La belleza era un término complicado para ella, quien estaba acostumbrada a ver las vidas lujosas de los nobles, pese a no ser como ellos.

Todos y cada uno hacían galas de sus lujos y belleza, en el afán de demostrar superioridad ante los demás.

Un gran e interminable concurso de ostentosidad y narcisismo.

Incluso entre las clases más bajas habían grandes muestras de gente bella o la otra cara de la moneda; personas que buscaban hacer lo posible para salir de las bajas calles o las que no dudaban en aprovecharse de las necesidades ajenas.

Seres carentes de toda belleza existente.

Sin embargo, él aún siendo todo un fenómeno ante la opinión popular, era el ser más bello que haya conocido de aquí hasta el día de su muerte.

Por eso, no dudaría en protegerlo para darle lo necesario y aunque tuviera que enfrentarse con el mismísimo Dios y el Diablo, lo haría.

Él era su vida y por eso, no permitiría que su madre acabara con ella.

Lo protegería de todos aquellos que no puedan ver la belleza oculta en ese ser de luz que vino a bendecir su vida a tan corta edad.