Capítulo 8: 20 de abril
Narra Neville:
Dos semanas. Ese era el tiempo que April llevaba sin dirigirme la palabra, el tiempo que había pasado desde nuestra ruptura. Tras dos semanas seguía sin saber por qué habíamos terminado así.
Había tratado en vano de volver a hablar con ella, pero me rehuía, ni sus amigas habían podido darme una explicación, ellas estaban igual de confusas que yo. Algo debía sucederle, pensaba a menudo, pero entonces sus palabras volvían a mi mente <<No eres capaz de asumir que lo nuestro ha terminado y tratas de buscarle alguna explicación o solución, pero no la hay.>> había dicho. Me planteaba a menudo que tuviese razón, pero es que si no me refugiaba en la idea de que algo le hacía alejarse de mí, me hundía en la tristeza más absoluta.
Era 20 de abril, nuestro aniversario, y sin embargo no podíamos estar más separados en aquellos momentos.
Un leve codazo por parte de Seamus me devolvió a la realidad, nos encontrábamos en la Sala de los Menesteres para una reunión del E. D. Hazel, que se encontraba a mi izquierda, se había unido a nosotros unos días atrás. Aquella noche íbamos a rescatar a un alumno de segundo año que había sido castigado por los Carrow por contar en el Gran Comedor que Harry, Ron y Hermione habían atracado Gringotts.
—Se encuentra en las mazmorras y pasará la noche allí, si no conseguimos rescatarlo podrían practicar sobre él la maldición Cruciatus —explicaba Seamus.
Aquellos días él había asumido el liderazgo del grupo, pues yo no me sentía en condiciones.
El muchacho nos dividió en grupos de tres o dos personas, cada uno tendría su función esa noche. Algunos iban a llenar el despacho de Filch de papel higiénico y bombas fétidas, otros pintarían los pasillos y el resto iríamos a rescatar de las mazmorras al chico de segundo.
—Estamos en el mismo grupo —dijo Hazel con una sonrisa cuando Seamus finalizó con sus instrucciones.
Yo asentí y, con cierto esfuerzo, le devolví la sonrisa.
Por turnos, comenzamos a salir de la Sala de los Menesteres y cada uno se dirigió con su grupo a su destino. A mí me había tocado ir con Hazel y Seamus a las mazmorras. Caminamos los tres con cautela y en silencio, habíamos aplicado el hechizo que April me había enseñado para silenciar nuestras pisadas.
No tardamos en llegar al lugar donde el muchacho de segundo pasaría la noche.
—Hazel, tú vigilarás el pasillo —le ordenó Seamus—, yo aquellas escaleras y Neville, tú saca al chico lo antes posible.
Asentí y caminé con decisión hacia la única puerta cerrada del largo pasillo de celdas. Me detuve un instante para cerciorarme de que no estaba Alecto dentro y, pasados unos segundos, lancé un hechizo que hizo pedazos la cerradura.
En el interior de la celda, acurrucado en un rincón sobre la fría piedra, el joven alumno me miraba con los ojos muy abiertos. Me apresuré a liberarle de sus ataduras y le sujeté por el brazo para tirar de él y salir de allí.
—¿Estás bien? —le pregunté mientras me acercaba de nuevo a Hazel, que ya se había reunido con Seamus.
El muchacho asintió.
—¿Cómo te llamas?
—Kevin —contestó en un murmullo, parecía muy asustado.
Hazel y Seamus le hicieron algunas preguntas más, pero todos nos quedamos en silencio de golpe, incluso aguantando la respiración, cuando escuchamos unos pasos descender por la escaleras.
Volví a sujetar a Kevin por el brazo y salimos corriendo. Por desgracia no había tenido tiempo de silenciar sus huellas y sus pasos retumbaban contra el suelo de piedra.
Corrimos y subimos muchas escaleras tratando de alejarnos de nuestros perseguidores. Creimos darles esquinazo al escabullirnos por un estrecho pasillo, sin embargo sabíamos que aún no estábamos a salvo.
Recuperamos el aliento y tratamos de orientarnos, habíamos corrido sin fijarnos demasiado en a donde nos dirigíamos, debíamos volver a la Sala de los Menesteres, aunque estábamos un poco lejos.
Entre susurros, tratábamos de ponernos de acuerdo en la ruta a seguir, cuando noté que alguien tiraba de la manga de mi camisa.
—Un momento Kevin —Le pedí algo de paciencia al chico, sin embargo apenas tardó en volver a insistir.
Me giré en su dirección, vi avanzar flotando hacia nosotros a Peeves y sentí que la sangre en mi cuerpo se helaba por puro terror.
—Vaya, vaya —masculló acercándose con una sonrisa pícara—, alguien debería avisar a los Carrow, no está bien que andéis por los pasillos a estas horas.
—No Peeves, por favor... —Hazel suplicó en vano.
—¡Alumnos en los pasillos! —gritó mientras se alejaba por el otro extremo del pasillo.
Echamos a correr de nuevo y no tardé en sentir como los Carrow nos pisaban los talones. Solo algunas escaleras y un largo pasillo nos separaba de la Sala de los Menesteres, cuando un hechizo me pasó rozando. Otro más pero conseguí esquivarlo, Kevin, sin embargo, no tuvo tanta suerte.
El chico cayó al suelo y me apresuré a levantarlo y llevarlo en brazos. Seamus y Hazel trataban de cubrirme, pues en aquella situación no podía defenderme. Subimos las escaleras con premura, corrimos hasta el final del pasillo y nos resguardamos en la Sala de los Menesteres. Por suerte para nosotros estaba completamente seguro de que los Carrow no nos habían visto entrar.
ϟ
Narra Neville:
Llevábamos ya cinco días sin apenas salir de la Sala de los Menesteres, aunque allí teníamos todo lo que necesitábamos, incluso se había abierto un pasadizo hasta Hogsmeade para nosotros.
Me encontraba sentado junto a la chimenea, donde ardía un débil fuego, cuando Hazel se acercó a mí con una sonrisa.
—Traigo chocolate caliente, ¿te apetece un poco? —me ofreció tendiéndome una de las dos tazas humeantes que llevaba.
Sentí una pequeña punzada al escuchar aquello, pero me obligué a mí mismo a apartar los dolorosos recuerdos de mi mente.
—Gracias —contesté cogiendo la taza y haciéndole a la chica sitio en el sofá.
—Es un rollo tener que quedarnos aquí, ¿no crees?
—Bueno, al menos estamos a salvo. Estoy seguro de que no les habría importado hacer de nosotros una excepción en su norma de no derramar sangre limpia.
—¿Piensas que de habernos pillado nos habrían matado? —Los ojos de la joven se abrieron por la impresión.
Yo asentí y le di un pequeño sorbo a mi bebida.
—Se ahorrarían muchos problemas así.
Hazel permaneció unos instantes pensativa.
—Me da miedo pensar que puedan llegar a descubrirnos aquí —admitió tras un largo silencio.
—No nos descubrirán —le aseguré pasando mi mano por su brazo en un intento de reconfortarla—, este es un lugar seguro.
La joven alzó la vista de su taza y me miró a los ojos, como tratando de detectar si le mentía para hacerle sentir más tranquila. Aún cuando la duda se disipó en ella, siguió mirándome con fijeza. Noté que se acercaba más a mí y yo traté de retroceder, pero estaba algo acorralado.
Seamus entró entonces de golpe en la sala sosteniendo una carta.
—Perdón, ¿interrumpo algo?
Me apresuré a ponerme en pie y acercarme a él.
—Solo hablábamos —mascullé.
Mi amigo enarcó una ceja y me observó unos instantes, finalmente me entregó el sobre y dijo:
—Es de tu abuela, parece urgente.
Cogí la carta y miré en dirección a Hazel, la joven tenía la mirada fija en su taza de nuevo. Si no nos hubiese separado tanta distancia habría jurado que sus mejillas estaban ruborizadas.
A pesar de las advertencias de Seamus salí de la Sala de los Menesteres. Comenzaba a anochecer, así que me dirigí los jardines con paso rápido y cautela. Una vez allí, más tranquilo y solo, abrí la carta de mi abuela y me dispuse a leer.
--------
¡¡Preguuuntaa!!
¿Cuál es el personaje más odiado por vosotros en la saga de Harry Potter?
Yo, sin duda alguna, no puedo odiar a nadie más que a Peter, esa rata traidora me pone de los nervios.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro