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Capítulo 2

Quizás, esto fue una mala idea.

Es lo que pienso después de entrar al club y sentir el opresivo ambiente del interior, los cuerpos sudorosos moviéndose en la pista al ritmo de la música.

Aquí es donde suelen salir mis objetivos los fines de semana. Necesito tocarlos para ver las razones por las que están buscando la dichosa biblioteca y determinar si deben ser eliminados o si existe una amenaza mayor.

Mientras me muevo hasta la barra algunas miradas me siguen. No es falta de humildad, es que soy una mujer atractiva. Mi pelo rojo y ojos marrones almendrados llaman la atención, aunque lo más llamativo es mi cuerpo.

En la actualidad, las mujeres delgadas están de moda. Yo nací a finales del siglo 18 y en aquellos tiempos las mujeres curvilíneas éramos la moda imperante. Tengo un montón de curvas, amplias caderas y unos pechos grandes. Mi atuendo resalta aún más mis encantos, un pantalón alto, botas negras de tacón bajo y una camiseta de mangas hasta el codo y un amplio escote, junto con maquillaje natural y un pequeño bolso.

Pido un mojito y muevo las caderas al ritmo de la música. Un par de hombres se me acercan y los espanto.

El camarero me sirve la bebida mientras me mira fijamente el escote y no necesito leer su mente para saber que está pensando. Los jóvenes de hoy en día solo piensan en sexo.

Después de pagar voy al segundo piso, que está menos congestionado y puedo observar todo el lugar. Cierro los ojos y expando mis sentidos. No siento nada de magia, así que esos dos no han llegado.

Quizás no vengan hoy, da igual. Me divertiré esta noche, luego pensaré que hacer.

Suena una canción de Charlotte Cardin que se llama Meaningless, y mi cuerpo se mueve al ritmo de la música. Amo esa canción.

Me termino el trago mientras bailo y un par de canciones después me entra sed de nuevo. Bajo hasta la barra y un par de tragos después ya siento el calorcito que induce el consumo de alcohol. Bailo con desconocidos y desconocidas, me subo en la barra junto a otras dos chicas y bailamos sensualmente haciendo babear a todos los hombres que nos observan.

Al bajarme de la barra necesito un descanso, hace tiempo que no hago ningún tipo de actividad física, los muslos me arden y el sudor me humedece la piel.

Mientras me bebo una botella de agua noto a una pareja que discute a mi lado. No escucho bien sus palabras, pero el chico la está dejando y ella no quiere dejarlo ir.

Al parecer ella es muy controladora y él no quiere continuar su relación con ella. La chica da un poco de miedo, con su ropa gótica, maquillaje totalmente negro y los piercings en su nariz, labio y ceja. Comparado con ella, él se ve bastante común, vestido con un simple pantalón negro y una camiseta blanca sobre su cuerpo delgado hacen notar su sencillez. Ella nota la atención que les presto y me habla con tono agresivo.

–¿Y tú que miras?– el chico repara en mí y no puedo evitar darle una sonrisa tranquilizadora a su semblante nervioso. Mi acción provoca que la chica se ponga como un tren de mercancía en dirección a mí –Oye, no deberías mirar lo que tiene dueña– el chico la sujeta para que no se acerque demasiado.

–Según lo que he escuchado, él ya no es nada tuyo, ¿es así, hermoso?– le pregunto al chico, que me mira ligeramente sorprendido a través de unas gruesas gafas. Asiente un poco nervioso y ella, enfadada y dolida me mira con resentimiento y se va echando humo.

El chico se encorva y parece que quiere hundir la cabeza en la tierra y desaparecer. Me mira con las mejillas sonrojadas y una pequeña sonrisa.

–Gracias. B puede ser abrumadora– suspira y apoya la frente contra la barra.

–Deberías ser un poco más firme. No puedes dejar que te anule con su intensa personalidad. Una relación es cosa de dos, tus opiniones y sentimientos, también deben ser tomados en  cuenta– le digo acercándome a su oído para no gritar.

–Es cierto. Siempre ha sido así, pero últimamente ha cambiado mucho. La amo, pero creo que ya no podemos estar juntos– su voz es triste. Cubro su mano con la mía y uso mi magia para entrar en su mente y ver parte de su vida.

Lo veo con la chica de antes, Beatrice, cuando eran más jóvenes y empezaron a salir. La primera cita, el primer beso, la primera vez que tuvieron sexo. Los hermosos sentimientos de este muchacho, Alexandro, no han hecho más que crecer desde entonces.

Las cosas cambiaron cuando comenzaron la universidad, ella se alejó, comenzó a frecuentar nuevas compañías, sus celos enfermizos y las peleas se convirtieron en guerra. Este chico ha aguantado todo lo que ha podido, pero ya está en su límite.

Suelto su mano y rompo la conexión establecida con su mente. Miro al otro lado de la habitación y la veo observándonos fijamente con rabia y dolor.

–¿Conoces la razón de su cambio?– me mira con el ceño fruncido.

–No–

–¿No crees que deberías averiguarlo?– le pregunto con voz suave –Podrían separarse ahora mismo, pero, ¿estás totalmente seguro de echar vuestro amor por la borda sin saberlo todo?– veo duda en sus ojos y buscar a la chica con la mirada. La mira durante unos largos segundos y me mira de nuevo.

–No, no quiero que termine así. Gracias por tus palabras– me despido con la mano mientras se dirige a donde está la chica y hablan durante unos minutos, después salen del club de la mano.

Suelto un suspiro satisfecho y me pido un Sex on the Beach. Todo el alcohol de esta noche debería estar pasándome factura, pero soy escocesa, tengo una gran resistencia al alcohol.

Un escalofrío recorre mi columna vertebral mientras la piel se me pone de gallina y un hombre se sienta en el taburete de mi izquierda. Es imposible ignorar su abrumadora presencia. Aunque no es un hombre.

–Buen movimiento, bruja– ignoro esas palabras dichas en tono ligeramente agresivo mientras bebo un sorbo del coctel sin mirarlo.

–¿Qué puede querer un licántropo con una pareja de jóvenes humanos?–

Fue una buena idea liberar un poco de magia para atraer a estos dos, probablemente nunca se hubieran fijado en mí en otra situación. Siento claramente la presencia del vampiro a mi espalda, que está intentando entrar en mi mente, pero eso no lo logrará. Nadie entra en mi mente sin permiso.

–Ellos no son interesantes. Tú, por otro lado… eres lo más intrigante que ha pasado por este antro hoy. En especial ese truco, ¿qué hiciste exactamente?–

–Solo le hice dudar, ¿por qué tienes tanta curiosidad?– este tercer grado está empezando a molestarme. Y estoy un poco frustrada porque no puedo entrar en su mente tan fácilmente como con el joven humano, este macho es una criatura mágica de naturaleza agresiva. Un paso en falso y perdería una gran oportunidad.

–Solo tengo curiosidad, porque no te he conocido antes– se acerca a mí para hacerme sentir incomoda, pero su cercanía no me provoca nerviosismo.

–Esa debería ser mi línea. En la pirámide jerárquica, yo estoy por encima de ti. ¿No deberías haberte presentado en el momento que te mudaste?– lo miro a los ojos.

Ya sabía que era guapo, pero ese conocimiento no me ayuda a contener la impresión que me causa su atractivo. Muy alto, musculoso, ojos azules bordeados de gris como el cielo en invierno, mandíbula cuadrada, nariz recta y el pelo castaño. Esos rasgos fuertes y masculinos instan a una mujer a mirarlo, y lo hago, sin disimulo. Viste unos pantalones de color azul oscuro que abrazan sus fuertes piernas, unas botas negras de cordones, una camiseta roja que se pega a su magnífico cuerpo como una segunda piel y una chaqueta de cuero marrón oscuro.

Estaba tan distraída mirándolo que no noté su falta de respuesta a mi pregunta. Mira a la barra con el ceño ligeramente fruncido y siento el zumbido característico de la telepatía.

–Estamos de paso– dice en voz baja.

–¿Estamos?– pregunto con un tono ligeramente sorprendido para disimular mi conocimiento.

–Sí, nuestra estadía es pasajera– otra voz suena proveniente de mi espalda y me giro a observar al dueño de esa melodiosa voz.

A este hombre también lo miro de pies a cabeza. Está vestido completamente de negro, zapatos italianos lustrosos, pantalón hecho a medida y camisa de Armani. Tiene el cabello largo por debajo de los hombros y negro como una noche sin estrellas, apartado de su cara en una cola. Tiene la piel blanca de apariencia marmórea caracteriza a su especie, sumando sus ojos rasgados y algunos rasgos caucásicos a la ecuación el resultado es… impactante. Una mezcla de calma y poder salen por sus poros.

Dan ganas de dejarse morder pos sus colmillos.

–¿Tú respondes por ambos?– asiente y se sienta en el taburete a mi derecha, que mágicamente se ha desocupado.

Me mojo del dedo índice con saliva y pinto un signo invisible en la barra. Cuando la magia surte efecto se crea una burbuja de silencio que nos aísla a los tres de la música de fuera, solo se siente la vibración de a través de la barra y el suelo.

–Ya que estamos hablando de temas tan interesantes no queremos que nadie más se entere ¿cierto?–

Una ley no escrita para los seres mágicos, es: Los humanos no pueden saber sobre nuestra existencia.

En el siglo 16 un tonto muy tonto se lo dijo a su amante humana, la cual habló sin tener en cuenta quien escuchaba y el rumor se regó como pólvora. En aquel entonces la magia era una aberración y dieron caza a todo aquel que tuviera el más mínimo indicio de esta, se afiliaron con la iglesia y asesinaron a muchísimas personas y criaturas inocentes en un intento de erradicar la magia.

–¿Qué hacéis aquí? ¿Cazando? ¿Buscando nuevas fuentes de alimento?– los miro alternativamente.

–Estamos buscando algo– dice el vampiro en voz baja con tono misterioso.

Quiero gritar: Lo sé, pero quiero saber que buscan, para guardarlo aún más.

–¿Qué buscan y por qué?– pregunto en tono curioso.

–No podemos decirlo– dicen al mismo tiempo y con un tono extraño. Rabia, frustración, dolor y odio resuenan claramente.

Hay algo que me estoy perdiendo, algo importante.

–Ok, no es mi problema, aunque ya debo irme– miro mi reloj de pulsera y veo que son casi las 4 a.m. –Es tarde. Encantada de conocerlos chicos– comienzo a caminar alejándome de la barra y de ellos. Me detengo y volteo a verlos al notar que hay algo importante que no me han dicho. Aunque ya lo sé, no quiero resultar sospechosa.

–¿Cuáles son vuestros nombres?–

–Shane Larsen– el cambiaformas grande y musculoso, con cara de vikingo y cuerpo de modelo de GQ.

–Kai Toshinori– el vampiro delgado de voz suave, poderoso y contenido.

–Encantada de conocerlos muchachos. Yo soy Shea Rowan y tengo una tienda de artesanías en el centro. Vengan a verme si necesitan algo– me despido con un gesto de la mano y un giño, salgo caminando a buen paso.

***
Shane

Shea, es un nombre muy bonito, le pega.

Su cuerpo se aleja y ya quiero ir tras ella, levantarla sobre mi hombro y llevármela a casa para hacerle todas las cosas pervertidas que se me ocurran.

Tiene cara de bruja. No en el mal sentido, es solo que tiene la nariz recta y las cejas anchas y más oscuras que su cabellera, están muy arqueadas dándole un aire de autoridad con una pizca de maldad. Es preciosa.

Es muy sexy. Mi amigo me lee el pensamiento.

Lo es.

¿Pudiste leer su mente con tu magia vampírica? Me pica la curiosidad.

La verdad es que… no.

Entonces es fuerte. Por alguna extraña razón, no me sorprende.

Sí, y está acostumbrada a tener arriba sus barreras mentales.

¿Qué vamos a hacer?

Honestamente, no lo sé. El hombre que siempre tiene un plan, se ha quedado sin ideas. Que mierda.

–Estamos jodidos– Verbalizo mis pensamientos, haciendo más real nuestra situación desesperada.

No necesariamente. No digo nada esperando que siga hablando. Hasta ahora no hemos involucrado a nadie en nuestra situación y preferiría que siguiera siendo así. Pero podríamos hablar con ella y hacerle algunas preguntas, sutilmente.

Suena bien.

Dejamos el local y nos vamos a nuestro apartamento alquilado. Cuando abro la puerta veo una figura está sentada en el sofá de la sala.

Me congelo en la entrada, deseando despedazarlo, pero es inútil. Una vez perdí el control y me di cuenta que este gusano asqueroso usa todo lo que puede para joder a los demás, especialmente a nosotros.

–Hola, queridísimos–

–¿Qué quieres?– mi voz sale como un gruñido. No puedo evitarlo, cada vez que estoy cerca de él me descontrolo. Mi felino interior quiere hacerle sangrar y sufrir hasta que ruegue que pare de hablar.

–Esa agresividad te queda muy bien – y a mí, tu voz me revuelve las tripas –El libro está aquí. Encuéntrenlo y los liberaré– después de decir eso desaparece.

Miro a Kai, que está petrificado detrás de mí y yo me he puesto pálido.

¿Qué vamos a hacer? Pregunto por telepatía.

Lo que teníamos planeado. No dejaremos que obtenga esa magia, aunque nos cueste la vida.

Hicimos esa promesa cuando nos conocimos. Evitaremos que consiga sus objetivos, mientras nos hacemos los tontos. Pero la verdad es que… no quiero morir.

A lo mejor Shea puede ayudarnos.

Ella lo dijo esta noche, que podíamos pedirle ayuda.

Ella nos ayudará si le pedimos ayuda. Estoy seguro.

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