente y, con manos temblorosas, tomó una pistola que había en el cajón abierto del escritorio cerca de él.

—¿Quién anda allí? —preguntó el chico con voz nerviosa, apuntando con el arma en todas direcciones; Morgan tuvo que contener una risa.

No tenía el tiempo a su favor, así que lamentó no poder jugar con él. Se abalanzó hacia adelante veloz, golpeando con su pie, en una patada alta, la pistola lejos de las manos del muchacho y luego le presionó el cañón de la suya directo en la frente, desactivando la invisibilidad de su traje.

—Perdón, perdón, perdón —suplicó el joven, agachándose hasta quedar sentado en el suelo y alzando las manos enfrente suyo en una petición de misericordia.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Morgan, sin dejar de apuntarle en ningún momento.

—Issac —respondió él en un murmullo ligero.

—Bien, Issac, dime qué demonios es este sitio —exigió Morgan, quitándole el seguro al arma lentamente, dejando que el sonido de ese gesto penetrara en la mente del muchacho y lo hiciera consciente del peligro.

—No deberías estar aquí —masculló Issac, su cuerpo siendo dominado por los temblores—. Ellos no te dejarán salir, el protocolo de emergencia lo prohíbe.

—¿De qué coño hablas? —demandó Morgan, sin entender nada.

—Nos enseñaron… nos enseñaron a no temerle a la muerte —farfulló Issac, ignorando la mirada confusa de Morgan—. Debes irte, es peligroso —su voz se rompió entre llantos, y Morgan bajó la pistola.

—No vengo sola. Si cooperas, podemos ayudarte —dijo suavemente, buscando consolarlo, pero sus palabras parecieron encender una llamada de desesperación en el joven, que abrió los ojos en terror y se tiró hacia adelante, aferrándose a la pierna de Morgan.

—No, por favor. Deben irse todos —suplicó aterrorizado, lágrimas y mocos corriendo por su rostro—. Los van a soltar. ¡Los van a soltar!

—¿A quién? ¿De qué hablas? —insistió Morgan, sujetando con su mano libre el hombro del chico.

Las luces se volvieron rojas de repente, un pitido de alarma de emergencias sonando por el lugar de forma estruendosa. Morgan miró hacia las computadoras que habían a su alrededor, notando como iniciaban un proceso de eliminación de archivos y cortocircuitaban, apagándose entre chispas eléctricas.

—Ya es muy tarde, ya es muy tarde, ya es muy tarde —farfulló Issac, sentando en el suelo, con las rodillas pegadas a su pecho y sus manos sujetando su cabeza de forma frenética.

Morgan quiso preguntarle para qué era tarde, pero sus palabras se vieron opacadas por un gruñido proveniente detrás de ella. Se giró lentamente, observando la puerta que había en la parte posterior de la habitación, y que ella no había notado, ser abierta por una mano deforme y larga que tenía un extraño color violáceo.

De entre la oscuridad del pasillo, surgió a través de la puerta un cuerpo humanoide, musculoso en alguna manera deforme, y cuyos ojos oscuros inyectados de algo violeta brillante la enfocaban a ella solamente. Se miraron uno al otro, bestia y humana, mientras Morgan intentaba mantener su respiración estable y alzaba su arma. El grito de dolor que resonó por los pasillos le erizó la piel, pero antes de tener tiempo para correr fuera y ver quién era el herido, esa cosa se abalanzó sobre ella.

Saltó hacia atrás, disparando su arma y viendo las balas impactar en el cuerpo desproporcionado; un líquido negruzco se extendió por la piel, proveniente de la herida, pero aquella bestia no desistió de su intentó. Morgan se tiró al suelo, rodando sobre sí misma e incorporándose a tiempo para volver a disparar, viendo como aquel ser permanecía inmutable ante sus heridas.

La bestia saltó sobre una mesa, derrumbándola y usándola como apoyo para brincar más alto, chocando contra Morgan y derribándola. El suelo la recibió con un abrazo doloroso, sacando todo el aire de sus pulmones; pero Morgan se concentró en colocar su arma delante de las fauces que se acercaban peligrosamente a su rostro.

Su casco estaba roto, el cristal de la pantalla le dificultaba la vista por las grietas, la salvia caliente del ser humanoide se quedaba pegada al plástico y sus fuerzas para mantener el arma en la boca de este y hacer presión iban mermando. Sintió la punzada de dolor cuando las garras de la mano izquierda del monstruo rasgaron su traje y cortaron la piel de su cadera y muslo, su sangre manchando el suelo. No resistiría mucho más. Tenía que lograr detenerlo, pero no tenía nada cerca que usar a su favor y las balas no funcionaban.

El disparo vino desde atrás. Morgan sintió primero el calor de la sangre negra cuando esta cubrió su cuerpo y el casco, luego a la bestia perdiendo fuerzas y el peso de este al desplomarse sobre ella. Un gruñido escapó de su garganta cuando usó su propio peso para quitarse el cadáver de encima, retirando con movimientos erráticos la máscara de su rostro. Respiró pesadamente, sintiendo el alivio de haber sobrevivido, y luego se quedó atónita al ver a Issac con un fusil en la mano.

—Las balas son especiales, están hechas p… para matarles —explicó el muchacho entrecortadamente, su voz fallando por momentos. El arma temblaba en sus manos y su cuerpo parecía al borde del colapso.

—¿Qué son esas cosas? —preguntó Morgan entre jadeos, incorporándose y caminando hacia la mesa con una obvia cojera en la pierna derecha, donde había sido herida.

—Son parte del experimento… son… es... —el chico parecía confundido, como queriendo rescatar algo de su memoria que no lograba alcanzar—. El proceso ya ha empezado. Aquí, toma —dijo, quitándose la bata y tirándosela a Morgan; quien la atrapó y la rasgó, usándola para vendar las heridas de las garras.

Lo vio correr hacia el otro lado de la habitación y sacar del cajón inferior una caja pequeña de color negro. Regresó a dónde estaba ella, empujando con sus brazos la computadora que se encontraba encima de la mesa en un gesto barrido y colocando la caja encima. Morgan observó como él la abrió, mostrando una jeringuilla pequeña con un líquido transparente, unas pinzas para separar, un bisturí, un par de guantes y lo que parecía ser un extractor biológico.

—Tienes… tienes que sacarlo tú —explicó él, sentándose en la silla y dándole la espalda—. ¡Ahora!

Ella no entendía qué pasaba, pero por la urgencia en el muchacho supo que nada bueno era. Se quitó los guantes del traje, sustituyéndolos por los de látex de la caja; tomó la jeringuilla pequeña donde se leía en letras azules "lidocaína", un anestésico local, e inyectándolo en donde el dedo tembloroso del chico señalaba: en un lateral de su cuello, detrás del músculo esternocleidomastoideo.

La inyección fue rápida, y Morgan cortó con el bisturí siguiendo la línea imaginaria que Issac le indicó. La sangre corrió ante su corte, pero ella no se detuvo. Usó las pinzas para abrir más la incisión, tocando con la punta de su dedo un objeto duro que no debía de estar allí.

Tragó grueso cuando colocó el extractor en la herida, presionando el émbolo y viendo como este succionaba como un sacacorchos, extrayendo de dentro de la piel un dispositivo pequeño que Morgan rápidamente sacó de su interior y colocó en la mesa. Buscó algo para suturar la herida, pero no encontró nada. No había con que curarlo. El sonido sordo del cuerpo cayendo al suelo la alarmó, haciéndola girar y arrodillándose para sostener con sus manos ensangrentadas el rostro de Issac.

—¡Issac, no te mueras, hazme el puto favor! —exigió Morgan, la desesperación dominándola.

—Tran..quila, es normal… El sistema... lo entenderás —una tos sanguinolenta se apoderó de Issac, haciendo que manchara el rostro de Morgan con sangre y que ella viera como esta se deslizaba por la comisura de su labio.

—¡No te puedo haber matado! ¿Entiendes eso? ¡No te puedo matar! —exclamó Morgan, un terror indescriptible derrumbando su entereza.

—No lo haces… es… es dispositivo… ya lo entenderás —murmuró Issac entre buches de sangre, tosiendo una última vez antes de que sus ojos se quedaran fijos y un último aliento escapara de su cuerpo.

Se aferró a sus palabras, a la forma en que este le aseguró que ella no lo había matado. No podía haber sido ella. Cerró los ojos, respiró profundo, impregnando sus pulmones del olor metálico de la sangre y las balas, del olor de la muerte, dejando que el sonido de la alarma irritara sus oídos hasta que se volvió parte de sus sensaciones, permitiéndose dominar su cuerpo y mente una vez más.

«Tres»

Se quitó lo guantes en un gesto rápido y se incorporó, girándose hacia la mesa.

«Dos»

Tomó el dispositivo USB diminuto y lo guardó en el bolsillo interno de su traje.

«Uno»

Recogió el fusil del suelo y salió hacia el pasillo. Disparó.

***********
Buenas, buenas, estoy de regreso por aquí, espero que el capítulo les haya gustado. Como es obvio, la trama es más que solo el romance, si se puede llamar así, de Morgan y Johana, pero en fin, déjenme sus comentarios y pasen al siguiente capítulo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro