Capítulo 8
Habían estado varios días remando en el mar, sin mapa y un bote de remos todo era difícil aunque Reaper intentaba hacer más esfuerzo que su capitán, cada vez que Geno descansaba se veía en él una mirada extraña... melancólica, pensativa, seguía sin saber qué había pasado entre él y el castaño en las horas que estuvo preso. Pero sintió que lo mejor era callar y seguir hasta encontrar tierra, descansar, curar sus heridas físicas y mentales. Debían empezar de cero, un barco, una tripulación y dinero para costear todo, el mundo había sido cruel con ellos después de obtener tantos tesoros.
Cuando llegaron a tierra fueron a una pequeña ciudad, con dolor Reaper vendió el bote a un pescador para ganar unas cuantas monedas y así poder pasar aunque sea una noche y tener algo de comer, buscaron un lugar barato y de mala muerte... Compartirian el cuarto y la cama, sin dinero, sin barco, sin hombres y sin sus tesoros; eran piratas que habían pasado a ser unos pobres sin nada, vagabundos de mar con ropa andrajosa que ahora de grandeza ya no tenían.
El albino se había quedado sentado en la cama de aquel cuarto mirando por la ventana el mar que estaba relativamente cerca de la ciudad, la tierra y el cielo se mezclaban casi en armonía si no fuera por las luces de aquellos que habitan la zona, no pasó mucho para que el azabache volviera a entrar con cuidado mirando a su capitán, sentia que debia pedir explicaciones, pero estaba dudoso de ello. Suspiró para acercarse y sentarse en la cama dándole la espalda al ajeno.
— Esto es como una pesadilla...—Habló el albino de pronto.— Parpadeamos y todo lo que forjamos se fue... Todos mis logros, todos esos tesoros que eran la prueba de mi avance se esfumaron entre mis dedos... Como simple arena...
— Esto no significa nuestro fin, capitán, solo ha sido un pequeño obstáculo del que puedes superar. —Animó, sin resultado aparente, el azabache pisó repetidamente el suelo sin hacer fuerza, pero le ponía bastante inquieto saber que se estaba perdiendo de algo.
— Dudo que consigamos lo que demoró años en unas simples semanas.
— Geno, creo que se te olvida algo. —Reaper se levantó, dándose cuenta que también había algo del que el contrario no estaba consciente, quizás era su única alternativa para poder recuperar su chispa. Buscó hasta encontrar la calavera culpable de todos los males y vivencias actuales, dudoso lo mostró mirando al albino— Esto es mucho más de lo que creemos.
— Si te refieres a que da mala suerte, creo que ya me di cuenta...
— No, no es eso, es un poder mucho más real que los talismanes, esto nos puede llevar a tener todo con solo llevar esto donde pertenece.
El menor dedicó su mirada confusa al adverso, estuvo quieto por un momento hasta abrir ambos orbes al caer en cuenta de lo que hablaban.
— ¿Una llave?
Reaper asintió, sonriendo al lograr su objetivo, después tendría tiempo para saber lo que le sucedía con detalle, no era la idea llamar su atención solo para eso, estaba preocupado, pero no podía ser tan idiota como devolverle a su estado tan rápido.
— Sí. —Dejó que el albino tomará la calavera, inclinándose hacia un lado— Aún así, del modo que lo supe parece un cuento, me lo contó justamente el que me había noqueado esa noche.
— ¿Y confías en quien te noqueó y posiblemente encerró en la celda? Porque supongo que eso sucedió.
— Hehe... Por eso digo que parece un cuento. —Reiteró— Más cuando hablamos sobre la leyenda del príncipe de los mares y tener con esto la posibilidad de ser el rey del océano... Sé que suena loco y más cuando me lo contó y confesó, pero... —Acarició con sus manos aquella joya— Esta joya te llama... y le creí cuando me dijo que el maldito de Pesadilla la quería, no es algo común, lo quiere por el poder y entonces le creí.
— Reaper...
—Geno, tu lo has sentido, si quisieras deshacerte de esto lo hubieras hecho, pero te tienta saber hasta dónde podemos llegar, ¿no es así?
—... Tú eres quien lo mantuvo con nosotros ahora. —Excusó, mas, su defensiva no duró mucho, volviendo a desviar la mirada a la ventana— Pero... Sí, desde que la tuve en mis manos, viendo el horizonte... Esa calavera tiene algo.
— No sé si todo lo que dijo ese rubio es verdad... Pero sé que sí Pesadilla lo quiere es importante y me niego a renunciar a esto, quizás sea hasta la solución a nuestros problemas y ahora...— Dudó, pero quería decirlo— Pero ahora quiero ir hasta el fin del mundo para saber qué nos traerá esta joya.
El albino sonrió, había estirado suavemente sus comisuras formando una expresión distinta a la turbia de hace días, miró al contrario, antes de asentir. Aquello alegró al contrario quien guardó la joya nuevamente, por ahora era mejor tenerla en su poder.
— Creí que ibas a usar algún coqueteo para arruinar toda tu persuasión.
— Oh vamos... A veces solo bastan mis cuerdas palabras para que caigas a mis pies —Pronunció coqueto y divertido.
— Ya quisieras. —Rió, dándole un empujón con el brazo, se sentía mejor con esa charla, mucho más determinado para seguir con aquella dificultosa aventura, si todo lo que decían sobre esa calavera era verdad, ya no tenía nada que perder, el mar era extenso, era poco posible volver a verse con el pirata de cabellos castaños, y pese le afectara, sabía que necesitaba ese largo tiempo, debía conseguir todo lo que perdió, y sabía que no estaría solo en la travesía.
— Ese es el Geno que yo conozco. —Pronto se levantó— ¿Qué tal una buena comida y bebida para celebrar? —sugirió con determinación al verlo de ánimos.
— Me parece bien, mano derecha.
— ¡Bien! Conseguí algo de dinero~ Así que traeré el mejor festín de la vida. —Posó su mano sobre el pomo de la puerta— No hagas nada estúpido.
— Eso debería decírtelo a ti, Reaper.
— Confía en mí, nene. —Y con ello abrió la puerta y se fue dejando al albino solo.
El albino solo sonrió, pero una vez estuvo solo nuevamente su sonrisa se esfumó cual viento y su mirada se posó sobre la ventana donde el horizonte y el mar se mezclaban, suspiró, siempre pensó que Blard se quedaría en sus recuerdos de joven, sus recuerdos de amantes, pero ahora estaba ahí... Había ido por él, había cruzado el mar solo por él. Aquello le hacía sentir feliz, pero triste al mismo tiempo, era una combinación de sentimientos que todavía no podía manejar, le costaba aceptar que lo que creyó haber olvidado había vuelto con mayor intensidad, y no se refería al de ojos escabeches, se refería al sentimiento.
No podía decir que era igual al de antes, eso no era posible, llevaban más de una década sin encontrarse, pero debió haber existido una razón para resguardar con anhelo su collar, pudo haberlo perdido, arrojado o vendido, pero no, jamás lo hizo, contuvo un suspiro, pesado, sabía que le costaría alejar ese tema de su cabeza, más cuando estuvo a solo centímetros de volver a sentir lo que era su cariño, tan extraño y desconocido... No obstante volvieron a separarse, había algo que lo estaba impidiendo, y era esa joya.
Se preguntaba que si hubiera tenido aquella joya ahora en sus manos la hubiera lanzado, tomaría un bote e iría a buscar a Blard... Pero solo eran pensamientos fugaces de que el contrario llegará para decirle que había vuelto por él, gruñó al notar aquellos pensamientos de adolescente enamorado volver a su mente, ¿Qué sería de él ahora?
No pudo continuar en sus reflexiones cuando tocaron la puerta, instantáneamente pensó que se trataba de Reaper, se habrá olvidado algo, pensó. Se levantó de mala gana, girando el pomo con lentitud, esos segundos hicieron que su estómago se apretase, con un mal presentimiento, una habilidad propia de un pirata en su estado. Su reacción no fue la adecuada, la puerta azotó con fuerza y pronto un golpe en su abdomen llegó, haciéndole perder el equilibrio por el ataque sorpresa. La puerta se cerró cual delicada porcelana.
— ¿Es posible caer más bajo? —Habló con burla aquella voz, el albino tomó su abdomen con sus manos y cuando quiso mirar su cabello ya había sido tomado con brusquedad— Capitán Veren, cuanto tiempo sin vernos, ¿no?
— ¿Q...Qué haces acá? No tengo n...nada que te interese. —Dijo a medias, tratando de quitar sus manos de su cabello, le dolía, pero no debía mostrar mayor debilidad.
— No te hagas... Sabes bien lo que busco, bastardo, ustedes dos huyeron con lo que me pertenece —Bramó lo último para jalar más los cabellos ajenos, sacándole un ligero quejido — Así que habla o te arranco el cabello si es necesario...
Geno calló, no debía decirle dónde estaba el tesoro, no podía perder el apoyo que tenían en las manos equivocadas, si debía sacrificar su salud física, lo haría. Ante ese silencio, el de cabellos oscuros no soportó más y tiró sin piedad al contrario, alzó su mano haciendo que dos de sus hombres entraran y empezaran a buscar por todas partes, sin importarles si destrozaban las cosas de por medio, para evitar que hiciera algo estúpido, posó su pie sobre su cabeza, haciendo algo de fuerza, si a las "buenas" no aceptaba, no tenía de otra que torturar, de todos modos, lo necesitaba por todo lo que hicieron esas ratas.
— Nada Capitán — habló uno de los hombres.
— Veren... Eres un tipo inteligente, ¿Me dirás dónde está o tendré que sacártela a las malas?
—... Púdrete en el infierno.
— ... Ja... Linda respuesta —Miró a su otro hombre y al verlo negar solo gruñó, se agachó para volver a tomar los cabellos ajenos y jalar— Veren... Será acaso... ¿Que tu mano derecha se lo llevó? —El albino hizo un gesto que delataba la verdad— Tan fácil de leer~
Sonrío cual psicópata haciendo un gesto a sus hombres para que salieran por aquel hombre de cabellos negros, sin delicadeza y total odio jaló más los cabellos ajenos para que este se levantara y no pararía hasta que el albino lo siguiera.
Geno se quejaba bajo, aguantando como podía el dolor, sabía que algunas hebras de su cabello se separaban de su unión en su cuero cabelludo, no le quedaba otra que seguirle a rastras sin saber a dónde se dirigían, no tardaron mucho, hasta se sorprendió del rápido viaje, llegaron a la costa, las olas llegaban con calma a la orilla, fundiéndose en la blanca arena. Confundido esperó acciones del pelinegro, quien lo llevó cerca de un árbol que reposaba sin importar que no estaba en la tierra sus grandes ramas con unos frutos pequeños.
Una vez estuvieron cerca de aquel curioso árbol pararon, el viento chocaba cual cuchillas en la piel, el pelinegro tomó la mandíbula ajena con su mano libre apretando sin temer a dañar al contrario, el albino intentaba mantener la cordura sin demostrar el dolor que ahora las manos ajenas daban a su rostro.
— Debiste quedarte con el idiota de Brand...¿Crees que los dejaré ir con aquello que he buscado durante años? ¡¿Con lo único que me acerca a él sin castigo?! ...Estás equivocado... Si tu amigo no llega aquí pronto... —Rió — bueno...ya lo verás ~
— Aún lo encuentres, él no te dará nada. —Le amenazó, era su única opción verbal, trató entonces de patear su cuerpo, algo torpe por el agarre, no logró su objetivo, pues Nightmare estaba bien apoyado en la arena, agarrando del cuello al contrario harto de todo su esfuerzo sin sentido, Geno seguía débil mentalmente como para recuperar sus fuerzas físicas, y eso era una ventaja para el mayor.
— Me obligas a ser el malo de la historia, ¿Lo sabías? —Pronto uno de sus hombres se acercó con un pequeño frasco— A este paso seguro tu mano derecha viene para acá, pero antes debo castigarte... Enseñarte una lección de por qué nadie se mete conmigo...
Fue un tono tan lúgubre y frío que erizaría la piel de cualquiera, tomó aquel frasco que el albino reconoció como savia, no entendía qué pasaba y menos como algo así podría dañarle, pronto sintió su rostro ser levantado, maldita diferencias de altura maldijo para sí mismo, no pasó mucho para que el hombre de aquel pirata tomará su rostro y lo obligará a mantener su ojo abierto.
— Con esto tu vista cambiará para siempre...G-E-N-O.
Su voz quedó cual eco y susurro por un grito desgarrador por parte del menor, aquella savia había caído despacio hasta su ojo, un ardor indescriptible llegó viajando por todo su cuerpo, no entendía qué sentido tenía que aquella sustancia lechosa provocara tal dolor insoportable, siendo tirado al suelo donde cubrió su orbe con ambas manos, temblando, no dejaba de arder, era tanto que hasta sacarse el ojo sería forma de apaciguar el dolor. Entre quejidos, Nightmare rió sádico, sin dejarle terminar su tortura al escuchar otro grito no proveniente de Geno.
— ¡PESADILLA!
— Oh...— pronunció sin más— Morte, que alegria es ver que nos encontraste.
— Pesadilla... —No continuó al ver a su compañero en el piso— ¡GENO!
— N-No te... ngh, acerques. —Dijo Geno lo suficientemente alto para ser escuchado, el mayor le tomó nuevamente del cabello, con gracia al ver ambos rostros, uno de furia y otro de dolor.
— Será mejor que le hagas caso, pirata, o mis hombres se encargaran de tirarte lo mismo que provocó a esta rata en su ojo.
Con su otra mano, quitó las falanges ajenas que cubrían su rostro, Geno cerraba ambos ojos con fuerza, las lágrimas estaban cayendo pero en el lado derecho era más sangre, a la par de un gran zarpullido alrededor de su cuenca, Reaper se alteró.
— ¡¿Qué le has hecho?!
— ¿Yo? Pues nada, todo fue trabajo de esta savia, pirata Morte... ¿Sabes en dónde estamos parados?
— En el Mar del Caribe.
— Exacto, y sabiendo eso es fácil reconocer a este árbol, el árbol de la muerte. —Esbozó una gran sonrisa— Tiene una gran variedad de toxinas, su savia y su corteza provoca efectos drásticos en la piel, imagina en algo más sensible como en un ojo. Veren acaba de perderlo.
Reaper al dar pasos al frente provocó que el atacante volviera a actuar, arrastrando al albino hasta dejar caer su rostro y manos que por inercia se movieron al tronco del árbol, Geno volvió a quejarse, intentando separar su rostro de la corteza, Nightmare se lo impedía, riendo por el estado de Reaper por la satisfactoria tortura que otorgaba al de ropas claras.
— Su corteza como dije, es también peligrosa, provoca irritación severa en la piel.
— ¡Detente!
— ¿Sabes cómo detenerme? Dándome lo que me pertenece, esa calavera es solo mía y no debe estar en tus sucias manos. —Aseveró.
— Estás loco si crees que te la daré sin darte pelea.
— Y tú estás loco por preferir eso a salvar a este saco de basura. —Rió, volviendo a tirar al suelo a Geno, este por el recién ataque a su piel y ojo no paraba de retorcerse, quejándose por las heridas profundas en su epidermis, el azabache llevó su mano al mango de su espada— Bien, como siempre, debemos hacerlas por las malas ¿Verdad?, aún me falta agregar algo de este bello árbol.
Uno de los hombres le pasó a Nightmare una pequeña fruta de color verde, un endulzante aroma que tentaría a muchos en probarla, se acercó a Geno, agachándose para volver a alzar su cabeza desde sus cabellos, ya sensibles por el tironeo excesivo, éste ya no hacía resistencia, su cuerpo no dejaba de sentir el ardor, de una forma más silenciosa.
— Esta fruta, es capaz de matar a más de diez hombres con una mordida, primero entra a tu boca con un dulce sabor, pero después pica, y cierra tu garganta acortando todo tipo de paso, su pobre estómago no resistiría a esta fruta, morirá si tú no me pasas la calavera.
Reaper miró a su capitán, devastado y casi inconsciente, su rostro estaba totalmente dañado y rojo, además de la sangre que caía de su ojo derecho, no podía procesar que un simple árbol pudiera ser el responsable de todo ese daño, si era como su enemigo decía sobre la fruta, prefería rendirse a que esperar por los efectos reales de la fruta. Bajó la cabeza, tomando la bolsa que tenía amarrada, allí estaba la calavera.
Nightmare apenas vio su tesoro, dejó caer el cuerpo de Geno sobre la arena, agarrando la calavera sin antes darle un golpe evitando ataques sorpresas, Reaper se dejó, no podía arriesgar más la vida de su amigo.
— Mejor llevas a tu amigo con un buen medico, no vaya a ser que la savia afecte más partes de su cuerpo —Y con ello se fue riendo cual maniático mientras era seguido por sus hombres.
Sin importarle el reciente golpe recibido en su rostro, Reaper corrió hasta el adverso, tomándole con cuidado, horrorizado de lo que provocaba la savia que seguía haciendo su efecto, deslizándose junto a las lágrimas y sangre, llamó por su nombre algunas veces, siendo respondido por una débil voz.
— Geno... Mierda, nunca debí dejarte solo.
— No debiste... Darles... La calavera...
— Ya tendremos tiempo para eso, debo llevarte a un lugar que te atiendan.
Sin importarle las quejas del menor, partió corriendo en busca de ayuda, afortunadamente consiguieron el apoyo a tiempo, pero lo que acababan de vivir había sido un impedimento para seguir con el plan principal, todo se había atrasado pero no los detendrían, ambos piratas les carcomía la venganza, a uno por el hecho de que su amigo ahora había perdido su ojo y al otro por haber perdido magnífico tesoro. Pero una vez que Geno recuperó su vitalidad decidió concentrarse en lo que lo llamaba: el mar.
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