• Capítulo 31 •
Pasamos la tarde con Hiccup, Astrid y Moana. Ellas eran de verdad un encanto. Mientras Jack e Hiccup decían bobadas, con las chicas decidimos que pasear por las tiendas de artesanos, era una buena idea. Astrid se llevó una cosa de cada uno de los puestos y Moana compraba de vez en cuando regalos para su familia.
Jack me había dado dinero por si me gustaba alguna que otra cosa, pero preferí no gastar mucho, pues dos días atrás él había gastado más de mil dólares en ropa para mí.
—¡Guau! esto es tan genial —dijo Moana mientras observaba una cadenita de oro—. ¿No creen que debería llevarla?
—Claro, si no la llevas tú, la llevo yo —sonrió. Me limité a reír un poco y luego centré mi vista en una hermosa pulsera.
—Tienes buen gusto —dijo Moana mirando lo que mis ojos miraban.
—¡Increíble!, en verdad es muy linda —dijo Astrid.
—Para ti todo es lindo —le dijo Moana. Las tres reímos.
—Yo creo que deberías comprarla —me recomendó la rubia. Hice una mueca.
—No lo sé —estaba insegura, no me gustaba abusar del dinero de Jack. Si bien, no le falta ni un centavo, no puedo andar por la vida gastando cada dólar que Jack pone sobre la palma de mi mano.
—¿Cuánto dinero tienes? —preguntó. Saqué los billetes de mi bolsillo y conté en mi mente.
—Más de noventa, seguro —me dijo Astrid.
—Vamos llévala —me incitó Moana.
—No, no voy a llevarla.
—¿Por qué no? —preguntó Astrid haciendo pucheros.
—Porque no —sentencié—. Ya vámonos de aquí —dije mientras volvía por donde habíamos llegado. Moana y Astrid pronto me alcanzaron y cada una se puso a un lado mío.
—Y... ¿Qué tal es Jack en la cama? —preguntó Moana. Detuve mi caminata en seco y ambas se giraron a verme.—. ¿Qué? ¿Dije algo malo?
—No, no, es que, creo que tengo algo en la zapatilla —hice una mueca de dolor—. Adelántense si quieren —agregué.
—¿Irnos y dejarte aquí? No nena —fue hasta mí—. ¿Qué tienes allí?
—No, nada, ya se me pasó el dolor —dije haciendo que Astrid se sobresaltara. Caminé hasta ponerme a la altura de Moana, Astrid se puso a mi lado. Seguimos caminando.
—Entonces... ¿Vas a contarnos qué tal es?
—¿Para que quieres saber? —dije divertida. Ciertamente no sabía qué decir.
—Para saber, porque con mis amigas siempre hablamos sobre cómo son nuestros chicos en la cama.
—Ahh... —dije suspirando—. Bueno, él es increíble.
—¿Tan así? —preguntó Melanie—. No sabes lo que es Hiccup.
—¡Ay sí! —sonrió Moana—. ¿Puedes creer que nos da más de uno en una sola noche?
—Vaya, Jack igual —dije. Ambas me miraron.
—Por lo menos lo tienes para ti sola —dijo Moana—. Yo debo compartir a Hiccup con esta rubia —carcajeó. Astrid le sacó la lengua.
—Yo lo vi primero —le dijo. Por lo menos la parte de hablar sobre Jack en la cama, había pasado—. Yo te dije que él estaba para chuparse los dedos y tú fuiste a buscarlo.
—Pero esa noche no me dio solo a mí.
—Bueno chicas —dije calmándolas—. Me están dando demasiada información y de verdad prefiero no saber eso sobre Hiccup.
—Está bien —dijo Astrid—. Es de ambas y punto.
—Ya —sonrió Moana—. ¿Te satisface seguido? —preguntó con picardía.
—Sí, bastante, casi todas las noches —mentí.
—¿Qué pasa todas las noches? —preguntó el dueño de las dos manos que se posaban en mi cintura. Moana enrojeció y yo abrí mis ojos del todo. Volteé y lo vi—. ¿Van a quedarse calladas? —preguntó antes de besar mis labios.
—Parece que sí —dijo Hiccup alzando los hombros.
—Yo creo que hablaban de mí —dijo Jack. Miré a Moana haciendo más evidente la conversación—. Sí, eso era.
—Bueno, ya no estamos hablando sobre nadie —dijo Astrid. Jack quitó sus manos de mi cintura y me tomó la mano.
—¿Pero hablaban sobre Jack? —preguntó Hiccup confundido.
—No, nada que ver —dije. Jack rió—. Hablábamos de Hans —fue lo único que se me ocurrió. Las chicas asintieron y el ceño de Jack se frunció antes de soltarme la mano.
—¿Y qué es lo que hace Hans todas las noches? —preguntó enojado. Hiccup hizo un gesto que hizo reír a las chicas.
—Cosas —le respondió Astrid.
—Sí, cosas que Elsa, ha visto haciendo —dijo Moana. Astrid le pisó el pie dándole a entender que se callara.
—Y... ¿Cómo qué cosas? —preguntó irritado.
—Como....
—¿Qué hiciste anoche cuando te dejé sola? —preguntó. Más bien, me acusó.
—Ay Jack, por Dios —le di un leve golpe en el pecho—. No seas tonto. Les estaba contando que saca la basura todas las noches. Que siempre que no puedo dormir lo veo sacando la basura.
—Ahh... —dijo no muy confiado. Las chicas e Hiccup rieron—. No zafas de una explicación cuando lleguemos a casa —me dijo al oído.
—¿Y bien? —dijo Astrid—. ¿Cómo nos encontraron?
—Andábamos buscándolas. Estuvimos un rato bastante largo intentando divisarlas —admitió Hiccup. Jack asintió.
La noche comenzaba a hacerse presente, y con ella, el frío se apoderaba de nuestros cuerpos. Jack y yo caminábamos a la par unos pasos más atrás de Hiccup, Astrid y Moana.
—¿Vas a explicarme qué hablabas con las chicas? —me dijo mientras jugaba con nuestros dedos entrelazados.
—Nada Jack, cosas de chicas.
—Oh vamos, Elsa, dime qué es lo que hace Hans todas las noches.
—No sé qué hace todas las noches, yo supongo que duerme como todo ser humano —respondí cuando entrábamos al hotel. Hans nos miró y vi a Jack ser carcomido por la rabia.
—Lo odio —admitió mientras dejaba de caminar.
—No seas tan evidente, es mala educación mirar a las personas de esa manera —le dije burlona.
Ambas miradas luchaban para ver quién se rendía. Y estaba más que claro que Jack no apartaría la vista porque quería demostrarle que yo era su novia. Absurdo. Terminó ganando Jack porque el deber llamaba a Hans. Tiré a Jack del brazo para que se moviera. El ascensor estaba ocupado, culpa de Jack, Hiccup se había ido arriba sin esperarnos.
—Vamos por las escaleras —dijo enojado.
—¿Por qué te enojas conmigo? —le pregunté apretando repetidamente el botón para pedir el ascensor.
—Porque te acuestas con el de recepción —me acusó.
—Yo no me acuesto con Hans —dije riendo—. Qué tonterías se te ocurren Frost.
—Eso das a entender —me dijo entrando al elevador.
—Piensa lo que quieras, pero eso no es cierto —marqué el piso de nuestra habitación.
Cuando llegamos al piso marcado anteriormente, vimos a Hiccup junto con Astrid. Ella nos sonrió y caminó hasta nosotros, Hiccup siguió sus pasos.
—¿Y Moana?-pregunté.
—Se fue a la habitación porque tenía un llamado de su mamá —dijo sonriente—. Nosotros ya nos vamos a nuestra habitación —nos informó.
—Bueno, entonces supongo que nos vemos esta noche —dijo Jack.
—No señor Frost —dijo Hiccup negando con el dedo—. Yo voy a salir con mis nenas.
—De acuerdo —dijo Jack risueño—. Entonces nos vemos mañana por la tarde.
—¿Por qué no por la mañana? —preguntó Astrid.
—Porque tengo que hacer unos trámites y Elsa viene conmigo.
—Okay —sonrió la rubia—. Entonces mañana por la tarde —concluyó.
—Adiós, nos vemos —se despidió Hiccup.
Jack y yo entramos a la habitación. Al cerrar la puerta, tiró su celular sobre el sillón y luego sobre éste se tiró él. Dejé mi bolso sobre la cama y ahí me senté a mirar como Jack hacía nada.
—¿Estás enojado? —pregunté.
—¿Tú qué crees? —me dijo severamente.
—Que sí —me crucé de piernas—. No tienes porqué enojarte —le dije. Me observó un rato y después respondió:
—¿Ah no? —preguntó alzando una ceja—. Yo te dije desde el primer día que llegaste a casa, que soy celoso —me dijo.
—Es que no entiendo por qué estás celoso.
—Porque a ti te gusta Hans.
—A mí no me gusta Hans —le dije arqueando una ceja—. ¿Quieres saber de lo que hablaba con Moana y Astrid? —pregunté.
—Te he estado preguntando eso toda la tarde y no querías decírmelo. ¿Vas a decirlo o qué? —dijo cuando vio que yo no respondía.
—Sí, voy a decírtelo, solo esperaba a que terminaras de hablar.
—Bueno, anda, dilo —me incitó.
—Moana me preguntó si eras bueno en la cama y tenía que mentirles, no podía decirles que no hemos tenido relaciones, y bueno, eso. Ya no me mires así porque te juro que no sales con vida.
—¿Qué les dijiste? —dijo con picardía.
—Que eres increíble —de seguro mis mejillas estaban rosadas.
—¿Y piensas que así soy en la cama? —preguntó mientras se levantaba del sillón.
—No lo sé Jack, no lo hemos hecho, y no te acerques —dije rápido. Rió y se sentó a mi lado.
—No voy a hacerte nada, sólo quiero sentarme a tu lado —dijo—. Cálmate —carcajeó—. De verdad no tengo intenciones de hacerte algo.
—Bueno, entonces ya me voy a bañar —dije.
—Ey, ven aquí —me jaló de un brazo haciendo que cayera sentada sobre sus piernas—. Esa no era mi intención pero si así quedamos, está todo bien —sonrió. No pude evitar soltar una pequeña risita, a la que él respondió con un beso—. Te he tomado cariño —me dijo al oído.
—Yo no —dije al descuido.
—¿Ni un poquito? —preguntó haciendo una mueca.
—Capaz que muy muy muy poquito —le dije. Sonrió y me dio un beso en los labios—. Jack, aquí ya no tienes porque besarme.
—¿Y que si quiero? —preguntó alzando los hombros.
—Bueno, no quieras porque no los recibiré —le dije. Me besó de nuevo—. Desde ahora —agregué causando su risa. Me robó un pequeño beso—. ¡Ey, es en serio!
—Si no quieres que te bese entonces vete a duchar —me dijo—. Te has quedado sobre mi regazo, eso significa que quieres que te bese —dijo antes de besarme de nuevo.
—Ey, de verdad —me puse de pie—. No estoy jugando.
—Bueno, está bien —él también se puso de pie.
—Voy a darme una ducha y luego vas tú.
—¿Por qué yo?
—Porque debes ducharte Frost —dije. Asintió.
—¿No me regalas otro beso? —preguntó tomándome por la cintura.
—No —dije. Hizo puchero—. Sólo uno, Jack —le dije antes de posar mis labios sobre los suyos—. Listo, ya déjame que me duche.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro