Capítulo 1: La carta
Era el año 1912 y ya habían pasado algunos meses del triste suceso del Titanic. En una pequeña ciudad costera no muy lejos de Londres era un frío día de invierno y las personas caminaban con un ritmo incesante por las anchas calles desde donde se podía oír, desde temprano en la mañana, el sonido de las embarcaciones pesqueras yendo a trabajar y barcos de turistas llegando a la ciudad a disfrutar de la comida y el boulevard, principales atractivos del lugar. Las casas eran modestas y coloridas a excepción de algunas mansiones de poderosos hombres de negocios repartidas por toda la ciudad.
En las afueras vivía la familia Johansson, conocida internacionalmente por la compañía constructora homónima que dirigía Reginald, el padre de las dos hermanas.
Andrea, que era dos años mayor que Ximena y había asistido a un colegio privado en Londres para posteriormente graduarse de derecho de la Universidad de Oxford, tenía un carácter difícil que en algunas ocasiones llegaba hasta la arrogancia y la indiferencia pero con su hermana era diferente. Su presencia inspiraba respeto y autoridad, después de todo tuvo que aprender a tener un carácter que se conjugara con los negocios pues Reginald la había designado como su sucesora en la compañía. En el año en que terminó la universidad y comenzaría a trabajar en Johansson Enterprise, desapareció misteriosamente y nunca más se supo nada más de ella. El hecho entristeció a toda la familia y cubrió a la casa con un manto de dolor eterno.
Ximena, por su parte, era una joven distraída y se la pasaba siempre en su propio mundo. A diferencia de su hermana, ella no se preocupaba por dirigir la empresa en un futuro próximo, sino que soñaba algún día poder ser reconocida como una famosa pintora, aunque ninguna de las otras manifestaciones del arte se le daban nada mal, solo que no decidía mostrarlo al mundo.
Desde los 21 años, sus cuadros habían tenido exposiciones en toda Inglaterra y eran del agrado de los críticos de arte y el público en general. Era toda una revelación y aunque al principio no estaba segura, decidió llevar sus obras al extranjero a través de una exposición que se realizaría próximamente en Berlín, Alemania. A pesar de todos sus logros, su padre no aceptaba que ella se dedicara a la pintura e hizo que estudiara Economía en la misma universidad que su hermana, para que trabajara junto a ella en la constructora.
Ximena no era una persona solitaria pero sabía elegir bien a sus amigos, que se maravillaban con su carisma y amabilidad. Su expresión era dulce y a la vez seria. Las dos hermanas eran bastante parecidas físicamente: ambas tenían el cabello castaño y los ojos extremadamente oscuros. Eran de complexión fina y tenían un tono de voz similar.
A pesar del movimiento ajetreado de la ciudad ese día, Ximena parecía no darle mucha importancia a lo que sucedía a su alrededor. Estaba en el jardín, su lugar favorito y donde encontraba inspiración, mientras observaba algunas fotografías de su hermana Andrea que ya hacía 5 años había desaparecido de Inglaterra.
Tocaba a la puerta, mientras Ximena estaba sumergida en un mundo de recuerdos escuchando su música favorita, un joven pelirrojo no muy alto y algo atlético. Sus ojos azul cielo y gris contrastaban perfectamente con su cabello medianamente largo y lacio que caía por su rostro despreocupadamente. Tenía una tierna sonrisa y una mirada que inspiraba confianza. Prefería la ropa sencilla a pesar de que su familia, aunque no tanto como la de Ximena, era poderosa. Era su mejor amigo Peter. Ellos se conocieron en la universidad, exactamente en 4° año, ya que él había llegado de París y fue transferido allí de una prestigiosa institución parisina, pero no cruzaron palabras hasta un poco después. La melodía llegó hasta él y dedujo que Ximena estaba en la parte trasera de la casa ya que ella siempre escuchaba música allí. La puerta estaba entreabierta así que entró con un poco de prisa, debía mostrarle algo.
La mansión Johansson era la envidia del vecindario y los alrededores. Exhibía un color blanco puro con decoraciones en beige cerca de la puerta principal, que era de cristales y tenía acabados en dorado. Las ventanas combinaban con la puerta y desde afuera se veían las hermosas cortinas que tenían un degradado horizontal, que iba desde rojo no muy intenso pasando por naranja y llegando a blanco en el final. La sala de estar era bastante grande y tenía una mesa de té de madera y cristal y alrededor unos muebles de ébano y detalles de plata en la cabecera. Debajo de un par de las grandes ventanas había un piano de cola blanco que solía tocar Mary, la madre de las hermanas. Detrás de los finos muebles había un bar con una gran cantidad de costosas botellas que Reginald se dedicaba a coleccionar. En medio se encontraba una escalera de caracol de mármol y barandales de madera que se dirigía a los dormitorios con sus respectivos baños, el cuarto de huéspedes, que generalmente era usado por Lucas, y el escritorio de Reginald. Estas habitaciones estaban separadas por un jardín interior.
El comedor era pequeño en relación a la sala de estar y tenía una larga mesa de cristal. Las sillas eran a juego con los muebles de la sala y las paredes estaban decoradas con las más caras y famosas pinturas. Se conectaba con la cocina a través de dos escaleras iguales a la principal. Esta poseía los electrodomésticos más modernos y la vajilla era lujosa y muy fina. Las encimeras eran de caoba y estaban distribuidas por todo el lugar.
A través de una puerta de cristal se podía ir al jardín de atrás. Tenía una bella fuente que estaba rodeada por un cerco de arbustos perfectamente podados. Los bancos estilo gótico, estaban en una esquina del jardín colocados de forma diagonal y entre ellos estaba el gramógrafo de Ximena. También había un estanque de piedra circular y un hermoso jardín lleno de flores todo el año.
Peter llegó hasta allí y se sentó junto a Ximena en uno de los bancos. Ella levantó la mirada por un momento y simplemente le sonrió, como si él hubiese estado allí todo el tiempo. Él le devolvió la sonrisa y Ximena volvió a concentrarse en las fotos. Como de costumbre, Peter se quedó a pasar el rato pero esta vez sería completamente diferente a cualquier tarde anterior. Ximena suspiró y antes de que él pudiese contarle nada, esta le dijo con un tono nostálgico:
- Sabes, siempre que pienso en Andrea recuerdo al tío Lucas, siempre me daba ánimo y esperanzas de que mi hermana volvería pero desde que decidió irse no he recibido más noticias suyas, sería bueno volver a verle…
-Ximena necesito darte esto que a mi entender es muy importante.- interrumpió Peter con un poco de prisa.
Rápidamente sacó de su bolsillo un sobre doblado por la mitad y se lo entregó un poco nervioso porque no sabía que podría contener y no quería que Ximena sufriese o se hiciera falsas ilusiones. Esta lo sostuvo perpleja por unos segundos al leer el nombre de su hermana Andrea. Su rostro era un torbellino de emociones que iban desde nostalgia y alegría hasta enfado y confusión. Moviendo su cabeza de un lado a otro y golpeando la parte delantera del sobre con su palma le preguntó:
- ¿De dónde has sacado esta carta?, dime.
Peter dibujó una expresión de desentendimiento en su rostro ya que la pregunta era un poco obvia por lo que le respondió:
- Ximena, de dónde si no, el cartero, El Sr. Roberts, me la dio para que te la hiciera llegar.
Ximena levantó sus cejas en señal de total confusión ya que para que el cartero pudiera tenerla era necesario el sello. Entonces abrió cuidadosamente el sobre y al encontrar que en efecto era de su hermana, exclamó:
- ¡Esto es…, esto… no, ella desapareció hace 5 años, es imposible!
-Déjame ver Ximena, ¿estás segura?- agregó Peter igual de sorprendido.
Al abrir la carta se quedó paralizado y lentamente movió la vista hacia Ximena. La carta era rara pero de todas formas la leyeron. Gracias a la fecha pudieron percatarse de que era reciente, habían pasado solo 10 días desde que la habían escrito. Decía esto:
2 de septiembre de 1912
Querida hermana:
Por ahora no te puedo contar las razones por las que desaparecí sin más, las sabrás a su debido tiempo, pero espero que te alegre saber que estoy bien. Te envío un regalo para que siempre me recuerdes y quizás si eres hábil podrás encontrarme con su ayuda.
Te extraña,
Andrea
Ximena quedó confundida con el mensaje que su hermana le había dejado en la carta pues si ella quisiese que la encontrara por qué no le dijo su ubicación actual y listo. Peter le dijo que le pasara la carta y este encontró una pequeña nota muy extraña y en ella, un acertijo que decía:
Si me quieres leer, me llevarás al único lugar donde puedes verte con claridad.
Ambos quedaron pensativos y en silencio por algunos segundos y luego Ximena exclamó muy entusiasmada:
-¡Claro! La nota está escrita al revés y solo si la colocamos frente a un espejo podremos leer su contenido.
Rápidamente corrieron al espejo que estaba junto al piano en la sala de estar y pudieron leer su contenido, al parecer era una especie de pista:
Hermana, solamente te pido una cosa, no le cuentes a nuestro padre, él nunca debe enterarse de esta carta, por favor. El regalo está dentro del sobre y pienso que te gustará porque a través de él podremos estar nuevamente juntas.
Ximena se sentía confundida y a la misma vez tenía una extraña sensación de alivio en su interior por recibir noticias de su hermana después de tantos años y también porque podría cumplir su deseo. Su padre se encontraba, como de costumbre, en un viaje de negocios desde hacía un tiempo atrás así que no podría comunicarse con él al menos que le enviaran una misiva.
Alejó su mirada del papel y la enfocó en Peter, a quien tomo de la muñeca para dirigirse al jardín de inmediato. Él la seguía sin saber lo que ocurría y al llegar, Ximena le dijo que debían buscar dentro del sobre, donde encontraron un collar. Ella lo tomó y se percató de que era un relicario por lo que cuidadosamente lo abrieron: contenía una foto de Andrea cuando estaba en Oxford. Entonces pudo darse cuenta de lo que quería decir con” estar nuevamente juntas”. En la otra cara del collar había un mensaje. Ximena lo comenzó a leer pero Peter la interrumpió y dijo:
-Vaya que a tu hermana le gusta hacerlo todo más difícil.
- Peter, por favor, ¿me dejas leerlo?- preguntó un poco enfadada.
Él levantó su cabeza y la movió en señal de aprobación. Entonces Ximena comenzó a leer nuevamente el enigma que decía así:
Si me quieres encontrar solo debes dirigirte cuando el sol alcanza su punto más alto en el firmamento a donde el ausente de dos nombres te observa y el pequeño diamante alumbrará tu camino.
- En serio, ¿cómo piensa tu hermana que resolveremos este acertijo?
-No estoy segura pero creo saber a qué se refiere con "el pequeño diamante".- respondió corriendo al interior de la mansión.
Peter la seguía mientras decía que le esperara pero Ximena hacía caso omiso. Subió su cuarto, se dirigió rápidamente a la mesita de noche y tomó un pequeño reloj de cristal en forma de diamante. Después de apenas unos pocos segundos, Ximena apareció escaleras abajo y se sentó al lado de Peter, quién la había decidido esperar en la sala de estar ya que ella parecía no oírle. Le mostró el reloj y mientras él lo analizaba detalladamente comenzó a explicarle:
- Este fue un regalo de Andrea después de terminar su primer semestre en Oxford. Lo compró para mí como presente de Navidad y debo reconocer que es uno de los mejores regalos que me han dado, no sólo porque tengo una debilidad por la cristalería, sino porque fue nuestra última Navidad. Poco después de aquel diciembre, nuestra madre murió por lo que mi padre decidió no volver a celebrar a esas fechas porque le recordaban a ella.
- Lo siento, no lo sabía. Perder a una madre es duro, yo también pasé por eso.- respondía mientras la alegría de su rostro se desvanecía y la reemplazaba un semblante serio.
- No te preocupes, ahora debemos centrarnos en resolver la otra parte de la pista... que parece aún más difícil.- respondió dándole una sonrisa triste.
Pasaron los días y Ximena y Peter seguían pensando en aquella pista tan extraña, que querría decir con " la ausente de dos nombres: acaso era una persona, una estatua, una pintura. Los amigos se reunían todos los días con la misión de resolver la nota de Andrea. Trataban de buscar información en guías de viajes, periódicos, mapas y libros pero no encontraban nada concreto.
Aproximadamente una semana después, Ximena ya había perdido todas las esperanzas y comenzó a pensar que todo era una vil mentira pero Peter había estado muy concentrado los últimos días.
Era muy temprano en la mañana del domingo cuando sonó el timbre de la residencia Johansson. Ximena estaba en la cocina terminando de desayunar y fue enseguida a abrir. En la puerta estaba Peter y llevaba consigo un pequeño libro, al parecer una guía de viajes. Entró y rápidamente buscó una página marcada: en ella estaban algunos sitios de interés de París. Ximena estaba confundida e intrigada acerca de lo que tendría que decirle por lo que observaba detenidamente cada uno de sus movimientos. Peter volteó el libro hacia ella y mientras señalaba una imagen del Museo del Louvre le dijo:
- Creo que la ausente de dos nombres es La Gioconda porque fue robada del Museo del Louvre hace más de un año y además, también es conocida como la Mona Lisa. Solo debemos estar allí al mediodía para poder encontrar nuestro destino final.
- Tienes razón. Sabes siempre quise ir a París y que mejor circunstancia para visitarlo que esta-añadió Ximena muy emocionada.
Peter fue a su casa a empacar varias cosas ya que se ofreció a acompañarla y ella accedió. No demoró mucho tiempo porque vivían en el mismo vecindario y tan pronto como llegaba a casa de Ximena, ella salía con sus maletas. En ellas llevaba varios conjuntos de diario y uno formal para celebrar cuando se reencontrara con Andrea, dinero, el collar que había llegado con la nota y la nota misma, además de otras cosas necesarias para el viaje. La maleta de Peter era muy similar con la diferencia de que este llevaba una pequeña agenda roja con algunos dobleces en la parte superior derecha de diferentes hojas y la portada un poco desgastada y manchada de tinta de bolígrafo junto con su equipaje.
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