05;; Exceso de Sangre Fría.
Esperar era una tortura, nunca entraría en su cabeza cómo había gente capaz de recibir calmadamente las cosas que el tiempo daría de tanto en tanto y no explotar en el proceso.
Ah, y Elrena era una bastarda.
No obstante, eso no es sorpresa para nadie.
El día había llegado y cuando Riku la abordó para conseguir la dirección de Xion, fue recibido con una tajante negativa con el fin de posponer el asunto.
"Te ves horrible. No te diré nada. Descansa, mañana lo haré" fueron las palabras exactas que salieron de esos labios coloreados de rojo intenso.
Tan intenso como el deseo del varón de tirarla por la ventana de al lado. Estaban en un tercer piso.
Fastidiado, las cosas siguieron así por una semana. Tiempo que usó en encerrarse en su estudio para distraerse pintando; sin embargo, ni en eso pudo encontrar paz —estaba claro que ni en la muerte sería capaz de estar tranquilo—.
Su mente estaba hasta desbordarse del encuentro con la falsa pelo negro ¿Por buenas razones? Nunca. Literalmente sólo había odio en ese pequeño cerebro. Desayunaba, almorzaba, cenaba y respiraba odio; hasta sus palabras y sueños eran odio puro.
Tan intenso era el rencor hacia la fémina que sin darse cuenta hasta que la pintura estaba finalizada, ella estaba allí. Él la había pintado. Una pintura de excelente calidad como podía esperarse de su persona; tanto que daba la ilusión de que ella vivía ahí, odiando a Riku con tanta e incluso más fuerza de lo que él lo hacía.
¿Y qué fue lo que hizo ante semejante obra maestra? Estamparla contra el suelo del estudio y ahí mismo quemarla.
No fue la última vez. En todas y cada una de las pinturas que hacía estaba esa desagradable mujer, nunca representada como algo bueno y cada vez que se daba cuenta de ese error, repetía el proceso de quemarlas.
Por primera vez en estos tiempos Sora no era el dueño de sus pensamientos.
Con la semana pasada la rubia entró en el estudio de su hermano, mismo que estaba a punto de estampar otro cuadro al suelo y aprovechándose de lo ensimismado que estaba en su mundo, corrió para arrebatarle la obra sin mucha dificultad.
Riku reaccionó cuando fue jalado y la pintura ya no estaba en sus manos.
—¡Elrena, dame eso! —se abalanzó para quitársela; no obstante, ella lo esquivó con unos cuantos pasos.
—¿¡Para qué vas a quemar esta pintura!? ¡Está muy bien! —la fémina le recriminaba mientras veía el cuadro a detalle.
Su hermano era un psicópata si insistía en quemarla.
—¡No quiero ninguna pintura mía en la que aparezca Xion!
—¿¡Cuál Xion!? ¡Aquí sólo hay un dragón maligno atormentando a un caballero! —su mente hizo click con lo dicho—. Ah —bufó frustrada—. Deberían darte un premio por ser tan imbécil. Dos por sí acaso pierdes el primero.
Riku se sonrojó furiosamente de la vergüenza por las palabras de su hermana; sin embargo, no retrocedió en su convicción.
—¡No me importa lo que pienses, la voy a destruir!
La rubia rodó los ojos y adelantándose a las acciones del menor, ella fue la que tiró la pintura al suelo con fuerza. Riku se quedó hecho una piedra, con la mente en blanco por la sorpresa de no esperarse tal acción de parte de su hermana.
—¿Ya estás feliz? —Riku asintió con lentitud, todavía medio absorto—. Bien ¿Tu nariz está mejor? —con la diestra la fémina tomó el rostro del albino y lo acercó para observarlo mejor. Sin duda, la nariz ya había sanado. En respuesta, Riku se zafó del contacto con un movimiento de cabeza—. Ahora que te ves menos horrible de lo usual ya puedo decirte la dirección de esa mujer.
Cuales palabras mágicas, toda ira en el varón fue sustituida por una inmensa felicidad.
¿Alegría por tener de vuelta la oportunidad de encontrar a Sora o de patear a Xion? Sólo el futuro lo dirá.
—¿Y dónde está?
—Un guardia te llevará. Ya le di la dirección.
La respuesta fue como una bofetada. Lo sorprendente fue no haber recibido una literal.
—Eso no es necesario, puedo hacerlo solo —contestó con una mueca, incómodo ante la idea de que más personas presencien el espectáculo que dio aquel día ante esa mujer.
En cambio, Elrena se encogió de hombros para restarle importancia a los pesares ajenos.
—Mejor prevenir. Que una chica tan enclenque y pequeña te rompiera la nariz cuando estabas armado no es la mejor forma de dar seguridad a los demás —antes de que Riku pudiera replicar, ella posó la mano en su hombro—. Mira, házlo por mamá, ¿sí? Sabes lo sensible que es y si vas acompañado la harás sentirse más tranquila.
Incapaz de poder contraatacar ese argumento, Riku asintió de mala gana.
Casi se podía considerar juego sucio meter a Aqua a la conversación; puesto que Elrena sabía que el pelo plateado cedería a cualquier cosa por ella.
—Está bien, está bien, demonios —con frustración, el varón pasó ambas por su rostro—. Llévame con él de una vez, no quiero que esto se siga alargando.
El pelo plateado iba a salir del estudio; sin embargo, a último minuto dio la media vuelta para devolverse y terminar con la labor de quemar a la pintura que estuvo por un buen tiempo tirada en el suelo.
—¿Vas con algún plan en mente? —de repente indagó Elrena con curiosidad, con la mirada fija en la bella obra que quedaba reducida a cenizas.
—Sí, iré al lugar donde trabaja Xion y la convenceré de que me deje ver a Sora.
—¡Grandiosa idea! Seguramente esta vez salgas con el ojo morado.
—¡No va a pasar! —replicó sonrojado de la vergüenza.
La rubia tarareó en respuesta, demostrando lo poco que le creía y provocando aún más a su hermano quien no dudó en darle un leve empujón que ella devolvió.
Así ambos salieron de la residencia y se despidieron, para acto seguido, Riku partir en el carruaje a Ciudad de Paso acompañado de dos guardias.
El viaje hasta el mercado no fue largo. Ya allí caminó junto con los dos guardias por las ruidosas y llenas calles del lugar; había llegado el punto en que ya no le importaba llamar la atención ni por las miradas o los ladrones. Seguro dos hombres corpulentos, equipados con armaduras y armas eran suficientes para espantar a cualquiera.
Tomó eso como un boleto para respirar a profundidad y dejar que la seguridad abrigara cada parte de su cuerpo.
Llegando al puesto de trabajo de Xion, mentiría si dijera que esperaba una buena reacción; sin embargo, parecía que esa mujer no hacía ningún esfuerzo en disimular el odio mutuo que sentía por él.
—¿¡Tú de nuevo, estúpido!? —con los ojos bien abiertos por la sorpresa, gritó con una mueca de disgusto—. Creí que finalmente desistirías, pero veo que te gusta que te golpeen.
—Que linda —bufó, jorobado; acto seguido, se irguió—. Prefiero referirme a mí mismo como alguien que persigue sus objetivos sin rendirse.
—Y yo como alguien terriblemente irritante.
—Mira, podemos seguir insultándonos o ir al punto.
La pelo negro lo miró de forma afilada y penetrante, intentando entender qué pasaba por esa cabeza carente de sentido común.
—Ya sé de lo que quieres hablar y mi respuesta no va a cambiar. Siempre será no.
—Sólo dame una oportunidad. Una. No pido mucho más.
—Una vez es más que suficiente para lastimar a alguien —escupió entre dientes.
Riku no supo cómo, pero resistió cualquier clase de mueca que pudiera hacer. Mentalmente le rezó a Dios por toda la paciencia del mundo y que no cometiera el error de darle fuerza —pero en secreto la deseaba—.
—Escucha, no me importan tus razones para querer esconder a Sora porque estoy seguro de que él no se siente igual al ser tratado como un criminal.
—¡¿Tú qué vas a saber!? ¡No lo co...!
De inmediato, fue interrumpida por el varón.
—¿Entonces por qué se separó de ti y vino a mí? —la expresión audaz y desafiante de la fémina logró ser derrumbada por unos segundos por aquellas palabras. No se esperaba que tocara ese tema, veía al noble como alguien demasiado frívolo para eso—. No sólo una, sino tres veces. Tres veces él vino a mí al verme decaído y sólo para animarme ¡Y lo consiguió! Finalmente dejé de sentirme como un miserable inútil y pude recuperar mi deseo por pintar. Él merece un digno agradecimiento por eso y no me voy a quedar de brazos cruzados sólo por tu necedad de alejarlo del mundo.
Admitía que esperaba que ocurriera algo parecido; sin embargo, no pensó que reaccionaría tan lento que fue incapaz de evitar la sonora —un sonido piel con piel que afectaba hasta a los ajenos— bofetada que ella le propinó sin decir siquiera un: "hola".
—¡En serio te detesto! ¡Hablas de nosotros como si lo supieras todo cuando eres sólo otro maldito ignorante más del montón!
La chica siguió atacando constantemente con su venenosa lengua, de vez en cuando golpeando con la palma abierta el pecho del contrario en pos de provocar, poco importándole los guardias armados detrás del noble; mismos que esperaban la orden del albino para actuar. Sin embargo, él se quedó callado, observando con su rostro tenso de la ira cómo la fémina se desquitaba con él cuál muñeca de trapo.
Llegó un punto en que ya no le quiso permitir esa actitud y tomándola de ambas muñecas, detuvo sus movimientos. Era un agarre firme que sorprendió a la chica por estar con la guardia baja y aunque se retorció para zafarse del agarre, él no se lo permitió.
Entonces, Riku acercó su rostro al de Xion, quien finalmente estaba sintiendo el pánico recorriéndola; sin embargo, no apartó la mirada.
—Te pido perdón.
El oxígeno abandonó a Xion por unos segundos.
—¿Qué?
Quedó estupefacta. De todas las palabras dichas y por haber —y que se han gritado—, la que nunca habría esperado sería una especie de disculpa dicha en un tono tan suave y sincero y con una expresión tan calmada y... agradable.
Literalmente todo lo contrario que había mostrado hasta ahora. Por momentos sólo podía pensar que era el ser más odioso y hasta patético del mundo.
Iba a responderle, tocada por aquella forma de expresarse; no obstante, otra voz se hizo presente, una que hizo estremecer todos y cada uno de los huesos de Riku.
—¡Bastardo, te atreviste a volver! —Lea, el pelirrojo grandote y muy, muy musculoso volvió con dos cuchillos carniceros en cada mano más grandes que los anteriores—. ¡Esta vez no te dejaré escapar!
Y cuando iba a abalanzarse hacia ellos, el grito de la pelo negro lo detuvo.
—¡Espera, no es lo que piensas! ¡Vino a disculparse!
—¡Una disculpa no arreglará nada! ¡Todos han visto como lo golpeabas, así que no te creo que hayas perdonado a este depravado!
Maldita sea, chasqueó Riku, su dignidad no valía nada.
—¡Es que...! ¡También es mi culpa!
—¿Cómo? —el pelirrojo cuestionó confundido, deseando que lo dicho fuera repetido para asegurarse de que sus oídos no le jugaron una mala pasada.
—Yo... quizás haya malinterpretado lo que él dijo y sobreraccionado... Así que yo también me tengo que disculpar con él por el daño que casi le provoco...
—Sí —masculló entre dientes, Riku, lo suficientemente cobarde para no ser escuchado y por supuesto, acuchillado.
Bajando los cuchillos, la confusión de Lea no disminuyó.
—¿Cómo vas a malinterpretar algo así?
La fémina rió de vergüenza, con sus mejillas adquiriendo un leve tono carmín.
—No he dormido mucho por el trabajo...
Al menos eso no parecía una mentira, aseguraba el albino.
Suspirando de la decepción, Lea se rascó el cabello.
—¿Ah, sí? Bueno, todos cometemos errores. A la próxima ten cuidado de no volver a acusar a alguien de esa forma —el regaño no se sintió como tal, el pelirrojo era tan blando como siempre con ella. Acto seguido, posó la mirada en el noble, abandonando toda amabilidad—. Lamento el haber intentado matarte.
Y con eso dicho, se marchó despidiéndose de Xion mientras tanto.
No se veía arrepentido de lo que había intentado hacer, se aclara.
Fue extremadamente fácil de convencer cuando es Xion la que toma las palabras, tanto que Riku podía tacharlo de estúpido, conveniente y más que nada, aliviador. Ahora que el pelirrojo desapareció de su vista, pudo recuperar la mitad de los años perdidos en ese susto de muerte.
Al unísono, Xion y Riku conectaron miradas y suspiraron. Ninguno notó aquella casual sincronización y era mejor que se mantuviera así para no condenarlos a tener pesadillas por todo el mes que viene.
—Lamento todas las cosas que te dije. Tienes razón, no puedo hablar sin saber; sin embargo, eso no cambia mi postura de querer ver a Sora. Es algo muy importante para mí.
La mirada de la fémina se paseó incómoda por los alrededores, no estaba preparada mentalmente para el cambio que el noble estaba mostrando. De mala gana, soltó un suspiro, pensando que probablemente se arrepentiría de lo que iba a hacer.
—Puedes ver a Sora...
La fachada de chico relajado se derrumbó de inmediato, siendo reemplazada por la de un cachorro hiperactivo que se emociona con demasiada facilidad.
—¿¡En serio!?
De inmediato, Xion lo calló.
—Pero sólo si para mañana encuentras su casa.
El albino frunció el ceño, mirándola con desdén. Ahí estaba el Riku que a juicio de Xion era el normal.
—¿Ah? ¿Y entonces dónde vive? —arrugó la nariz, esperando una insatisfactoria respuesta.
—Adivina —agitó las manos abiertas de par en par, pateándolo a su suerte.
—Oh, mi ángel —Riku esbozó una gran y forzada sonrisa, mostrando toda la hilera de dientes—. Nos vemos mañana, Bestia.
Conservando en sus recuerdos el rostro indignado de la pelo negro como un tesoro, Riku se fue sintiéndose como el rey del mundo.
¿Ella en serio creyó que lo jodería así de fácil? Se equivoca, ya que Riku tiene a su querida —cuando le conviene— carta llamada: "Elrena".
Mañana también saborearía toda la gloria que implicaba aparecer en su puerta, con su rostro estupefacto mientras él finalmente era el vencedor capaz de disfrutar del premio que era conocer a Sora.
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