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Capítulo doce

"Calum Oswald Leblanc es un prestigioso fotógrafo de naturaleza y medio ambiente​ establecido profesionalmente en Canadá, donde reside actualmente. Entre sus premios están los más importantes en su campo como el World Press Photo, que ha recibido hasta en cinco ocasiones, ​ y el National Geographic Traveler Photos". 

Ahí estaba él. Esa era la descripción que tenía en internet acompañado de varias fotografías en donde se veía como todo un galán con cuerpo de Tarzán.  

Cambié de pestaña rápidamente cuando Lily entró a la oficina. Actué como si estuviese revisando mis correos, mientras ella se acercaba a mi escritorio para entregarme la carpeta en que estaban las indicaciones de los preparativos los cuales habían sido enviados a revisión por la familia Oswald. 

—Todo está en orden, señorita Lena —me indicó—. Rouse avisó que ya llegaron los muebles, estarán en el depósito y los trasladarán cuando usted dé la orden. 

—Claro, hablaré con ella más tarde —sonreí, abriendo la carpeta—. ¿Algún otro aviso...? —pregunté y no sé por qué esperaba algún mensaje de él...

—No, nada más —negó. 

Bien, no sé por qué estaba esperando algo. 

—Gracias, Lily. 

Ella asintió antes de salir de la oficina. 

Solté un largo suspiro, mientras giraba sobre mi silla y posaba mi mirada en el ventanal. 

Después de asistir a la academia de baile y habernos caído al suelo, nada más pasó entre nosotros, puesto que el instructor decidió que lo mejor que podía hacer Calum era practicar con su asistente y yo tuve que regresar a trabajar debido a las constantes llamadas de Rouse. 

Sin embargo, eso no significó que mi cabeza se librara de él, puesto que no paraba de rememorar una y otra vez aquel instante en que estuvimos tan cerca...

Me preocupaba tener la mente en las nubes porque no tenía tiempo para eso. Había un matrimonio que organizar y un montón de cosas por hacer en la oficina. Debíamos avanzar lo más pronto posible con algunos de los arreglos para que Ellie los viera antes de emprender su viaje de luna de miel. 

Así que me puse manos a la obra y caminé hacia la oficina de Rouse para revisar algunos detalles.

—Mira, Lena. Este será el diseño de las mesas —dijo, enseñándome algunas imágenes de referencia que había tomado para la decoración. 

—Luce muy bonito y la vajilla es preciosa —señalé. 

—Sí, a la señora Oswald le encantó —agregó, mientras pasaba las imágenes en su iPad—. Por cierto, ¿ayer como te fue con el hermano de Ellie? —alzó ambas cejas con picardía. 

—Ah... —desvié la mirada, posándola en las fotografías. —. Me fue bien. 

—¿Y a dónde fueron? —preguntó con interés. 

No tenía por qué inventarme nada, ni actuar como si hubiese hecho algo malo, porque nada pasó. 

—Fuimos a una academia de baile. El señor Oswald se está preparando para el vals... —contesté con total naturalidad. 

—Pues... luego de que te marcharas con él, apareció el señor Samuels preguntando por ti para ver que todo estuviese dentro del presupuesto. Obviamente, le tuve que decir que te habías ido con el hermano de Ellie y creo que se enojó por no verte allí —reveló, haciendo una mueca con sus labios. 

Me puse tensa de inmediato, sabiendo que eso significaba una sola cosa: Problemas. 

Después de lo que había pasado con Liam en el restaurante, realmente no sabía si estaba preparada para vivir otra escena de celos por parte de él. 

—Creo que el estrés antes de la boda le está afectando —comenté. 

—Probablemente —asintió. 

—De todas formas, puede estar tranquilo con el presupuesto. Todo está dentro de lo planeado —aseguré. 

—Pues ve y llámalo antes de que se preocupe más. 

—Sí, llamaré a Ellie... —dije evitando tener que comunicarme con él. 

Algo dentro de mí me decía que en realidad Liam no estaba buscándome por el presupuesto. No, claro que no. 

Trataba de animarme a mí misma diciéndome que en unos días más ellos se irían a su Early Moon por tres semanas y entonces me desharía de él por un tiempo. El suficiente para estar en paz, lejos de sus celos y su insistencia. Luego de eso vendría el día de la boda y nos diríamos adiós para siempre. 

Si lo pensaba así, el futuro se proyectaba mucho más alentador.  

Sin embargo, al día siguiente recibí una nueva noticia. Una que definitivamente no me esperaba. 

—Liam decidió cambiar la fecha de nuestra luna de miel —me informó Ellie a través de la llamada—. Estoy intentando convencerlo de que no cambie los boletos de avión, pero insiste en que lo mejor es ir la semana subsiguiente a la planeada ¿puedes creerlo? —dijo indignada. 

—¿Y le dijo por qué? —pregunté tensándome en mi puesto. 

Liam encontraba siempre la forma de amargarme las mañanas, tardes y noches...

—Dice que es para asegurarse de que todo vaya en orden con la organización de la boda, la decoración, e incluso con ustedes. Piensa que pueden retrasarse o hacer un mal arreglo si él no está pendiente de que todo marche bien —la oí suspirar con cansancio—. La verdad es que está actuando muy raro, pero mamá dice que deben ser los nervios y deseos de que nuestra boda sea perfecta. 

—Creo que lo mejor es dejarle en claro que todo estará bien. Que su único deber es relajarse, estar con usted en su maravilloso viaje y dejar todo en mis manos —dije lo más apacible que pude, pero la punzada en mi cabeza era el claro indicio de que mi jaqueca estaba regresando. 

—He intentado decirle explicárselo en muchas maneras, incluso discutimos ayer por la noche debido a eso, pero está muy, muy, muy cerrado. 

Ellie estaba afligida por el comportamiento de su esposo, y yo lo estaba aún más por tener que aguantar el comportamiento infantil de Liam. Aunque ya nada me sorprendía viniendo de él. 

—Si quiere pueden venir ambos a mi oficina y dejaremos claro todos los puntos de la planificación. Así él estará más tranquilo, podremos aclarar dudas y tendrá por seguro de que nada malo pasará si él se va de viaje ¿vale?

—Me parece una excelente idea. Lo llamaré enseguida. 

—Estaré libre desde la siete. Así que los espero —anuncié. 

—Gracias, Lena —dijo antes de despedirse de mí y colgar la llamada. 

Cuenta hasta diez, no te estreses y asimila que tendrás que verlo...

Mi único salvavidas en todo esto era que vendría con Ellie y eso haría que se mantuviera al margen. Así podríamos comportarnos como dos adultos que solo tienen una relación profesional de cliente-asesora. 

Si tanto le preocupaba el "presupuesto", me ocuparía en organizar todo el listado de gastos que conllevaría cada uno de los servicios dentro la planificación. También anunciaría los avances y dejaría en claro que íbamos acordes al cronograma programado para no atrasarnos con los preparativos. 

A las siete con veintitrés minutos, Lily anunció su partida de la oficina, así que debía encargarme nuevamente de recibir a mis clientes. Mientras ellos llegaban, me bebí una taza de café y arreglé los papeles sobre la mesa para tener todo listo. Cerca de las ocho recibí la llamada del guardia quien anunciaba que la pareja ya venía de camino en el ascensor. 

Mantén la calma, Lena. No dejes que te afecte. 

Cuando tocaron la puerta, preparé mi mejor sonrisa para recibirlos y dejarlos pasar. Sin embargo, aquella expresión se desvaneció rápidamente cuando solo vi a una persona delante de mí. 

—¿Y Ellie? —pregunté sin dejarlo pasar. 

Esperaba que me dijera que ella venía detrás de él, o que se encontraba en la entrada a punto de subir. Pero no dijo ninguna de las dos opciones. 

—Ella no vendrá —contestó en tono serio, viéndome con una mirada sombría que me causó escalofríos. 

Ambos solos en un edificio medio vacío no parecía ser un buen panorama. No para mí. 

—Lamento que tengas que venir tú solo, pero está reunión solo tiene sentido si tu prometida está aquí. 

—No, yo creo que tiene mucho sentido, porque hay muchas cosas de que hablar —dictaminó con dureza, entrando sin previo aviso a mi oficina. 

Parecía un animal rabioso, preparado para atacar. Las señales de alerta en mi cabeza se encendieron, así que me preparé para la contienda que tendríamos. Casi de inmediato comenzó a despotricar, sobresaltándome en mi puesto al alzar la voz. 

—¡¿Qué demonios hacías con él ayer?! —exclamó, explotando por completo. 

Caminé hacia la puerta, dispuesta en echarlo, pero casi al instante el me atrapó y cerró con seguro, dejándome acorralada contra la pieza de madera. 

—Si viniste a reclamarme cosas, desde ya te digo que no te daré explicaciones porque no las necesitas. Ellie dijo que querías ver el presupuesto, así que eso es lo que haremos y te irás en cuanto acabemos.

—¡Me importa una mierda el jodido presupuesto, solo quiero saber qué es lo que pretendes con Calum! 

—No pretendo nada. Solo hago mi trabajo —dije alejando sus manos de mí—. Y será mejor que te comportes, Liam. Porque te juro que estoy dispuesta a abandonar todo si sigues molestándome —advertí. 

—Pues hazlo, y de paso yo acabo con este maldito matrimonio forzado —declaró y sus palabras me helaron por completo. 

La miré atónita, sin saber qué decir. La crudeza en sus palabras y su completa falta de empatía por la mujer con la que iba a casarse hicieron que me cuestionara muchas cosas. ¿Quién era el hombre delante de mí? 

—¿Qué? ¿Te sorprende? —soltó con una sonrisa sarcástica en su rostro—. ¡Es forzado! ¡Jamás he querido casarme con ella! 

—¿De qué estás hablando? —mi voz tembló. 

—¿Ahora si quieres escucharme, eh? —arqueó una de sus cejas. —. Bien, entonces te explico. Ellie y yo solo nos comprometimos porque así nuestras familias lo quisieron. Era un matrimonio arreglado desde hace mucho. 

—¿Por qué no me dijiste nada de eso antes...?

—Porque pensé que podría escapar y casarme contigo —su mirada decayó lentamente. —. Eso era lo que quería decirte durante todo este tiempo. 

—¿Y de qué nos sirve ahora? —pregunté—. De todas formas tienes un deber con ella, y si realmente no la amas, entonces tendrías que ser sincero y no hacer lo mismo que hiciste conmigo. 

—Las dos son muy diferentes. No es lo mismo porque a ti sí te amé y... aún lo hago. 

Negué con la cabeza, sin creerle nada. 

—Tienes una increíble habilidad para engañar a las personas... —murmuré, sintiendo emerger todo ese resentimiento que tenía con él. No podía ni siquiera mirarlo a los ojos sin sentir todas esas sensaciones negativas que me nublaban la vista. 

—Yo no te engañé —dijo tensando su mandíbula. 

—No intentes tapar el sol con un dedo. 

—Solo estoy intentando que me comprendas, Lena. Nada de lo que pasó fue fácil para mí —dijo dolido y la voz se le quebró en medio de aquella oración. 

—Quizás te hubiese entendido antes, pero ya no. Así que tus explicaciones no harán que cambie de opinión acerca de ti y de todo el daño que me hiciste. Y lo peor es que ahora lastimarás a una nueva víctima de tus malas decisiones y de tu incapacidad de poder querer a alguien más que no seas tú mismo. 

—Eso no es cierto —negó, acercándose nuevamente a mí—. Si hay una persona a la que quiero más que a nadie, es a ti, Lena. 

Alejé sus manos, dispuesta en sacarlo de mi oficina, pero él regresó a mí, atrapándome entre sus brazos. 

—Liam, suéltame o voy a llamar a seguridad —advertí, pero mis amenazas no lo hicieron razonar en lo absoluto. 

Estaba perdiendo la cabeza y de paso quería volverme loca a mí también. 

—Dame una oportunidad para redimirme —suplicó desesperado. —. Te prometo que esta vez las cosas serán diferentes. 

—No, Liam. Yo ya no te amo —negué, recalcando la palabra "no". 

—Pero puedes volver a hacerlo si me lo permites... —sus ojos se volvieron más oscuros. 

—Jamás volveré a sentir nada por ti —dije con sinceridad—. Lo mío murió el día en que me abandonaste, y realmente no sé cómo pude llegar a quererte...

Por un instante creí que él volvería a insistir, victimizándose con el amor que creía sentir por mí. 

Sin embargo, lo que hizo fue aún peor. 

Sin previo aviso, sus dedos se enterraron en mi cintura para atraerme hacia él y colisionar sus labios contra los míos en un beso cargado de necesidad e ira contenida, siendo brusco al momento de moverse y forzarme a que le correspondiera. 

Forcejeé entre sus brazos hasta que logré deshacerme de su agarre y empujarlo muy lejos de mí. 

Mi labial estaba esparcido en su boca, su mirada sombría me atemorizó aún más. 

Así que lo único que pude hacer en ese momento fue correr lejos de él y escapar de esa obsesión enfermiza que parecía tener por mí. 

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