Capítulo 7
No todos los hombres que vivían de los mares y búsquedas de tesoros comparten el mismo inicio, muchos de ellos lo hacen al no tener de otra, otros por un simple capricho, no obstante, para el de ojos esmeralda no había empezado su embarcación a las peligrosas aventuras por esas razones, él solo buscaba un tesoro, y se trataba de buscar a su amor.
Blard era solo un joven que tenía una vida cómoda a las orillas del mar, su vida era simple y sin muchos hitos que detallar, solo hasta cuando conoció a Geno, un hermoso chico que le había enamorado y por cosas del destino, fue mutuo. Era un amor puro, así muchos espectadores podrían describirlos, aunque el albino siempre había tenido un sueño, el de ir por los mares, conocerlo a profundidad y encontrar al menos un tesoro.
Ese sueño llegó a ser una ambición, y el mayor no se mostraba reacio, le daba curiosidad y hasta le encantaba escuchar las fantasías ajenas, cuando contaba las mitologías, los seres que no todos tenían el privilegio de ver, Geno no quería vivir por siempre al lado del mar, quería vivir en él.
El castaño nunca lo detuvo, nunca vio motivos para hacerlo, hasta la noticia que le había dado su pareja hace más de diez años.
"Han estado buscando algunos hombres para hacer un viaje en el mar... Me inscribí."
Nunca supo por qué no pudo detenerlo en ese instante...
Geno se veía muy feliz como para decirle que no, Blard era permisivo y ver que a quien amaba ilusionado por cumplir su más deseado sueño, era imposible negarle. Estuvieron juntos desde jóvenes, y el de cabellos castaños y cortos mostraba su preocupación, pero nuevamente sus palabras hicieron de las suyas.
"Prometo que volveré"
Esas fueron sus últimas palabras antes de entrar al barco, la última sonrisa que vio por más de un año.
La ausencia del albino en un principio había sido tolerable, observaba con una sonrisa el horizonte preguntándose cómo estaría su amado, así había sido su rutina, silenciosa y monótona por la ausencia del menor. Hasta que pasaron los meses y su expresión cambió a una preocupada, atemorizada, de su cabeza solo sacaba terribles augurios, creyendo que una tormenta había azotado al barco dejando a su amado en los brazos de la muerte, ya no podía estar tranquilo sin recibir noticias suyas.
En medio de la desesperación comenzó a buscar información sobre el barco, hasta encontrar a un hombre que había visto en el embarque hace más de un año, preguntó todo lo que pudo hasta asfixiar al pobre hombre, y tras una corta explicación, Blard había caído de rodillas en la arena mirando la nada, Geno no había muerto, pero había aceptado más propuestas por su motivación, estaba teniendo su vida en alta mar.
Blard se sentía feliz por él, pero no dejaba de sentir las gruesas lágrimas por sus orbes, sintiendo como se caía en pedazos la esperanza de esa promesa que le levantaba el ánimo cada mañana. ¿Su amado ángel no volvería?
Tras días de reflexión, había tomado la resolución de buscarlo, temía muchas cosas, quería una explicación, quería oír sus palabras y ver su sonrisa, saber que estaba bien con su vida y ya no era necesario seguir esperando. Estaba desesperado y esa fue su única medida, ir por él, hacerlo regresar.
No fue fácil comenzar a navegar, no tenía ni la menor idea además de cómo encontrar a su pareja, por suerte había sido voluntario como marinero en recorridos no más de diez días y había sido favorable para manejar distintas naves que usaba como un hombre que solo viajaba de punto en punto para preguntar si habían visto a Geno. Hasta ganarse inclusive muchos seguidores por sus habilidades de maniobras, en todo su recorrido, quizás dos años, no hubo rastro del albino.
Sin embargo había estado en muchas aventuras que jamás creyó vivir, encuentros con seres tan mágicos que recordaba en retazos por las historias que contaba Geno, entre ellos un contacto directo con una criatura que estaba en medio de una noche atrapada entre las redes de los pescadores, era una sirena del que no dudó en ayudar, allí todavía no creía en todos los mitos, no creía que ese ser le lastimaría.
Existieron muchas más aventuras, sin embargo ya no podía vivir a costa de otros, y formó su propia tripulación con quienes se volvieron leal a él, se consiguieron un barco el cual mejoraron y Blard se sintió como un verdadero tripulante del mar.
Tenía su costo, el castaño ya no podía simplemente viajar, debía conseguir formas de que su gente estuviera con él en todo momento, no podía pagarles con servicios, mucho menos sostener su nave, debía sustentarlo con dinero, con tesoros, y ahí fue otro fuerte cambio para la mentalidad de Blard.
Conseguir tesoros era exhaustivo, al paso de los años había sobrevivido a muchas guerras navales, encuentro de botines, saqueos y sin faltar, la matanza. Sus manos saborearon lo que era arrebatar la vida a las personas, se había vuelto una actividad embriagante, hasta llegar al punto que enterrar una espada o lanzar una bala ya sea del cañón o su pistola, era normal.
Todo estaba cambiando, su entorno se había visto trastornado, se tuvo que llamar de otra forma, como el "Capitán Brand", tal seudónimo hacía alusión al fuego, solo un recuerdo divertido a cuando por diversión hacía malabares de fuego para divertir a los niños de su villa. Pero ahora el fuego se extendía en casas, en gritos despiadados de tortura.
El mar lo consternaba, pero la ausencia de Geno había sido el causante de perder gran parte de su razón.
Eso había sido por varios años, hasta encontrarse en medio de sus atracos a un hombre de cabellos rubios y largos pero con una capucha burdeo tapándole el rostro con un bastón similar a un pedestal, le causó mucha curiosidad, pero no era del todo un hombre asesino, quería ver si podía hacer un acuerdo con ese humano.
Ambos terminaron en una cantera sin beber ni un sorbo, Blard había decidido hacer un voto de no beber, pero lo que le sorprendió, fue la historia de ese joven.
Dream también tenía una misión, había pedido ser parte de su tripulación ante la coincidencia, buscaba a su hermano, pero su nombre debía acallar para que nadie del mar se asustara, era un pirata temido, mucho más que Blard, pero el rubio solo lo quería de vuelta donde vivían, hasta contarle la única manera de encontrarlo. La calavera, la llave del que uno podía encontrar un poder inmenso, muchos podían estar buscándolo, y entre ellos, podía estar Geno.
Eso fue suficiente para que ambos unieran fuerzas, Dream no actuaba en solitario y ganó más hombres, la búsqueda apenas había comenzado, solo hasta los días actuales, después de doce años desde la promesa incumplida.
— Tú lo prometiste... Y lo cumplirás. —Susurró mirando el horizonte el capitán, el mismo que veían hace años atrás...
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