10; El viaje y sospechas.
KIM NAMJOON.
— ¿No responderá?— Pregunté de nuevo.
Pero la mayor de las Kim parecía muda. No decía nada. Simplemente estaba allí parada, en una posición muy extraña. Como si estuviera ocultando algo.
¿Por qué todas ellas nos ocultan algo?
— ¿Quién se creen que son?— Preguntó. Por fin pudimos escuchar su voz. Miré a Hoseok y Mina, que le daban una revisada por encima al lugar.
Jungkook no había venido, tenía que prepararse para el viaje de Lisa. Él quería ir por sí mismo, nadie más. Dijo que necesitaba hacerse cargo de este caso— ya que era muy importante para él por obvias razones—
—Ustedes no pueden llegar de esta manera, sin ninguna orden o algo. No tienen el derecho.— Se quejó.
Sonreí sarcástico.
— Claro que podemos.— Dije seguro.— ¿Qué está haciendo aquí?— Cuestioné.
— Nada.— Respondió de inmediato.
— ¿Nada? ¿Cree que somos idiotas? Sabemos que están ocultando algo.— Exclamé.
Pero esa mujer sólo se cruzó de brazos.
— Claro que no. Jamás ocultaremos algo que entorpezca la investigación. Recuerden que nuestro padre también murió.— Se defendió.
Y no pude evitar sentirme culpable. Tal vez estábamos siendo demasiado duros con ellas. Habíamos —de alguna manera —olvidado que también tuvieron una pérdida.
Miré de reojo a los chicos, que al parecer no encontraron nada.
—¿Pueden irse? Si los deja más tranquilos, sólo vine a buscar unas cosas de Lisa.—Nos aclaró.
Pero yo sabía que esa chica había ido por otras razones. Más cuando sabemos perfectamente que Lisa viajará a Tailandia esa misma tarde.
—¿Por qué su hermana va a viajar a Tailandia?—Cuestioné.
Quise sonreír de lado cuando bajó la mirada. No sabía qué decir y eso sólo confirmaba mis sospechas sobre ellas.
—Ella vive en Tailandia.
—La señorita Kim no se iría ahora. Menos cuando la empresa está en banca rota.—Le recordé.
Y supe que había dado justo en el clavo cuando sus ojos se clavaron en los míos. Pude ver un poco de enojo y resistencia en su mirada. Pero yo mismo me encargaría de romper todas esas barreras.
—Pues sí lo hará. Ella tiene toda su vida allá por si se le había olvidado.—Respondió en tono hostil.
Alcé una ceja.
—¿Dónde está la señorita Rosé?—Pregunté, porque hace mucho no se sabe nada de la hermana menor de las Kim.
Jisoo se quedó callada, la mirada en un punto de la habitación y no parecía tener una respuesta.
—Ella está en Tailandia.—Respondió.
Y tal vez si su respuesta no hubiera sonado tan ensayada, le hubiese creído. Pero su tono de voz fue tan robótica, que se me hizo imposible no cuestionar su respuesta.
Aunque ahora mismo, no tenía ninguna posibilidad de seguir preguntando más allá. Sabía que ella no me diría qué demonios planeaba hacer su hermana en Tailandia.
Inspeccioné su rostro, como si hacer eso fuese a revelarme cualquier tipo de verdad. Debía admitir que la chica era hermosa; todos esos artículos que la llaman el visual más famoso de Corea, no mentían.
Suspiré y dejé las manos en mi cintura. Le di una última mirada al lugar e hice un ademán a los chicos para que nos fuéramos.
—Sólo le diré una cosa.—Dije.—No quitaremos nuestros ojos de ustedes.—Avisé.
Y antes de pasar por su lado alcancé a ver cómo ponía los ojos en blanco.
KIM LALISA.
Bajé de mi taxi con cuidado y esperé a que el conductor me ayudara con las maletas. Suspiré mirando a mi alrededor mientras ajustaba el saco que traía puesto.
Convencer a mamá de que iba a Tailandia sólo para ver cómo estaba Rosé, había sido una travesía. Pero tuve la ayuda de Jennie, así que logró convencerla de que pronto volvería a casa.
Toda esta situación me aterraba. Tenía un miedo indescriptible y no por mi, era principalmente por Rosé. No quería que le hicieran nada a mi hermanita y si para eso debía arriesgar mi propio pellejo, no me importaba.
No sabía aún qué querían que hiciera en Tailandia, pero si viajar me devolvía a Rosé, no importaba.
—¿Señorita Kim?
Alcé la mirada al escuchar esa voz. Era un hombre desconocido vestido de traje. Definitivamente era un empleado de Jimin y su gente.
—El señor Jimin le manda este regalo.—Bajé la mirada notando como dejaba—disimuladamente — una maleta justo al lado de la que llevaba.
Miré a mi alrededor serciorandome de que nadie estuviese viéndonos. Tragué saliva nerviosa y empecé a jugar con los accesorios de mis manos.
—Él la llamará en un par de minutos. Puede entrar al aeropuerto.—Me avisó.
—Espere.—Lo paré antes de que se fuera.— ¿Liberará a mi hermana si hago esto?
—No puedo darle esa información. Es mejor que se lo pregunte al señor Jimin.—Dijo y se marchó.
Miré con el ceño levemente fruncido, como ese hombre se iba. Mis ojos cayeron en aquella maleta rosada y grande. No podía abrirla, pero la curiosidad y miedo que sentía por lo que hubiese allí adentro, me podían.
Pasé una mano por mi cabello y sin querer tomarme más tiempo, agarré la maleta con fuerza.
Entré al aeropuerto con la mirada gacha; no quería mirar a nadie. Sentía que me delataría a mi misma, porque estaba tan paranoica que empezaba a lucir sospechosa.
Casi doy un bote del susto, cuando mi teléfono empezó a sonar. Dejé en el suelo las maletas para después sacar mi teléfono, me puse los audífonos para que sea más práctico.
—¿Diga?—Respondí, para después tomar las maletas y empezar a caminar de nuevo.
—Hola, socia.—Paré de caminar por un momento al escuchar su voz.—No pares de caminar, continúa.—Ordenó.
Miré a mi alrededor mientras seguía caminando ¿Él estaba aquí? Intenté reconocer al menos una cara para relacionarlo con uno de sus trabajadores, pero no había nada.
—Y deja de mirar para todos lados. Pareces estúpida.—Dijo en tono duro.
—¿Qué quieres?
—Sólo tengo que avisarte algunas cosas, no tienes que ser tan ruda Lalisa.—Puse los ojos en blanco.—En el avión te encontrarás con alguien, te entregará otra maleta.
—¿Y si me atrapan?—Pregunté sin poder ocultar el nerviosismo de mi voz.
—No lo harán. Sólo no te pongas nerviosa y no sospecharán nada.—Aseguró.
—Liberarás a Rosé ¿Cierto? Tenemos un trato.—Le recordé.
—Ya veremos.
—¿Jimin?—Le llamé, pero ya me había colgado.
Quise soltar un chillido, pero me contuve. Apreté con fuerza las maletas y quise desaparecer por un instante.
Tenía tanto miedo de que algo pudiera pasar en este viaje; pero me aterraba más pensar en cómo la está pasando Rosé.
¿Estará comiendo bien?
Cerré los ojos por un instante. Debo ser fuerte por ella, por mis hermanas y por la familia.
Tengo que hacer esto.
KIM JENNIE.
— ¡Nini!
Alcé la mirada de los papeles que tenía en la mano, cuando escuché la voz de Jisoo. Lucia apurada y traía algo en la mano. Frunci el ceño intentado ver de qué se trataba, pero mi pobre vista no lo logró.
—¿Qué es eso?—Cuestioné. Ahora que estaba más cerca parecía ser una caja de madera, pero ¿Qué hacía Jisoo con ella?
—¿Está mamá?—Preguntó.
Negué con la cabeza:—Se fue a la empresa.
—Perfecto.—Exclamó y se dejó caer a mi lado. Volví a poner los papeles en la mesa frente a nosotras y puse toda mi atención en mi hermana.—Encontré esto en la tienda de Lisa.
Abrí los ojos de par en par, porque olvidé que Jisoo iría a investigar en la tienda de Lisa, aquí en Seúl. La tomé entre mis manos y la inspeccione por encima; se veía como una caja común y corriente, pero si estaba allí oculta era por algo.
—¿Sabes qué fue lo peor? Un policía llegó.—Alcé la mirada de inmediato, cuando escuché sus palabras.—Al parecer es amigo de Min Jungkook, el hijo de la mujer que estaba junto a papá y uno de los policías encargados del caso.—Me explicó.
Pasé saliva nerviosa y fijé los ojos en la caja.
—¿Crees que estén sospechando?
—Eso es más que seguro, Nini.—Me respondió.—Él mismo lo dijo. Tienen los ojos sobre nosotras.
Solté aire sintiéndome agobiada y miré alrededor.
—¿En qué momento llegamos a esto?—Pregunté más para mi. Llevé una mano a mi cabello, llevándolo hacia atrás.—No puedo creerlo.—Cerré los ojos por un momento.
Sentí como Jisoo me daba un cálido y reconfortante abrazo. Me confirmó que sus abrazos siempre serían los mejores, no importaba en qué situación estuviéramos. Incluso llegué a sentir los ojos húmedos por un segundo, pero sonreí desganada para controlar mis emociones.
No podía permitirme ser débil.
—Tenemos que ser fuerte.—Dijo.—Hay que ser fuerte por Rosie.—Asentí estando de acuerdo.
—Hay que saber sobre qué se trata esta caja.—Le dije.
Intenté abrirla, pero parecía inútil. Ni siquiera mis uñas largas podían ayudarme, no tenía sentido. Era como si la caja necesitara de algo en específico para ser abierta. Suspiré llena de frustración cuando pude ver por qué no abría. Necesitábamos una llave. Pero la forma de esta, se veía muy inusual y casi que única.
— ¿No había una llave?—Pregunté y le devolví la caja.
—No.—Respondió simplemente.
—Pues tendrás que volver a esa tienda, Jisoo.—Dije con pesar, para después tomar de nuevo un par de papeles de la empresa que estaba revisando.
—No lo creo.—Replicó. Volví a clavar la mirada en ella cuando me dio esa respuesta.—Mira.
Me incliné hacia ella y pude ver que señalaba algo, que no había notado cuando tuve la caja entre mis manos. En letra minúscula—para que nadie pudiera verlo—, justo debajo del espacio para la llave y en color negro, estaba escrito el nombre de Min Daeun.
—¿Min Daeun? Es la señora que murió ese día con él. —Confirmé sorprendida y la vez dolida.
¿Por qué papá tenía una caja con el nombre de esa señora?
— Eso significa que tal vez la llave está en la casa de esas personas.—Dijo.—Tengo que ir.
—No.—Respondí de inmediato. Jisoo me miró confundida.
—Jennie aquí pueden estar los diamantes.
—Lo sé. Pero es mi turno de arriesgar. Ustedes lo han hecho mucho, tengo que hacer algo también.
—Nini...— Exclamó y ya conocía muy bien ese tono. Ella pretendía que me arrepintiera, pero no lo haría.
—Iré a la casa de los Min.—Dije segura.
* * *
KIM LALISA.
Terminé de acomodar las maletas en el compartimiento que quedaba arriba de los asientos. Cuando todo estuvo en orden, me senté en mi lugar justo al lado de una mujer mayor.
Me permití tomar un periódico para leer un poco. Sentía que si no mantenía mi cabeza ocupada, enloquecería antes de llegar a Tailandia.
Me removi un poco en mi asiento y noté que todavía seguían llegando pasajeros. Lo dejé pasar y arreglé un poco mi flequillo que estaba despeinado.
Intenté concentrarme en leer la nueva farándula de la semana, pero se me hacía imposible.
En mi campo de visión, pude ver un par de zapatos marca Timberlands frente a mi. Alcé la mirada de inmediato y no esperé enconcontrarme con esta persona.
Me miraba con una gran sonrisa socarrona y burlona. La confusión llenó mi interior al no saber por qué estaba allí ¿Cómo supo que viajaría hoy? ¿Por qué está aquí?
—Buen viaje, señorita Kim.—Dijo aún con su maldita sonrisa. Hizo un movimiento con la cabeza y se fue a su asiento que estaba en otra sección del avión.
Apreté con fuerza el periódico, sintiéndome alarmada en todas las maneras posibles.
Miré hacia atrás y suspiré al darme cuanta de ya se había sentado en su lugar. Quise maldecir su existencia por un segundo y pensé en que no debió ir, porque ahora joderia todo.
¿Por qué viniste Min Jungkook?
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