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08; El carro y favores.

MIN JUNGKOOK.

—¡Jungkook!

—¡Jungkook!—Escuché de nuevo.—¡¿Estás bien?!

Oh, mierda. Claro que no.

Gemí de dolor cuando abrí los ojos. Sentía el mundo cayéndose sobre mi y no podía hacer nada. Intenté levantarme como pude, pero la nuca me ardía a más no poder.

Alguien me había dado un buen golpe.

—¡Jungook! ¡Te dije que no vinieras!

Quise soltar un bufido por las palabras de mi jefe, pero el dolor era mayor. Sentí como los brazos de Hoseok, me levantaban del frío suelo y casi que suspiré de alivio cuando mi cuerpo no estuvo contra la superficie dura.

—¿Quién te crees que eres?— Exclamó Kim Kyung, mi jefe.

— Lo siento.—Murmuré apenado. Llevé una mano a mi nuca y agradecí mentalmente que no hubiese sangre.


Sólo había sido un golpe seco que me dejó desmayado.

Fruncí el ceño cuando un olor a quemado inundó mis fosas nasales. Antes de que pudiera decir algo, mi mirada cayó en lo que estaba pasando frente a nosotros.

Apreté los puños al ver que la cabaña se estaba quemando. El fuego ardía y sólo ahora había notado que algunos guardias y policías, intentaban disipar el fuego.

Maldije entre dientes y quise retroceder el tiempo. La persona que causó todo esto debía ser el asesino o era cercano a este; pero definitivamente no le convenía que nadie diera con esta cabaña.

Por eso me golpeó.

—¿Estás bien?— Me preguntó Hoseok. Asentí sin mirarlo.


—En lo que cabe.—Agregué. —No puedo creer que hayan quemado esto.

El señor Kim suspiró y se cruzó de brazos.

— Nunca vuelvas a hacer estas cosas a mis espaldas, Jungkook.—Dijo en tono duro.-—Tienes que contarme todo lo que vayas a hacer ¿Me escuchas?

Asentí y cuando lo vi darse la vuelta quise reírme. Claro que no lo haría.

–En otras noticias...—Dijo Hoseok al azar.^Debes ir a buscar el auto del señor Kim Kyung.

Alcé la mirada de inmediato cuando dijo aquello. Tenía que revisar ese auto, no podía confiarme sólo de la fiscalía porque llegarían a evitar hasta el más mínimo detalle.

Y a veces la verdad está justo frente a nuestros ojos.

—Está en la empresa de los Kim. En el parqueadero de la empresa, concretamente. Tienes que revisarlo, porque se lo llevan hoy.—Me dijo rápidamente.

—Está bien. Pero necesito que me ayudes con él.—Le pedí haciendo un ademán hacia el señor Kim, que estaba hablando con un guardia.


—Yo te cubro, amigo.— Me aseguró. - Oh, se me olvidaba. Mina llega hoy, así que estará de vuelta al ruedo y con toda.

Sonreí feliz al escuchar aquello.

Mina, Hoseok, Namjoon y yo parecíamos ser una sola persona. Puedo decir que nos conocemos desde antes de nacer. Tenemos una amistad de años y hemos pasado por tanto juntos.

No me imagino una vida sin ellos. Son fundamental en mi; los hermanos que me regaló la vida.

Nuestra chica Mina se había tomado una semana de vacaciones, pero no se sabía cuándo volvería; así que escuchar de su regreso sé que nos pone muy felices a todos.

Deseaba verla cuánto antes, pero primero debía revisar ese carro. Allí habrían pruebas congruentes, que nos sacarían de muchas dudas.

Estaba seguro.

* * *

KIM JISOO.

Suspiré esperando que abrieran la puerta. Jugué con mis manos, sintiendo nervios de repente. Me cuestioné mil veces por qué estaba haciendo esto, pero intenté recordar que ya estaba allí y no había marcha atrás.

Intenté sonreír cuando la puerta fue abierta de imprevisto. Me sorprendí al ver quién estaba al otro lado.

—Buenos días, Momo.— Le saludé. Ella me sonrió un tanto nerviosa.

Momo era la prometida del tío Heechul. Ellos llevaban juntos exactamente cuatro años y aunque la diferencia de edad era muy amplia, se notaba el amor que se tenían.

O eso aparentaban ante todos.

—Jisoo...—Dijo con su voz suave.— ¿Cómo estás?—Preguntó. Supe que tenía doble sentido.

Bajé la mirada un segundo y ni siquiera me había detenido a preguntarme cómo estaba o cómo me sentía. Parecía simplemente estar siguiendo las acciones del día, ignorando la tristeza dentro de mi.

—Estoy bien.—Dije como pude.— ¿Está el tío Heechul?— Pregunté directamente, porque no quería alargar más el tema de conversación.

— Sí. — Me confirmó. — Oh, que mal educada. Pasa, por favor.

Entré a la mansión de mi tío y de nuevo me sentí asombrada por los maravillosos adornos de oro y plata, que hacían brillar cada rincón del lugar.

—Lo llamaré. Puedes sentarte.—Asentí.— ¡Kima! ¡Por favor trae algo de tomar para Jisoo!—Le pidió a una de las trabajadoras del lugar.

El suave material del sofá me hizo, sentir cálida en cuanto me senté en él. Tomé uno de los cojines para ponerlo encima de mis piernas descubiertas y suspiré. La razón por la cual estaba allí era porque necesitaba ayuda del tío.

Después de hablar con las chicas, quedamos en que no le contaríamos nada a mamá sobre el secuestro de Rosé. Primero, encontraríamos los diamantes, que es lo más importante. Pero, por ahora debíamos hacer creíble la excusa de que ella había decidido que su viaje fuese más temprano de lo normal.

Para ello necesitaríamos la ayuda de nuestro maravilloso tío.

—Mi hermosa sobrina.

Alcé la mirada y me levanté de inmediato, al ver como el tío Heechul entraba al lugar.

— Tío.—Dije antes de darle un gran abrazo.


El lazo que el tío Heechul tenía con nosotros era magnífico. Él había sido como un hermano para papá y un tío para nosotras. Era prácticamente de la familia. Lo queremos mucho y siempre ha estado al pendiente de todo.

—¿Cómo estás, mi niña?— Me preguntó cuando volvimos a estar sentados a la par del otro.

Suspiré y acomodé un mechón de mi cabello.

—En lo que cabe estamos bien, tío.— Respondí.—Mamá ha estado en su propio mundo. Creo que aún no asimila la muerte de papá. —Dije y mi voz sonó chiquita.

El tío me miró con lástima y pronto su mano pasó a estar en mi espalda, dándome apoyo que agradecí con una sonrisa.

—Tranquila, mi hermosa niña. El tío Heechul está aquí para ustedes.— Me aseguró.—Yo cuidaré ahora de mis cuatro sobrinas encantadoras. Saben que su padre fue como un hermano para mí, jamás les haría daño.

Le miré entre lágrimas y asentí agradecida.

—Por eso necesito que nos hagas un favor, tío.—Dije con la voz ronca.— Necesito que le digas a mamá que Rosé se inscribió en tu instituto de Tailandia.

El tío era un hombre exitoso. Contaba con un par de institutos alrededor de Asia, entre ellos Tailandia. Además, era conocido en Corea por sus hospitales de alto prestigio.

Sin duda era muy emprendedor.

—¿A qué se debe eso, Jisoo?—Preguntó y alzó levemente la ceja.

Aclaré la garganta.

— Sólo necesito que nos hagas ese favor, tío.

—¿No me dirás que sucede?

No. Jamás.

—Te explicaremos después ¿Si?—Dije.— Por ahora sólo esto te pedimos mis hermanas y yo. Dijiste que nos cuidarías.—Expresé lo último con un poco de reproche, para que aceptara.

Cuando lo oí suspirar, quise sonreír ya que lo tenía en mis manos.

— Está bien. Le diré eso a tu madre.— Dijo.—¿Feliz?

Asentí frenéticamente con una sonrisa y me acerqué a darle un gran abrazo. La sonrisa se me borró al pensar que le había dicho una gran mentira, a quien ahora era más cercano lo más cercano a una figura paterna para nosotras.

Cerré los ojos. Todo esto es por ti, hermanita.

* * *

MIN JUNGKOOK.

Soy el puto amo.

Sonreí cuando pude estar dentro del parqueadero. No se si la gente que trabaja ahí es muy ingenua o en verdad no le importa que personas anden por ahí caminando en sus instalación, pero pude engañar a un par de chicos diciendo que vendría a recoger el auto de mi jefe. Claro está, mostrando las llaves de mi coche.

La gente es muy fácil de engañar en estos tiempos.

Me apresuré a caminar, los ojos clavados en cada carro que veía y se me nublaba la vista con la cantidad de colores exóticos que tenían estos.

Un carro cubierto con lo que parecía ser plástico me llamó la atención.

Bingo.

Sin perder más tiempo, saqué lo necesario para investigar. Desde un par de guantes, hasta una linterna pequeña.

Suavemente quité el plástico que cubría el auto. Suspiré viéndolo y sentí escalofríos al ver algunas gotas de sangre todavía en el carro; aún no lo habían limpiado.

—Vamos a hacer esto.—Me dije a mi mismo mientras abría la puerta de piloto.

Estaba un poco oscuro, pero eso no era nada que la linterna no pudiese arreglar. Ilumine desde el volante, hasta los compartimientos que había dentro del auto.

Aún no encontraba nada que fuese comprometedor, así que decidí poner mi atención esta vez en el asiento de copiloto.

Donde iba mamá.

Me puse de cuclillas y toqué el asiento. Hundiendo los dedos y dando pequeños toques, sólo por si había algo escondido o que estuviera pasando desapercibido.
Decidí meter los dedos en la línea que había entre el asiento y espaldar.

Los ojos se me abrieron como platos, cuando mis dedos tuvieron contacto con algo un tanto pequeño.

Saqué rápidamente la mano y pude ver que tenía otra diamante falso entre los dedos.

¿Qué demonios?

Las ideas y teorías que había creado, se estaban llendo al caño. Tenía la mente hecha un desastre con este nuevo descubrimiento. No esperaba encontrar esto en el asiento de mamá, menos cuando anteriormente ya había visto otro en su habitación.

No entendía por qué los tenía.

—¿Qué está haciendo aquí?-—Cuestionó una voz que se me hizo conocida.

Rápidamente puse el diamante detrás de mi y alcé la mirada.

Oh, mierda.

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