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Capítulo 5: Daga y sangre

Narra Neville:

Una semana después, me dirigía con Seamus a clase de Estudios Muggle cuando nos cruzamos con April, que iba acompañada por Hannah y un chico de pelo oscuro al que no conocía, pero que también vestía el uniforme de Ravenclaw.

Al pasar por mi lado me dedicó una pequeña sonrisa y me entregó una nota que guardé en mi bolsillo. Cuando entramos en clase, Alecto Carrow aún no había llegado, así que extraje la nota que April me había dado y la leí con atención.

<<Tengo algo importante que decirte, nos vemos después de comer en los jardines>>.

Doblé la hoja de pergamino y volví a guardarla en mi bolsillo.

—Buenos días —dijo Alecto entrando en clase.

Nosotros nos pusimos en pie antes de decir:

—Buenos días, profesora Carrow.

Alecto no tardó en empezar la clase, nos hizo copiar una página de nuestro libro en el que describían a los muggles como seres inferiores.

—Pronto —comenzó diciendo cuando hubimos terminado—, se restablecerá el orden mundial que siempre debió haber. Nosotros los magos, dominaremos sobre los seres inferiores como los muggles, que solo han hecho que tengamos que escondernos. Son unas ratas inmundas que no merecen otra cosa que castigo.

—Es una hipócrita —murmuré dirigiéndome a Seamus, él me miró con curiosidad—. He oído que su familia no es de sangre tan pura como intentan aparentar.

—Señor Longbottom, ¿podría compartir con el resto de la clase lo que decía? —dijo ella alzando ligeramente la voz y mirándonos con severidad.

—Nada, solo me preguntaba cuánta sangre muggle tendrían su hermano y usted.

Alecto avanzó con rapidez hasta mi mesa y me miró unos instantes con furia.

—¿Qué estás insinuando?

—Solo lo que dicen todos, que su familia no es de sangre tan pura como nos quieren hacer creer —respondí.

Con un rápido movimiento, Alecto sacó una pequeña daga e hizo un corte en mi mejilla. Noté la sangre deslizarse por mi rostro y caer sobre el pupitre. Sin decir una palabra, cogí mis cosas y salí de allí. Era la última clase a la que asistía, me daba igual si suspendía aquella asignatura. No quería seguir oyendo aquellas sandeces acerca de los muggles.

Me dirigí a la torre de Gryffindor para cambiarme la camisa, pues la que llevaba puesta estaba ahora manchada de sangre. Al salir, pasé frente al Gran Comedor, de donde salía April con sus amigas.

Al verme, se despidió de ellas y corrió hacia mí.

—¿Sabes? Ayer estaba en... —comenzó diciendo, pero la visión de la sangre en mi rostro hizo que se detuviera—. Por las barbas de Merlín... Neville, ¿qué te ha pasado?

—Le pregunté a Alecto cuánta sangre muggle tenían ella y su hermano —mascullé desviando la vista.

Ella me miró unos instantes con preocupación.

—Venga, vamos a la enfermería —dijo finalmente cogiendo mi mano.

Durante el camino ninguno de los dos dijo nada y al llegar allí no encontramos a la señora Pomfrey.

—Será su hora libre para comer —pensó April—. Bueno, siéntate en esa camilla —me ordenó rebuscando en uno de los botiquines.

—¿Vas a curarme tú la herida? —pregunté haciendo lo que me decía.

—Claro, ya lo he hecho antes —contestó con seguridad acercándose a donde estaba.

—¿Qué era eso tan importante que tenías que decirme?

Ella puso unos cuantos botecitos sobre la cama y miró las etiquetas antes de responder.

—Ya sé como entrar en la Sección Prohibida —dijo como si nada—. Estate quieto un momento —me pidió.

Puso una de sus suaves manos en mi barbilla y me hizo girar la cabeza, para poder ver mejor la herida. Con la mano libre mojó un pequeño paño en agua y empezó a limpiar la sangre seca de mi rostro.

—Existe un hechizo muy antiguo que actualmente está en desuso —prosiguió—, también sirve para abrir puertas, pero lo que hace no es abrir la cerradura, sino destruirla. Pocas personas lo conocen ya. Dudo mucho que los Carrow hayan tenido en cuenta su existencia.

—Vale, nos sirve contra el encantamiento Anti-Alohomora, pero no contra el Anti-Intrusos —repuse yo.

Ella no contestó a eso, volvía a estar concentrada en los botes de cristal.

—Toca limpiar la herida —dijo desenroscando el tapón de uno de ellos—. Esto va a escocer un poco —me avisó.

Hice una mueca al sentir el líquido en mi herida.

—Ya está, tardará uno o dos días en cicatrizar del todo, pero al menos no va a infectarse —concluyó con una pequeña sonrisa.

—Vas a ser una gran sanadora —le aseguré acercándola a mí.

—No seas zalamero, Longbottom —me advirtió separándose de mí para guardar todo en su sitio—. No está bien lo que has hecho. Ahora tendremos que esperar para entrar en la Sección Prohibida, porque si algo sale mal, no dudes que sospecharán de ti después de lo de hoy.

—April, tú no tienes que aguantarla dos horas a la semana maldiciendo acerca de los muggles —me defendí.

—Supongo que no vas a volver a su clase —dedujo mientras devolvía el botiquín a su sitio.

—Ni aunque me pagaran.

Salimos de la enfermería en silencio.

—Respecto al encantamiento Anti-Intrusos... Contra eso no podemos hacer nada, no hay ningún contrahechizo, al menos no en los libros de la biblioteca —me explicó April—. Pero había pensado que... Bueno, tras abrir la puerta, la alarma comenzará a sonar. Entonces, uno de los dos huirá, y será a ese al que perseguirán, pero al menos contaremos con el factor sorpresa, ten en cuenta que no se esperan que volvamos a intentar entrar.

>>Mientras, el otro podrá entrar en la Sección Prohibida y buscar. Esta vez, en vez de huir hasta la torre de Gryffindor, podríamos reunirnos en la Sala de los Menesteres, queda mucho más cerca y ahí no podrán encontrarnos.

Permanecí unos instantes en silencio, sopesando todo lo que había dicho.

—No es mala idea —dije finalmente.

Ella asintió.

—Esperaremos hasta el viernes de dentro de dos semanas. Hasta entonces, trataremos de pasar desapercibidos —añadió lanzándome una mirada significativa por si no había pillado la indirecta.

—Me comportaré —prometí.

April esbozó una pequeña sonrisa.

Después de haber pasado la última semana de vacaciones sin apenas separarnos unos minutos, se me hacía difícil verla tan poco por culpa de las clases.

—¿Vamos a la biblioteca? —propuso—. Tengo que hacer algunas redacciones.

—Está bien.

De camino ultimamos los detalles de nuestro plan y, una vez allí, nos sentamos el uno en frente del otro en una mesa junto a la ventana. April sacó una hoja de pergamino, varios libros, una pluma y un frasco de tinta y no tardó en empezar a trabajar. Yo la imité aunque no conseguía concentrarme, mis ojos viajaban del papel a su rostro constantemente.

Contemplé su piel pálida salpicada de discretas pecas, su pequeña nariz, sus grandes ojos verdes que recorrían las páginas de su libro y, por último, sus labios carnosos. En aquellos momentos solo quería besarla.

Cuando ella se levantó a buscar un libro, observé su bonita silueta hasta que se perdió entre los estantes. Sin poder quedarme más allí sentado, la seguí. April estaba de puntillas tratando de alcanzar un libro, me acerqué a ella, lo bajé de la estantería y se lo tendí.

—Gracias —murmuró mirándome extrañada—. ¿Qué te pasa Neville?

Una rápida mirada a sus labios me delató.

—No lo sé —admití finalmente—, pero es que necesito un beso.

Ella puso los ojos en blanco, aunque sonreía. Tras asegurarse de que la señora Pince no nos veía allí, se puso de puntillas y besó con tanta intensidad que me dejó sin respiración.

—Espero que ahora puedas concentrarte y hagas algo que no sea mirarme —murmuró entre risas tras separarse de mí.

Noté como mis mejillas enrojecían y volví con ella a la mesa.

Conseguí terminar todos mis deberes, pero tras aquel beso, sentí que necesitaba más.

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¡¡Preguntaa!!

¿Cuál de los tres mini-libros que publicó Rowling (Quidditch a través de los tiempos, Animales fantásticos y dónde encontrarlos y Los cuentos de Beedle el bardo) os gustó más?

Yo siento predilección por el de Animales fantásticos y dónde encontrarlos :P


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