Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo diecisiete

Todo el jardín estaba completamente rodeado de flores. El escenario para los músicos estaba siendo instalado, y aún faltaba para que pudiesen extenderlo hacia la zona en donde bailarían el primer vals. El lugar lucía realmente precioso, casi como si estuviésemos dentro de un cuento de hadas. 

—Ellie estará maravillada cuando lo vea —dijo su madre, observando alrededor. Obviamente, había venido a verificar que todo estuviese tal cual lo deseaban y por ello, Helen también estaba presente. 

—De noche se verá hermoso ¿no crees, Cal? —le dijo Helen a Calum, quien se encontraba a un lado de su madre. 

—Sí, todo es increíble, Lena —asintió él y su mano se alzó en el aire—. Chócalas.

Alcé la mía y ambos las chocamos en una palmada. Él también había aportado bastante al ayudarme con las luces y las flores. Nos miramos con complicidad, antes de ser interrumpidos por su madre.

—Bueno y... ¿qué es lo que falta por hacer?

—Solo nos quedan los módulos para la pista —apunté—, y las cascadas que están instalando.

—¿Cuándo estarán listas? Quiero tomarles fotografías —sonrió Helen, alzando su celular. 

—Mañana podría estar terminada la estructura. 

—¡Genial! —canturreó. 

Justo en ese momento, Logan, uno de los encargados de colocar la estructura para colgar las luces, apareció de repente, mostrándose afligido.

—Lena, tenemos un problema —me dijo, y noté que tenía una mancha roja en el mentón.

—Regreso enseguida... —dije, alejándome de todos antes de volverme hacia él—. ¿Qué ocurre?

—Hay una colmena en ese árbol y sin querer la golpeé... 

—¿Te picaron? —pregunté preocupada.

—Solo una, pero ahora hay muchas alrededor. Es todo un lío de abejas.

En ese preciso instante sentí que un escalofrío recorría mi espina dorsal. Yo le tenía mucho miedo a las abejas, pero era incapaz de hacerles daño porque ya saben, las abejas son esenciales para la polinización. Básicamente, estaba nuestra vida en sus manos, pero eso no evitaba que me abrumaran, sobre todo porque no quería que me picaran. No después de ver "mi primer beso" y traumatizarme con la muerte del pequeño Thomas.

—¿Qué hacemos?

—Llamar a un exterminador —sugirió Logan.

—¡No! —negué rápidamente.

—¿Entonces?

—Podríamos llamar a un apicultor...

—¿Conoces alguno?

—No, pero... buscaré en internet —dije, sacando rápidamente mi celular. Este problema debíamos resolverlo rápido antes de que fuese todo un caos. 

Comencé a contactar números, buscando alguien especializado en retirar enjambres de abejas. El resto del equipo comenzó a apartarse del lugar, yendo lejos del panal. El único que se acercó hacia donde estábamos Logan y yo, fue Calum, quien parecía no estar enterado de nada.

—¿Qué pasó? —preguntó al llegar hasta nosotros.

—Hay un enjambre de abejas por allá, así que estamos buscando a un profesional para que pueda retirarlo —explicó Logan.

Su mentón ya se había hinchado debido a la picadura. Era como si tuviese un doble mentón. 

—¿Has logrado llamar a alguien? —preguntó Calum.

Negué con la cabeza.

—Entonces, tendremos que hacerlo nosotros —dijo él.

—¡Me dan miedo! —exclamé, negando con la cabeza. No estaba dispuesta exponerme.

—No hacen nada —dijo sin temor alguno.

—Claro que sí, pican.

—Pican si las molestas.

—Prefiero seguir llamando a algún apicultor —declaré sin despegar mi oído del celular.

—Vale... —dijo, cruzándose de brazos.

Por suerte logré contactar a uno el cual avisó que podría llegar al lugar dentro de media hora. Así que eso era perfecto, solo debíamos esperarlo y rogar a que se deshiciera del enjambre.

Sin embargo, pegué un grito cuando una abeja voló cerca de mí, zumbando en mis oídos. Corrí, agitando mis manos, siendo atrapada por Calum en medio de mi escape, quien me sujeto de la cintura apegándome a él.

—Ven aquí, ya vendrá el apicultor —dijo con total calma, mientras sus brazos me rodeaban, protegiéndome—. Ninguna va a hacerte daño, Lena.

Me aferré a él, sintiendo la dureza de su pecho y la calidez de su cuerpo al estar junto al mío. Su corazón latía rápido, convirtiéndose en el sonido que me brindó algo de tranquilidad, además de los susurros contra mi oreja con palabras reconfortantes que me erizaban la piel debido a la cercanía. 

Probablemente, este hubiese sido un lindo momento si tan solo la abeja no se hubiese detenido para posarse justo sobre su camiseta a unos centímetros de mi rostro.

Pegué el grito en el cielo, antes de apartar a Calum de mi lado.

—Tranquila —intentó volver a sostenerme, pero mis pies retrocedieron por inercia, y entonces ya no había suelo debajo de mí, sino la enorme laguna—¡Lena! —gritó, sujetándome mi mano, yendo de bruces conmigo directo al agua. 

Nos sumergimos en el interior y rápidamente intenté salir a flote al igual que él. 

—¿Estás bien? —me sostuvo rodeando mi cintura con uno de sus brazos. 

—Sí... 

Estábamos completamente mojados, goteando por todos lados. La ropa se apegó a mi cuerpo, trasluciendo mi blusa y dejando a la vista mi brasier de color negro. Calum estaba igual que yo, su camiseta blanca revelaba la figura firme debajo de ella, siendo una imagen demasiado deslumbrante para ver. Así que aparté la mirada para posarla en su rostro, notando que estaba viéndome como si quisiese volver a hundirme en el agua. 

—Que bien... fue una buena idea para escapar de las abejas, dame esos cinco, Lena —alzó su mano nuevamente, chocándola con la mía.

—No fue mi culpa ¿vale?

—Claro, la laguna apareció de repente.

—No la vi —me defendí.

El solo sonrió de lado, antes de cargarme como si no pesara nada, sacándonos del agua. 

Ahora ¿cómo le explicaría a los demás lo que acababa de pasar?

—Tenemos que secarnos o nos resfriaremos —dijo él, pasando sus dedos por su rostro—. ¿Tu casa está muy lejos?

—En West Point Grey —contesté.

—Eso está muy lejos —murmuró—. Vayamos a mi apartamento, está más cerca.

—¿Tienes un apartamento aquí? —pregunté sorprendida.

—Ajá.

No sé por qué pensé que vivía con sus padres. 

Se quitó la camiseta, estrujándola entre sus dedos. Perdí el aliento al verlo semidesnudo, observando más de lo que debería.

—Venga, apurémonos —dijo, extendiendo su mano hacia mí.

La tomé, y sin más, corrimos hacia su camioneta sin que nadie nos viera.

Rápidamente, salió del recinto, conduciendo hacia los apartamentos en South Cambie. Ingresamos al estacionamiento y una vez dentro, nos fuimos directo hacia los ascensores para subir a su piso.

Para ese entonces ya estaba entumida de frío, abrazándome a mí misma para entrar en calor.

—Tonta abeja... —murmuré, con los dientes castañeando entre sí, mientras subíamos.

—La abeja no nos lanzó al agua —dijo, afirmado sobre la pared.

—Me asustó —me defendí.

—Era aún más inofensiva que tú.

Entrecerré los ojos, viéndolo molesta. Bien, la abeja no tenía la culpa, fui yo.

Las puertas del ascensor se abrieron de par en par, así que salimos y caminamos hacia su puerta.

—Adelante —me invitó, abriéndola para mí.

—Gracias... —temblé de frío.

Entró detrás de mí, quitándose rápidamente los zapatos. Copié su acción, dejando mis tacones junto a los suyos.

—Iré por ropa limpia —dijo, yendo hacia el pasillo.

Inspeccioné el lugar, encontrándome con un enorme ventanal que daba al resto de la ciudad, además de una sala muy apegada a su estilo. Tenía cuadros artesanales, adornos y esculturas de otros países, además de algunas antigüedades como un viejo tocadiscos junto al sofá, al igual que una radio de pilas, de esas que solían usarse en los 80.

Su esencia estaba impregnada en este lugar.

—Ten, esto te servirá —llegó nuevamente a mi lado, extendiéndome una camiseta larga y unos shorts deportivos—. Pondré nuestras ropas en la secadora, no tomará mucho tiempo.

—Bien... —asentí recibiéndolas.

—Puedes cambiarte en el baño, es la primera puerta a la izquierda —apuntó.

—Gracias y... lamento haberte arrastrado conmigo...

—No importa —suspiró, haciendo un ademán con sus manos. 

Me metí al cuarto de baño, encerrándome dentro. El enorme espejo de cuerpo completo reflejaba lo terrible de mi aspecto, mi maquillaje se encontraba esparcido debajo de mis ojos haciéndome ver como un mapache o un zombie. Que horrible...

Fui rápida en cambiarme y lavarme el rostro para quitar el rastro de maquillaje negro. 

—En quince minutos estará lista nuestra ropa —avisó él desde la cocina, sirviendo café en dos tazas posadas sobre el mesón. 

Su mirada vagó por mi cuerpo, detallando la larga camiseta que cubría hasta mis muslos y también los shorts que llegaban hasta mis rodillas. Me veía ridícula, pero en fin, al menos ya no era un desastre del todo. 

Me senté sobre uno de los taburetes, recibiendo la taza de café humeante. 

—Gracias, Calum. 

—Es para entrar en calor —contestó, sentándose frente a mí. 

—Tu apartamento es muy bonito —murmuré detallando alrededor—. Es muy... tú.

—¿Muy yo? —alzó una de sus cejas—. ¿Cómo sería eso?

—Ya sabes... hay fotos de tus viajes, te va todo lo que es artístico e histórico... —apunté. 

Sonrió levemente. 

—Sí, supongo que soy así. 

No era para nada extravagante, todo era muy natural y simple, no en un mal sentido. Incluso los colores de las paredes resultaban ser cálidos al igual que él. 

—Por cierto... —dijo levantándose del taburete, yendo hacia la mesa de centro—. Ya que estamos aquí solos... me gustaría enseñarte algo. 

—¿Qué sería? —pregunté con curiosidad. 

—Es mi... —alzó una carpeta—. Mi discurso para la boda. 

Entreabrí mis labios en una "o" viéndolo sorprendida. Él en serio se había preparado para hacerlo. 

—Venga, quiero oírte —sonreí emocionada. 

Carraspeó aclarando su voz, parándose delante de mí. 

—Querida hermanita, y no tan querido cuñado... —comenzó y no pude contener la risa.

—No puedes decirle eso. 

—¿Por qué no? Es lo que siento y me dijiste que fuera sincero... —se defendió. 

—Vale, pero intenta no burlarte de él.

—Entonces... —iba a intentarlo nuevamente—, querida hermana, y Liam, mi cuñado al que tolero de vez en cuando...

—Vamos, puedes hacerlo mejor...

—No le diré "querido" si en realidad no lo quiero.

—Es solo un discurso.

—Uno que de seguro grabaran y no quiero tener que recordar que en algun momento le dije algo bonito a Liam.

Rodé los ojos, conteniéndome nuevamente de reír. 

—Venga, solo será por esa noche —insistí. 

—Bien, bien... —suspiró. 

Cambió de postura, posando sus ojos en mí.

—En esta noche tan especial, he sido elegido para pronunciar este brindis por los novios, en el que mi querida hermana, Ellie y su ahora prometido, nos han invitado para ser participes de su amor y la gran felicidad que les embarga. El amor cuando es verdadero es un enlace de almas, y eso es precisamente lo que estamos presenciando. 

Esta vez su discurso iba en serio, su rostro y su mirada cambiaron, iniciando el discurso que sonaba con mucho más cariño y calidez. No pude evitar sentir la conexión con sus palabras, porque sabía que a pesar de las bromas y todo eso, esto también era muy importante para él. 

—Este es el comienzo de un nuevo proyecto de vida, para conquistarse, conocerse y divertirse juntos. Cuando el alma está colmada de felicidad, contagia todo lo que toca. No olviden que antes de ser marido y mujer, son también amigos, cómplices y amantes enamorados. El amor es una llama que se nutre de pequeños detalles, es fuego que debe mantenerse encendido... —sonrió con picardía—, la argolla en el dedo de ambos será un símbolo de eso... de ese amor que los unirá para toda la vida. 

Su discurso tenía tanta profundidad y por un momento sentí nacer ese nudo que se estancó en mi garganta, porque definitivamente esas palabras son las que cualquiera querría escuchar el día de su boda viniendo de alguien tan importante. Ellie era muy afortunada al tener a Calum a su lado como un hermano que no dudaría en cuidarla y apoyarla a pesar de todo. 

—¿Y...? —me miró expectante al finalizar—. ¿Qué te parece?

Salí de mis pensamientos para poder responderle. 

—Me encanta, es muy bonito y... estoy segura de que tu hermana se emocionara por escucharla —contesté. 

Sonrió orgulloso. 

—Vale, uff... esto me hace sentir mejor. 

—¿Te esforzaste, eh? 

—Te dije que me había inspirado y este es el resultado.

—Se escuchará mejor durante el brindis —le guiñé un ojo. 

—Lo que me tiene preocupado aún es la maldita despedida de soltero —bufó, dejando la carpeta sobre la mesa—. No soy bueno planificando eventos y menos si es para alguien por quien no siento gran entusiasmo de ver. 

—Puedes hacer algo muy simple como por ejemplo una despedida de soltero con noche de juegos —señalé. —. Puedes arrendar una casa, jugar naipes u organizar un torneo de pool, con habanos, y una cata de cervezas. 

—Con lo competitivo que es Liam, probablemente se enojaría si pierde una partida de cartas. Lo peor es que podría volver a su adicción por el juego y... —se quedó en silencio en ese momento—. Mejor otra cosa. 

Hice como que no había escuchado nada. 

—Bueno, otra opción es hacer una despedida de deporte y aventura —aquella idea pareció gustarle mucho más, ya que abrió sus ojos con interés. 

—Cuéntame más...

—Bueno, puedes organizar una jornada con algún deporte que a él le guste como el futbol, baloncesto, golf... O también podrían hacer una jornada de canopy, rafting, paintball, karting... —enumeré. 

—Eso me gusta —sonrió—. Ah, gracias... —sus brazos rodearon mis hombros. —. Me salvaste de otro apuro. 

Mis sentidos nuevamente parecieron alterarse sobre todo porque cada que él me tocaba algo en mí se encendía como un fósforo. No podía evitarlo, era algo que solo crecía y crecía, como si ya no tuviese suficientes problemas en mi vida...

Y ahora creo que estaba sintiendo demasiado por él. 

Por alguien que apenas conocía, pero que me provocaba de todo al alterarme con el mas mínimo toque, mirada o susurro. 

Por alguien a quien no volvería a ver en mucho tiempo, porque después de la boda desaparecería de mi vida...

Por alguien que definitivamente jamás se fijaría en mí. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro