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Capítulo 7: Sección Prohibida

Narra Neville:

April caminaba junto a mí, sus ojos brillaban con determinación en la penumbra de la noche. Avanzamos hasta las grandes puertas de la biblioteca y comenzamos a caminar entre los estantes, nos desplazábamos con cautela por si la señora Pince seguía despierta.

No tardamos en ver a lo lejos la puerta de la Sección Prohibida. Nos ocultamos tras uno de los muchos estantes para terminar de concretar el plan.

—¿Quién de los dos va a abrir la puerta y quién se va a quedar a buscar? —preguntó en un susurro.

—Yo voy, abro la puerta y huyo. Cuando esté todo despejado, tú entras y coges todos los libros que puedas.

—¿Estás seguro de que quieres que lo hagamos así?

—Sí, tú tienes que ser la que se quede a buscar, eres la que sabes bien lo que estás buscando —contesté en voz baja.

April asintió y besó con brevedad mis labios.

—No dejaré que me atrapen —le aseguré.

—Recuerda el hechizo, tal y como lo practicamos —me recordó.

—Todo va a ir bien, nos vemos luego en la Sala de los Menesteres.

Ella esbozó una sonrisa y se internó en la oscuridad de la biblioteca para quedar oculta. Cuando la perdí de vista, avancé hasta la puerta de la Sección Prohibida. Notaba como mi corazón latía con fuerza contra mi pecho, así que me obligué a mí mismo a calmarme, los nervios no me servirían de nada.

Tras cerciorarme de que no había nadie cerca, saqué la varita de mi bolsillo y apunté a la cerradura.

Aberto —murmuré.

La cerradura saltó por los aires en una pequeña explosión y, tal y como sucedió la vez anterior, una estridente alarma comenzó a sonar, solo que esta vez la puerta estaba abierta. Cuando vi a la señora Pince salir alborotada de su despacho, eché a correr. Ella me lanzó varios hechizos, pero al perderme de vista se detuvo y salió en busca de los Carrow. Ahora solo quedaba que April se diera prisa.

  ϟ  

Narra April:

Vi a la señora Pince pasar muy cerca del lugar en el que me ocultaba, pero ella iba demasiado preocupada como para reparar en mi presencia. En cuanto sus pasos se perdieron en la oscuridad del castillo, corrí hacia la Sección Prohibida, cuya puerta estaba ahora entreabierta.

La estridente alarma seguía resonando en la biblioteca provocándome un intenso dolor de cabeza.

Lumos —murmuré con premura.

En un abrir y cerrar de ojos, una luz brillante brotó de mi varita y comencé a examinar los lomos de todos los libros. Cualquiera que mencionara los poderes de la mente iba a parar a mi mochila. Recorrí todos los estantes con rapidez, cuidándome de no dejar ninguno atrás. Di con uno titulado: "La legeremancia, una rama compleja de la magia" que cogí con rapidez y me dispuse a marcharme.

Cerré la puerta de la Sección Prohibida y comencé a andar entre los estantes, ocultándome como podía en las sombras.

—El chico se nos ha escapado —oí que decía alguien. Por una parte, saber que Neville estaba bien me alivió, pero el hecho de que pudieran descubrirme a mí hizo que se me acelerara la respiración—, pero estoy segura de que no ha venido solo.

—Alecto, registra la Sección Prohibida, yo miraré por aquí —escuché que ordenaba otra voz, esta vez masculina.

Avancé con rapidez hacia la salida, amparada por la oscuridad y por el hechizo que silenciaba mis pasos. Lamentablemente, el ruido de las grandes puertas al abrirse me delató. En aquel momento, tras escuchar horrorizada como los pasos de los Carrow se acercaban ahora a mí, eché a correr.

Volví a ver a la señora Norris al pie de unas escaleras, Filch no podía andar lejos. 

Ahora los pasos resonaban por los pasillos paralelos y detrás de mí, me estaban rodeando. Tratando de despistarles, abrí la primera puerta que me encontré, la cerré con cuidado y me escondí lo mejor que pude.

Había ido a parar a un pequeño cuarto de mantenimiento. Dentro había escobas, algunos productos de limpieza y pintura. Al ver aquello, la chispa de una idea atravesó mi mente. Esperé hasta que escuché los pasos alejarse y retomé mi huida, no sin antes asegurarme de que el sitio donde había encontrado la pintura, quedaba grabado en mi mente.

Conseguí llegar a la Sala de los Menesteres sin encontrarme con nadie más. Neville me esperaba dentro andando nervioso por la habitación.

—April —dijo sonriendo al verme—. Empezaba a pensar que te habrían pillado.

Yo corrí a abrazarle.

—Bueno, es que casi me pillan. Cuando te perdieron de vista regresaron a la biblioteca, por suerte yo ya había encontrado todo lo que buscaba.

Neville me estrechaba con fuerza entre sus brazos y, poco a poco, mi respiración se fue normalizando. Junto a él volvía a sentirme tranquila.

—¿Has encontrado muchos libros? —preguntó aflojando su abrazo.

—Solo 4, pero me conformo —respondí acercándome a uno de los sofás que había.

En aquel momento, comencé a fijarme bien en la Sala de los Menesteres, pues no se asemejaba a lo que ayer nos habíamos encontrado al venir.

El tamaño era ahora más reducido y donde antes solo había un gran espacio despejado para practicar hechizos, ahora había varios sofás y sillones frente a una chimenea. 

Me quité la túnica y la dejé sobre uno de los sillones, para sentarme después junto a Neville en el sofá. Extraje los libros de mi mochila, le pasé uno a él y yo cogí otro. Comenzamos a leerlos con detenimiento, en busca de algo que no supiéramos hasta entonces acerca de la legeremancia.

—Aquí dice que la desmemorización realizada por un legeremago es completamente irreversible, sin embargo, la causada por el hechizo obliviate tiene solución —murmuró Neville.

Yo asentí mientras pasaba la página de mi libro.

—Dumbledore mencionó algo así...

—Tienes razón.

Proseguimos con nuestra lectura, mi ejemplar en concreto resultó ser bastante decepcionante. Hablaba más de la vida de algunos legeremagos famosos que de la legeremancia en sí. Lo dejé a un lado y me recosté junto a Neville.

—¿Sabías que usando tus poderes podrías hacerte "invisible"?

—¿Cómo va a ser eso posible? —pregunté incorporándome de golpe.

—Aquí dice que podrías controlar la mente de los que te rodean, para hacer que tu presencia pasara desapercibida —leyó—. Claro que necesitarías muchos años de entrenamiento para lograrlo, además de mucha destreza. Ten en cuenta que implica controlar más de una mente a la vez, pero no es imposible.

Volví a recostarme junto a él.

—Sería genial poder tener mis poderes —suspiré.

—Los recuperaremos —me aseguró.

—No, Neville, no creo que lleguemos a lograrlo...

Él suspiró, cerró su libro y se puso en pie; tras quitarse la túnica y dejarla junto a la mía, se detuvo frente a la chimenea. Observé un instante como las llamas alumbraban su rostro antes de ponerme en pie y situarme junto a él.

—¿En qué piensas?

—En nada, solo... No me apetece mucho dormir, ¿sabes?

—A mí tampoco —respondí empujándolo ligeramente hacia el sofá—. Podríamos hacer algo más divertido, ¿no crees?

Neville asintió algo sonrojado y se sentó.

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En un ratito tendréis el segundo capítulo de este maratón que os prometí ;)

Bueno... ¡¡Pregunta!!

¿Qué os pareció el octavo libro que publicó Rowling, el guión de la obra de teatro?

A mí, personalmente, no me gustó demasiado :/


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