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Capítulo nueve

Rodeados de deliciosos platos, nos encontrábamos en la prueba de menú para la boda. Todo estaba perfectamente emplatado para el coctel y la cena, exponiéndose frente a los novios y los padres de Ellie. 

—Gracias a la lista que Lena envió, pude guiarme para preparar las entradas, cremas, ensaladas, platos fuertes y los postres —indicó Adam, el dueño del restaurante con el que hacia negocios de banquetería.

Estábamos todos sentados en una misma mesa, siendo atendidos por los meseros, mientras Adam se dedicaba a explicar el proceso de preparación de cada plato. La mesa que habíamos reservado estaba en una zona privada del lugar, ubicados junto a un enorme ventanal con vista al resto de la ciudad. 

—En la lista noté que había una preferencia por los platos salados, así que me enfoqué también en ello para los entremeses, preparando carpaccio de pulpo como primera opción, y también champiñones gratinados con tocino...

—Está delicioso, el sabor es perfecto y definitivamente quedará muy bien para el coctel —declaró la madre de Ellie.

Anoté el nombre del plato para confirmar la lista, y así dárselas al chef. 

—Como entrada, preparé timbal de quinoa y camarones, además de un delicioso tataki de salmón. Agregué también algunas opciones vegetarianas para los invitados —continuó Adam.

Uno de los meseros acercó el vino a nuestras copas para poder degustar la opción que el padre de Ellie había escogido. Liam ya iba por su tercera copa, luciendo nuevamente ajeno a la cena y a la conversación de sus suegros. 

—Bueno, ahora que estamos todos juntos cenando, podríamos hablar acerca de la repartición de bienes y el sitio en donde construirán su casa —dijo la señora Oswald, juntando ambas manos sobre la mesa. 

—Por ahora seguiremos viviendo en el apartamento de Liam. Cuando lo asciendan en la empresa podremos mudarnos —declaró Ellie, entrelazando sus dedos con los de su prometido, quien pareció salir del trance en el que estaba—. ¿Verdad, amor?

—Mhm... sí.

—Pero ese apartamento es demasiado pequeño —dijo su padre, alzando una de sus cejas. 

—Es suficiente para nosotros, papá. 

—No estás acostumbrada a eso, cariño... además ¿cómo lo harán si tienen un bebé? No habrá suficiente espacio...

Me llevé la copa de vino a mis labios, sintiendo que sobraba y que en verdad debería irme. 

—No está en nuestros planes todavía, así que pueden estar tranquilos —murmuró Liam en tono borde. 

El ambiente de repente se sintió un poco tenso. Obviamente estas eran conversaciones familiares que no me incluían en lo absoluto como asesora, así que me retiré lentamente para ir al tocador y darles su momento a solas. 

Cuando entré al baño, lo primero que hice fue encender mi celular y revisar las llamadas que tenía. Habían varias de Lucas, el fotógrafo de la agencia, así que me dispuse en marcarle.

—Ho...

—¡No puedes hacerme esto, Lena! ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué ya no me usarán como fotógrafo para la boda? —preguntó Lucas con desesperación—¿No les gusta mi trabajo?

Él era así. Algo dramático. 

—No, no se trata de eso. Es solo que Ellie decidió escoger a otra persona —señalé, intentando tranquilizarlo para que no sufriera de un ataque de nervios. 

—¿Quién tomará mi lugar? —reclamó. 

—Su nombre es Calum Oswald —contesté. 

—¡¿Calum Oswald?! —exclamó sorprendido, dejándome medio sorda con el volumen de su voz. 

—Sí ¿Lo conoces?

—Por supuesto que sí ¿acaso tú no? 

—Solo sé que es el hermano de Ellie... —contesté con sinceridad. 

—Es muy famoso, Lena —soltó indignado por no saber sobre él—. Ha viajado por todo el mundo y también ha ganado varias veces en los premios National Geographic —dijo, sorprendiéndome por ello—. Tenía entendido que solo se desempeñaba en la fotografía de paisajes, no en la de matrimonios...

—Es que su hermana se lo pidió, por eso se encargará él... —expliqué. 

—Aun así, por favor no vuelvas a dejarme fuera del equipo ¿sí? No quiero perder más clientes —suplicó, centrándose nuevamente en la conversación inicial. 

—No te preocupes, solo será esta vez. Además, ya me han llegado varias solicitudes, así que le diré a Samantha que se encargue de ellos lo antes posible. 

—Gracias —suspiró aliviado. 

Dicho eso, colgó la llamada, picándome la curiosidad por saber más acerca del hermano de Ellie. No tenía ni idea de que era tan conocido, así que de seguro habían varios artículos y fotografías de él en internet. Lo buscaría al llegar a casa para salir de la incógnita sobre quien era realmente Calum Oswald.

Arreglé un poco más mi maquillaje antes de salir del baño de damas y regresar a la mesa. Mientras me acercaba a la zona privada, pude escuchar cómo ellos seguían discutiendo por lo mismo. Los padres de Ellie no querían que ella viviera en una zona residencial cualquiera, y a Liam no le agradaba la idea de tener que ser mantenido por los padres de su prometida. Qué lío. 

—Tampoco será bien visto para nuestros amigos más cercanos el que apures tu noche de bodas antes del matrimonio, hija —reclamó nuevamente el alma de la fiesta, es decir, la señora Oswald.

—No me importa lo que piensen ellos. Nosotros queremos hacerlo así, y así se hará —dictaminó Ellie.

Su madre negó reiteradas veces con la cabeza. 

Guardaron silencio cuando me vieron llegar, centrando su atención en mí como vía de escape. 

—Aprobamos los platos para la cena —dijo Ellie—. Solo quitaremos de la lista el quiche de alcachofas y el solomillo de res. 

—Bien —tomé nota para poder descartarlo. 

—También serviremos una opción vegetariana que será de lasaña de berenjena y zucchini. 

Asentí, agregándolo a la lista para el menú. 

—Nos encantó el servicio, definitivamente tu trabajo como asesora es excepcional —me halagó el señor Oswald. 

—Gracias, es un placer para mí encargarme del matrimonio de su hija —dije para ser cortés con él. 

Sin embargo, el comentario de la señora Oswald no fue tan halagador. 

—A pesar de ser una experta en bodas, no veo que tengas un anillo —apuntó su madre en dirección a mi dedo anular izquierdo. 

—Bueno, no es necesario estar casada para preparar una boda —contesté. 

—Eso es cierto —asintió Ellie—. Lo que sí me sorprende es que siendo tan guapa no tengas pareja —hizo un puchero con los labios. 

¿Por qué ahora la conversación se centraba en mí?

—En estos momentos me siento muy bien soltera —dictaminé, llevando la copa de vino a mis labios. 

Realmente no esperaba buscar un amor ahora, estaba bien sola y no necesitaba a nadie más. 

—Eres igual a mi hijo —comentó la señora Oswald—. Le gusta estar solo, siempre yendo y viniendo fugazmente. Jamás se queda quieto en ningún lugar...

Aquello no parecía un halago, puesto que su tono de voz fue más bien de desaprobación. 

—Eso es porque aún no conoce esa persona que lo retendrá para quedarse —agregó Ellie. 

—Bueno, si yo fuera él y me gustara viajar por el mundo, en realidad no querría que nadie me retuviera. Sino que me acompañara... —murmuré—. ¿De eso se trata el amor, no? De que además de ser amantes, también se puede ser compañeros de nuevas experiencias. El matrimonio no solo se limita a tener una casa y vivir toda una vida allí... —agregué. 

Al menos a mi no me gustaba la idea de tener una vida así, tan ortodoxa y común. Quizás antes hubiese querido eso, pero ya no. 

—Bueno, las nuevas generaciones son así —continuó la madre de Ellie—. No se comprometen, cambian de relaciones constantemente y no les gustan las formalidades. Hay demasiado libertinaje...

La expresión en su rostro fue de puro desagrado. Obviamente, ella seguía viviendo como en el siglo pasado, pero bueno... no podía hacer nada al respecto. Supongo que respetaba su opinión, aunque no la compartía en absoluto. 

—Lo positivo es, que las parejas de hoy en día deciden comprometerse cuando realmente así lo quieren, sin tener que ser obligados —comenté—. Los matrimonios ya no son por costumbre. 

—No deberías estar tan feliz por ello, querida. Mientras menos bodas hayan, menos clientes tendrás y tu negocio decaerá —señaló, sonriendo con una mueca de burla. 

—Puedo emprender en otras cosas. No les temo a las nuevas tendencias —contesté rápidamente—. Algunos dicen que el negocio más rentable serán las celebraciones para divorciados...

—¡Oh!, vaya, pero qué encantador —soltó sarcásticamente—. Ya sabes a quién podrás recurrir si es que decides separarte, Ellie. 

—Eso no pasará, madre —dijo ella, arrugando las cejas. 

Las malas vibras de la señora Oswald estaban afectando el ambiente. Era obvio que todos estábamos incómodos con sus comentarios, pero yo no me dejaría intimidar. 

—¿Y piensa casarse algún día, señorita Holsen? 

Venga ya ¿seguiría interrogándome? 

—Por supuesto —asentí con sinceridad. 

La mirada de Liam se intensificó en mí. 

—¿Y con sus antiguas parejas no tuvo esa seguridad para comprometerse?

Uff, si supiera probablemente se iría de espaldas. Pero obviamente eso era un tema que no sacaría a relucir en esta cena ni en ninguna otra. 

—No —mentí—. Simplemente, estoy a la espera de la persona indicada. 

—Ya veo...

—¿Por qué no pedimos el postre? —interrumpió el señor Oswald, mientras aflojaba el nudo de su corbata. 

—Sí, es una buena idea —lo secundó Ellie. 

—Yo... ya debo irme. Aún tengo mucho trabajo por hacer... —dije dispuesta en tomar mis cosas y marcharme. 

—No te vayas aún, Elena. Quédate para probar lo último del menú —insistió el señor Oswald. 

—No creo que...

—¡Ahhhh! —gritó de repente Ellie, asustándonos a todos e interrumpiéndome de golpe. 

Por un momento pensé que estaba sufriendo un ataque al corazón, ya que una de sus manos se aferró a su pecho. Luego me di cuenta de que en realidad estaba chillando de emoción, ni idea de por qué. 

La mirada de todos se volteó hacia mí. O más bien, hacia lo que había detrás de mí. 

Así que por inercia me giré en la misma dirección que ellos, volteando lentamente hacia la figura que se cernía sobre mi cuerpo, ganándome en altura y tamaño. La luz tenue no me permitía ver con claridad su rostro y probablemente hubiese preferido que se quedara allí, ya que en el momento en que dio un paso para acercarse a la mesa, sentí que algo me golpeó justo en el pecho, dejándome perpleja con lo que veía. 

—¿Me extrañaron? —preguntó con aquella voz ronca que de inmediato desató el chillido de las dos mujeres en la mesa, desfigurando el rostro de Liam al reconocerlo. 

Esa voz...

Esa voz ya la conocía...

—¡Hermano! —gritó Ellie antes de correr hacia él y rodear sus hombros para abrazarlo. 

Calum Oswald había llegado sin previo aviso y en el momento más inesperado. 

****

¿Será este mi ser amado?

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