Capítulo dieciocho
—No puedo creer que sea la única a quien se le encogió la ropa —dije, observando como mi hermosa blusa de seda ahora parecía más una ombliguera al dejar a la vista mi abdomen. La secadora había hecho su trabajo al reducir su tamaño.
—Lo siento, en serio... —Calum no había dejado de reírse de mí—. Pero no te queda mal...
—Realmente no disfruto estar con el ombligo al aire porque ya pasaron mis tiempos de usar ese tipo de outfits —fruncí los labios.
—Hablas como si tuvieras cuarenta años —dijo divertido.
—Soy como un imán para la mala suerte —suspiré—. Hoy no es mi día. Primero las abejas, luego la caída a la laguna, y ahora mi ropa. De aquí a la noche probablemente me habrán abducido o seré atacada por un animal salvaje —dramaticé.
—Venga, con suerte cuando lleguemos, las abejas ya habrán desaparecido del jardín. Así que será un problema menos para ti.
—Eso espero —miré hacia la ventana, notando que ya íbamos llegando al jardín.
Habíamos desaparecido por dos horas, mi celular estaba completamente muerto debido al impacto contra el agua y no tenía ni idea de si habían podido deshacerse del enjambre, pero esperaba lo mejor.
Bueno, al menos no cayó un meteorito mientras no estuve, así que...
—¿Dónde estabas? —preguntó Rouse quien parecía estar alterada debido a mi ausencia—. Estuve buscándote y no me contestabas el celular —reclamó.
—Ocurrió un pequeño percance, pero ya estoy devuelta ¿ya quitaron el enjambre? —pregunté avanzando a su lado.
Calum nos seguía a un lado y la mirada de Rouse pasó a ser acusadora. De seguro estaba pensando cosas extrañas que me reprocharía en la oficina. Sin embargo, por ahora lo dejó pasar.
—Sí, están en eso todavía y tuvimos que mover algunos arreglos de flores —señaló—. Pero eso no es lo único importante aquí —respiró hondo antes de continuar, ya que mantenía un trote constante junto a nosotros—. Ellie me llamó...
—¿Ah sí? ¿Qué pasó? —le miré preocupada al notar que su tono de voz cambió.
—Al parecer la luna de miel no está siendo taaaan acaramelada como pensaba —reveló.
—¿Por qué? —arrugué las cejas.
—Dijo que Liam se la pasa bebiendo... —hizo una mueca con sus labios—. Y anda de mal humor. Trata de creer que es por los nervios antes de la boda, pero... no sé si realmente sea eso.
—Ese idiota —dijimos Calum y yo al unísono.
Nos miramos por inercia, pero actué como si no hubiese dicho nada. Obviamente, él no estaba enterado acerca de mi odio hacia Liam y tampoco podía decírselo.
—¿Qué más te dijo? —pregunté.
—Estaba un poco intranquila así que llamó para cerciorarse de que todo estuviese en orden. Le envié algunas fotos de los arreglos para darle algo de paz y dijo que estaba hermoso.
—Pobrecita... —hice una mueca con mis labios—. Debería estar disfrutando de su viaje...
—Obviamente, Liam tiene que hacer su maldito drama de siempre —dijo Calum molesto.
Lo miré atenta.
¿El mismo drama de siempre?
—¿A qué te refieres?
—Desde que sale con Ellie, siempre hace algún maldito escándalo durante algún viaje, cena o lo que sea. Es insufrible... —contestó, negando con la cabeza.
Dios, en serio Liam era un molesto grano en el trasero. Y la situación no solo era complicada para la familia Oswald, sino también para mí, ya que me preocupaba que él cometiera alguna estupidez que arruinara todo.
—No podemos hacer mucho más por ellos, ambos deben arreglar sus problemas y estar a solas en la isla les dará mucho tiempo para conversar —dije intentando creer que Liam haría el esfuerzo. Pero lo dudaba mucho...
Sentía una extraña corazonada respecto a todo esto, era casi como un zumbido constante en mi cabeza que me decía que debía estar alerta.
—Como sea, ya casi terminan con la cascada, así que por la noche encenderemos las luces y veremos que tal —agregó Rouse.
—¡Que bien! —suspiré aliviada por ello. La cascada había sido una de nuestras más grandes inversiones y era lo que le daba el toque al lugar, así que debía verse perfecta—. Adiós abejas, hola luces.
—Por cierto... —Rouse me detalló por unos segundos—. ¿Por qué tu blusa está tan corta? —preguntó al ver las mangas y el borde inferior de esta.
Intenté acomodarla lo mejor que pude y noté la sonrisa ladeada de Calum.
—Culpa de la secadora... —sonreí forzadamente.
—Bueno, no se te ve mal. Las ombligueras están de moda —acotó guiñándome un ojo.
—¡Lo mismo le dije yo! —dijo él.
Calum como de costumbre hizo chocar su mano contra la de Rouse, casi como si estuviesen compartiendo la misma neurona. Y aquí estaba yo, como con cinco tallas menos de blusa, intentando sobrevivir a este catastrófico día.
—Bueno, iré a la oficina —avisó Rouse—. Te dejo a ti lo del escenario y los módulos.
—Vale —asentí.
—Y a Calum le dejo las fotos.
—¿Fotos? —pregunté.
—Sí, las de la cascada —asintió ella.
—Pensé que solo tomarías fotografías el día de la boda —me giré hacia él.
—Sí, pero me ofrecí a tomar algunas para tu agencia —contestó—. Así puedes subirla a la página y registrarlas como una colaboración entre nosotros ¿qué tal? —arqueó una de sus cejas.
—¡Nos dará mucha más publicidad! —canturreó Rouse maravillada con la idea. —. Así que toma todas las que quieras.
—¿En serio harás eso? —lo miré sorprendida.
—Y sin cobrar nada —agregó Rouse.
—¡¿Que qué?!
—Será para compensar lo de tu blusa —apuntó él.
—No hay punto de comparación entre ambas cosas —exclamé aturdida.
—¿Y qué? Yo quiero hacerlo así —dijo encogiéndose de hombros.
Publicar fotografías en nuestra página con alguien de renombre como Calum, definitivamente nos ayudaría bastante, pero ¿gratis?
—Venga, no pongas esa cara y hagamos un buen trabajo juntos —sonrió, desordenando mi cabello.
—Pero-
—Iré por mi cámara —me ignoró, caminando hacia el estacionamiento, mientras yo me quedaba boquiabierta mirando a Rouse.
—¿No es divino? —sonrió ella cuando él se alejó—. ¿A dónde fueron ustedes dos? —alzó una de sus cejas.
—Te lo contaré con más detalle en la oficina, ahora debo ir a supervisar los módulos.
—Ay, no me dejes con esta intriga.
—Tranquila, no es nada realmente interesante... —intenté restarle importancia.
—Bien, bien —rodó los ojos—. ¡Nos vemos!
—¡Adiós! —me despedí de ella, antes de avanzar hacia la zona en donde construían la tarima e instalaban la pista de baile.
No podía negar que seguía algo conmocionada, e intenté aclarar mi mente para poder dar las respectivas indicaciones a los trabajadores que se movían alrededor.
Había una estructura con forma de corazón detrás del escenario la cual estaban acomodando para que quedase justo en el medio.
—Un poco más a la derecha —indiqué—, y dos pasos hacia delante...
—¿Ahí? —preguntó uno de los trabajadores.
—Más arriba —hice el gesto con mi mano—. ¡Ahí está perfecto! —levanté mi pulgar.
—¿Quieres que te tome una foto allá arriba? —me giré y justo en ese instante una fuerte luz impactó contra mi rostro—. Esa definitivamente debe ir a la página...
Calum apuntaba hacia mí con una enorme cámara profesional.
—Definitivamente no. Me la tomaste desprevenida y de seguro salgo fatal —arrugué las cejas.
Él simplemente tomó otra foto.
—¡Hey!
—Sales guapa, tranquila —sonrió.
—Necesito cerciorarme de que no estás a punto de arruinar mi imagen.
—Entonces posa para mí —apuntó—. Ponte allá.
—¿Estás jugando conmigo, verdad?
—Vamos, dame una sonrisa —insistió, apuntándome con la cámara.
Subí a la plataforma, sintiéndome inmediatamente avergonzada. Justo hoy llevaba mi peor pinta, no estaba maquillada, mi cabello era un desastre, pero, aun así, estaría en medio de una sesión de fotos.
—Así estás perfecta —dijo él.
—Aún no hago nada... —murmuré, sin saber qué cara poner y antes de que sonriera, el flash volvió a impactar mi rostro—. ¡Avísame!
—Presione sin querer el botón —se excusó, pero no le creía nada. Él en serio estaba disfrutando molestarme.
Posé sonriendo levemente y coloqué una de mis manos en mi cintura. El flash saltó nuevamente, seguido de otro, y luego otro desde otra perspectiva, mientras yo estaba de pie posando como estatua.
—¿Listo? —pregunté entre dientes para mantener mi sonrisa.
—Una más —levantó su dedo.
—Se me acalambra la cara.
—Está será la última... por ahora.
Otra vez la luz se hizo presente y al fin pude relajar los músculos de mi rostro.
—¿Me las muestras? —me acerqué a él.
—Luego —alejó la cámara de mí—. Primero tenemos que tomar varias para escoger las mejores.
—¿Más?
—Ajá —asintió—. Tomaré otras alrededor... —tapó el lente antes de alejarse con una sonrisa picara en sus labios.
Lo miré incrédula. Él solo estaba burlándose de mí y ya podía dar por hecho que esas fotos jamás saldrían a la luz porque de seguro eran horribles.
Continué supervisando que la pista y los toldos estuviesen firmes. Ya comenzaba a oscurecer, así que podríamos encender las cascadas para verificar que las luces lucieran perfectamente, y cerca de las ocho de la noche dí la señal para que las activaran.
Inmediatamente, todo el jardín comenzó a iluminarse, casi como si hubiesen un montón de diminutas estrellas por encima de nuestras narices. Las más altas estaban sobre la pista de baile, mientras que las demás rodeaban el lugar, haciendo un camino hacia la laguna.
Lucía realmente hermoso, el contraste con la oscuridad de la noche le daban esa sensación de estar en un lugar mágico. Definitivamente, el vals debajo de todo ese manto de estrellas brillando contra la superficie transparente del suelo, convertirían ese momento en algo único y memorable.
A Ellie le encantaría...
Sonreí observando mi reflejo en el suelo con las luces sobre mi cabeza.
El flash nuevamente iluminó en mi dirección y entonces divisé a Calum apuntando hacia mí otra vez. Estaba agachado sosteniendo la cámara, apuntando en mi dirección con el lente enfocando mi rostro.
—No te muevas...
Me quedé quieta esperando la siguiente fotografía.
—Así... luces como... un ángel —murmuró.
—¿Yo un ángel? —sonreí.
Dudaba mucho que me viera angelical, pero, aun así, su halago me hizo sentir realmente bien.
—¿Ahora sí vas a enseñármela? —me acerqué hacia él.
Solo eramos nosotros dos sobre la pista, siendo iluminados por la cascada.
Asintió, acercando la pantalla hacia mí. Mi mirada logró ver al fin la fotografía en donde podía detallarse mi figura debajo de las luces las cuales parecían envolverme.
—Es hermosa ¿no crees? —se giró hacia mí—. Esta definitivamente será de mis favoritas.
Yo seguía impresionada por lo bien que salía y lo increíble que lucía el escenario alrededor.
—¿Nos tomamos una juntos? —preguntó él, sacándome de mis pensamientos.
—¿Tú y yo? —nos apunté a ambos.
—No, yo y tú —me molestó.
—Vale —asentí, pasando por alto su sarcasmo—. ¿Será una selfie?
—Dejaré la cámara con temporizador —señaló, avanzando hacia una de las plataformas en la que afirmó la maquina. Luego volvió hacia mí, deteniéndose justo a mi lado.
—¿Cuántos segundos tenemos?
—Veinte.
—Vale, es tiempo suficiente para que me prepare.
—Solo actúa natural... no necesitas forzar nada.
—Pero... ¿cómo me pongo?
—¿Que tal si nos... abrazamos? —sugirió dispuesto en rodear mi cintura.
—Bien... —respiré hondo—. ¿Nos ponemos de lado o... de frente? —mi corazón comenzó a alterarse debido a su cercanía.
—De frente.
Asentí, plantándome delante de él y mi rostro se alzó para poder observarlo directamente a los ojos. Sus dedos bajaron a mi cintura, posándose sobre mi piel expuesta y rápidamente aquel toque envió demasiadas sensaciones al resto de mi cuerpo. Yo ni siquiera sabía bien qué hacer, no sabía a donde mirar, ni donde poner mis manos... ¿lo tocaba? ¿lo abrazaba? ¿lo... besaba? ¡No!, eso definitivamente no.
Pero mi corazón parecía no entender que esta situación no era lo que parecía, ya que latía con fuerza contra mi pecho.
—Diez segundos... —susurró cerca de mí.
Tragué saliva en seco y solo atiné a posar mis manos sobre su pecho.
El calor subió a mis mejillas de inmediato.
—¿Estás bien? —preguntó.
—Sí ¿por qué? —temí que se me notaran los nervios, aunque de seguro eso saltaba a la vista.
—Tienes cara de horror.
—¿Eh?
—Venga, enséñame esa hermosa sonrisa que tienes —me incitó.
—¿Así? —forcé una sonrisa.
—Da un poco de miedo. Estás muy tensa...
—No sé como ser espontánea en una foto...
La cámara anunció que solo nos quedaban cinco segundos.
—Entonces... —la sonrisa en su rostro se ensanchó aún más y, sin previo aviso, sus dedos comenzaron a hacerme cosquillas.
Solté una enorme carcajada, de esas como de desquiciada, y si antes mi cara era de completo horror para la foto, la de ahora definitivamente se asemejaba a la de una maniática.
—¡Basta! —no podía parar de reír.
El flash impactó contra nosotros varias veces, mientras que Calum continuaba atacándome. Me faltaba el aire, intenté alejarme de él, pero de un momento a otro, sus manos me alzaron en el aire seguido de otra tanda de flashes que se hicieron presentes, captando cada segundo de ese momento:
Él alzándome entre sus brazos, girando sobre su eje.
Yo recuperándome de las cosquillas, manteniendo esa sonrisa en mi rostro.
Él viendo directamente hacia mis labios, disfrutando de su hazaña.
Yo sintiendo que mi corazón estaba a punto de estallar.
Y entonces mi pecho impactó contra el suyo, acortando el espacio entre nosotros. Por primera vez estábamos a la misma altura debido a que mis pies seguían en el aire, con él rodeándome para no dejarme caer.
Nuestros rostros estaban frente a frente, ambos riendo como bobos sin apartar la mirada del otro.
Todo esto se sentía como un sueño. Uno del que no quería despertar y el cual deseaba que perdurara por siempre.
¿Cómo podía hacerme tan feliz una persona que recién comenzaba a conocer?
Por unos segundos en verdad me creí la idea de que... él compartía el sentimiento.
Pero la descarté tan rápido como llegó, porque lo mejor era no hacerme ilusiones.
Sin embargo, sentí que todo alrededor se detuvo cuando su expresión cambió, profundizando su mirada en mis labios. Su respiración chocó contra mi rostro, acortando lentamente las distancias que nos separaban, hasta rozar su nariz con la mía.
Mis brazos rodaron su cuello por inercia, aferrándome a él y para ese entonces mi mente estaba completamente nublada. Solo percibía el ritmo acelerado de sus latidos que se complementaban a los míos, así como la mirada que reflejaba mi rostro en sus pupilas dilatadas.
—Calum... —susurré sintiendo el leve rocé de su boca.
El sonido de su celular terminó por romper el momento. Jamás había odiado tanto un tono de llamada como en ese instante, sobre todo porque cortó cualquier inspiración o aliento de sobrepasar el límite.
Mis pies volvieron a tocar el suelo y la decepción embargó cada parte de mí...
¿Qué fue lo que estuvo a punto de pasar?
¿Y a quién tendría que matar por arruinar este momento?
—Ellie... —Calum contestó la llamada tan molesto como yo—. ¿Qué pasa?
El tono de su voz cambió radicalmente al escuchar a su hermana.
—¿Cómo que van a regresar? —exclamó y aquello fue suficiente para darme cuenta de que Liam estaba a punto de arruinarlo todo.
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