Narra April:

Unas sombras surcaron el cielo y aterrizaron junto a mí, eran mortífagos que enarbolaban sus varitas amenazantes y a la defensiva. Una multitud huía en distintas direcciones, yo corrí por el césped, no sabía hacia dónde, hasta que choqué contra alguien. Caí al suelo, frente a mí, un mortífago torturaba a una chica que no debía ser mucho más mayor que yo. Aferré mi varita con fuerza, pero ningún hechizo salió de mi boca, estaba aterrada. Quería que detuviera su sufrimiento, pero mis palabras parecía llevárselas el viento.

Abrí los ojos de golpe y Neville estaba sentado en la cama junto a mí, parecía preocupado, pero sonreía en un intento de confortarme.

—Tranquila —dijo acariciándome el pelo—, era solo una pesadilla.

—¿Qué haces aquí? —pregunté pasados unos instantes.

—Estabas gritando...

—¿En serio?

Él asintió. Miré el reloj de mi mesita de noche, eran las ocho. Me eché a un lado y Neville se tumbó frente a mí, entrelazando nuestras piernas.

—No era una pesadilla normal —musité.

Neville frunció el ceño.

—Era todo demasiado real —añadí.

—April, no le des más vueltas, solo era un sueño.

—No, no lo entiendes, no es la primera vez que me pasa... Meses antes de la tercera prueba comencé a soñar con aquel cementerio, lo mismo me sucedió con la lucha en el ministerio. Es como si fueran advertencias de que algo malo se acerca.

—¿Por qué no me lo habías contado antes? —preguntó apartándome con delicadeza el pelo de la cara.

—No lo sé... No quería preocuparte, supongo —contesté desviando la mirada.

—Quiero que sepas que puedes contar conmigo para todo, que me cuentes lo que te preocupe por estúpido que sea —dijo alzando ligeramente mi barbilla para mirarme a los ojos—. Estamos juntos en lo bueno y en lo malo, ¿vale?

—Vale —respondí con una pequeña sonrisa.

Ojalá hubiera despertado a su lado cuando había tenido todas esas otras pesadillas, su presencia era realmente reconfortante y la calidez de su cuerpo y la suavidad de su abrazo me hacían sentir segura. Me acerqué más a Neville para besar sus labios, enroscando mis dedos en su despeinado cabello, mientras que él me estrechaba por la cintura y acariciaba mi espalda.

—Te amo —dijo cuando me separé con delicadeza de él.

Sentí como mi corazón se aceleraba, siempre nos habíamos dicho lo mucho que nos queríamos, pero era la primera vez que uno de los dos pronunciaba aquellas palabras.

—Yo también te amo.

Nos quedamos una hora más en la cama, hablando en susurros, besándonos de vez en cuando y riendo intentando no hacer ruido para no despertar a Augusta.

Aquel día no hicimos gran cosa, nos quedamos en casa leyendo libros acurrucados en el sofá, escuchamos música en el desván y pasamos la tarde buscando a Trevor.

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Siento estar actualizando de manera tan... "irregular". Es que estos días están siendo complicados, espero que lo entendáis.

Bueno, ¡preguntaa!

¿Cuál es vuestro profesor preferido de Hogwarts? ¿Y el que menos os gusta?