Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo diez

—¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Cuando llegaste?! —preguntó Ellie sin soltar su cuello.

—Llegué hace un rato, quería sorprenderlos —contestó él con una sonrisa ladeada en sus labios—, y te traje esto también. Es un regalo anticipado de bodas —señaló, entregándole una pequeña cajita dorada—. Espero que te gusten. 

—Nada me hace más feliz que tenerte aquí, hermanito. Así que ven, siéntate rápido y cuéntanos todo acerca de tu viaje. ¿No dijiste que estarías en una isla como por tres semanas?

—Sí, pero regresé rápido. 

¿Entonces él había fingido todo este tiempo para darle la sorpresa a su hermana?

Vaya...  

Detallé al hombre que tomó asiento justo en el puesto conjunto al mío. Los hombros anchos y el cuerpo fornido eran la clara señal de que era del tipo que pasaba varias horas ejercitándose, lo cual cobraba sentido cuando te enterabas de que recorría grandes kilómetros durante sus viajes. Necesitaba la resistencia física y al fuerza suficiente para ello. 

Debía admitirlo. Era guapo... realmente atractivo.  Su perfil marcado, la sonrisa abierta que le dedicó a su familia y los ojos marrones que vagaron alrededor hasta posarse en mí, hicieron que me sintiese nerviosa. Al parecer no había notado mi existencia hasta ese entonces en que nuestras miradas se cruzaron, dejándome recta en mi asiento sin saber a donde más mirar. Si me volteaba hacia mi costado izquierdo, me encontraba con el rostro de Liam. Si me giraba en dirección opuesta entonces estaba Calum... Y al frente ni intentarlo porque la señora Oswald volvería a retomar sus interrogaciones. 

Así que preferí volver a beber de mi copa de vino. 

—Oh, veo que... también tienen compañía —comentó, sonriéndome cálidamente. Ni siquiera imaginé que el hombre rudo con el que hablaba por teléfono, se vería tan agradable a los ojos. 

—Ella es Lena Holsen, nuestra asesora de bodas —me presentó Ellie y noté como la sorpresa cruzaba su expresión en el momento en que escuchó mi nombre. 

Su mirada se quedó incrustada en mí como si no se hubiese imaginado nunca que yo era la persona con la que había estado conversando durante todo este tiempo, y la mirada fija hizo que mis mejillas ardieran. 

—Un gusto conocerlo al fin, señor Oswald —dije extendiendo mi mano en su dirección para poder saludarlo. Agradecí al cielo que los dedos no me sudaran. 

—Es un gusto también para mí, señorita Holsen —asintió, tomando mi mano contra la suya. 

Sentí el contraste frío del anillo en uno de sus dedos, mezclándose a la vez con la calidez de su piel.  

Había algo en la forma en que me miraba que provocaba que todo a mi alrededor desapareciera. O al menos así lo sentí hasta que alguien carraspeó para llamar nuestra atención; Liam.

Logré recuperarme por suerte, regresando a la realidad. Claro, estábamos en medio de la prueba del menú y ahora íbamos por el postre...

Un mousse de limón fue puesto delante de mí ha pedido del señor Oswald (padre). Y en el medio de la mesa agregaron un plato con trufas de tiramisú. 

—Ten —me las extendió Liam, viéndome con seriedad. 

—Gracias —saqué una. Él recordó que me gustaban. 

—¿Y cómo te fue en la isla, Calum? —preguntó su padre.

—Bien, fue un viaje muy corto, aunque realmente muy inspirador. Visitar esos lugares es una experiencia única en la vida —comentó con ese brillo especial en los ojos que solo ves en alguien que en verdad ama lo que hace. 

Calum comenzó a explicar lo que había tenido que hacer en unos pocos días, yendo hacia una isla en donde fotografió varias especies de aves y paisajes hermosos. La forma de contarlo provocaba que quisiese estar ahí, presenciando todas esas atracciones. 

—¿Expondrás esas fotografías? —preguntó su madre y él negó con la cabeza. 

—Aún no he pensado en ello. Creo que prefiero dejarlas para mí. 

Gracias a Lucas estaba enterada de que su profesión era el de la fotografía de paisajes. Pero además de eso, no sabía nada más acerca de su mundo. Al parecer era la única en la mesa que estaba completamente ajena a la conversación, así que no quise entrometerme y continué comiendo de mi mousse. 

—¿Y... como van las cosas con el matrimonio? —preguntó luego de un rato. 

Ya todos habían acabado sus postres, mientras que yo ya iba por mi tercera trufa. 

—Todo va excelente, me alegra tanto que aceptaras ser el padrino —dijo Ellie. 

—Sí, supongo que tanta insistencia hizo que cambiara de parecer... —murmuró, girándose nuevamente hacia mí. 

¿Por qué sentía que nada coherente pasaba por mi cabeza? Normalmente, era muy extrovertida, pero ahora estaba cohibida en mi lugar, casi como si fuese una planta más en el lugar. 

—¿Ya está feliz por verme aquí? —preguntó. 

Mi pulso se disparó nuevamente, convirtiendo mis mejillas en fuego puro. Hacía demasiada calor y ni siquiera sabía de donde provenía el aumento de mi temperatura. El aire acondicionado al parecer no estaba cumpliendo su deber...

—Por supuesto, como dije, su presencia aquí es muy importante para los preparativos —contesté y a medio camino la voz me falló. Me odié por eso. 

—Ya que Ellie y Liam se irán de luna de miel antes de lo previsto, será esencial que Calum pueda ayudar desde ahora en adelante con la organización de la boda —agregó la señora Oswald. 

—Ayudaré en lo que me pidan —asintió sin despegar sus ojos de mí. 

¿Qué? ¿Tendría algo en la cara? 

—Será un gusto trabajar con usted —dije devuelta, sonriendo levemente. 

Ya debía irme. Debía hacerlo para que ellos continuaran su velada en familia. Obviamente, yo sobraba en medio del emotivo reencuentro, así que me dispuse en ponerme de pie para despedirme de todos. 

—Ahora sí ya debo irme —cogí mi cartera. 

—Te hubieras quedado un poco más —dijo Ellie en el momento en que me acerqué a besar su mejilla. 

—Hay mucho por hacer así que...

—¿Quieres que te vaya a dejar a tu oficina? —preguntó Liam. 

Fingí mi mejor sonrisa para dirigirme a él. 

—No, gracias, tomaré un taxi. 

—Acepta, Lena. Ya es bastante tarde —insistió Ellie—. Deja que Liam te lleve...

—No, en serio, no quiero causar molestias —volví a negar. 

Llegó el momento de despedirme de Calum, así que solo atiné a besar su mejilla fugazmente como a todos los demás. Sin embargo, el leve toque fue más que suficiente para erizarme la piel, sobre todo al percibir de cerca el aroma de su loción. 

Logré zafarme del ofrecimiento de Liam y salí del restaurante a toda velocidad, rogando al cielo que algún taxi apareciera pronto. El viento frío chocó contra mí, solo llevaba un vestido y un blazer así que tuve que abrazarme a mi misma, ya que el cambio de temperatura de un lugar a otro hizo que se intensificara el temblor en mi cuerpo. 

Me sobresalté al sentir que tiraban de mi brazo de un momento a otro. Liam estaba a mi lado, sujetándome, mientras su mirada oscurecida recorría mi rostro. Su agarre firme estaba siendo demasiado brusco conmigo y aunque intenté zafarme de un tirón, no lo logré. 

—¿Qué te pasa? Suéltame —reclamé, frunciendo el ceño. 

—¿Qué crees que hacías allá dentro, Lena? —me rugió de la nada, acercando su rostro precipitadamente al mío. 

—¿De qué hablas? 

—¿Acaso crees que no noté como lo mirabas? ¿Cómo te lo comías con los ojos? 

¿Qué? 

—Vaya... Al parecer me prestas demasiada atención como para ser un hombre que está comprometido con otra mujer. 

—¿Y qué importa eso? ¡Eres mi jodida exnovia! —gritó, llamando la atención de varias personas alrededor. 

Me asusté en ese instante debido a la intensidad de su tono de voz y también por la fuerza que ejercía en mi brazo. 

—Tú mismo lo dijiste, soy tu ex, y aunque fuese algo tuyo, no tienes el derecho de reclamarme como si fuese de tu propiedad —declaré, forcejeando con él.

—Te contraté para una cosa, y eso no incluye que tengas que acostarte con mi cuñado —dijo entre dientes. 

Lo miré atónita debido a sus palabras y también por esa actitud celópata que jamás había visto en él. Lo peor era que estaba insinuando que yo quería algo con su cuñado, prohibiéndome la sola idea de llegar a tener algo con alguien más.  

—¿Quién demonios te crees para reclamarme cosas? Lo que yo haga o no haga no es de tu incumbencia. 

—¡Sí lo es! 

—Te lo advierto, Liam ¡Suéltame! 

—¡Solo quiero que hablemos de una jodida vez! 

—¡Ya te dije que no quiero escucharte! 

—Pues vas a hacerlo ya sea a las malas —soltó violentamente. 

La cólera me ganó en ese momento, encendiendo eso dentro de mí que me hacía actuar a la defensiva. Aunque esta vez había una razón muy fuerte para protegerme porque él estaba haciéndome daño. Así que sin previo aviso, lo pateé. Sí, lo golpeé justo donde más le dolía y ni siquiera así me soltó, a pesar de que gritó adolorido. 

Lo iba a intentar otra vez, sin embargo, la voz de alguien más en el lugar se unió. 

—¿Interrumpo algo?

La voz ronca de Calum hizo que ambos nos volteáramos en su dirección. Solo bastó su presencia para que Liam me soltara de inmediato, dejando la marca de sus dedos en mi brazo. 

—No, no pasa nada. Solo... estaba ofreciéndome para llevarla... —contestó Liam, fingiendo como si nada.

Me sorprendió la rapidez con la que su expresión cambio.

La mirada de Calum se dirigió hacia mí, viéndome sospechosamente. No quería problemas ni tampoco que todo mi trabajo se fuera por la borda gracias a Liam. Tenía que irme y debía hacerlo ya. 

—Ya le dije al señor Samuels que no necesito que me lleve. Yo puedo irme sola, así que si me permiten —me alejé de ambos, yendo por el primer taxi que se cruzó en mi campo de visión. 

Mi corazón bombeaba con fuerza y mi cuerpo temblaba ya no por frío, sino por el enojo de mi discusión con Liam. 

Sentí la mirada intensa de ambos sobre mí incluso cuando cerré la puerta del vehículo. 

****

Me sentía de muy mal humor hoy, no solo por el hecho de que nos habíamos retrasado con el pedido de muebles, sino por el motivo principal en todo esto: Tener que permanecer en el mismo ambiente que Liam Samuels. 

Ellie quería un arco de decorativo de pérgola de rosas. Obviamente, solo nos habían traído la plataforma de hierro la cual era enorme, así que tendríamos que comenzar a colocar las flores a mano, además de las luces.  

—¿Qué te pasa hoy? —preguntó Rouse a mi lado, entregándome las flores mientras yo las iba agregando. 

—No me pasa nada. 

—Pues avísale a tu cara —comentó divertida. 

Ahogué un suspiro, desviando mi mirada hacia ella. 

—Lo siento, es que tuve mal dormir —mentí. 

—No te preocupes, todos tenemos esos días. 

—Ni siquiera sé si esto está quedando bien —señalé, viendo que no tenía buen aspecto. 

Ella se alejó levemente para poder apreciarlo por completo. La mueca en su rostro era la clara señal de que el arco no tenía ni pies ni cabeza. 

—Necesitaré una escalera para poder llegar a la parte de arriba —apunté hacia lo más alto. 

—Te la consigo enseguida —avisó, extendiéndome la canasta con flores. 

Continué con lo mío, enganchando las rosas en el arreglo. Tenía que quedar bien para poder tomar las fotografías, pero hasta ahora lucía realmente feo. 

Suspiré frustrada, tomando varias flores las cuales intenté colocar en la parte de arriba, alzándome de puntillas para llegar. Estiré mis brazos mientras intentaba engancharlas, pero no lograban entrar en el arreglo y se caían a cada nada, provocando que las rosas se arruinaran. Genial. 

—¿Necesitas ayuda? —preguntó alguien detrás de mí, tomando las flores que tenía entre mis dedos. 

Sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal al percibir la cercanía de su cuerpo contra mi espalda, cerniéndose sobre mí. No hizo falta ver quien era, porque mis sentidos ya lo sabían. 

Me quedé quieta en mi lugar, observando como Calum lograba enganchar las flores sin problema alguno. 

Hoy venía con una camiseta musculosa que revelaba el tatuaje con forma de brújula plasmado en su piel bronceada. Además, los músculos marcados de sus brazos hicieron que perdiera el aliento y que mi cerebro fallara haciendo cortocircuito. Todo en él me parecía muy atractivo y por ello, se me hacía difícil despegarle la mirada.

Terminó de colocar las flores y entonces me obligué a mi misma salir de mi estado de hipnosis. 

—Gracias... —murmuré, sin perder de vista su rostro. Las gafas oscuras cubrían sus ojos, pero desde ya sabía que estaba viéndome fijamente. 

—Parecía que estaba en apuros —apuntó, sonriendo levemente. 

Esa sonrisa... definitivamente era demasiado adictiva. 

—No, lo tenía controlado —dije haciendo un ademán con mis manos—. La escalera ya venía en camino.

—No me refería a las flores —contestó, quitándose los lentes y colgándolos en el cuello de su camiseta. 

Aquellos ojos marrones relucieron aún más con la luz del sol.

—¿Entonces? —pregunté confundida. 

—Me refiero a la escena de anoche con Liam —dijo, alzando una de sus cejas a la espera de una respuesta que tuviese sentido. 

Nada lo tenía en realidad, porque Liam definitivamente era completamente irracional. 

—Ah... eso —desvié la mirada.

¿Dónde estaba Rouse cuando más la necesitaba? 

—No pasó nada. Solo se ofreció a llevarme, ya sabe... —mentí y no pude evitar sentir que la garganta se me secaba. 

No solo era por la presión del momento, sino por el hecho de que él diera un paso más cerca de mí, arrinconándome contra el arco. Madre Santa.

—¿Está segura de que Liam...?

—No, ya le dije que no pasó nada. No es necesario que se preocupe —solté rápidamente. 

Me giré hacia el arco para continuar enganchando las flores. 

—No parecía ser nada cuando la vi golpeándolo —reveló, helándome por completo.

Mierda.

¿Él había visto eso?

—Está imaginando cosas señor Oswald —fingí demencia. 

—Calum —corrigió. —. Puedes llamarme así. 

—Bueno... Calum. En estos momentos estoy muy, muy, muy ocupada... —apunté. 

—Entre todos esos "muy, muy, muy ocupada" ¿tendrá tiempo para acompañarme a un lugar, Lena? 

No sabía por qué, pero mi nombre saliendo de sus labios sonaba demasiado bien. Sin embargo, eso no era lo más importante aquí, sino su propuesta...

¿Acompañarlo yo?

¿A dónde? 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro