Capitulo 51
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Me encontraba sentada en el sofá, esperando a que Jorge se dignara a bajar de unabuena vez. Un zumo de naranja en mi mano derecha y una barra de cereales en mimano izquierda. La ventana abierta, dejando a la vista los árboles bailando por lasuave brisa de verano. La noche ya había caído y con ella mis deseos de irme adormir se hacían notables. Los pasos sobre los escalones retumbaron en el silencio de la casa, Jorge se aproximaba. Volteé a verlo y desvió la mirada para entrar a la cocina. ¿Podía ser posible que se enfadara por eso? me pregunté mientras escuchaba atenta los movimientos de Jorge en la cocina.Como siempre ocurría, Jorge no pedía disculpas, según él, eso no servía de nada. El ejemplo del vaso roto daba a entender que para él no tenía sentido pedir disculpas.
-Cuando tiras un vaso al suelo, se parte en mil pedazos-había explicado-. Discúlpate y veras que el vaso sigue dañado, no vuelve a ser como era antes. Es lo mismo, Martina-dijo una y mil veces. Dejé el vaso vacío sobre la pequeña mesa ratona y terminé la barra de cereales. Jorge cerró la nevera dando un azote y lo sentí maldecir.
-Nunca hay nada para cenar-se quejó en voz alta.
-Te avise que debías ir al supermercado-dije casi inaudible.Lo sentí hacer imitación de mi voz y luego volvió a abrir la nevera. Me puse de pie ytomé el vaso sucio entre mis manos. Caminé hasta la cocina y lo dejé en el fregadero.
-¿Puedes hacerme la cena?
-¿Yo?-me señalé con un dedo sobre mi pecho- ¿A ti? Ni lo sueñes, Blanco.
-Gracias-dijo entre dientes-. No te comportas como un ama de casa.
-No lo soy, Jorge-le aclaré-. Y un ama de casa no es una empleada, así que si quieres cena, pídelo por favor.
-¿Puedes hacerme la cena?-preguntó repetidamente. Arqueé una ceja-. Por favor- añadió.
-Ya pasó el momento.- Tini, por favor-se quejó golpeando un pie sobre la cerámica. Me quedé en silencio y caminé hasta la nevera, la abrí y saqué un pedazo de carne. Metí el plato al microondas y lo programe. Jorge me observó atento. Busqué mostaza y kétchup, y los coloqué sobre el desayunador. El aparato tecnológico hizosonar el timbre y corrí hacia él, tomé el plato y lo dejé sobre el desayunador. Toméun tenedor, un cuchillo y un vaso.-Que disfrutes.
-Oh, vamos, Martina, eso es del jueves.
-Dos días, no te hará daño.
-Cocina para mí, por favor.
-No lo haré, Jorge-caminé hasta la puerta de la cocina. Las peleas entre nosotros acostumbraban a ser fuertes y luego terminaban en un revolcón. Como ya le había dicho a Jorge la última vez que había ocurrido aquello, la próxima no sería igual. Esta era la próxima, Jorge no iba a salirse con la suya. Un masaje sobre los hombros y suaves besos en el cuello, problema resuelto. Me coloqué el pijama y me observé al espejo, tenía el cabello levemente revuelto ymi maquillaje se extinguía de manera sutil. Tomé las toallitas desmaquilladoras yquité el rastro de negro en mis ojos y rubor en mis mejillas.
-¡Sin duda la cena más maravillosa en la historia de las cenas maravillosas!-exclamó Jorge entrando a la habitación. Mis labios se curvaron en una pequeña sonrisa y largué una leve carcajada.
Cepillé mi cabello y luego mis dientes. Apagué la luz del baño y encendí la luz de lalámpara. Jorge apagó la luz principal de la habitación y también encendió la luz desu lámpara. Me observó desde el baño y luego se cepilló los dientes. Terminó por apagar todaslas luces cuando yo yacía boca abajo en la cama. Lo sentí llenar el vacío del lugar ami lado. Volteé quedando de espaldas a él y suspiró. Tarde o temprano iba a abrazarme para conciliar el sueño. Se removió entre las sábanas y luego se quedo quieto. Su respiración se hizo profunda y relajada. Estaba dormido.¿Acaso él no podía renunciar a su orgullo? Oh no, claro que no, como yo tampocoiba a hacerlo.
-¡Odio pelear contigo!-gritó de repente. Me senté en la cama con la respiración agitada.- Tini, no era mi intención asustarte-se disculpó.
-Dios, Jorge. Se más suave para la próxima-dije en un susurro. Volví a acostarme deespaldas a él-. Con un abrazo y un "te amo, cariño", tema resuelto-añadí. Dos minutos de silencio y Justin cayó en mis palabras. Me tomó por la cintura yjuntó mi espalda con su torso.
-Te amo, cariño-susurró y besó mi cuello.
-Yo también te amo, Jorge-dije y cerré los ojos.
-Aunque te ame tanto que daría la vida por ti, no cuidaremos de mis hermanos.
-¿Por qué no?-pregunté en un bostezo.
-Porque son pequeños diablillos que carcomen mi paciencia.
-Oh, si lo haremos, Jorge-susurré-. Ahora duerme y piensa a que niñera puedes contratar para el mes que sigue.
-Martina, he dicho que...
-Si, lo sé, que me amas-completé su oración. Se quejó en silencio-. Y también te amo, ahora duerme.
-Luego de decir que te amaba, dije que no iba a cuidar de mis hermanos.
-Y yo dije que si lo haríamos-dije en un pequeño suspiro-. ¿Me dejas dormir?
-Si, claro que si-dijo fugazmente y volvió a besar mi cuello-. Hasta mañana, Martina.
-Hasta mañana, Jorge.
***
-Eres la mejor nuera que puede existir-gritó Cecilia emocionada-. George, debemos hacerle un regalo enorme-siguió gritando con emoción.-¿Jorge ha dicho que si?
-Tuvimos una breve discusión pero luego lo convencí-sonreí. Ceci y George me devolvieron el gesto-. Pasaré por los niños el domingo por la noche.
-Si, si, muchas gracias-aplaudió y me acomodó el cabello-. Oh, nena, no sabes lo mucho que te agradecemos por eso-dijo rápidamente-. Debemos avisarle a Trisha que no debe cuidar de los niños-le dijo a su marido.
Pasar una tarde con Cecilia Güereña siempre era un placer para mí. Jueves por la tarde, nuera y suegra tomando la media tarde junto a la pequeña Emma. Sonrisasf elices y tiernas preguntas de parte de Emma. Jorge no estaba al tanto de que ambos nos haríamos cargo de sus dos hermanosdurante un mes. Le parecía una locura y sin embargo, me había atrevido a pasarpor la casa de mis suegros y contarle a Cecilia que nosotros serviríamos de niñerospor ese mes. Ceci se había emocionado y Jorge iba a enojarse cuando supiera deesto.Amaba a sus hermanos, pero, no soportaba que hicieran daños en la casa. Una casa costosa y bien cuidada. Jorge, quien era el dueño sin contar que según él lo suyo era mío, se hacía cargo de todos los arreglos para bien del hogar. Y un par de niñostraviesos, iban a pasarse el mes de abril destruyendo plantas y mojando el suelo dela casa.
-Nos vemos el domingo, Emma-dije revolviendo su cabello.
-Si, Martina-me sonrió-. Recuerda que llevaré todas mis muñecas, prepárales unacama-me avisó. Asentí y le devolví la sonrisa.
Salí de la casa con una sonrisa traviesa en mis labios. Jorge no iba a tomárselo concalma pero tenía tres noches para convencerlo de la única manera en la que se veíavulnerable, la cama. Jorge llegaba a casa luego de un día de arduo trabajo, acostumbraba a tomar algofresco por la noche y luego de la ducha nocturna, se tumbaba en la cama. Compartíamos unas palabras y después se quedaba completamente agotado. Acababa de llegar a casa cuando le pregunté por sus vacaciones, respondió quepodría tomarse las siguientes dos semanas y podríamos viajar a algún lugar que yo eligiera. Pero íbamos a estar ocupados con los dos niños para cuando el dejara detrabajar para tomarse unas pequeñas vacaciones, solo que él aún no lo sabía.
-¿Te gusta más América Central o prefieres Europa?-me preguntó. Alcé los hombros restándole importancia.
-Aún sigo pensando que deberíamos cuidar de Emma y Erik.
-Hace dos semanas quedamos en que eso no ocurriría, aparte mamá y papá ya no insisten con el tema.
-Porque tú lo evades-le reproché.Me observó unos segundos y luego desvió la mirada. Me apoyé en la mesadamientras él abría la heladera y examinaba la comida allí adentro. Sacó el jugo de naranja y buscó dos vasos, sirvió y me ofreció uno. Le sonreí y luego escuché como comenzaba a molestar con sus conversaciones sobre el matrimonio y todo eso.
-Sabes que amo a mis hermanos, a mis padres y también a ti, pero esta vez no voy a hacer esto. No vamos a cuidar de mis hermanos, quiero que nos vayamos de viaje, solos, sin mis hermanos, sin mis padres. Entiende, tengo solo dos semanas de vacaciones y las quiero aprovechar junto a ti, ¿es mucho pedir?
-Jorge...-colocó un dedo sobre mis labios, haciéndome callar.
-Escúchame a mí, luego puedes decir lo que quieras, Tini-dijo. Asentí-. Mis padres pueden llevarse a los niños pero no quieren porque quieren estar solos, lo mismo que queremos nosotros. Y ellos deben hacerse cargo, son los padres ycuando nosotros tengamos hijos, nos haremos cargo nosotros, ¿no es así?-preguntó. Asentí-. Bueno, no quiero volver a tocar el tema.
-Tenemos un problema-le dije cuando él tomaba de su jugo.
-¿Qué pasa?-preguntó interrumpiendo su bebida.
-Es que yo...-hice una mueca. Jorge llevó el vaso a su boca nuevamente-, le dije a Cecilia que si lo haríamos.
Jorge bajó el vaso de golpe y comenzó a toser. Torcí la boca y noté que la culpa eramía.
-Oye, no te vayas a morir en frente mío.
-¿Qué has hecho que?-me gritó aun ahogado por el jugo de naranja. Fruncí los labios y bajé la mirada. Sentí a Jorge respirar con fuerza y dejó el vaso en el fregadero. Alcé la mirada y lo vi observándome intensamente.
-Perdona, ¿si? Pensé que iba a poder convencerte -dije en un hilo de voz-. No lo había visto de esa forma y pensé que podríamos hacernos cargo de ellos dos.
-Como quieras, Martina-dijo rindiéndose-. Nos haremos cargo del lío en él que tu nos has metido, pero voy a decirte una simple cosa, no dejaras de estudiar durante el verano.
-¿Vas a castigarme?
-Oh, claro que lo haré-dijo enfadado-. Tú me has castigado a mí, haciendo que me ocupara de mis hermanos durante las pocas vacaciones que puedo tomarme.
-Te he pedido disculpas y no me pasaré el verano entero estudiando.
-Si lo harás, Tini y no quiero que volvamos a tener esta conversación.
-Jorge tú no eres mi padre-dije intentando que no se fuera de la cocina.
-Voy a recordarte que fui yo quien pagó por tu custodia y te aviso, Martina, que aunque estemos casados, esto sigue siendo así, yo ordeno, tú cumples.
-Recuerda lo que acabas de decir, Jorge-dije casi a los gritos-. Y no quiero que me hables, ¿entiendes?
-Está más claro que el agua-me gritó antes de salir de la cocina.
***
Los días transcurrían aburridos y sin sentido alguno. Domingo por la noche pasé por casa de Cecilia y me llevé los niños a mi casa. Alice me avisó que Jorge iba a llegar tarde esa noche porque tenía una cena.
-¿Y Jorge?-preguntó Erik cuando era arropado por mí-. No lo hemos visto hoy.
-Jorge tiene mucho trabajo, pequeño-dije revolviendo sus rubios cabellos.-Mañana podrán chapotear en la alberca, ¿Qué dices?
-Si, si, si-me sonrió-. Hasta mañana, Martina.
-Hasta mañana, Erik.
Me puse de pie y caminé hacía la puerta.
-Te quiero hasta el cielo, Martina -me dijo tiernamente.
-Yo también te quiero, cariño-le sonreí y apagué la luz-. Que descanses.
Emma se había quedado dormida en el sofá, por lo tanto, debía esperar a que Jorge llegara para pedirle que la cargara hasta la habitación de huéspedes. Me senté en lamesa del living y observé la puerta de entrada. Recordé cuando Jorge me había enseñado todas las habitaciones de la casa y pensé que había sido una exageración que aparte de la nuestra, tres habitaciones fueran para huéspedes, pero en este caso funcionaban a la perfección. Jorge procuraba esquivarme lo poco que estaba conmigo en casa, Emma ocupaba una y Erik la restante.
***
Tres de la mañana y Jorge no se hacía presente en la casa. Comenzaba a pensar que podría haberse desahogado en brazos de otra mujer. Ese pensamiento hizo que mis ojos se aguaran y que las lágrimas comenzaran a descender por mis mejillas. Cerré los ojos y crucé mis brazos sobre la mesa para luego esconder mi rostro allí.
-Hey, Tini-dijo una aterciopelada voz-. Va a dolerte todo si no duermes en una cama-lo sentí decir.
-No quiero moverme-me quejé levantando la cabeza. Se me quedó viendo durante unos segundos y luego besó mi mejilla. Estar peleada con él era como vivir un año sin agua, imposible. Me sonrió tiernamente y se sentó ami lado.-¿Dónde estabas?-pregunté adormilada.
-A uno de los socios de la empresa, se le ocurrió salir a cenar para cerrar el contrato. Debía aceptar.
-Es lo mismo, de todas maneras, no me hablas.
-Porque tú me lo has pedido -hizo morros-. Vamos a la cama, no te veo muy cómoda y yo estoy bastante cansado.
-¿Duermes conmigo?-pregunté en un susurro.
-Si insistes-rió.
-Emma está durmiendo en el sofá.
-Si, la he visto-me avisó-. Ve arriba, voy a llevarla a su habitación.
Nos pusimos de pie y el caminó hacía Emma para tomarla en brazos, yo subí a lahabitación y me coloqué el pijama. Jorge tardó más de veinte minutos y pensé quese habría quedado dormido al lado de Emma. Cuando iba a salir de la cama para buscarlo, apareció por la habitación mientras se quitaba la corbata.
-Me ha pedido que me quedara a dormir con ella-dijo quitándose la ropa.
-¿Y por que has vuelto?
-Se quedó dormida y yo debía venir con mi esposa, ¿Qué crees?-hizo una mueca y luego bufó.-Dejé mi pijama en la habitación de huéspedes.
-Ven aquí -dije observando sus coloridos bóxer- no tienes que ocultarte de mí.
-Oh, no, sabes que eso no lo hago muy a menudo-dijo riendo y se metió en la cama. Apagamos las luces y en menos de veinte minutos la habitación yacía en silencio y completa oscuridad.
-Abrázame, Jorge-susurré. Sus musculosos brazos envolvieron mi frágil cuerpo y me llevó hacía él. Apoyé la cabeza en su pecho y acompasé mi respiración con la suya. Comenzó a mover susdedos por toda mi espalda, brindando así, tiernas caricias en mi piel.
-He estado pensando...-susurró, no hacía falta hablar más fuerte que eso- que talvez, podríamos renovar nuestros votos.
-Hace solo un año y pocos meses que nos casamos.
-Pero no sentíamos lo que ahora, ¿o si?
-No, pero...
-Pero nada-me interrumpió-. Compláceme en esto, Martina. Quiero estar seguro deque me amas y que quieres compartir tu vida conmigo. Te has casado por obligación el año pasado, ¿podemos casarnos por que queremos?
-Si, me encantaría-respondí adormilada-. Pero creo que ya te he dado muchas pruebas de amor para que sepas que si quiero pasar el resto de mi vida contigo.
-Entonces, Martina Stoessel, ¿te volverías a casar conmigo?
-Me encantaría, Jorge Blanco.
-Eso quería escuchar-dijo y besó mi cabeza-. Descansa, princesa.
-Tú también, Blancs.
Nos quedamos en silencio mientras ambos conciliábamos el sueño, o por lo menos,lo intentábamos.
-Martina...-me llamó en un susurro. Ronroneé dando a entender que lo escuchaba.-Te amo.
-Yo a ti, mi amor-murmuré antes de caer en un profundo sueño.
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Ohh!! Se van a volver a casar
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