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Capítulo 4

Ser Wedding Planner es mucho más complicado de lo que me imaginaba. Decido quedarme en casa buscando ideas en mis anteriores folletos de fiestas. No se asemejan en nada a la temática de bodas, pero por lo menos me ayudan a dejar volar mi imaginación.

El cambio de horario sigue haciendo de las suyas, y trato de mantenerme despierta mientras que April anuncia la lista de invitados.

—Entonces ¿invitarás a todo el pueblo? —Le pregunto después de escuchar más de 100 nombres.

—¿Crees que sea mucha gente? Es que Peter viene de una familia numerosa, y yo quería invitar a todos mis antiguos compañeros de colegio.

—Tú pagas, y yo hago lo que digas. Pero puede que vea innecesario que venga tanta gente que al final no influyeron en que Peter y tú se encontraran por el camino de la vida.

—Eso es cierto. Pensaré a quien no invitar. —Observa la lista casi interminable, y comienza a tachar nombres.

—¿Ya se decidieron por el tipo de ceremonia que quieren? —Tomo nota en mi agenda de todos los detalles importantes.

—Será por lo civil, espero que puedas encargarte de solicitar que el juez se presente en el sitio donde haremos la celebración. También quisiera hacer una ceremonia donde podamos leer nuestros votos, y la familia y los amigos puedan decir algunas palabras. Mi padre ya tiene escrito el discurso para ese día. —una risita nerviosa se escapa de su boca y yo sonrío mientras niego con la cabeza. Es incluso más bonito y sentimental planear este tipo de eventos, nunca me había sentido tan bien haciendo lo que me gusta.

Me alegra mucho ver a mi amiga feliz. Desde pequeña lo tuvo muy claro, formar una familia siempre ha sido su prioridad. Apostaría mi colección de jarras de porcelana a que en poco tiempo tendrán sus hijos. Que bien estar tan seguro de lo que quieres en tu vida, es una de las cosas que más admiro de April.

—¿Ya saben qué día piensan casarse?

—El 9 de noviembre. Fue el mismo día en que nos conocimos. —Se sonroja al mencionar la importancia de la fecha.

Recuerdo bien ese romance, lo leí a través de correos electrónicos. Se conocieron en Londres cuando cursaban el primer año de la universidad. April estudiaba Literatura Inglesa, mientras que Peter era estudiante de Historia del Arte. Mi amiga lo describió como una pasión a primera vista, un flechazo. De ese que asusta cuando te ocurre, pero luego quieres volver a experimentar esa sensación, ese impacto de ver al amor frente a frente. Él la invitó a un café, y luego al cine, no fue hasta su cuarta cita que por fin se animaron a besarse, y bueno, cuatro años más tarde aquí estamos. Preparándoles la boda.

—Mi madre me pidió que te dijera que debes llevar algo viejo, algo nuevo, algo prestado, y algo azul cuando te vayas a casar.

—¿Por qué? —Me pregunta intrigada, y se acomoda más a mi lado, para escucharme mejor.

—Según la explicación que me dio utilizar algo viejo representa lo que dejas atrás como novia para comenzar una nueva etapa. Puede ser un broche, quizá lo podamos adornar para que contraste con el vestido o lo acomodamos en el ramo de novia. También puede ser una medallita o algo que haya pertenecido a tu familia por generaciones.

—¿Y lo nuevo? ¿Qué significado tiene? —Se nota interesada en el tema.

—Representa el futuro. Cualquier cosa te servirá, el vestido, los zapatos, todo lo que compres nuevo. —Eso es lo más fácil que tenemos que incluir.

—Lo prestado me lo puedes dar tú ¿no? —Le brillan los ojos, a April siempre le han encantado las tradiciones, a buena hora mi madre me confiesa una nueva para que se entretenga.

—No, la tradición dicta que una mujer con un matrimonio exitoso te lo debe prestar, es para pasarle la buena suerte a la novia. Y no podemos olvidar devolverlo después de la boda. Creo que alguna joya servirá.

—¿Ponerse algo azul que significa? —Me toma de las manos y me insiste para que siga hablando.

—Es para la lealtad y la fidelidad. Mi madre me confesó que en su boda bordaron sus iniciales dentro del vestido con hilo azul, pero también podemos ponerte una liga o algún moño pequeño en el brasier. —Le sugiero.

—Oh, Jess, tengo que hacer eso, no podemos olvidarlo. Todo tiene que ser perfecto. Tu madre puede prestarme algo, que mejor ejemplo de matrimonio exitoso que el de tus padres. ¿Crees que puedan venir para la boda? —No sabía que mis padres estaban invitados, eso me pasa por no atender a la lista mientras la anunciaba.

—Sí, se pondrán muy contentos.

—Gracias, Jess. Por estar pendiente a estos pequeños detalles. —Me toma desprevenida cuando me abraza y me achucha en sus brazos. —Ojalá pronto encuentres a ese alguien que te haga feliz.

—Ya llegará. Una vez fui a una cartomántica que tenía aspecto de gitana y decía que se comunicaba con los espíritus. Estaba algo chiflada, pero me dijo que cuando dos almas se repelen no hacen más que amarse en silencio. Aún trato de interpretar sus palabras.

—Algún amor que no has confesado, quizá. —Me mira con curiosidad, pero yo trato de disimular, no puede tratarse de Arthur.

—¿Qué tal si vamos a dar una vuelva? Sentarnos en el parque no estaría nada mal. —propuse. De veras que quería recordar esas tardes en las que caminábamos por el pueblo.

—Vale, podríamos alcanzar a Penny y a Rose antes de que vuelvan de hacer la compra. —Recoge sus cosas de la mesa del comedor, y yo me apresuro para ponerme unas sandalias de cuero, que son mucho más cómodas e informales que los tacones para andar por el pueblo.

Caminamos por el sendero dejando que el viento baile con nuestro cabello y haga de él un mar de enredos. El parque siempre fue el punto de encuentro de todos los jóvenes en Glash Village, y con los años no había cambiado. Es un espacio pequeño, con menos de 50 metros de ancho, pero que transmite una paz envidiable.

Nos sentamos en un banco buscando la sombra de los árboles, alejadas del grupo de estudiantes que ríen y bromean en voz alta. Estamos a menos de una cuadra del Bar Bells, y tengo miedo de que a April se le ocurra la idea de pasar por allí. No creo que yo tenga las fuerzas para ver a su hermano con tanta frecuencia, sin que mi corazón se dispare y se revuelvan mis sentimientos.

Pasamos la mejor de las tardes. Penny, y Rose se nos unen media hora después de que llegáramos. Cargan las bolsas de la compra, y discuten porque Penny había llenado el carrito de comida sana, mientras que Rose se negaba a pagar por algo que no disfrutaría. Según nos dijo poco le faltó para dejar sin hierbas la tienda. Así le llama a las lechugas.

Nos quedamos un rato más allí, disfrutando de la vista del pueblo, y viendo a las personas pasar, entre ellas a Arthur, que para mi suerte no había notado aún nuestra presencia.

Se veía relajado, vestía unos jeans y una camiseta negra a media manga. Me jugaría lo que fuera a que con ese conjunto el azul de sus ojos destaca por encima de cualquier cosa. Lo veo apresurar un poco el paso y alcanzar a una señora de mediana edad que carga una montaña de libros. Imagino que cuando se detiene frente a ella es para ofrecerle su ayuda con una amable sonrisa, y creo que no me equivoco cuando distingo que Arthur agarra la gran pila, y se aleja con ella por la calle, conversando animado de algo que muero de ganas por saber con la señora. Por eso me había enamorado de él años atrás, porque era la persona más desinteresada que había conocido, porque cuando veía que le necesitabas no pensaba dos veces las cosas, él estaba ahí para ti. Lo hacía con todos, menos conmigo.

Vuelvo a casa con esa imagen en mi mente, y por lo que parecen horas, me planteo si debería o no leer otra de las cartas. Quise no hacerlo, dejarlas para otro día estaría bien, pero ya tenía una de ellas entre mis manos.

🍃🍃🍃🍃

17 de octubre de 2014

Creí que podía olvidarte, pero no sabes lo difícil que me ha resultado evitarte o ignorarte. Te quiero, te quiero tanto que a veces me da miedo, porque tú nunca lograrías amarme como yo a ti.

Sé que April estaba triste porque ya no los acompañara en el viaje, ¿pero tú? ¿Cómo te sentías tú con el hecho de que yo no estuviera cerca?

Te obligó a que te disculparas, lo sé, porque ella misma me lo dijo. Pero la forma en que lo hiciste casi hace que me desmaye. Cuando te vi en el sendero, esperándome con un polo de menta y chispas de chocolate, supe que jamás podría odiarte aunque quisiera, porque las sensaciones que provocas en mí son mucho más fuertes que cualquier mal que pudiera mi mente desearte, porque mi corazón ha dejado de pertenecerme desde hace años.

Cuando dijiste lo siento, y me tendiste el polo, me temblaban tanto las manos que estuve a punto de dejarlo caer. Fue la primera vez que nos tocamos y no fue más que un simple roce de dedos, pero bastó para que me sonrojara, y que mi corazón quisiera escaparse de mi pecho desesperadamente. No sé si sabes lo que es estar enamorado, pero realmente espero que un día conozcas ese sentimiento, así entenderás la de cosas que pasaron por mi mente en ese instante.

Con amor, Jess

🍃🍃🍃🍃

La devuelvo al estante de libros sin dejar de pensar en la seguridad de las palabras de amor que una niña de 15 años había escrito, esa que ahora no podía entender a su propio corazón.

El paso de la semana había sido fugaz, es lo que sucede cuando no sales de casa por trabajo o por estar obsesionada con terminar un buen libro. Todo lo que fuera con tal de no pensar otra vez en Arthur, aunque eso me pareciera imposible en algunos momentos. Las cartas habían vuelto a hacer eco en mi corazón.

🍃🍃🍃🍃
1ro de noviembre de 2014

Hoy casi te entrego una de mis cartas, la primera de todas. Cuando April me invitó para una pijamada, creí que era una señal del destino para que te confesara mi amor, ya que en los últimos días procurabas por lo menos saludarme todas las mañanas. Además de pasar a ver a Alf. Ese gato viejo cree que eres su dueño, tiene una conexión muy especial contigo. Si te soy sincera, tengo envidia de él. Lo sé, es de locos. Pero entiéndeme ¿cómo te sentirías si aquel que amas, acaricia, abraza y cuida a alguien más? Desearías ser esa persona sin dudas, y yo ahora quiero ser Alf. Un gato.

Tengo miedo de este secreto, de esta fuerza de quererte. De que me rompas, como otras veces has hecho. Por eso no me atreví a dejar el sobre bajo tu puerta. Lo guardé nuevamente en mi corpiño para que nadie lo viera. No tengo ni el valor para decirle a mis amigas que te amo, que te deseo con locura y que mi corazón late por ti. Que no me interesa otro chico que no seas tú. Aunque solo pueda admirarte de lejos.

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