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•❥❥❥• Capitulo 1•❥❥❥•

La nieve se encontraba cubriendo la ciudad y el calor se hacía presente conforme la primavera se estaba abriendo paso. Aunque claro, los copos de nieves no se iban a derretir tan fácilmente, ese era su territorio y era el rey, por así decirlo, de la ciudad. Los extranjeros, que no estaban acostumbrados a el ambiente, podrían sufrir en este lugar, ya que el clima extremo y tormentas de nieve estaban presentes durante todo el año.

Aun así, era un lugar bastante llamativo a pesar de sus campos bañados en blanco y había varias actividades al aire libre tales como patinaje o alpinismo, las cuales los habitantes podían realizar en cualquier momento del año, claro siempre y cuando la nieve lo permitiese, cosa que no pasaba en otras ciudades donde su paisaje cambiaba con las estaciones.

Kotomi, una chica que acaba de llegar de Tokio, un lugar cálido a excepción del invierno de aquella ciudad, estaba tapada de pies a cabeza tiritando del frío. Era alguien que experimentaba por primera vez la nieve y la brisa casi congelante, por lo qué tenía que intentar no morir de frío cuando estaba saliendo de su casa en dirección al colegio.

Con los brazos cruzados, para mantener el calor en su cuerpo, se despidió de sus padres que yacían en la entrada moviendo de un lado a otro sus manos. A pasos apresurados, se alejó de la vista de ambos adultos.

Si por ella fuera se quedaría en casa disfrutando del calorcito que le daba la cama y bebiendo un chocolatito caliente. Mas tener que asistir por primera vez al instituto Alpino era más importante que estar durmiendo en estos momentos.

Un suspiro, que rápidamente se vio reflejado en el ambiente, salió de sus labios rojos a causa del frío. Su nariz y mejillas también estaban rojas, casi podía asegurar que parecía Rudolph el reno por su apariencia. A veces odiaba tener una tez tan clara y baja tolerancia al frío.

Los ojos azules de Kotomi se fijaron en los estudiantes que caminaban tranquilamente en dirección a la escuela, y por sus uniformes, supuso que iban al mismo colegio que ella, por lo que a una distancia prudente, los fue siguiendo.

Mentiría si dijera que sabía dónde se encontraba su nuevo instituto, porque ella no tenía ni la menor idea de a dónde dirigirse. Así que se alivió al ver aquellos jóvenes, que de cierta forma, eran sus acompañantes.

La caminata no duró mucho, cuando por fin llegaron y entraron a la escuela. Kotomi se sorprendió por el corto trayecto, mas supuso que por los nervios de querer llegar lo más pronto le habían hecho ver el camino más corto de lo que en realidad era.

No queriendo parecer nueva en esta escuela, se adentró a paso seguro, o al menos lo que su emoción le dejaba expresar. Ya adentro, buscó su casillero correspondiente a su aula, y del cuál se alegro de haberlo encontrado rápidamente.

Con los zapatos blancos de la escuela puestos, y los suyos dentro del casillero, dio marcha a la dirección para dar paso al último papeleo que le faltaba.

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—¡Buenos días! —saludó el profesor de la primera clase, siendo que una respuesta fue devuelta seguido de una reverencia por parte de sus estudiantes—. Hoy, tenemos una nueva estudiante, ella se acaba de transferir desde Tokio. Adelante, pasa.

Indicó él una vez que los alumnos habían vuelto a sus asientos. La mirada del mayor se dirigió a la puerta. Esta se abrió dejando paso a una jovencita de hermosa apariencia. Ella entró tímidamente, su largo cabello castaño se ondeó al compás de sus pasos y una vez frente a la clase, todos jadearon al ver sus ojos azules, tan azules como el mismísimo cielo en pleno verano.

Parecía una muñequita, ya que su cuerpo era delgado y sin desarrollarse, en cierta medida de baja estatura ya que parecía que no medía más de 1.60, ella poseía unas largas pestañas que solo le daban más encantó a sus ojos.

—¡B-buenos días! —su nerviosismo se reflejó en su voz, cosa que solo hizo que un color carmín apareciera en sus blancas mejillas, pero aquello no la detuvo en su presentación—. Me llamo Kotomi Furukawa, un placer.

La fémina calló por un momento, tomando un marcador para escribir en el pizarrón blanco su nombre en kanjis. Al terminar, se dio vuelta para proseguir con su presentación, o al menos intentarlo, ya que el primer día nunca era fácil.

—Eh, me gusta pintar con óleo y con lápices de madera. Escucho cualquier tipo de música, pero mis preferidas son la clásica y pop. También me gustan mucho los animales, especialmente los gatos, algunos de mis hobbies son tocar el violín y el piano, leer libros cuando tengo tiempo, bailar y practicar el canto un poco, pero lo que más me gusta… ¡Es el fútbol! —sus ojos tomaron cierto brillo ante lo último y una gran sonrisa apareció en el rostro de la ojiazul, que parecía contagiosa y que marcó sus hoyuelos, pareciendo así más encantadora.

La castaña, tras su breve explicación de sí misma a la clase, se fue a sentar en su pupitre el cual le había señalado el profesor. Su silla estaba detrás de una chica alegre de cabellos rosas que la saludaba feliz, a su derecha un joven gruñón pelinaranja que le hizo el feo ignorandola y finalmente, a su izquierda, un guapo albino de ojos verdes quién le dedicó una sonrisa, quién se parecía bastante al muchacho que se encontraba a su diestra… Tal vez eran familiares. No lo sabía con certeza, pero ambos varones eran atractivos, y eso en parte hacía latir desbocadamente su corazón adolescente.

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Las clases transcurrieron con total calma, algunos profesores la hicieron presentarse nuevamente, cosa que no le incomodaba para nada a la joven. El timbre sonó dando inicio así al tan deseado almuerzo, escuchando un “Wii” general como un festejo.

Por fin un merecido descanso para todos que podían aprovechar para estirar las piernas, hacer bromas, charlar con los amigos y lo último, pero no menos importante: comer.

Kotomi veía como todos se juntaban con sus respectivos grupos de amigos, dándose cuenta de que ella no tenía con quién juntarse, por lo que le tocaba comer sola. No es que no quisiera hacer amigos, era súper social y le gustaba conocer nuevas personas.

Tan solo no quería encariñarse demasiado con las personas que conocería en este nuevo colegio, ya que, a causa del trabajo de sus padres, viajaban a menudo y no estaba más de un año o menos en un solo lugar.

Y la despedida siempre era difícil, por lo que quería hacer aquello más ligero. Mientras sacaba el bento de su mochila, aprovechó también para sacar el celular que estaba en vibrador para no ser regañada por los maestros por el sonido de notificación o de mensajes, para matar el tiempo jugando o viendo un vídeo.

Más no contaba que, una figura se asomará frente a ella. Kotomi al alzar sus ojos con curiosidad, se topó con el rostro alegre de aquella chica que se sentaba frente a ella.

—Eh, hola. —saludó seguido de una sonrisa la castaña, mostrando así sus hoyuelos.

—¡Hola! ¿Quieres almorzar con nosotros? —La voz femenina se percibía tan animada como daba a entender su apariencia. Kotomi parpadeó sin entender a quiénes se refería con “Nosotros”, ya que veía solamente a la pelirosa.

—Con… ¿Ustedes? —ladeó confundida su cabeza Kotomi, saliendo un signo de interrogación de la cabeza.

—¡Sip! Mis amigos y yo. —la fémina volteó hacia la puerta, causando que también la ojiazul dirigiera su atención hacia esa dirección, notando a los dos chicos que se sentaban a cada lado de ella, dándose cuenta de que los acompañaba dos estudiantes que no había visto en el aula: una chica bajita y un moreno de cabellos rosas, que parecía ser igual de gruñón que el pelinaranja que se encontraba al lado del albino.

—¿Segura de que quieren que los acompañe? —cuestionó Kotomi, aún dudosa de acceder completamente ante su invitación—. No quiero incomodar.

La chica rió levemente negando con su cabeza y posó sus manos en jarras, acto seguido infló sus mejillas en un lindo puchero que le sentaba demasiado bien.

—No vas a incomodar, y entre todos decidimos invitarte —aquellas palabras hicieron sonreír a Kotomi, pero guardó silencio para seguir escuchando a su compañera—. En fin, ¿Aceptas almorzar con nosotros hoy?

Aquella chica extendió su diestra hacia Kotomi, como si tomarla fuera un rotundo sí. Mientras tanto, la ojiazul no esperaba aquel gesto, y fue lindo como ella le habló primero y la invitó a su grupo de amigos.

—¡Vale!

Tras unos segundos de duda, finalmente Kotomi tomó la mano de la pelirosa de bonitos ojos verdes, quién la levantó de su pupitre.

—¡Soy Nae Shiratoya, un gusto!

La presentada sonrió ampliamente, achinando sus ojos. Kotomi asintió feliz de conocer su nombre, apretando ligeramente su mano a su primera conocida en el Alpino.

—El gusto es mío, Shiratoya-san.

Kotomi se las tuvo que arreglar ir con la fémina que la jalaba suavemente, ya que con solamente una mano sostenía su almuerzo y celular. Al estar frente a los cuatros estudiantes, ella se presentó educadamente a los dos últimos que no conocía.

—Tch, Someoka Ryuugo. —habló el moreno de cabellos rosas, tanto su voz como sus expresiones eran de enfado, cosa que hizo hacer a Kotomi una nota mental de no provocarlo de ninguna manera—. Ni creas que solo por qué eres la nueva seré amable contigo.

Acto seguido, el joven se cruzó de brazos y Kotomi decidió mejor posar su atención en la fémina bajita de cabellos granates.

—Yo soy Konko Araya, un gusto. —la chica hizo una reverencia que fue imitada por la castaña, tras ese breve saludo, Kotomi notó que Konko era bastante agradable, seguro también sería una buena amiga como Nae.

—Esté… —los ojos azules de Kotomi se dirigieron hacia los hermanos—. No conozco sus nombres.

Una risa nerviosa salió de su boca, que fue acompañada por los recién mencionados. Tenerlos una vez más de cerca, podía apreciar más su atractivo… ¿Serán populares en la escuela por eso? ¿Serán mujeriegos ambos? Algo dentro de ella le indicaba que no se relacionara mucho con ellos por esa impresión que le daba.

—Me llamó Shiro Fubuki. —contestó con una sonrisa gentil que irradiaba amabilidad y cortesía el albino de ojos verdes— Un placer Kotomi-san.

El tono juvenil del muchacho con el cual pronunció su nombre, hizo que el corazón de la castaña se desbocara, más ella lo disimulo con una reverencia.

El de cabellos naranjas al sentir las miradas puestas en él, rodó los ojos en blanco de forma exasperante, y colocando su brazo sobre el hombro de Shiro habló.

—Atsuya Fubuki, hermano de este galán. —señaló a él mencionado que se encontraba a su lado—. Sí sí, tenemos la misma edad y eso nos hace gemelos, cuando quieras un consejo de como conquistar a Shiro solo dime.

Atsuya parecía acostumbrado a que lo usarán de esa forma, pero lo que no sabía, era que a Kotomi le atraían ambos jóvenes, siendo que no iba a demostrarlo por qué no quería andar con chicos que podían engatusar a las chicas.

—¡Atsuya! —regaño Shiro—  ¿Qué va a pensar está muchachita apenas nos conocemos? ¿Qué ando cambiando de novia a cada rato? ¡No hables de esa forma…

—Seguro tiene buenos motivos para decir eso, Fubuki-kun. —interrumpió Kotomi, sentía que si no intervenía se armaría un escándalo—. Quiero decir, ponte en su lugar, ¿Qué harías si solamente las chicas se te acercarán a ti para coquetear con su hermano?

Aquel escenario hizo pensar a el albino, siendo que Atsuya se sorprendió por el hecho que ella se pusiera en sus zapatos sin siquiera conocerlo. Y separándose de su querido hermano, le sonrió a la castaña.

—Vaya, vaya… Eres alguien interesante. —Atsuya se mostró de forma agradecida, siendo que se acercó a Kotomi de forma algo coqueta.

En ese instante, un abanico de papel se estrelló contra la cabeza del pelinaraja. Junto con el quejido del joven, la escena fue algo cómica, incluso para los estudiantes que pasaban por ahí, pero disimularon.

—¡Aquí no chikistrikis! —declaró Nae, la dueña del abanico, causando una carcajada general por la expresión de la fémina.

—Abajo Fifi. —le siguió Shiro, con una sonrisa soncarrona.

—¿Es que ustedes se ponen de acuerdo para decir las frases? —indagó Atsuya sobándose aquel golpe.

—Ustedes y sus frases de películas… —añadió Someoka—. Deberían dejar de verlas, especialmente la de Shrek.

Shiro y Nae rieron por lo dicho, eran muy amigos, por lo que en los fines de semana hacían noche de películas entre ellos, a veces invitaban a su grupo de amigos, aunque Sherk era la preferida de los dos, y eran la que ponía primero de cada película.

—¿Vamos a comer? A este paso la hora del almuerzo se acabará. —sugirió Konko siendo que todos la siguieron a el lugar donde comerían en paz.

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—¿Guarida? —repitió Kotomi, está vez con curiosidad.

—¡Sí! —expresaron al unisonó Nae y Konko.

Ya habían terminado de comer y todavía había tiempo para jugar o charlar unos cuantos minutos. Shiro, Atsuya y Someoka hablaban cosas de chicos o al menos eso era lo que entendía Kotomi. Mientras tanto, las dos féminas le contaban sobre el salón casi vacío a excepción de unas cuantas sillas y un pizarrón.

—Antes era el club de literatura, pero como nadie se unió el año pasado, lo cerraron, y como ya no iba a ser usado, nosotros lo utilizamos para almorzar o para descansar después de un entrenamiento. —explicó rápidamente la bajita, feliz.

—Oh, me hubiera gustado unirme. —declaró pensativa la ojiazul del grupo.

—¿Y si te unes al equipo de fútbol? —sugirió curiosa Nae—. Digo, si no tienes planes de unirte a otro club, claro está.

Kotomi negó con su cabeza apresuradamente, sonriendo amargamente por lo que iba a decir.

—Mis padres no me dejan… —calló por unos segundos, parecía estar triste pero finalmente sonrió—. No importa, seguro que en algún futuro pueda unirme.

Las chicas asintieron sin más, no quisieron indagar en ello, debido a que seguramente era terreno de minas y no quería hacerle pasar un mal rato a la fémina en su primer día.

—Dijiste que te gustaba el fútbol. —Shiro se unió a la conversación de las tres chicas bajo la mirada de su hermano y el moreno; pues recordó que en su presentación de esta mañana dijo que le gustaba—. ¿Alguna vez has jugado Kotomi?

—Sip. —contestó la cuestionada—. Muy de vez en cuando, así que no tengo hissatsus. —admitió apenada Kotomi—. Aun así, sé lo básico.

—¿En qué posición has jugado? —interrogó Someoka en su típica voz de enojón pero lleno de curiosidad, alzando una ceja—. Seguro que has jugado en algún equipo.

—Defensa y centrocampista. —un surco apareció en los labios de Kotomi, parecía haber recordado algo bueno—. Fue el año pasado, cuando estuve estudiando en Corea.

—¿¡Estudiaste en Corea!? —por los gritos de Nae y Konko los tímpanos de todos parecía querer haber explotado.

—Dime, ¿Te gusta el kpop? ¿Fuiste a algún conciertos de algún grupo? ¿A cuál grupo staneas? ¿¡Cuéntanos todos!? —Nae invadió a Kotomi, tomando sus manos con ilusión claramente plasmado en su rostro.

—Sip, me gusta el kpop… Aunque nunca tuve tiempo de ir a uno de sus conciertos, la escuela de Corea es algo cansado y no me daba tiempo ni para descansar. —rió suavemente Kotomi para explicar cómo se llevaban a cabo las cosas en Corea.

—Ow… No sabía que en Corea te quedabas a estudiar fuera del horario escolar… —susurró Konko, cohibida por la cantidad de horas estudiando. Apenas y aguantaba hasta las 15:10 que era la hora que salían, no sobreviviría a más horas.

—Solo era cuando querías, yo lo hacía a veces porque a veces no entendía bien una materia —se rió un poco la castaña—, pero bueno bueno… Volviendo al tema. —Kotomi nuevamente captó la atención de todos—. Solo fue por unos cuántos meses que permanecí en el equipo.

—¿Eh? ¿Por qué? —cuestionó Shiro, su rostro delataba sorpresa al igual que los demás.

—Mis padres se enteraron de que estaba jugando. —la sonrisa que tenía la castaña se volvió amarga pero continuó—. Mis padres son… Un tanto estrictos. —admitió soltando un suspiro—. Solamente puedo hacer ejercicio a la hora de educación física, me prohíben todos los deportes. Siendo que me mantengo en forma debido a unas coreografías que sé de K-pop.

Los chicos mostraron lástima, era triste saber que una chica tan energética y llena de vida, tenia prohibido jugar aunque sea por gusto. No sabían las razones del porque sus padres le habían dicho eso, es probable que ella tampoco lo supiera.

Konko parecía querer preguntar algo más, pero la campana la interrumpió, por lo que inmediatamente todos se pararon.

—Vaya, el tiempo pasa volando. —dijo Nae, tomando su obento.

—La verdad, uno pierde la noción. —le siguió Someoka, quien ya se encontraba en la puerta.

—Bueno, vámonos ya o llegaremos tarde. —Shiro y Kotomi lo dijeron al mismo tiempo, siendo que se vieron sorprendidos por aquel acuerdo inesperado que luego terminó en risa.

—¡Nunca me había pasado algo así con alguien! —mencionó entre risas Kotomi.

—¡Lo mismo digo! —añadió Shiro.

—¡Conexión mental! —una vez más, los dos chicos concidieron en aquella respuesta, que hizo que su sonrisa estuviera de oreja a oreja.

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El resto de las clases continuo sin problemas, a excepción de los animadas que estaba siendo. Quizás por ser el primer día y tener una compañera nueva, que no solamente era alguien atractiva y amable, a su vez alguien inteligente. Claro está, Kotomi procuraba disfrutar aquel instante que podía convivir más con sus nuevos amigos que había hecho.

Las campanadas sonaron, indicando el final de la jornada escolar de ese día. Los pasillos no tardaron en llenarse de estudiantes y de sus pláticas.

Por su parte, Kotomi no tenía apurancia en salir; pues estaba guardando sus cosas con total calma. Una vez lista, colocó su bolso entre sus hombros, percibiendo que Nae y los gemelos Fubuki la estaban esperando.

—¿Quieres ver el entrenamiento? —cuestionó Nae con una pequeña sonrisa amable.

—Uh… —el rostro de Kotomi se mostró indeciso, y con un poco de pena indicó—. Lo siento chicos, pero mis padres no me dejan quedarme después de que terminan las clases.

—¿Qué? ¿Pero que clase de padres son los tuyos? —refutó Atsuya con una expresión amarga, ganándose una alzada de hombros por parte de la castaña.

—No lo sé, pero cada vez que me pasaba del tiempo límite para llegar a casa, me castigaban —respondió la chica encongiendose, era un mal recuerdo—. Me hubiera gustado verlos de verdad chicos —Kotomi sonrió avergonzada, desviando su mirada.

—¿Que tal si te acompaño a tu casa? —sugirió Shiro, cosa que sorprendió tanto a Kotomi como a Nae y a Atsuya.

Continuará…

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Wenos días, Wenas tardes, Wenas noches, sea la hora que estén leyendo esto(?

¡Kotomi reportandose!

Jajsjs, seguramente se pregunten, ¿y esto que es? Déjenme les explico...

¡Es un fanfic! Aunque más precisamente, un ¿flashback? Ya que relatare como se conocieron Kotomi y los hermanos Fubuki en mi One-shot: "Una brisa de verano"

Está idea surgió de un amigo, del cual estaba hablando que quería crear otro One-shot sobre Inazuma y me dió está pequeña idea(¿?)

Prometo terminarla XD y no dejarla abandonada y después eliminarla como mis otras historias... Sin más charlateria... ¡Disfrute su lectura!

Portada hecha por: Celestarluna22

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