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Victoria

¡Buenos días, pequeña Águila! ¡Vamos, es hora de empezar el día! Veremos si el administrador ha traído las herramientas y comenzaremos con la siembra de flores, pero tendremos que concentrar nuestro poder.

¡GRAAA-GRAAAA!

Ya veo, estás de acuerdo, eres tan adorable –acariciando su suave plumaje–. Ya me había bañado y alistado, me coloqué unos pantalones ajustados y una camisa blanca, y salí con buena actitud al jardín. Por suerte, las herramientas estaban allí. Esparcí unas semillas y me senté como si estuviera meditando. Las flores empezaron a germinar y a crecer como en mi jardín en el reino de luz.

—¿Dónde está Jimin? —pregunté caminando por los pasillos.

El príncipe está desde temprano en el jardín, alteza.

Ok, retírate —Caminé hasta el jardín y había hermosas flores. ¿Cómo era posible? ¿Tanta magia tienen los seres de luz?

Volteé viendo a Jungkook. ¡Buenos días, alteza!

¿Cómo haces eso tan rápido?

—Concentro mi poder y lo proyecto para dar vida.

Entiendo. ¿Crees que puedes hacer eso con cualquier árbol?

Sí, pero con algunos me toma más tiempo que con otros. Si me lo permites, me gustaría presentarte un proyecto. El día que salimos al pueblo, me di cuenta de que podemos hacer algunas cosas útiles.

—¡Suficiente, Jimin! Tú no estás aquí para pensar, solo para dar herederos.

Perdón, príncipe. Solo quería, como consorte, poder ayudar a mejorar la vida de todos.

—Todos estamos bien así.

¡Jungkook, Jungkook! Buenos días.

Victoria, ¿qué necesitas?

Quería que comiéramos juntos, pero creo que tal vez prefieres hacerlo con tu consorte.

No tienes por qué mirarme con desprecio. No te preocupes, el amor de Jungkook es para ti. No te estoy quitando nada. Si es eso lo que sientes, en todo caso, soy yo su esposo legítimo y espiritual. Yo sería el que debería estar ofendido.

—Tú eres un doncel muy extraño. No mereces a Jungkook.

Tienes razón, nadie merece a su excelencia. Ahora los dejo para que puedan ir a desayunar.

—¡Jimin!

—suspiré profundamente— Sí, alteza.

Ayer hiciste pan, ¿qué tal si hoy haces el desayuno para nosotros?

Claro, permítanme que me limpie y les haré de comer a ambos, mientras mentalmente me decía "vamos Jimin, tú puedes".

Realmente estaba disfrutando esto. —Está bien, Jimin, no tardes.

Me limpié y fui a la cocina, saqué para hacer té y luego puse la plancha para hacer un pan, pero el emperador me sorprendió.

Jimin, no deberías estar solo en la cocina.

—Preparo el desayuno para el príncipe.

Jimin, dime, ¿yo te resulto atractivo?

—Creo que no es prudente responder algo así. Solo mi esposo me resulta atractivo.

¿Tu esposo? ¿El que se pasea por el castillo con otra? Ella es el primer amor de Jungkook, quien lo hizo hombre.

—Agradezco la información, pero no entiendo el motivo por el cual me dices eso. No soy quien para juzgar a mi esposo por su pasado o sus acciones.

Piensa, Jimin, yo soy un hombre solo, el emperador de este reino, con mucho más que ofrecerte.

—No quiero malinterpretar sus palabras, pero si me está proponiendo algo indecente, le informo que no estoy interesado.

Sí, que eres estúpido. Puedes tener este reino a tus pies sin tener que compartirme.

¡Graaa-Graa! El águila chillaba fuerte en advertencia al emperador de que debía alejarse de mí. Me sentía incómodo con su presencia y más por la forma en la que él se acercaba a mí.

¿Escuchaste eso? Le pregunté a Victoria.

No, no he escuchado nada.

Yo sí. Ese es el pollo. Algo pasa. Corrí hacia la cocina y vi a Jimin tratando de alejarse de mi padre. ¿Qué está pasando aquí?

Jungkook -respire aliviado-.

¿Qué crees que haces, Jimin?

—¿Yo? Yo no he hecho nada.

Te paseas en el castillo con esa ropa extravagante, provocando a hombres solteros. Primero Yoongi, ahora mi padre. ¡Eres un cualquiera!

—No puedo creer que usted, príncipe, me acuse de algo que no he hecho. Jamás he tenido intenciones de provocar a nadie, ni a usted, que es mi esposo.

A partir de ahora vivirás fuera del palacio y te las arreglas por ti mismo. Tal vez de ese modo aprendas que debes respetarme.

—Me juzgas y condenas de manera equivocada, pero está bien, príncipe, como usted ordene. —Puse mi mano, haciendo que el águila subiera a mi brazo y saliendo de la cocina.

Has hecho bien, hijo. Tienes que enseñarle que nadie está por encima de ti.

Cállate, viejo zorro.

Estaba en mis aposentos recogiendo mis cosas cuando Jungkook entró, tirando la puerta detrás de él.

—¿Qué haces, Jimin?

Recojo mis cosas para irme fuera del palacio tal y como usted ha ordenado.

—No te llevarás ninguna de esas cosas, irás solo con lo que tienes puesto.

¡Pero, príncipe!

—Ahora acompáñame, te diré dónde vas a vivir a partir de ahora.

No dije más, aunque la tristeza invadía mi ser, empecé a caminar con Jungkook y poco después de salir del palacio había una pequeña casa en mal estado, incluso le faltaba parte del techo.

—Aquí vivirás.

Jungkook, soy tu esposo y el príncipe del reino de la luz, ¿en serio harás esto conmigo?

—Por favor, Jimin, tú no me importas ni un poco. Si quieres ser un cualquiera, no manches mi nombre en mi palacio y aquí nadie vendrá a ayudarte.

Nunca había pasado por tal humillación, pero no dejaría que la oscuridad me venciera y me hiciera llorar.

Vendré cada dos semanas para estar contigo para ver si me das un heredero. Hasta que no me des un hijo, procura no estar con alguien más o usa otras partes si tienes tantas ganas.

—Yo no soy un cualquiera, me has conocido puro. ¿Por qué me faltarías al respeto de ese modo? ¿Qué razones tienes?

Porque los de la luz son unos cualquiera con esa necesidad que tienen de dar y recibir amor, así como lo era mi madre con su ropa extravagante. Engañaba a mi padre y cuando él no aceptó su amorío, se suicidó sin importar dejarme solo.

—No me conoces, jamás haría algo así.

Me da igual, como te dije, lo que hagas no me importa. Tú eres solo el que me dará herederos, a mí solo me importa mi bienestar. El resto del mundo es insignificante y solo existen para servirme. —Me di la vuelta, dejando a Jimin solo.

El ruedo de mi túnica se había ensuciado. Entré a esa casa en ruinas y miré hacia el palacio. ¿Cómo arreglaré esto?

¡Graaa-Graa!

¿Tienes alguna idea?

¡Graaa-Graa!

Vi a mi águila elevarse en el cielo y traer paja para hacer un nido tejido en el techo con su pico. Casi era de noche y estaba listo. Al menos nos protegerá de la fría noche. Mi águila abrió sus alas y me cubrió con ellas.

El sol se elevó sobre el reino oscuro, tiñendo la casa donde ahora vivía con un tenue resplandor. Con el corazón lleno de esperanza, me dirigí al pueblo. A mi paso, la oscuridad se disipaba, dejando tras de sí un rastro de luz. Los habitantes del pueblo me observaban con recelo, pero yo no me inmuté. Lleno de esperanza me acerqué al puesto de un anciano vendedor de pan y le pregunté:

—Señor, ¿me vendería un pan a cambio de trabajo? El anciano me miró con curiosidad.

—Sí, si logras vender algún pan, te puedes quedar con alguno.

—Prometo que venderé todo el pan —dije con una sonrisa.

Con entusiasmo, tomé una cesta llena de pan recién horneado y comencé a recorrer las calles del pueblo. A mi paso, la gente se detenía a mirarme con asombro. Algunos se acercaban a comprar pan, y otros me insultaban. No había venido antes a este pueblo, pero sin duda aquí la gente era más amable.

A medida que vendía el pan, sentía cómo la oscuridad se debilitaba y la luz se extendía por el pueblo. La gente incluso comenzaba a sonreír y a hablar entre sí con amabilidad. Volteaba de vez en cuando a ver al anciano que me observaba con orgullo. Al final del mediodía, yo había vendido todo el pan, por eso regresé al puesto del anciano y le entregué el dinero.

—Gracias, joven. Has traído la luz a nuestro pueblo.

—De nada, señor. Me alegra haber podido ayudar. Con el corazón lleno de alegría, regresé a mi casa. La oscuridad había desaparecido por completo sobre mi casa y la parte en la que estuve del reino; todo se encontraba bañado en una luz radiante. Sé que es la diosa Aline quien me ha ayudado.

Cayó la noche y ahora el cielo se vistió de azul oscuro. A pesar de estar en la oscuridad, podía ver las hermosas estrellas, pero de un momento a otro escuché la puerta abrirse y una sombra se acercó a mí con un cuchillo en la mano. Aunque los guías espirituales no eran asesinos, si debían defender a su amo, atacaban, y esta vez no fue la excepción. Mi águila atacó con su pico y escuché el grito ensordecedor de una mujer. Me acerqué y le quité la capucha, dejando ver a Victoria. Aunque quiso matarme, le pedí a mi águila que la tomara en sus patas y la lleváramos al palacio. Al llegar, busqué a Jungkook desesperado.

—Jimin, estás con sangre. ¿Qué pasó?

Vic... Victoria necesita a un médico urgente.

¿Victoria? ¿Qué le hiciste, Jimin?

Te explicaré luego, por favor, busca a un doctor.

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