15.- EL ÉXITO
Uno de los mayores sueños del ser humano, es encontrar la clave para ser famoso y rico, y de triunfar. ¿Podemos encontrar esa clave para que mi sueño se haga realidad?
Cuando la búsqueda de tal clave está la ambición, de seguro será un veneno que nos matara muy lentamente. Si queremos ser músico, sí podemos hacerlo, pero no pensemos que vamos a adquirir fama mundial. Si quiere ser mejor poeta, también lo podemos hacer, pero no piense que va a obtener el Nobel. Si quiere ser buen pintor, de seguro lo podrá ser, porque todo esto va en manifiesto de aumentar la creatividad. Pero, de algo debemos estar atentos y conscientes, que la creatividad no tiene nada que ver con el nombre y la fama, con el éxito y el dinero. No digo que si se presentan tenga que renunciar a ellos, si se presentan, estupendo, disfrútelos, pero que no sean lo que le motiven, porque cuando una persona intenta alcanzar el éxito, ¿cómo va a ser un auténtico poeta? Si su energía es política, ¿cómo puede ser poética? Si alguien intenta hacerse rico, ¿cómo va a ser un auténtico pintor? si toda su energía está centrada en hacerse rico, mientras que un pintor necesita toda su energía para pintar, y pintar es algo de aquí y ahora. La riqueza puede surgir en algún momento del futuro, puede surgir o no. No hay ninguna necesidad, todo es casualidad, el éxito es algo casual, como la fama.
La clave de todo es que no podemos forjar un camino para alcanzar el éxito. Insisto en que no estoy en contra del éxito. No digo que no haya que alcanzarlo, no tengo nada en su contra y me parece muy bien. Lo que digo es que no debe ser la motivación, porque entonces perderás de vista la pintura, la poesía, la canción que estás cantando ahora mismo. Cuando llegue el éxito tendrás las manos vacías porque a nadie le puede llenar el éxito. El éxito no puede nutrir, no tiene nutrientes, no es la riqueza en donde navega la felicidad. El éxito solo nutre la formalidad de lo material, del dinero, de lujos y todo lo que conlleva el ser una persona materialista. ¿No le hace ruido que muchos artistas famosos de todas las ramas siguen buscando la máxima creación en sus obras?. Solo debe investigar y ver que muchos llegaron a la mitad del camino consumidos por la droga, el alcohol y otros excesos. La mayor riqueza esta en lo simpleza de las canciones, pinturas. La fama y el éxito siempre se anidara en lo humilde que puede comunicar una obra, y no la persona que lo creo, cuando el ego se encuentra fuera de lo simple, es cuando se encuentra el éxito y la fama, pero de la que se quiere comunicar realmente.
Así precisamente le paso a Somerset Maugham, donde en su libro Conversaciones con Willie. El libro lo escribió Robin Maugham, sobrino del escritor. Somerset Maugham fue una de las personas más famosas, más ricas y con más éxito de nuestra época, pero esas memorias resultan muy reveladoras. Veamos lo siguiente, las palabras que Robin Maugham escribió sobre su famoso tío.
No cabe duda de que era el escritor más famoso y destacado de su época. Pero también el más triste... "Verás. Dentro de muy poco estaré muerto, y la idea no me hace ninguna gracia", me dijo un día..., y dijo eso cuando tenía noventa y un años. "Yo ya soy un vejestorio, pero no por eso se me hacen más fáciles las cosas", dijo.
Era rico, con fama mundial y todo lo demás,. A los noventa y un años seguía ganando una fortuna, a pesar de llevar muchísimo tiempo sin escribir ni una sola palabra. Los derechos de autor de sus libros le llegaban literalmente a montones, como también las cartas de admiradores. Por desgracia, lo único que no le habían reportado tanto talento y tanto éxito era la felicidad. Era el hombre más triste del mundo.
"¿Cuál es el recuerdo más bonito de tu vida?", le pregunté. "No se me ocurre ninguno", contestó. "Miré a mi alrededor —dice el sobrino—, el salón con el mobiliario inmensamente valioso, los cuadros y los objetos de arte que su éxito le había permitido adquirir. Su casa y el maravilloso jardín —en un enclave prodigioso a orillas del Mediterráneo— estaban valorados en seiscientas mil libras. Tenía once personas a su servicio, pero no era feliz.
Al día siguiente, mientras leía la Biblia, dijo: "He encontrado la cita: ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo si pierde su alma?". Entrecruzó y separó las manos con desesperación y añadió: "Querido Robin, he de decirte que ese texto estaba colgado enfrente de mi cama cuando yo era pequeño". Después lo llevé a dar un paseo por el jardín y dijo: "Verás. Cuando me muera me lo quitarán todo, los árboles, la casa, hasta el último mueble. No podré llevarme ni una mesa". Y se echó a temblar, muy triste.
Guardó silencio un rato mientras paseábamos por un naranjal y dijo: "He sido un fracasado durante toda mi vida". Intenté animarlo. "Eres el escritor vivo más famoso. Eso significará algo, ¿no?", pregunté. "Ojalá jamás hubiera escrito una sola palabra, —contestó—. ¿De qué me ha servido? Mi vida ha sido un fracaso, y ahora es demasiado tarde para cambiar. Demasiado tarde." Y se le llenaron los ojos de lágrimas.»
¿De qué puede servirte el éxito? Ese hombre, Somerset Maugham, vivió en vano. Tuvo una larga vida —noventa y un años—, y podría haber sido un hombre muy feliz, satisfecho, pero solo si el éxito pudiera proporcionarlo, si pudieran proporcionarlo las riquezas, una gran casa y los criados.
En última instancia, el nombre y la fama carecen de importancia, lo único que cuenta a la hora de la verdad es cómo hayas vivido cada momento de tu vida. ¿Con alegría? ¿Como una fiesta? ¿Has sido feliz con las pequeñas cosas? Al darte un baño, tomar té, barrer el suelo, pasear por el jardín, plantar árboles, hablar con un amigo o mientras estabas sentado en silencio con la persona amada o mirando la luna o simplemente escuchando el canto de los pájaros, ¿eras feliz en esos momentos? ¿Fue cada uno de ellos un momento de transformación de felicidad luminosa? ¿Irradiaba alegría? Eso es lo que importa.
Me pregunto si puedo hacer realidad mi deseo. No, en absoluto, porque ese deseo de la fama puede llegar a ser tu peor enemigo y como la droga misma te destruirá. Un día, cuando te topes con esa frase de la Biblia. "¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo si pierde su alma?", llorarás de frustración y dirás: "Y ya es demasiado tarde para cambiar. Demasiado tarde".
Fíjate en lo que paso con buda, cuando un día llego a una ciudad,. El rey tenía ciertos reparos en ir a recibirlo. El primer ministro le dijo:—Si no vas a recibirlo, acepta mi dimisión, porque no podré seguir a tu servicio.
El rey preguntó:—Pero ¿por qué? —Aquel hombre le resultaba indispensable, y sin él se habría sentido perdido, era la verdadera clave de su poder—. Pero ¿por qué? ¿Por qué insistes? ¿Por qué tendría que ir a recibir a un mendigo?.
El anciano primer ministro respondió, —Porque tú eres el mendigo y él es el emperador. Ve a recibirlo, porque si no, no serás digno de que te sirvan.
El rey fue a recibirlo. De mala gana, pero fue. Y después de ver a Buda, se postró a los pies del anciano primer ministro y dijo. —Tenías razón. Él es el rey y yo el mendigo.
Debemos de observar y contemplar que la vida es extraña. A veces los reyes son mendigos y los mendigos, reyes. No te dejes engañar por las apariencias. Mira en el interior. El corazón es rico cuando palpita de alegría, el corazón es rico cuando alcanzas la armonía con el universo cuántico que vive en ti, con la naturaleza, con la ley suprema de la vida. Si no, un día dirás llorando: "Es demasiado tarde...".No podemos nosotros mismos ser creadores de una vida que podría destruirse por querer alcanzar fama o éxito. Estamos en frente de una sopa de realidad vibrante que nos dará la llave para mejorar tu vida, para darte vida en abundancia. Pero debemos estar atentos y despiertos a saber elegir muy bien cuáles son mis deseos. En el plano cuántico de la incertidumbre esta todo lo que queramos, es como el árbol del conocimiento del paraíso, Todos nosotros tenemos la llave, la pregunta es, ¿me quieren por las obras que he hecho? ¿o por la persona que se enaltece con todo mi poder y lujos?
El éxito mal enfocado y percibido, significa que hay que competir, que hay que luchar, no importa por qué medios, buenos o malos (actúa nuestro ego). Una vez que alcanzas el éxito, todo está bien. Lo importante es lograrlo, aunque lo alcances por malos medios, cuanto más hayas hecho está bien. El éxito cambia la cualidad de todos tus actos, transforma los medios malos en buenos... Cuidado.
De modo que lo que se plantea es lo siguiente: ¿cómo triunfar? ¿Cómo llegar a lo más alto? Naturalmente, muy pocas personas pueden llegar a lo más alto. Si todo el mundo intentara llegar al Everest, ¿cuántas personas podrían estar en la cima? No hay mucho espacio, solo una persona puede estar allí cómodamente. Los millones que también se esforzaban por lograrlo se sentirían fracasados, la desesperación se adueñaría de ellos. Empezarían a sentirse mal.
Si vemos la educación que nos dan, eso que llaman educación obligatoria, es errónea, hasta perniciosa. Nuestros colegios y universidades nos enfocan en competir. Crean un modelo perfecto que a la luz de nuestra mente tiene una forma tan correcta que no nos damos cuenta de lo que nos enseñan. Cualquier educación basada en la idea de la ambición creará una civilización para lo que pueden llegar a la cima. ¿Y el resto que quedo atrás?
Todos sufren y se sienten inferiores. Es una situación verdaderamente extraña. Nadie es inferior y nadie es superior, porque cada individuo es único, y no existe comparación posible. Tú eres tú, simplemente tú. No puedes ser nadie más, ni falta que hace. No necesitas hacerte famoso, no necesitas triunfar a los ojos del mundo. Esas ideas son las que programan tu mente, no por nada la película matrix tiene una excelente trama de ciencia ficción, pero ¿cuánto de todo lo que podemos disfrutar en la película es ficción?
Lo único que necesitas es ser creativo, amar, tener conciencia, meditar... Si notas que la poesía empieza a surgir en tu interior, escríbela para ti mismo, para tu mujer, para tus hijos, tus amigos... y olvídate del asunto. Cántala, y si nadie la escucha, cántala a solas y disfrútala. Acércate a los árboles, que ellos la apreciarán y aplaudirán. O habla con los animales, que te entenderán mucho mejor que los mismos seres humanos a quienes los conceptos erróneos de la vida llevan corrompiendo siglos y siglos por una estúpida lucha de egos, para saber quien tiene la razón. ¿La ciencia o la religiosidad? ¿A qué lado te queda más cómodo luchar? Te pregunto esto porque desde niños y durante siglos nos han inculcado luchar, competir, ser alguien en la vida, de llegar lo más alto posible, de que no te toque la sombra del fracaso.
Muchos psicoanalíticos nos dicen que la persona ambiciosa es un problema patológico. Pero ningún vocero del área de la sicología ha querido hacerse parte de una mejor educación más equilibrada, para no buscar en todo, el querer competir por lograr mas y mas.
Un profesor universitario fue a ver a un maestro Zen y le pregunta.—¿Por qué no soy como usted? Eso es lo que deseo. ¿Por qué no soy como usted? ¿Por qué no soy silencioso como usted, y sabio como usted? El maestro contestó. —Espera. Siéntate, en silencio. Observa. Obsérvame a mí, y a ti mismo, y cuando todos se hayan marchado, si aún quieres hacerme esa pregunta, te contestaré.
No paró de entrar y salir gente durante todo el día. Los discípulos preguntaban cosas, y el profesor de universidad se puso nervioso, porque estaba perdiendo el tiempo, como profesor universitario su tiempo valía mucho. El maestro había dicho: "Cuando todos se hayan marchado...".
Cayó la noche, y cuando no quedaba nadie, el profesor dijo.—Bueno, ya está bien. Llevo todo el día esperando. ¿Qué hay de mi pregunta? Empezaba a salir la luna, y el maestro preguntó. —¿Aún no tienes la respuesta? El profesor dijo. —Pero si no me ha contestado...El maestro se echó a reír y dijo. —He contestado a muchas personas durante todo el día. Si hubieras observado, lo habrías comprendido. Vamos al jardín. Hay luna llena y hace una noche preciosa. —Y añadió — Mira ese ciprés —un árbol muy alto, donde la luna se enredaba entre sus ramas— y mira ese arbusto. Pero el profesor replicó. —¿A qué viene eso? ¿Se ha olvidado de mi pregunta?
El maestro contestó. —Estoy contestando a tu pregunta. El ciprés y el arbusto llevan años viviendo en mi jardín, y jamás he oído al arbusto preguntarle al ciprés: "¿Por qué no soy como tú?". El ciprés es el ciprés, y el arbusto es el arbusto, y los dos están felices de ser lo que son.
Yo soy yo, y tu eres tú. Las comparaciones provocan conflictos. Las comparaciones desembocan en la ambición y en la imitación. Todos tenemos ese habito de imitar a un ideal o ideales.
Si me preguntas. "¿Por qué no soy como tú?", empezarás a intentar ser como yo, eso es un error, porque serás un imitador, una copia. Si eres un imitador perderás el respeto de ti mismo.
Raramente se encuentra a una persona que se respete a sí misma. ¿Por qué? ¿Por qué no existe la veneración de la vida, de la propia vida? Si no respetas tu propia vida, ¿cómo vas a respetar la de los demás? Si no respetas tu propio ser, ¿cómo vas a respetar el rosal, el ciprés, la luna y a las personas? ¿Cómo vas a respetar a tu maestro, a tu padre, a tu madre, tu amigo, tu esposa, tu marido? ¿Cómo vas a respetar a tus hijos si no te respetas a ti mismo?¿Por qué? Porque te han enseñado a imitar. Te han dicho desde la infancia. "Has de ser como Jesucristo", "Has de ser como Buda". Pero ¿por qué? ¿Por qué tendrías que ser como Buda? Buda nunca fue como tú. Buda era Buda, como Jesucristo era Jesucristo, como Krisna era Krisna. ¿Por qué tendrías que ser como Krisna? ¿Qué mal has hecho a nadie, qué pecado has cometido para tener que ser como Krisna? El propósito de tu existencia nunca fue de crear a otro Krisna, ni a otro Buda, ni a otro Jesucristo... a la divinidad misma no le gusta crear lo mismo una y otra vez. Es un creador, no una cadena de montaje, como si produjera coches Ford. La divinidad no es una cadena de montaje, sino un creador original, jamás crea lo mismo.
Lo mismo no tendría valor. Imagínate que Jesucristo estuviera de nuevo entre nosotros, no encajaría. La divinidad nunca se repite, pero siempre te han enseñado a ser como otra persona. ¡"Tendrías que ser como el hijo del vecino... Fíjate en lo inteligente que es"!. ¡"Mira a esa chica, con qué elegancia anda. Así tendrías que ser tú"!. Siempre te han enseñado que seas como otra persona.
Sé tú mismo. Se lo debes a la propia divinidad que te creo. ¡Sé tú mismo! Sé realmente tú mismo y entonces comprenderás que eres especial. Eres un ser de amor, y por eso eres un ser especial. Por eso eres en primer lugar, porque si no, no existirías. Eso indica el enorme potencial de energía vibrante de la cual todos somos creados, el amor, de donde todo tiene su origen.
Pero el hecho de que seas especial no te compara con nadie, no significa que seas especial en comparación con tus vecinos, tus amigos, tu esposa, tu marido. Eres especial simplemente porque eres único. Eres la única persona igual que tú. Con ese respeto, con esa comprensión, se desvanecerán los esfuerzos por ser especial.
Tú estás perfectamente tal y como eres. A eso me refiero al hablar del respeto del ser de cada cual. Respetarse a sí mismo no tiene nada que ver con el ego, no tiene nada que ver con el amor propio. El respeto a sí mismo es el respeto al plano mismo de nuestra existencia. Significa respetar al creador, porque tú no eres sino una pintura, su pintura. Al respetar la pintura, respetas al pintor. Respeta, acepta, reconoce, y se desvanecerán todos esos absurdos esfuerzos por ser especial.
Gracias mis queridos lectores, por sus votos y lecturas.
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