Narra Neville:

Eran las diez de la mañana del día 3 de julio, y me encontraba tumbado en la cama esperando a que April terminara de arreglarse. Miré mi reloj de nuevo y bufé ligeramente, ya llevaba media hora dentro del baño. Justo me disponía a ir a pedirle que se diera prisa, cuando la puerta se abrió y ella salió sonriente.

April se había recogido su abundante cabello rizado en una coleta alta, llevaba unos vaqueros rotos y una camiseta de un grupo de los sesenta llamado The Animals.

—Deberías recogerte el pelo más a menudo —le dije—, te queda muy bien.

—¿En serio?

Yo asentí.

—Entonces, ¿estoy guapa? —preguntó mirándose al espejo con un deje de duda.

—Siempre lo estás.

—Eres un zalamero —masculló agarrándose de mi brazo para dirigirnos hacia la puerta.

Caminamos hacia San Mungo hablando del grupo que figuraba en la camiseta de la joven.

—¿Cómo puedes recordar tantas fechas, nombres y canciones? —le pregunté.

—Neville, por favor, ¿has olvidado que pertenecí a Ravenclaw? —contestó.

—Oh no, ya llegó April lasuperdiva Williams —bromeé.

—Tú eres la diva de esta relación —me recordó, a lo que yo hice una mueca de escepticismo—. Eres tú el que se mira el trasero cada vez que pasamos frente a un espejo, y todo porque una vez te dije que tenías buen culo —rió.

—Exagerada —mascullé.

Mi comentario solo hizo que se riera aún más. Aminoramos entonces un poco el paso, ya casi habíamos llegado al hospital.

—Hace mucho tiempo desde la última vez —murmuró cuando nos detuvimos en la entrada.

Yo asentí y suspiré, les había echado de menos en este tiempo. De camino a la habitación donde se encontraban mis padres, April estuvo muy callada y permaneció así gran parte de la visita. 

Cuando nos dirigimos a la cafetería de la última planta para tomar algo de té, volví a preguntarle si le ocurría algo.

—Solo estoy pensativa —contestó, al igual que había hecho en todas las otras ocasiones en que le había formulado la pregunta—. Es que se me ha ocurrido... Claro que tal vez sea una estupidez... —Aquello era nuevo, así que la insté a que prosiguiera hablando—.  ¿Y si tus padres también pudieran recuperar sus recuerdos y con ellos la cordura?

Sus palabras me pillaron por sorpresa y apenas supe como reaccionar.

—Entiendo que creas que es una estupidez pero...

—No —me apresuré a aclarar—, no lo creo. Es solo que ha sido chocante. ¿Cómo van mis padres a...

Ni siquiera era capaz de formular la pregunta.

—Solo necesito entrar en sus mentes —contestó—, sería algo parecido a lo que hice con mi propia mente.

—Deberíamos hablar de esto con mi abuela —dije tras unos instantes en silencio sopesando sus palabras.

April asintió y nos marchamos con rapidez a casa.

ϟ

Narra April:

Habían pasado tres días desde que le había propuesto aquello a Neville. En ese tiempo le habíamos contado a su abuela todo lo referente a mis poderes y a cómo había recuperado mi memoria, desde entonces, tanto ella como su nieto habían estado cavilando mi propuesta.

La idea se me había ocurrido la mañana en que Neville me dijo que iríamos a San Mungo y, desde que habíamos pisado el hospital, no había parado de darle vueltas al asunto hasta que finalmente me había atrevido a compartirlo con él.

—Confío en ti, April —dijo Augusta tras darle un largo sorbo a su té. Nos encontrábamos en la cocina hablando por décima vez de aquel asunto.

—¿Qué es lo peor que podría pasar? —me preguntó Neville.

—Lo peor sería que yo entrara en sus mentes y me diese cuenta de que no puedo hacer nada por ellos —respondí.

La vista del joven permaneció fija en su taza.

—No es que no confíe en ti... —comenzó diciendo.

—Está bien, Nev. No tenemos que tomar una decisión aún, entiendo que tengas dudas.

Él simplemente negó con la cabeza y abandonó la sala.

Mi mirada se dirigió a Augusta automáticamente, quien me indicó que aguardara un poco antes de ir tras él, y eso hice. Ambas recogimos la cocina y aproveché para contestar a algunas de sus preguntas acerca de mis poderes, ella nunca había oído hablar de un legeremago.

Pasada media hora, subí al desván, ni siquiera me molesté en comprobar que no se hubiese marchado a su habitación, sabía que estaría allí.

Efectivamente, no me equivoqué, cuando entré lo encontré curioseando entre los discos de vinilo que antes habían pertenecido a su abuelo.

Me acerqué a Neville y apoyé mi cabeza en su brazo, echando yo también un vistazo a la amplia colección de discos.

—¿Escuchamos Ruber Soul? —propuse, me apetecía muchísimo escuchar a The Beatles.

—Prefiero Help! 

—Rubber Soul es mejor.

—Pero sabes que mi disco preferido es Help! —me recordó haciendo un puchero.

Yo contraataqué con mi mejor cara de pena.

—Tú solo quieres escuchar a McCartney cantar "Michelle" —me reprochó.

(Os dejo la canción en la multimedia para que entendáis de lo que hablo, no podéis negar lo dulce que es la voz de Paul, lamentablemente no la he encontrado entera, es difícil encontrar canciones de The Beatles en Youtube por temas de Copyright)

—Neville, ¿estás celoso de Paul y de su sexy voz?

—Su voz no es sexy —dijo poniendo el disco del álbum Help! en el tocadiscos.

—Tienes razón, solo es tan dulce que hace que mi corazón se derrita —respondí con dramatismo.

Neville bufó y Help! comenzó a sonar.

—Nev —dije tras unos instantes en los que nos limitamos a escuchar la voz de John Lennon—, ¿qué sucede? ¿Por qué te has marchado antes así de la cocina?

Él desvió la mirada, como si no quisiera hablar de ello.

—Neville —Volví a decir su nombre, esta vez con más suavidad—, puedes hablar de ello conmigo.

—Es solo... —comenzó diciendo, pero se detuvo y suspiró—. Es solo que temo no ser lo que esperaban, temo que no se sientan orgullosos de mí cuando me conozcan.

—¿Cómo no iban a estarlo? Luchaste en el Ministerio, me salvaste la vida, has pertenecido al Ejército de Dumbledore, combatiste en la batalla de Hogwarts, mataste a Nagini y me has ayudado a recuperar mis recuerdos. ¿Cómo no iban a sentirse orgullosos de ti?

Neville volvió a desviar la mirada.

—Comprendo que estés nervioso —dije girando con suavidad su cabeza en mi dirección, quería que me mirara a los ojos mientras le decía aquello—, pero pensaba que aquella época de inseguridad ya la habías superado —Hice una pausa para darle la mano—. Neville, ni en sueños podrían haber imaginado tener un hijo tan maravilloso como tú, se sentirán muy orgullosos de ti.

—¿Lo crees en serio?

Yo asentí.

—Totalmente en serio —respondí, y me puse de puntillas para besar sus labios.

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Me queda un capítulo más que publicar, o como mucho dos, para terminar la saga :')