Escena extra 1. Primera llamada
Holi c:
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Escena extra 1. Primera llamada
Oliver
—¿Lavaste los platos —pregunta Byron desde la cocina—. Te dije que yo lo iba a hacer.
«Sí, claro», murmuro a mis adentros.
—¡Te quité ese peso de encima! —contesto recostado en mi cama, mirando el techo, sin nada más para hacer.
—¡Ya decía yo que por algo eres mi sobrino favorito! —ríe él.
«¿Qué?»
Arrugo mi entrecejo.
—¡Soy tu único sobrino!
De nuevo lo escucho reír, terminar de servirse la cena y prender la radio. Las tres últimas noches ha escuchado un programa en el que gente llama para contar sus penas de amor. ¿No es... patético?
¿Pero quién soy yo para juzgar a Byron? Terminó su última relación para venir aquí... conmigo. Ojalá encuentre lo que busca en ese programa o algún otro lado. ¿Qué busca con exactitud?
—Buenas noches Joel, mi nombre es Idaly y la otra noche te llamé para contarte que mi ex se quedó con nuestro perro y... y no me deja verlo.
¿Habían escuchado algo más estúpido? Coloco una almohada sobre mi cara para poder dormir, pero no ayuda, sigo escuchando el drama.
—Lo recuerdo bien, Idaly. ¿Hubo avances?
Si asegura que contactó a un juez voy a reír mucho.
—Sí. Uno de sus amigos escucha el programa, me reconoció y lo convenció de ya no ser tan...
Sí, tengo que echarme a reír.
—¡Oh! ¡No puedes decir esas palabras al aire! —la regaña el locutor pese a que también está riendo.
—Pensé que te desagradaba el programa —escucho decir a Byron. Me escuchó reír.
—Eso estuvo divertido.
Lo escucho subir el volumen.
—Creo que cedió ante la presión —continúa contando la chica.
—Es una pena que no lo haya hecho por estar en paz contigo.
—Me sorprendería de ser así. Nos separamos en malos términos.
—Deberías intentarlo —insiste Byron cuando la llamada de la chica está a la mitad.
Doy vuelta en mi cama para mirar la pared en lugar del techo. Andrea se marchó hace seis meses. Seis condenados meses y solo dejó una nota. Una nota que no me canso de releer. Ni siquiera una carta. ¿Tan poco le importo?
O importé. En pasado. Seguramente soy el único que todavía piensa en ambos.
He vivido mi duelo. Pasé de la tristeza al enojo, ¡casi destrozo la nota!, luego decepción, luego enojo, luego ganas de quererme matar..., otra vez el enojo... ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que... para que deje de doler?
¿Por qué se fue de esa manera? ¿Por qué no confió en mí? Lo íbamos a lograr, carajo... Lo íbamos a lograr.
Andrea Evich es lo único pienso. Andrea Evich es lo único que quiero pensar. Andrea. Andrea. Andrea... Eres lo suficiente buena como para llevarme al cielo, pero también cruel para después dejarme en el infierno.
No puedes venir, mostrarme lo maravillosa que es la vida contigo y luego, sin mayor explicación, dejarme sin ti.
He pensado mucho en lo que pasará el día que la encuentre: me voy a plantar delante de ella, le enumeraré las razones por las que fue injusto lo que hizo y le diré que siga, que no la necesito.
Eso haré.
Oliver Odom también puede ser rudo, también puede ser cruel.
—No pierdes nada si lo intentas —insiste Byron y salgo de mi cama. Porque lo de ser rudo no es para hoy, es para cuando la encuentre.
Abro la puerta de mi habitación, avanzo por el pasillo mirando de reojo mis fotos de bebé que tanto le gustaron a Andrea y, con mis manos metidas dentro de mis bolsillos, llego hasta la puerta de la cocina.
—Ese perro nos unía, los dos nos preocupábamos por él... puede que por eso no me dejase verlo —sigue hablando la chica.
—Gente se ha reencontrado —asegura Byron.
—Ni siquiera llevas mucho tiempo escuchando el programa —alego.
—Joel lo ha contado.
Miro la radio. La chica del perro termina su llamada. El programa está a punto de ir a una pausa comercial.
— No sé... No sé —saco las manos de mis bolsillos y sintiendo desesperación paso una sobre mi cabello—. ¿Y si no funciona?
—Al menos lo habrás intentado.
«Al menos».
—No tienes que hablar frente a mí —enfatiza.
—De hecho... —digo, cogiendo a regañadientes la radio y la llevo conmigo fuera de casa. Byron no se molesta. Todo lo contrario.
Abro la puerta principal, salgo fuera, y aunque ya es noche me siento sobre las escaleras que conducen a nuestro pórtico, saco el móvil y espero.
—¿Cuál es el número? —pregunto en voz alta a Byron. Él me lo repite y en medio de un largo suspiro marco.
Espero. El teléfono al otro lado timbra pero nadie contesta... Insisto.
El programa regresa de la pausa comercial, Joel repite que el tema de la noche es «No puedo vivir sin él o ella», le saco el dedo media aunque no me pueda ver y sigo intentando contactarle.
Luego de varios minutos lo hago por inercia. Joel está atendiendo otra llamada, pero yo, de nuevo sin nada mejor para hacer, absorto en el doloroso vacío que siento dentro de mí, llamo, llamo y sigo llamando porque sí. Llamo llegando a un punto en el que me da igual si contesten o no, hasta que... lo hacen. Contestan. ¡Contestan!
—Gracias por contactar al programa de Joel Borat —habla una chica—. ¿Cuál es el motivo de su llamada?
—Eh... —No sé qué decir—. ¿Hablar al aire?
—¿Tienes una historia para contar?
Rasco mi cabeza con nerviosismo.
—Sí.
—Bien. Solo un par de consejos antes: no compartas muchos datos personales, por favor no menciones marcas comerciales y procura no utilizar palabras altisonantes.
—De acuerdo —acepto sin poder creer que lo haré. Hablaré sobre Andrea en un programa.
—Espera en línea, por favor.
—Sí... Sí.
Joel consuela a la chica que atiende en este momento. Su nombre es Shaina y sufre porque su mejor amiga empezó a salir con su ex pareja. Yo espero... otra vez solo espero. «San Judas Iscariote antes de dar el beso, ¿en serio haré esto?»
—Tenemos en espera nuestra última llamada de la noche —anuncia Joel tras largos minutos—. Me dicen que se trata de un chico. ¿Estás por ahí, amigo?
Respingo para salir de mi letargo. ¡Esto es conmigo!
—¿Sí? —sacudo mi cabeza procurando no ser tan estúpido—. Digo que sí... ¡Sí!
—Me encanta tu entusiasmo. ¿Cuál es tu nombre?
—Oliver.
—Bien, Oliver. ¿Tienes una historia para contarnos?
—No...
—¿No?
Paso una mano sobre mi cara.
—Sí. Es que... Es que no sé cómo empezar.
—¿Cuál es el nombre de él o ella?
—Ella —aclaro—. Su nombre es Andrea.
—Andrea —repite Joel—. ¿Y qué pasó con Andrea, Oliver?
Bajo el volumen de la radio para que escuchar ahí mi voz no me desconcentre y doy toda mi atención al móvil.
—Se marchó.
—¿Con alguien más?
—¡No! —siento que me muero solo de pensarlo—. Verás..., la conocí en la prepa —Ahora si estoy decidido a hablar—. Yo era un perdedor. Aún lo soy. Estudié casi toda mi vida en casa y de pronto estoy ahí sentado detrás de ella... pensando en que no soy suficiente para alguien como ella... resignado a ver a otros intentarlo.
—¿Y qué cambio?
«Darme cuenta de que nada es lo que parece»
—Nos pusieron de pareja en la clase de Español.
—¿Viva el destino?
«No, maldito sea...»
—Algo así.
—Te escucho desanimado.
—Se marchó, ¿recuerdas? —Joel trata de decir algo más pero me adelanto—. Aunque no terminamos mal. Ella solo quería tiempo.
—Auch.
—Sí. Pero me niego a solo dejarla ir. No era cualquier chica, Joel. No era...
—El amor nos hace ver a un ser humano ordinario de forma excepcional.
—Andrea si es excepcional —le aseguro.
—Tienes que decirnos más para creerte.
Le pide a alguien que explique por qué respira.
—¿Quién sigue irradiando luz luego de que la vida le hizo pedazos? ¿Quién sabe perdonar aunque todos a su alrededor la odien? ¿Quién tiende una mano cuando, es obvio, también necesita una?
—Alguien especial, supongo.
—Joel, esa chica salvó mi vida pese a que ella misma estaba mal. Verás... —Debo explicarme— cuando la conocí no pasaba por un buen momento. En la preparatoria la acosaban.
—Escuchar eso me preocupa.
—Le hicieron creer que merecía odio.
—Pero tú te enamoraste de ella.
—Fue imposible no hacerlo. Ella... Yo vi lo que otros no vieron.
—¿Qué cosa, Oliver?
—Yo la reconocí y ella a mí. De eso se trata el amor, ¿no? Verte a través de los ojos de otro, sentirte libre de ser tú mismo con él o ella, encontrar paz ahí.
»Andrea no merecía ese acoso, Joel. Ella no era lo que aseguraban que era... Era algo mejor, mucho mejor... y me hizo sentir que yo también lo era. Por eso no la puedo dejar ir. Yo... me reconozco a través de ella. ¡Sé que sueno confuso, Dios! Pero en mi corazón tiene sentido. ¿Quién deja ir la felicidad? ¿Quién renuncia a lo que le mantiene vivo?
—Solo puedo decir: Wow.
—Insisto en lamentar no explicarme bien... —Me preocupa no estarme explicando bien.
—No. Estoy seguro de que mucha gente ahí afuera te entiende. Extrañas a Andrea. Lo que eras con ella cerca.
—Saca lo mejor de mí.
Miro la noche antes de continuar hablando. Ya poco me importa cuántos escuchen.
—Sé que puedo intentarlo con alguien más, pero...
—No es ella.
Cierro mis ojos, los aprieto y asiento.
—Algo nos hace especial a todos, pero... Es como si alguien en particular estuviera hecho para ti.
—Ojalá ella también lo vea de esa manera, Oliver.
Quiero pensar que sí.
—¿Sabes cómo vestía?
—No. Cuéntanos —Ahora sé por qué la gente llama a este tipo. Sabe escuchar.
—Ropa una o dos tallas más grande, pero a ella... a ella le queda bien —enfatizo, sonriendo—, su cabello es rubio y está recortado por encima de los hombros y siempre lleva puesto unos lentes Ray-Ban. Se ve fantástica.
Y de ese modo, hablando de Andrea, lentamente olvido que seré duro cuando vuelva a verla. De nuevo deseo con toda mi alma volver a verla.
—No comprendo por qué se marchó. ¿Quién se aleja de alguien que le ama de esa manera?
—Dejó una nota. ¿Te la leo?
—Por favor.
La saco de mi bolsillo.
—«Oli, escribo esto con el lápiz y papel que pedí a la recepcionista de la clínica...» —Entrego mi alma leyendo esa nota y al terminar Joel me pregunta si quiero encontrar a Andrea, sin dudarlo le respondo que sí. No obstante, al cuestionarme sobre si quiero dar más datos para que sea mucho más fácil localizarla, pronto reparo en que no es conveniente debido a lo sucedido con el vídeo.
—No... Yo...
Si digo abiertamente que busco a «Andrea Evelyn Evich» la pongo en riesgo, y aunque esta es la oportunidad que buscaba para dar más rápido con ella, elijo... elijo protegerla... elijo que la gente que escucha el programa solo sepa las cosas buenas sobre ella; y de esa manera, algún día, quizá cuando más la necesite, vuelva a mí.
—También imita a patos famosos —continúo y podría hacerlo por el resto de la noche. No me canso de hablar de ella. No me canso de volver ahí, con ella, el lugar en el que me siento a salvo, donde... soy feliz.
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¿Les gustó? c: Dependiendo de eso decido si publicar otra o no. No sea que ya se aburrieran de Oliver y Andrea y yo insistiendo en continuar D:
Los que están dentro del grupo de Facebook Tatiana M. Alonzo - Libros, y leyeron mi último comunicado, saben qué más tengo planeado 7u7
También en mi cuenta de instagram - TatianaMAlonzo - comparto extras, arte gráfico y demás información sobre todas mis novelas. ¡Los espero allá y aquí mismo en Wattpad con más historias!
¿Nos leemos pronto? :O
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