Capítulo 3: Martes
Narra April:
Empujé la pesada puerta, para entrar a una gran habitación llena de camas, todas ellas estaban ocupadas por una persona enferma y se encontraban separadas entre sí por unas cortinas.
—Es por aquí —dijo Neville señalando el final de la sala. Allí, en dos camas contiguas se encontraban sus padres.
Alice era una mujer pequeña y delgada, supuse que, en otro tiempo, sus mejillas habrían tenido más color. Tenía el pelo muy corto, ni siquiera le llegaba a los hombros. Además, unas profundas ojeras enmarcaban sus ojos del mismo color que los de Neville.
Su padre, Frank, contemplaba la pared de enfrente con la mirada perdida; sin embargo, su mano no soltaba la de su esposa. Me fijé en que su nariz larga y delgada, era como la de su hijo.
Neville besó la frente de su madre con suavidad y se sentó a su lado.
—Siempre he pensado que pueden oírme —murmuró con una tímida sonrisa.
—Yo también lo creo —dije sentándome a su lado.
Augusta había salido a rellenar algo de papeleo, así que, entre los dos, pasamos largo rato relatándoles anécdotas de nuestros dos últimos años en Hogwarts.
—Neville es el mejor en herbología, ni siquiera Hermione Granger consigue superarle.
—Tampoco exageres —comentó.
—Esa es otra, es muy humilde, tal vez demasiado.
Neville rió con fuerza y algunas enfermeras lo mandaron callar. Sus padres no apartaban la mirada de él, Alice llegó incluso a esbozar una triste sonrisa; sin embargo, eran miradas ausentes y carentes de sentimientos.
—Nev, es casi la hora de comer, ¿nos marchamos ya? —preguntó Augusta a nuestras espaldas.
Tras un leve asentimiento por parte de éste, nos levantamos. Me despedí de Frank, pero al alzar la vista, vi que Alice ya no seguía en su cama. Se encontraba junto a Neville, acarició su rostro y le entregó el envoltorio de un caramelo.
—Siempre hace lo mismo —murmuró Augusta con un suspiro; sin embargo, pude ver como él lo guardaba en su bolsillo.
Aquella noche, al terminar de cenar, Neville se marchó escaleras arriba dejándonos a su abuela y a mí solas.
—Neville te quiere mucho —dijo mirándome con dulzura.
Alcé la vista, aquello no me lo esperaba.
—Me ha hablado muchísimo de ti —prosiguió—, y sé que has tenido una vida difícil, pero ahora las cosas van a mejorar, puedes considerarnos tu familia.
Rodeé la mesa de la cocina y la abracé con fuerza.
—Gracias... —fue lo único que pude murmurar.
—Sube y haz compañía a Neville, siempre que volvemos de San Mungo pasa el resto del día algo triste y alicaído. Ya termino yo de recoger la cocina —añadió al ver que dudaba.
Al llegar al desván, lo encontré sentado bajo la ventana, moviendo entre sus manos el envoltorio de caramelo que su madre le había dado aquella mañana. Me senté a su lado y apoyé mi cabeza en su hombro.
—¿Todos estos libros eran de tu abuelo? —pregunté al cabo de un rato.
—Sí, usaba esta habitación como despacho.
Cogí un álbum de fotografías que había en uno de los estantes y volví a sentarme junto a él.
—¿Este eres tú? —pregunté señalando a un niño regordete que sonreía a la cámara.
—Sí —respondió tras reír con suavidad.
—Oh, Neville, eras una monada.
—¿Acaso ya no? —insinuó con una sonrisa.
—Yo no he dicho eso.
Entre risas terminamos de ver el resto de fotografías. Entonces, me levanté y recorrí la habitación hasta dar con un tocadiscos muggle.
—¿Te importa si pongo una canción? —pregunté.
—Qué va, todo tuyo.
Me hizo mucha ilusión encontrar mi disco preferido de Bon Jovi y cuando la romántica balada titulada "Always" comenzó a sonar, tomé a Neville de las manos y le obligué a levantarse.
—Esta es mi canción favorita, ¿sabes? —comentó él mientras ponía sus manos en mi cintura.
—La mía también —dije encantada.
—Esta canción la bailaban mucho mis abuelos...
—¿Recuerdas a tu abuelo?
—No mucho, era muy pequeño cuando él falleció. Mi abuela dice que era un hombre muy noble, yo recuerdo que tenía mucha paciencia conmigo y casi nunca se enfadaba.
Bailamos en silencio hasta que la música se terminó, entonces nos detuvimos en el centro de la estancia. Los rayos de la luz de la luna se filtraban por los grandes ventanales, dándole a los ojos de Neville un brillo especial.
—¿Sabías que te quiero? —pregunté con ternura.
—No, que va —contestó con una sonrisa—, no tenía ni idea.
En ese momento, me puse de puntillas y besé de forma breve sus labios.
—Pues ya lo sabes —dije acariciando su pelo.
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¡¡¡Preguuuntaaa!!!
¿Habéis hecho el test del patronus en pottermore? Si es así, ¿cuál es el vuestro? El mío es un tigre :3
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