Capítulo tres
—No entiendo cómo es que aceptaste ese negocio —negó mi hermana una y otra vez—. En serio tienes una habilidad para atraer problemas, Lena.
—No sabía que más hacer ¿sí? —intenté defenderme—. Creí que podría ser una nueva forma de afrontar el pasado y avanzar de una vez por todas, pero no pensé que sería tan difícil.
—Era obvio que te afectaría. No has visto a Liam en tres años y ahora él se aparece de la nada. Ni siquiera sabemos qué es lo que quiere al buscarte precisamente a ti como su organizadora.
—Lo odio —dije con seguridad.
—El odio es un sentimiento fuerte y tú no puedes sentir nada por él, Lena —me retó.
—No puedo evitarlo... —suspiré con frustración—. Pienso en todo lo que pasó entre nosotros y ese ardor resurge dentro de mí con más fuerza que antes...
—Eso no es bueno. Lo mejor es que desistas de esa loca idea de hacerte cargo de su matrimonio y dar un paso al costado.
—No puedo, ya lo acepté y no puedo dañar mi reputación...
—Entonces prefieres meterte en la hoguera ¿no? Tú sí que estás loca.
—Intento superarlo ¿vale? Confío en que podré hacer bien mi trabajo a pesar de detestar al novio.
—Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea. Si en algún momento comienza a afectarte más de lo que puedes soportar, por favor háblalo conmigo —me apuntó con uno de sus dedos.
—Lo haré, Leyla. Tú eres quien mejor me conoce —sonreí débilmente.
Obviamente, ya toda mi familia sabía la noticia acerca de la boda de Liam y nuestro próximo reencuentro. Mis padres se escandalizaron y mi hermana entró en su modo sobreprotectora. Los entendía completamente, yo aún seguía medio shockeada por todo lo que había pasado en menos de una semana, y todavía faltaba asistir a la tienda de vestidos con Ellie.
Quería concentrarme en mi trabajo, continuar enfocándome como toda una profesional, pero mi yo del pasado estaba resurgiendo y odiaba esa sensación de retroceder. Los escenarios que tanto me abrumaron por un tiempo, ahora se estaban haciendo realidad.
Por la tarde recibí la lista de invitados a mi correo. Eso significaba que debía reunirme con Liam para poder comenzar a diseñar las invitaciones, sin embargo, decidí que aún no era mi momento de encontrármelo, así que envié a mi secretaria en mi lugar. Sé que quizás eso no fue lo más maduro, pero por mi salud mental era lo mejor.
A pesar de ello, Lily entró a mi oficina cargando con varias carpetas y una sonrisa incómoda en su rostro.
—¿Cómo te fue con el cliente? —pregunté de inmediato.
Ella cerró la puerta tras de sí.
—Más o menos —contestó vacilante.
Alcé una de mis cejas con preocupación.
—¿Cómo que más o menos? —la miré dudosa.
—No le pareció que la representante principal no llegara a la reunión. Dijo que prefería hablar asuntos privados contigo.
—¿Asuntos privados? —arrugué más las cejas—. Que se vaya al demonio.
Lily se asustó ante lo dicho.
—Lo siento, no es nada. Ando con dolor de cabeza hoy —suspiré, recuperando la compostura—. ¿Qué más te dijo?
—Bueno, quiere que se reúnan mañana por la noche —avisó.
Empuñé los papeles entre mis dedos, apretando mi mandíbula. Era lógico que quisiese hablar conmigo, ya que yo era la representante principal del servicio para bodas, pero ¿por qué me costaba tanto asimilarlo? Debía calmarme.
—Te llamará esta tarde para acordar algunos preparativos, me entregó los nombres de los invitados y también me dio algunas indicaciones acerca de cómo se organizarán las mesas —Lily continuó.
Extendió la carpeta hacia mí, dejándola sobre mi mesón.
Suspiré, girando sobre mi silla, mentalizándome por recibir su llamada y escuchar su voz.
—Gracias por ir en mi lugar —le sonreí levemente—. El sábado tenemos programado pasar por el vestido.
—Lo agendaré de inmediato —asintió antes de retirarse del lugar.
Paseé mis dedos por mi sien una y otra vez. Juro que mi cabeza estaba a punto de estallar, pero aun así me animé a abrir la carpeta y ponerme a trabajar. Había alrededor de ciento cincuenta personas invitadas, la gran mayoría de renombre y tendríamos que comenzar a hacer desde ya las invitaciones para que confirmaran su asistencia.
La familia de Ellie era increíblemente extensa, una de sus tías había tenido doce hijos y esos hijos le habían dado muchos nietos. Liam era un caso aparte, puesto que su lista de familiares no alcanzaba a cubrir ni siquiera un cuarto de la familia de Ellie.
Revisé los diseños que tenía disponibles para las invitaciones. Ellie quería algo muy elegante, así que tendría que pasar a la sala de utilería a buscar las texturas y algunos ejemplares con los cuales pudiese guiarse.
El teléfono comenzó a sonar desde la línea directa, siendo Lily para darme el aviso de que Liam ya estaba al otro lado, esperando por mi llamada.
De inmediato un dolor intenso se alojó en mi estómago y mis dedos comenzaron a temblar sin poder sostener el teléfono contra mi oído. Así que lo dejé en altavoz al contestar, aclarando mi voz para no lucir nerviosa.
Vamos, Lena. Puedes hacerlo.
—Buenas tardes, soy Elena Holsen —contesté y me sorprendí de lo bien que soné.
Mi corazón no dejaba de galopar con fuerza contra mi pecho. Si antes sentía mariposas por hablar con Liam, ahora solo percibía gusanos en mis entrañas. Supongo que de esa forma se reflejaba el resentimiento que tenía por él.
—Lena... —su voz ronca se coló en mis oídos y me molestó que se tomara el atrevimiento de tutearme. Así solo me llamaban las personas que realmente me querían y apreciaban—. ¿Cómo estás? Soy yo... Liam.
Su voz seguía siendo tan ronca y profunda, transmitiendo calidez al sonar con tanta parsimonia. No había cambiado en nada durante todo este tiempo.
No negaré que algo se removió dentro de mí, porque realmente fue así. El ardor en mi pecho se extendió al resto de mi cuerpo, reviviendo sensaciones que creí haber olvidado...
—Señor Samuels... —continué fingiendo—. Lamento no haber podido reunirme con usted hoy, tengo entendido que acordó algunos asuntos sobre su boda con mi secretaria.
—¿Por qué me hablas así? No necesitas comportarte de esa forma... —me reclamó, desubicándome a oírlo de esa forma.
—Es por formalidad, así tratamos a todos nuestros clientes —dictaminé.
—Sí, pero yo no soy un simple cliente para ti...
¡Será cabrón!
¡No!, por supuesto que no era como ningún cliente, pero tampoco era alguien cercano a mí. Ya no. Y por eso mismo continuaría dentro de mi papel a pesar de que tenía enormes ganas de colgarle la llamada.
—¿Cuál es el motivo de su llamado? —retomé la conversación para no desviarme en tonterías.
—Necesito aclarar algunas dudas sobre la organización de la boda.
—¿Qué tipo de dudas?
—Los costos del servicio —contestó vagamente.
—Eso ya quedó acordado con su prometida —señalé, resaltando aquello último.
—Es porque quiero agregar algo extra para sorprenderla. Así que... ¿a qué hora podemos vernos?
Resoplé sintiendo la tensión inmediata en mi cuerpo. La simple idea de tener que verlo me revolvía la bilis.
—Tengo mi agenda ocupada esta semana —contesté—, pero enviaré a mi asistente para...
—Necesito verte —soltó de golpe, interrumpiéndome—. Quiero decir, es algo que solo puedo hablar contigo.
¿Por qué me hacía esto? ¿Acaso no entendía lo incómodo de tener vernos?
Y, más importante aún ¿por qué sonaba tan desesperado?
—Estoy dispuesto a ir hasta tu oficina para hablar contigo. Solo necesito cinco minutos, nada más que eso... —dijo, cambiando su tono de voz a uno más demandante.
Eso me descolocó.
¿Cuál era el maldito afán por vernos?
—Por favor, Lena —suplicó.
—Bien... —suspiré dándome por vencida. Esto era trabajo al fin y al cabo, así que no podía rechazarlo—. Tengo un rato disponible entre las siete y las ocho.
—Vale, iré para allá.
Dicho eso, colgó la llamada, dejándome con un conflicto interno inmenso. Mis heridas pasadas dolieron, abriéndose una vez más para demostrarme que Liam seguía teniendo ese efecto en mí.
No quería verlo, pero tendría que hacerlo. Lo único que podía hacer ahora era armar mi coraza y mostrar mi máscara de indiferencia frente a él. Así el impacto de reencontrarnos sería menos arrasador.
—Ya me voy a casa, señorita Lena —avisó Lily desde el altavoz—. ¿Necesita algo más antes de que me vaya?
—No, ve a casa tranquila. Nos vemos mañana temprano.
—Que tenga buena noche —se despidió.
Posé mi mirada en el reloj sobre mi muñeca. Estaba en conteo regresivo a la espera de que él llegara. Mi dolor de cabeza solo aumentaba con el pasar de los segundos y la ansiedad se estaba externalizando, convirtiéndose en el sudor que me recorría el cuerpo.
Lucio, el guardia de seguridad anunció la llegada de un convertible en el estacionamiento, así que tuve que dar el permiso correspondiente para que lo dejaran pasar. Me levanté de mi silla, dando vueltas de un lado a otro sin poder quedarme quieta en un solo lugar.
El sonido de dos golpecitos sobre la madera hicieron que el pulso se me disparara.
Mierda. No estaba lista en lo absoluto. Realmente quería salir corriendo y huir de Liam. Del hombre que me destrozó el corazón.
Tú puedes, tú puedes. Tu madre no crio a una debilucha. Demuestra que ese año de terapia valió la pena.
Me armé de valor y tomé el pomo de la puerta con mi mano temblando. Entreabrí lentamente hasta encontrarme con la figura de la persona delante de mí, sintiendo el impacto devastador que colisionó contra mi cuerpo, como una bala a quemarropa.
El aire se me atascó en la garganta y por unos breves segundos me quedé completamente en blanco.
Ahí estaba él, y desde ya mi corazón lo reconoció al volver a agrietarse.
—Lena... —murmuró mi nombre lentamente.
Sentí una punzada en mi pecho al detallarlo.
Si lo conociera por primera vez, definitivamente volvería a enamorarle de él. Lástima que solo poseía esa belleza desde el exterior, porque por dentro dejaba mucho que desear. Y en estos momentos, a pesar de que removió varios sentimientos dentro de mí, su imagen angelical se desvaneció por completo.
—Liam —dije su nombre con neutralidad—. Entra.
Lo invité a pasar, haciéndome a un lado. Sin embargo, él ignoró mi indiferencia y sin aviso alguno sus brazos rodearon mi cuerpo con tanta fuerza, que todo a mi alrededor se volvió pequeño y asfixiante.
—Gracias por recibirme, pensé que me cerrarías la puerta en la cara —susurró contra mi oído, enviando la electrizante sensación de su respiración cerca de mi piel.
Lo aparté de inmediato, queriendo alejar su tacto antes de que me hiciese más daño.
¿Cómo podía atreverse a abrazarme después de lo que hizo?
Juro que la mirada de odio que le di fue como para dejarlo bajo tierra.
—Toma asiento...
Caminé hacia mi escritorio estableciendo la distancia suficiente para resguardarme. Su mirada recorrió mi oficina, inspeccionando con detenimiento cada cosa en el lugar.
—Sigues siendo muy ordenada... —murmuró, sonriendo levemente. Sus ojos se posaron nuevamente en mí—, y tú no has cambiado en nada, sigues preciosa...
El mal sabor de boca se mantuvo en mi paladar. Era increíble su descaro...
—¿Qué es lo que querías hablar conmigo? —fui directo al grano.
Realmente no me interesaba hablar del pasado.
Evité mantener el contacto visual con él, dedicándome a revisar algunos papeles sobre mi mesa.
—Bueno, verás... sé lo incómodo que debe ser para ti tener que planificar mi boda cuando nosotros...
—No es molestia. En realidad no me importa, solo hago mi trabajo —lo corté—. Ellie me dijo que te encargarías de revisar la lista de asistentes y también las invitaciones, así que traje algunos diseños que quizás podrían interesarte.
Se los extendí para que los revisara, pero él no les prestó atención alguna. Tenía la mirada fija en mí, detallando mi rostro con una expresión de desconcierto.
—¿En verdad no te importa verme otra vez? —preguntó.
Esta vez lo miré directamente, percibiendo la mirada dolida en su rostro y aquello estaba provocando que llegara a mi límite de autocontrol. Era un hipócrita en letras mayúsculas.
—Claro que me sorprendí de que regresaras, pero nada más —me encogí de hombros—. Ahora mi verdadera preocupación es hacer que esta boda sea perfecta.
No había ninguna relación más que la laboral entre nosotros.
—Vale...
Su mandíbula se apretó.
¿Acaso creía que lloraría frente a él?, ¿Pensó que seguiría sufriendo por lo que me hizo?
No, claro que no.
—¿Cuál es la sorpresa que quieres darle a Ellie? —pregunté.
Sus dedos se deslizaron hacia el cuello de su camisa, desabrochando dos botones de la parte superior.
—Quería ver la posibilidad de contar con Ed Sheeran para que cante durante el vals. Es el cantante favorito de Ellie y... ya sabes, sería lindo...
—Realmente es algo difícil de cumplir, sobre todo en tan poco tiempo. Necesitaríamos contactar con su representante y no cuento con los contactos como para llegar a él...
—Tengo un amigo que posee redes dentro de la disquera. Quizás él podría ayudarte.
—Bien, entonces envíame su número —asentí—. ¿Hay algo más que agregar?
Negó con la cabeza.
—Entonces, solo nos quedaría hacer las invitaciones para enviarlas lo antes posible ¿ya sabes qué tipo de diseño querrán?
—Este —escogió uno al azar en el catálogo, sin siquiera revisarlo.
—Bien, entonces mañana mismo los mandaré a la imprenta.
—¿Y el orden de las mesas? —preguntó.
—Eso es algo que también tendremos que organizar de acuerdo a la asistencia oficial. Por eso necesitamos enviar pronto las invitaciones.
—Entiendo... —relamió sus labios—. Me gustaría poder ver eso también contigo. Quiero que Ellie solo se preocupe de su vestido y de los atuendos de sus damas de honor. También... estamos preocupados por su hermano, quería saber si podrías llamarlo para dar el aviso de la fecha de la boda.
—¿Ella no le ha dicho nada?
—Al parecer no está realmente interesado en venir. Pero si lo llamas de manera formal quizás lo reconsidere.
—Dame su número y mañana mismo me contactaré con él.
—Su nombre es Calum.
Rápidamente, anoté el número en mi celular.
—Entonces... supongo que ya está todo dicho —dictaminé.
—En realidad no... pero, supongo que no importa —se levantó de la silla—. Es un gusto verte otra vez, Lena. Y me alegro de poder regresar...
Difería completamente de su opinión, pero no dije nada.
—Espero verte pronto.
Su mano se extendió en mi dirección.
Me levanté de la silla dispuesta en corresponderle, entrelazando mi mano junto a la suya. Solo lo haría por cortesía, pero ya no volvería a aceptar ningún otro tipo de gesto por parte de él. El toque cálido de sus dedos envió un escalofrío directo a mi espina dorsal, erizándome la piel. Creo que él logró notar esa reacción en mí, ya que sonrió levemente, provocando que me molestara aún más.
Fui rápida en romper el contacto, así como también en sacarlo de mi oficina con una despedida fugaz.
Tenía muchas dudas rondando en mi cabeza. Muchas preguntas respecto el por qué me abandonó.
Pero ¿de qué serviría saberlas ahora?
Ya no había marcha atrás y nada cambiaría entre nosotros, así que lo mejor era seguir distanciados. Así nadie saldría lastimado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro