Capítulo 3
Hay que dejar salir el dolor, la confusión y la desesperación, y como el ave fénix hay que aprender a resurgir de las cenizas.
Antes de que incluso terminara el programa vine a mi estudio de danza a buscarle pasos a las canciones de rock más pesadas que conozco. Necesitaba liberar tensión.
Estoy sudando mucho y, todavía con lágrimas en los ojos, camino hasta donde dejé mi teléfono y ahí busco una canción más tranquila, una que me permita concentrarme.
Who can say where the road goes
Where the day flows, only time...
Regreso a mi lugar, extiendo mis manos, levanto mi pierna derecha e inclino mi cuerpo hacia adelante. Who can say why your heart sighs...
Me quedo en esa posición unos segundos permitiendo de esa manera que la música me absorba.
When your love lies, only time...
Vuelvo a mi posición inicial y giro, primero lento, después rápido, doy vueltas en mi estudio sin intentar nada, solo me dejo llevar. Al mismo tiempo cierro mis ojos e imagino que estoy flotando en un cielo estrellado sin pensar en nada más.
Nada más.
Me gusta bailar, es mi forma de liberar tensión, siempre lo ha sido.
En Deya, conforme El Cisne fue creciendo como empresa, vinieron a mí muchas oportunidades. Parejas que querían montar una rutina de baile en su boda preguntaban si recomendábamos alguna academia y, aunque dudé, cuando perdí el miedo me propuse yo como instructora.
Lo llevé a más cuando decidí estudiar danza. Me entregué totalmente a la música y eso me sirvió como terapia. Una terapia que no ayuda a olvidar, ayuda a superar.
Y es que necesitaba eso. Estuve durante mucho tiempo dentro de una cámara de tortura, soporté burlas, señalamientos y odio injustificado por más tiempo del que debería. Mi cuerpo fue visto como objeto. Por lo que ahora, al utilizarlo como instrumento para bailar, siento que contribuyo a convertir toda esa basura en arte.
Soy arte.
Mi estudio es modesto, lo conforman cuatro paredes, dos cubiertas con espejos y, por el momento, lo situé en el garaje de la abuela. Tendré un lugar propio cuando muchos alumnos se inscriban y junte suficiente dinero para mejorar. Mientras, solamente me alcanza para que mañana le coloquen piso de madera, ventiladores y baño propio.
Estoy haciendo planes cuando viene a mi mente la imagen de Karin saltando a los brazos de Oliver y me cuestiono por milésima vez si alejarme de él fue lo más conveniente. Sí. La respuesta es sí. Estoy segura de que no estábamos lo suficientemente preparados. Sobre todo yo.
Duele. Claro que duele.
No creí que ver a Oliver me afectaría. Muchas noches, recostada en mi cama sin poder dormir, imaginé ese momento y nos vi saludándonos y platicando tras un encuentro casual. Solo eso. Sin embargo, mi corazón, mis pulmones, mi estómago y sistema nervioso en general, expusieron ante mí una realidad triste: Oliver Odom todavía me afecta.
Puede ser cosa del "Qué sí..."
¿Qué si hubiéramos seguido juntos?
¿Qué si él aún me quiere?
¿Qué si...
Es la posibilidad lo que me tiene ansiosa.
Y es que Oliver vale la pena, como dijo tía Su: Es alguien que vale la pena. Aunque, ¿qué si ya no? ¿Qué si ya no es aquel chico tímido e ingenuo? La duda me mata. ¿Quién eres hoy, Oliver Odom? ¿Todavía mereces que te quiera? No hay respuestas, por lo que únicamente me queda bailar hasta superar que la posibilidad está yéndose. Bailo tanto que mis pantorrillas empiezan a doler.
—Andrea —escucho decir a mamá cuando sé que ha pasado mucho tiempo.
—Estoy bien —digo sin mirarla y aun bailando.
—No, no lo estás —Ella suena preocupada.
Le doy mi atención durante un segundo, está de pie frente a la puerta que permite el acceso a la casa desde el garaje, con la abuela y tía Su acompañándole. Día de intervención. Hacemos esto cuando una de las cuatro claudica.
—Sé lo que pasó en el programa —dice.
Y le preocupa que desee morir...
—Me conmocionó pero es lo que me faltaba ver para dejar de vivir de nostalgias —aseguro y mamá cierra sus ojos con dolor al escucharme repetir lo que ella dijo hoy más temprano—. ¿Cuánto lleva al aire el programa? —les pregunto—. ¿Un mes? Lo ven, ya pasó. Fue un mes de estupidez nada más, a partir de este momento seré la Andrea de siempre.
Mamá está mirándome otra vez. —Andi...
—Mañana mismo puedo salir con algún otro chico. El vecino es apuesto, puedo ir a invitarlo a un café o puedo ir a coquetear con alguien a alguna discoteca. Si todo sale bien y corro con suerte, quizá antes de fin de año me case... Tu misma organizarías la boda, mamá.
—Andrea, cielo —Ahora ella sufre, mis palabras le lastiman.
—Es tan estúpido volver a pensar en Oliver —continuo, sarcástica e hiriente—. Basta ya de comparar a todos con él. Oliver es solo otro chico lindo, no es para nada especial y mucho menos el indicado... —Mamá camina hasta mí cuando lágrimas empiezan a rodar por mis mejillas—. No es tan... —Y me abraza—. No es tan especial, mamá —farfullo. Estoy llorando con mi cara apoyada sobre su hombro—. No es tan fácil, mamá... No lo es.
—Yo sé que no —solloza ella, esta vez sonando comprensiva. Está ahí para mí, como siempre.
—Pero saldré adelante, siempre lo he hecho —prometo.
—Lo sé.
—He salido con otros chicos —Me alejo de ella un poco para que mire mis ojos y yo los suyos—, puedo seguir haciéndolo.
No quiero preocupar a mamá. Ya no.
—Pero no para olvidar o reemplazar a Oliver —suplica.
—No para reemplazar a Oliver —repito, prometiendo también eso—. Buscaré sin buscar, dejaré que las cosas simplemente se den.
Eso estaba haciendo antes de saber de él.
—Es porque lo viste en televisión —dice tía Su, justificando así mi debilidad—. Antes de eso estabas bien, volverás a estar bien en cuanto lo saquen de la competencia... Aunque soy de las que piensa que deberías buscarlo —añade, como si eso fuera la solución a todo.
Mamá niega con la cabeza:
—No —dicta—. Me mataría verla llorar porque él no la reconoció o, Dios no lo quiera, la hizo de menos.
¿Oliver? Jamás. O eso creo...
—Por lo que nos ha contado Andrea, ese chico no es de los que harían eso —interviene mi abuela. Yo asiento pausamente, meditando la posibilidad de que no estemos en lo correcto.
—¿Y si cambió? —objeta mamá, poniendo en palabras mi propia preocupación—. Mejor quédate con los buenos recuerdos, Andrea.
Los buenos recuerdos con Oliver, sí, son muchos y casi todos son bellos... Por lo mismo cuesta no aferrarse a eso.
—La gente buena siempre se reinventa para bien —insiste mi abuela—. Si el tal Oliver es mala persona ahora es porque siempre lo fue, Eve. Yo sé lo que digo. El poder, el dinero y la fama no corrompen a la gente, la desenmascaran.
Me duele pensar en Oliver como alguien que ha cambiado. No. Simplemente no.
—Oliver no es mala persona —les aseguro—. Él jamás haría algo así. ¿Abuela, tú...
—También opino que deberías buscarlo para cerrar de una vez ese ciclo —expone, para pesar de mamá.
—Lo puede cerrar sin tener que buscarlo —opina ella. Teme por mí, es normal por ser la principal testigo de mi sufrimiento.
—Cerrar ciclo —repito, dando dos pasos hacia atrás. Para mí el término es nuevo.
—Sí, Andrea, es lo más sano.
Miro a mamá. —¿Sano?
No suena convincente viniendo de ellas tres.
—Y fácil cuando te decides.
—Y si es tan fácil por qué ninguna de ustedes ha hecho lo mismo —las confronto, señalándolas—. Ninguna se volvió a casar después de divorciarse y de eso ya pasó mucho tiempo. Ya llevaban tiempo divorciadas cuando yo me separé de Oliver.
Mamá y tía Su se miran sin saber qué decir. ¡Ahí las tengo! Sin embargo, la abuela si da un paso adelante.
—Nuestro caso es diferente al tuyo —me hace ver—. Nosotras no queremos pasar por el mismo infierno con diferente diablo, tú te aferras al mismo paraíso.
De acuerdo, no puedo no darle la razón.
—Pero ya dije que se acabó, volveré a enfocarme —insisto, decidida—. Fue un mes de debilidad, pero ya pasó... Ya pasó.
—Yo insisto en que lo busques —dice tía Su, alzando sus manos para que mamá no ataque—. Solamente salúdalo, ilusiónate de nuevo, o bien, desencántate.
Desencantarme.
No, conociendo a Oliver, haría lo contrario a eso y sería el holocausto para ambos... de sentir él algo por mí todavía.
¿Es justo para Oliver que vuelva a desorganizar su vida tal como lo hice la primera vez?
¿Es justo para mí que él haga lo mismo con la mía?
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