La Bestia
Invierno del sur. Montañas que acunan los cuerpos de los que no pudieron seguir el ritmo de su corazón. El lugar más remoto del lugar más sombrío, en las tierras más áridas y vibrantes de agua sólida y pura.
El "hombre que no era humano" rasgaba el hielo donde escondía sin esconder el aplastado grupo de miembros que reconstruían su propio cuerpo. Aquellas gentes, del lugar más inhóspito de entre los que se pueda concebir en el mundo de los hombres, dormían con sus armas bajo sus almohadas, vigilaban la inmensa noche "blancafría" polar, y contaban historias en voz baja alrededor del fuego salvador.
El "hombre que no era humano" se deslizaba hábilmente entre los redondos iglús olfateando los olorcitos carnosos que dormitaban sin a penas poder pegar ojo. Agregaba a su nevera-agujero del suelo, situado en el norte del sur mas lejano a los hombres del hielo, deliciosos cachos de hombres. Para más merecer.
Pero sé, porque sé lo que digo, que mis pezuñas no son las que pisan, que mis garras no son las que descuartizan, que mi antro bucal no mastica las entrañas... Lo sé.
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