Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14

Chaquetilla de cuero, brisa de verano, moto vieja y sonrisa radiante. La importancia de lo que pueden significar las cosas al azar. Tenerlo entre mis brazos aún me deja sin aliento, y sentirlo acariciar mis manos de vez en cuando durante el camino eriza mi piel.

Nunca imaginé cuando tenía 15 años que terminaríamos así, con un viaje a Londres clandestino. Me muero por saber si el deseo de contarle al mundo que estamos juntos lo está matando tanto como a mí. Nuestra historia de amor merece ser conocida por todos. Me siento como si fuéramos la copia patética de una novela de romance trágico en pleno auge. Nunca me a dolido tanto querer gritar algo a los cuatro vientos, algo que me hace tan feliz.

Tuve que mentirle a las chicas y decirles que pasaría el fin de semana en la ciudad con la intensión de buscar un coche clásico para el trayecto del viaje de los novios, y un Dj para animar la celebración, cosa que ya había hecho por internet. En realidad no tenía la necesidad de ir directamente al sitio, pero necesitaba encontrar alguna excusa para viajar y que ninguna de ellas, sobre todo April quisieran acompañarme.

Arthur y yo nos encontramos frente a Bar Bells a las 6:00 am para emprender nuestra nueva aventura y dejarnos llevar por el impulso o la locura que en algunos momentos el corazón nos hace experimentar. No hay ni un rayo de sol que nos guíe. El verano le dio la bienvenida a las lluvias y el aroma húmedo y natural de las mismas nos acompañan, al igual que el miedo de que nos caiga un chaparrón.

Decidimos hacer una parada al encontrarnos un FoodTruck en la carretera. Después de más de una hora de viaje y sin haber desayunado ya me estoy muriendo de hambre.
Ambos ordenamos una taza de café y un sándwich de jamón y queso, que por cierto se ven deliciosos. Arthur se apoya en la moto para degustar su comida con tranquilidad mientras que yo a su lado trato de abrir dos sobres de ketchup y mostaza que me regaló el dependiente para agregarlo a mi gusto.

-¿Quieres que te ayude? -Se ofrece Arthur, y yo le entrego el sobre de color rojo tomate, en lo que sigo tratando de romper el envoltorio del otro con los dientes. -No es muy difícil mir... -Antes de que termine la frase por fin logro abrir el sobre de mostaza, lo que al apretarlo tanto termino embarrando todo a mi alrededor de la salsa amarillenta.

-¡Oh Dios! -Me fijo en sus manos y veo que tiene el sobre de Ketchup perfectamente abierto. -¿Cómo lo hiciste? -pregunto y lo miro a los ojos buscando respuestas. Descubro que tiene mostaza por todo el rostro, y su cara de póker no muestra mucha felicidad. -Tienes... eh... por toda la cara. -digo tratando de aguantar las ganas de reír.

-Ya lo sé. -Se acerca a mí y puedo ver en su mirada las intenciones de venganza cuando se quita un poco de salsa con el dedo.

-No, Arthur, con la comida no se juega. -Trato de alejarme pero es imposible. Me alcanza antes de que pueda llegar demasiado lejos entrelazando sus brazos en mi cintura. -Lo siento, fue sin querer. -chillo y él me regala una sonrisa maliciosa antes de acercar su dedo a mi cara.

-Eres todo un caos, Jess. -susurra, y deposita un tierno beso en mis labios.

-Sabes a mostaza. -Le confieso, y trato de limpiar su rostro de salsa con la servilleta de mi sándwich.

-Por tu culpa. -Sigue riendo mientras intenta darme otro beso pero lo detengo.

-No me dijiste cómo abriste el sobre. -Estoy intrigada por saber.

-Tienen una etiqueta que dice « abre aquí.» -Me indica.

-¿Quién lee esas cosas? -Yo nunca lo hago, claro está.

-Venga, que llegaremos tarde. -Me toma de la mano y nos acercamos otra vez a la moto para terminar nuestro desayuno.

En unos minutos volvemos otra vez a la carretera un poco más cerca de la famosa ciudad. Me pierdo nuevamente en mis pensamientos, contando sus respiraciones, y capturando su perfume en mi memoria e imaginándome lo que podríamos llegar a ser.

Terminamos frente a un edificio en la Great Portland Street, de color blanco y antiguo, pero sin dejar de tener cierto encanto con un toque de modernidad. Me causa curiosidad saber cómo es que trabaja, no suelo entender mucho de tecnologías pero me fascina la mente de los que las crean.

Una vez había leído en un libro de autoayuda una frase que me hizo plantearme la capacidad con la que creaba fiestas. "El poder de la imaginación es el único que puede hacerte evolucionar, todo lo que crea el hombre nace de ella, aquella que vive en tu mente." Después de eso me convertí en una de las mejores organizadoras. Había aprendido a aprovechar mi poder al máximo como hacían los demás. Y hoy quería saber de qué manera nacían las ideas en la mente de Arthur.

Las horas pasaron y comencé a impacientarme, si bien es difícil y complicado esto de crear videojuegos, la reunión por la que vinimos no tenía nada que ver con ello como yo tanto esperaba. Cuentas, contratos, abogados, documentos que firmar y una infinidad de cosas que ya no recuerdo. Me quedé dormida en la primera media hora de la charla a una esquina del salón.

Me gustó ver a Arthur concentrado, y atento a todo, incluso a mí que de vez en cuando lo pillé mirando en mi dirección cuando no estaba yo tomando una siesta. Me presentó ante sus socios como su novia y fue la primera vez que se lo dijimos a alguien, casi me dan ganas de llorar. La emoción fue tan grande que no pude dejar de apretar su mano con fuerza durante toda la conversación. Creo que ahora le duele por mi causa.

-Lamento que hayas tenido que estar en esa reunión tan aburrida. -Se encoge de hombros antes de ayudarme a colocarme el casco de la moto.

-No pasa nada. Me sirvió para despejarme un rato. Necesitaba dejar de pensar en la boda. -No fue tan malo, por lo menos él estaba cerca.

-Te lo compensaré. Te llevaré un sitio increíble a cenar. -Acomoda uno de mis rizos rebeldes detrás de mi oreja antes de dejar un cálido beso en mis labios.

-No tengo ropa formal, así que nada de restaurantes lujosos. -Le advierto con cierto nerviosismo. Aún no puedo calmarme estando a su lado, cada día me siento más como aquella chiquilla de 15 años desbordante de amor.

-Para que sea increíble no tiene que ser costoso. -Pues eso es verdad.

-¿A dónde iremos?

-A mi apartamento. -Por un momento me quedo en shock con la respuesta. De todas los lugares que pasaron por mi mente ese fue el único en el que no pensé. Supongo que parece divertirle la cara de sorpresa que debo de tener porque se ríe a carcajadas.-¿En que piensas? -Me pregunta con diversión y yo me sonrojo al instante. Mis pensamientos no son dignos de ser compartidos y menos con él.

-En nada. Por cierto, no sabía que tenías un apartamento en la ciudad. -Cambio de tema por mi propio bien.

-Sí, solo lo tengo para cuando me quedo en la ciudad. -Me confiesa colocándose el casco.

-¿Por qué no te quedas en Londres? Tienes un apartamento, un trabajo, amigos y solo estás a dos horas de casa de tus padres. -No entendía que lo retenía en Glash Village, además de Bar Bells.

-Me gusta la vida en el pueblo, siempre me ha gustado. Es tranquila, y no me siento tan presionado. La ciudades me atormentan. -Se acomoda en la moto preparado para arrancar y yo hago lo mismo.

-Bueno, eso es cierto. -le susurro antes de abrazarlo.

Su apartamento es todo un descubrimiento. Una pequeña muestra de su esencia trabajadora y curiosa. Decorado en tonos azules, con una televisión gigante e infinidades de cables regados en el suelo del salón, además de dispositivos desconocidos colocados por todas partes son parte de la encantadora sorpresa y de su lugar increíble como lo llamó antes.

-No recordaba que estuviera tan desordenado. - comenta rascándose la nuca con inquietud, y con el ceño fruncido. No sé quién está más impresionado si él o yo.

-Bueno yo esperaba algo más clásico, pero lo que más curiosidad me causa es si sabes realmente para qué sirven todos estos aparatos. -Logro que deje de avergonzase por un momento de su desbarajuste. Para alguien como él que siempre es tan centrado es algo extraño. Después me dicen a mí que soy un caos.

-Oh, Jess. Lo siento. No fue así como lo planeé. Dejé que un amigo se quedara por unos días y mira como lo dejó todo. -Suena algo molesto y comienza a recoger todas las cosas del suelo. Y yo creyendo que había sido él el causante de este desastre. Ya me extrañaba a mí que Arthur fuera así.

-No tienes porqué disculparte.

Lo ayudo a ordenar todo y para cuando terminamos ya es la hora de cenar. Arthur se niega a pedir comida a domicilio, y pretende ponerse a cocinar. Me cuesta media hora convencerlo para que no lo haga, sede una vez que se da cuenta de que no tiene nada en la despensa. Al final acabamos en el balcón del piso, comiendo pizza y tomando coca-cola.

-Todo salió mal. -No entiendo a que se refiere.

-¿El qué? -pregunto recostada en una de las butacas mirando hacia la casa del vecino de enfrente que es la única vista que tengo.

-Todo. -enfatiza. -La reunión duró mucho más de lo que debía, quería que recorriéramos la ciudad y no sé, caminar tomados de la mano. Quería cocinar para ti mi plato estrella y resulta que incluso olvidé comprar los ingredientes. -Toma un respiro profundo y rasca su nuca.

-Arthur, no era necesario que prepararas nada. Me siento bien solo estando aquí contigo. -Le respondo con total sinceridad.

-Pero merecías una cena romántica y ese paseo. -Se acerca mucho más a mi lado, y roza sus labios con los míos, mientras acaricia mi mejilla.

-Algún día lo haremos. -Mis nervios se intensifican, y mi respiración comienza a desesperarse. Arthur me besa como si mis labios estuvieran hechos de miel, y mis manos tiemblan sobre su pecho. Olvido el mundo a mi alrededor y que nuestras almas estuvieron rotas años atrás. Que hoy se unen y se hacen promesas de las que no están seguras de cumplir.

La noche es la puerta a la felicidad, y la habitación es la llave perfecta. Trato de recordar cada beso que me regala como si fueran tatuajes en mi piel. Tiemblo en sus brazos, y me entrego a la dulzura de sus caricias. Perdemos la vergüenza y ese fuego oculto nos domina. La pasión nos desnuda, y comenzamos el juego de pertenecernos, de hacernos nuestros.

Despierto entre sus brazos rodeada de sábanas blancas y de infinitas palabras de amor. La noche de verano en la que Arthur susurró un te quiero en mi oído y me hizo perder el control.

No respondo por mis miedos e inseguridades. Mi cabeza se pregunta una y otra vez si durará esto para siempre o con el tiempo perderemos el interés de lo que fue un sentimiento profundo y cristalino del pasado. Las dudas no me abandonan y más si en algún momento tendré que volver a New York.

Por ahora solo tenemos a Londres, que para nosotros es y siempre será la ciudad de los amantes clandestinos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro